Autor Charles Simpson

Celebramos 60 años de ministerio, mirando con fe hacia el futuro.
Mi vida ha sido influenciada en gran medida por mis padres misioneros entre el pueblo de habla francesa en los pantanos del sur de Luisiana, E.U.A. durante la década de 1930. Lo que aprendí acerca del Señor, de la fe y la perseverancia, vino por medio de ellos. Mis primeros recuerdos son esos pantanos en el sur de Luisiana, de gente trabajadora que vivieron durante el período de la Gran Depresión, que tomaban muy en serio la vida en medio de condiciones adversas, sin que produjeran temor o angustia.

En 1942, la familia se mudó al sur de Alabama, donde mi padre pastoreó la misma iglesia durante 35 años. Era una zona rural, agrícola, donde aprendí a trabajar duro y también muchas lecciones prácticas. Mis padres creían que el trabajo era bueno y me dieron mi primer trabajo a la edad de 9 años.

Conocí al Señor cuando tenía 14 años, después de escuchar a un evangelista que predicó sobre el infierno como si acabara de regresar de ahí. Pronto comencé a compartir mi fe y ver a otros venir a Cristo. Pero, sucedieron dos cosas que erosionaron mi compromiso; la primera, una gradual pero creciente participación en la cultura mundana y la otra el temor de que Cristo requiriera en realidad la vida que le había entregado a él.

Una batalla de dos años conmigo mismo y con el Señor me convenció de algunos aspectos aterradores: que yo estaba tratando con un Dios soberano que se preocupaba poco por lo que yo quería. No sólo había sido llamado, ¡me sentía amenazado! Finalmente decidí responder al llamado de Cristo cuando tenía 18 años. A pesar de que determiné responder y obtuve una licencia para predicar, todavía me resistía. Escogí el boxeo para la Educación Física en la universidad, pero antes que tuviera mi primera pelea oficial, me invitaron a dar un mensaje en una misión en una zona en condiciones precarias la misma noche que debía dar mi primera pelea. No podía creer que se tratara de una coincidencia, así que empecé a predicar en vez de boxear. Mi primer mensaje fue a un pequeño grupo en un lugar que había sido un bar.

Pronto me estaban invitando a dar charlas en reuniones juveniles, en iglesias, y a los veinte años me ofrecieron un pastorado interino en una iglesia pequeña. Continué viajando ida y vuelta, todos los días a la universidad que quedaba a 160 kilómetros de distancia, y en mi primer año me pidieron que fuera el pastor oficial de la iglesia.

En 1959, me gradué de la universidad y en 1960 me casé con Carolyn Dix. Ella fue un gran regalo para mí en los siguientes 47 y medio años antes que partiera para estar con el Señor en el año 2008.

De 1960 a 1963 los dos viajábamos juntos al seminario. Mientras tanto, la iglesia creció casi diez veces su tamaño. Después de seis años de viajar a diario, pastorear y estudiar, finalmente el ritmo fue demasiado para mí, y en 1963 dejé de asistir al seminario.

Mi plan era concentrarme en la iglesia con trabajo duro y enseñar las Escrituras. Pero no pasó mucho tiempo antes de empezar a darme cuenta de mis limitaciones personales. En una ocasión prediqué una serie de mensajes del libro de los Hechos y pude ver claramente que lo que los discípulos produjeron y lo que yo estaba produciendo no era el mismo tipo de fruto.

Me interesé en la obra del Espíritu Santo y en febrero de 1964, mi amigo Ken Sumrall testificó de haber sido bautizado en el Espíritu Santo. Comencé a asistir a la reunión de oración de su iglesia en Pensacola, Florida, una ciudad cercana a Mobile, Alabama, donde yo estaba pastoreando. Tenía mucha hambre de Dios; hasta el punto de que si el Señor no la satisfacía, hubiera tenido que dejar de pastorear. En abril de 1964 él, misericordiosamente me bautizó en el Espíritu Santo, lo que trascendió en una nueva paz y una gran alegría.

