FAMILIGRAMA

Autor: Stephen Simpson

Cómo mantener a Jesús en el centro de nuestros hogares

Una vez al año, un domingo por la noche, más de mil millones de espectadores en todo el mundo encienden sus televisores y sus computadoras para ver a muy bien pagadas y exageradamente mimadas estrellas de Hollywood en su celebración del premio Oscar para felicitarse unos a otros y predicar el progresismo ideológico a sus fanáticos aduladores. Innumerables expertos, admiradores y analistas examinan cuidadosamente cada vestido, cada estilo de peinado, y cada sílaba pronunciada. ¿Quién está de moda y a la moda? ¿Quién no?

En esos momentos, parece que todo el mundo está enfocado en las luminarias en ese teatro.

Esa misma noche, dos centenares de padres y amigos se reunieron en Oak Pointe Church cerca de Detroit, Michigan, EE.UU. para celebrar el bautismo de 24 de sus hijos que personalmente habían recibido a Jesús como su eterno amigo y Señor. Los niños leyeron sus testimonios escritos personalmente por ellos. Muchos dijeron específicamente que se estaban bautizando porque querían que el mundo supiera que pertenecían a Jesús, y porque querían que todos lo conocieran a él.

Aquí cabe hacer una pregunta: ¿Cuál de los dos eventos tendrá más importancia cósmica y eterna?

Relación correcta
Una de mis mayores alegrías en el ministerio ha sido entrar en las aguas bautismales con padres y sus hijos que se han preparado para dar testimonio de su salvación. En el extremo opuesto, una de mis mayores cargas es estar junto a padres en oración por un niño desobediente, y acordar con ellos en fe para que ese hijo o hija pueda ser llevado a una relación viva con Jesucristo.

Para un padre que haya recibido a Jesús, no puede haber un deseo mayor o más poderoso que ver a sus hijos en una relación correcta con el Señor. Incluso cuando nuestros hijos llegan a su mayoría de edad, nunca dejamos de orar por ellos y de anhelar que se acerquen a su Padre Celestial. Cuando se alejan, nos afligimos. ¡Cuando regresan, nos alegramos! ¡Nadie puede orar como usted por sus propios hijos o nietos!

Este deseo que tenemos en realidad viene directamente del corazón de Dios Padre, y nos da una idea de cómo debe sentir él de nosotros sus hijos. Como buen Padre, él tiene una perspectiva amorosa y eterna que nos capacitará para la maravillosa vida que él preparó para nosotros. Él nos requiere y nos inspira como padres a establecer una alta prioridad en la instrucción que ayudará a nuestros hijos a caminar más cerca de Dios.

Enseñanza diligente
Una de las declaraciones más preciosas y profundas en toda la Biblia es la instrucción que él da a su pueblo:
“Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor es uno. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón, y se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, y cuando vayas por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes. Las atarás en tu mano como una señal, y las pondrás entre tus ojos como frontales, y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deuteronomio 6:4-9).

La idea que se proyecta aquí es que nuestro caminar con Dios debe ser constante y que debemos enseñarlo a nuestros hijos con diligencia. Después explica que esto significa todo el día, todos los días. Ciertamente significa preparación a través de reuniones en la iglesia, pero es evidente que también significa en nuestros hogares y en todo momento que estemos despiertos.

Puede significar sentarse directamente con ellos para enseñarles, leer la Biblia con ellos, contarles historias bíblicas, hacer preguntas acerca de lo que acaban de escuchar, afirmar el amor de Dios y su amor por ellos, y orar con ellos. Recientemente, recibí una maravillosa foto de mi hermano, con su esposa, enseñando la Biblia a su hija. Ellos están usando el mismo libro que nuestro padres nos leyeron a mi hermano, a mi hermana y a mí “Hurlbut’s Story of the Bible” (Historia de la Biblia de Hurlbut).

A través del día
También puede significar llevar a su hijo al trabajo en momentos adecuados, si su empleador se lo aprueba. Permítales que lo observen a usted en su ambiente laboral y tome tiempo para mostrarles algo acerca de lo que hace y cómo interactúa con sus compañeros de trabajo. De esa manera, cuando se les pida después orar por usted durante la jornada laboral, ellos entenderán mejor cómo orar. Dígales cómo se comunica Dios con usted en y a través de su trabajo, y por la bendición de servir a los demás y hacer su trabajo con excelencia «como para el Señor».

Algunos padres, no mandan sus hijos a la escuela sino que los educan ellos mismos en el hogar. Esta opción ofrece la conformación de un plan de estudios fuerte y equilibrado, con una cosmovisión bíblica. Para otros, una escuela cristiana o privada es mejor para sus hijos. Y hay circunstancias en que la escuela pública ofrece la mejor opción para las familias. En todos los casos, los padres deben estar excepcionalmente alertas y ser pro-activos con respecto al material que se les enseña a sus hijos, quién está dando la enseñanza, y quienes son los compañeros de sus hijos.

Por supuesto, los niños no sólo aprenden en la escuela. Por lo tanto es bueno hacerse preguntas como ¿Quiénes son sus amigos? ¿Qué están leyendo? ¿Qué sitios ven cuando navegan por el internet? ¿Qué música escuchan en sus teléfonos inteligentes y qué aplicaciones tienen? ¿Qué programas ven en televisión o Netflix? Los padres y los abuelos tienen el llamado y la autoridad para ser diligentes en saber lo que está influyendo en sus hijos.

Todo momento despierto
Cuando usted va con sus hijos a la iglesia (en vez de simplemente mandarlos), está marcando la pauta para ellos con agradecimiento, reverencia y alegría. Es importante que escuchen su voz cantando las alabanzas; que escuchen la convicción auténtica en sus oraciones. Si ellos ven que usted está más interesado en los errores del pastor, en el traje del líder de adoración, o el color de la alfombra, entonces ellos se concentrarán en eso también.

Según Deuteronomio, el Señor debe ser nuestra primera y nuestra última consideración al despertar y al final del día. Debemos invitar su presencia para que esté con nosotros durante todo el día. El hermano Lorenzo1 enseñó a «practicar la presencia de Dios» en todo lo que hacemos; tener conciencia y gratitud por todo lo que hace en nuestra vida para ser santificado por él, no sólo una hora a la semana sentados en un banca.

Inculcar estas cosas en nuestros hijos no es una fórmula, ni tampoco significa que les evitará luchas y dudas en su vida. A veces, pueden incluso parecer que se alejan de la fe o que rechazan lo que usted les ha enseñado. Esto es duro y desgarrador cuando sucede.

Pero si sucede, no deje de amar, no deje de orar, y no deje de buscar y esperar lo que Dios puede hacer en sus vidas. Esté preparado en cualquier momento para correr a su encuentro cuando regresan. Llame a su pastor para que se ponga de acuerdo con ustedes en oración.

Me gustan las películas y los programas musicales, y me siento muy feliz cuando se estimula y se premia el buen arte y a los grandes artistas. Pero, todas las estatuillas de oro presentadas no pueden igualar el valor y la gloria de un alma salvada. Sigamos siendo diligentes en la enseñanza y la oración por el bien de nuestros hijos y los hijos de esta generación. Eso es algo que vale la pena celebrar.

Notas:
1. “La Práctica de la Presencia de Dios: La mejor regla para una vida santa” Conversaciones y cartas del Hermano Lorenzo (en el mundo Nicolás Herman C. 1610-1691. https://www.aciprensa.com/presenciadedios.pdf

Stephen Simpson es el Editor de One-to-One, correo electrónico onetreesteve@bellsouth.net. También puede seguir sus comentarios en Twitter@ Bamastephen.