UN CAPÍTULO NUEVO
El primer domingo después de mi experiencia, volví al púlpito. Yo era diferente y los resultados fueron diferentes. La gente respondió antes de concluir el mensaje. Pronto la congregación comenzó a darse cuenta de los dramáticos cambios en mí. Algunos simpatizaban y otros estaban asustados. Perdimos la mitad de la iglesia. Pero el Señor añadía a la iglesia más allá de las pérdidas, de numerosas denominaciones y de no cristianos en la medida que el poder del Espíritu Santo se hacía más evidente. Nos convertimos en la primera iglesia Carismática de una denominación en nuestra zona y duplicamos nuestro tamaño original. Entonces empecé a recibir invitaciones para viajar dentro de los Estados Unidos y en el extranjero. Había un mover mundial del Espíritu Santo con el que fui bendecido de ser una pequeña parte. Mi denominación no estaba de acuerdo con este mover, de manera que pasé mucho tiempo ante numerosos comités tratando de explicar que lo que me había pasado era de Dios. Debido a la creciente demanda para ministrar fuera, invité a John Duke a ser mi pastor asociado. John también era un pastor bautista y recientemente había sido bautizado en el Espíritu Santo e igualmente relevado de su congregación.

Conocí a otros ministros que participaban activamente en la renovación, entre ellos Derek Prince, Bob Mumford y Don Basham. Llegué a tenerles gran aprecio y La Misión de Enseñanza del Espíritu Santo en la Florida nos pidió que ayudáramos en la fundación de una revista llamada New Wine (Vino Nuevo). Al mismo tiempo, comenzamos un canal de televisión y otras actividades para extender el Reino de Dios. En 1971, me mudé a Fort Lauderdale, Florida para estar más cerca de los otros maestros. En 1974, se nos unió Ern Baxter, a quien considero uno de los ministros más elocuentes de nuestro tiempo.

Los cinco de nosotros nos enfocamos en la edificación de fundamentos bíblicos dentro del movimiento carismático en explosión. Enseñamos autoridad espiritual, adoración, liberación, oración, el Reino de Dios, discipulado, y otros temas a menudo pasados por alto por este movimiento más impulsado por las emociones. La controversia local por la que había pasado personalmente fue eclipsada por una tormenta internacional. Cuando uno abraza la verdad, las consecuencias no se pueden calcular. El caminar en fe no impide cometer errores y nosotros cometimos los nuestros, pero ninguno de nosotros estaba preparado para la explosiva reacción que nos sacudió.

Regresé a la costa del Golfo, cerca de Mobile, Alabama en 1973 para trabajar con Glen Roachelle que había comenzado un grupo en Pascagoula, Mississippi. John Duke, Terry Parker y otros que habían sido parte de nuestra iglesia en Mobile, se unieron a nosotros en el establecimiento de lo que eventualmente se convirtió en la Iglesia de Pacto de Mobile. Seguí trabajando con los otros maestros y con líderes en una variedad de grupos denominacionales.

Los maestros de New Wine seguimos trabajando juntos hasta que Derek se retiró en 1983, y el resto de nosotros disolvimos nuestra relación en 1986 debido a la constante controversia que continuaba. No queríamos continuar la polarización ni hacer frente a las tensiones que estaban surgiendo en y entre nuestras esferas de influencia. Habíamos crecido demasiado rápido para manejar todos los resultados.

CONTINUANDO LA MISIÓN
Uno de los subproductos de nuestros esfuerzos fue el comienzo de Integrity Media de Mobile en 1986. La música de adoración que se grabó y distribuyó llegó a millones de personas. Michael Coleman fue el fundador de Integrity y yo tuve el privilegio de servir en la junta directiva.

El libro que mejor describe la jornada de los maestros de New Wine, fue escrito por el Dr. S. David Moore, The Shepherding Movement (El Movimiento de Pastoreo).

La Gran Comisión no empezó ni terminó con ninguno de nosotros. Ha estado allí desde que Jesús la ordenó y estará hasta que él vuelva. Nuestra tarea en nuestro tiempo permanece y todavía somos mandados a hacer discípulos de todo lo que él enseñó. Los medios para llevar a cabo nuestra misión han cambiado drásticamente con la tecnología y los medios de transportarse, pero la misión es la misma.

Abrazamos la verdad que entendemos, pero siempre habrá más verdad que venga, porque estamos aceptando a Aquél que es la Verdad; en la medida que nosotros lo seguimos, él nos revela cada vez más de sí mismo.

El apóstol Pablo escribió en 1ª Corintios 16: 9 que se le había “abierto puerta grande y eficaz y muchos son los adversarios” (RV1960). La versión Reina-Valera Contemporánea traduce el mismo versículo de esta manera: “aunque hay muchos que están en contra de mí, se me ha presentado una gran oportunidad para el trabajo”. Las puertas abiertas de oportunidades para el trabajo y los adversarios van de la mano. Los adversarios van desde la mera oposición hasta el salvajismo brutal. Sin embargo, muchos en el mundo occidental y en la Iglesia siguen siendo ingenuos y no se involucran en la guerra espiritual que se está librando. Permítame enumerar algunos de los adversarios:
• En primer lugar, la batalla es espiritual; luchamos contra las fuerzas del mal (vea Efesios 6:12).
• Nuestra mayor batalla es dentro de nosotros mismos; luchamos contra nosotros mismos (ver Romanos 7).
• El secularismo es un enemigo militante que ha ganado poder en el mundo occidental.
• El Islam militante es otro oponente. Hay muchos en Occidente que siguen sin tomar en cuenta ingenuamente los objetivos de los salvajes fundamentalistas islámicos.

La pregunta entonces es: ¿Podemos abrazar plenamente la verdad de Dios sabiendo que debemos rendir nuestra vida si lo hacemos? ¿Podemos pasar de una cultura de indiferencia a un lugar de compromiso apostólico?

Jesús fue claro en su invitación a los discípulos: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. » (Lucas 9:23). De manera que para ser verdaderos discípulos del Señor, debemos tomar en cuenta lo que Jesús dijo aun sin saber todo lo que eso pueda requerirnos. Romanos capítulo 8 nos da más consejo; nuestro llamado es a ser guiados por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos ayudará en la oración y en la obediencia, sabiendo que nada nos puede separar del amor de Dios. No se nos da un mapa; se nos da un Guía, y la Palabra de Dios.

Podemos esperar la tribulación. Jesús fue claro respecto a esto también (ver Juan 16:33). Su paz sobrepasa nuestro entendimiento de la manera en que parecen las cosas. Nuestra confianza no está en nuestro conocimiento, está en él. Es por medio de él que vencemos hoy y venceremos en el futuro (ver Romanos 8:31).

A la gente le gusta las fórmulas: «Haga esto y obtenga tal cosa”. Las fórmulas no funcionan para mí. En mi ordenación, me dieron una Biblia, y mi padre marcó las cartas a Timoteo como un buen consejo para pastorear una iglesia. En concreto, él me dijo que sin importar lo que me rodeara, debía «predicar la Palabra a tiempo y fuera de tiempo» (2ª Timoteo 4:2). No albergo ninguna pretensión de haber logrado nada o de haber tenido una vida libre de errores, pero mi objetivo sigue siendo el mismo: ser un buen administrador de esa confianza sagrada entregada a mí por aquellos que dieron sus vidas para transmitirla. Una cosa que he aprendido y ruego transmitir. Dios honra su Palabra.

Sean cuales sean los honores que haya recibido por sobrevivir 60 años en el ministerio, todo lo debo a los consejos de mi padre. Me humillaron en mis mejores días, y me sostuvieron en mis peores días. Amo y honro a Dios y su Palabra. El cielo y la tierra pasarán, pero su Palabra permanecerá firme (ver Mateo 24:35). Jesús, la Palabra viva, es la Verdad, y nuestro llamado es abrazarlo con nuestras vidas. Eso es todo lo que realmente podemos dar, pero será suficiente.

CHARLES SIMPSON es el Editor en Jefe de One-to-One Magazine. También ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones.