Visión inmediata o a largo plazo

Autor Charles Simpson

Comencé este año nuevo de 2018 leyendo el libro de Génesis, el libro de los «comienzos». Los principios que se desarrollaron en Génesis recorren toda la Biblia. Entre ellos está el propósito de Dios para todo el mundo. Un aspecto de su propósito es la palabra «dispersar» o esparcir en diferentes direcciones. Otro aspecto es que podemos ver lo inmediato sin ver el propósito y el efecto de los eventos inmediatos a largo alcance. Los eventos inmediatos a menudo oscurecen nuestra capacidad de ver lo que Dios se ha propuesto hacer en el futuro lejano. Génesis capítulo 1 declara su propósito para la humanidad: «¡Reprodúzcanse, multiplíquense, y llenen la tierra!» (Génesis 1:28).

El siguiente es un ejemplo concreto de cómo nuestras circunstancias presentes pueden servir personalmente al objetivo primordial de Dios para nuestra vida: A principios de la década de 1930, durante la quiebra de la bolsa de valores en los Estados Unidos, un período llamado la «Gran Depresión», que afectó la economía del mundo entero, mi padre estudiaba en Howard College (ahora la Universidad de Samford) en Birmingham, Alabama.

Mi abuelo, como muchos otros durante la Depresión, se vio obligado a declararse en bancarrota y mi padre tuvo que dejar la universidad, lo que representaba una aparente tragedia. Entonces mi padre se mudó a Nueva Orleans para empezar un trabajo de chofer de camiones. Con el tiempo, comenzó a asistir a una iglesia local que tenía un ministerio misionero entre la población de habla francesa que se habían establecido en los pantanos del sur de Luisiana y que tenía una cultura muy diferente a la cultura de mi padre.

Poco después, mi papá aceptó el llamado a «misionero de fe» (sin salario) entre aquellas personas. Ahí conoció a una joven llamada Génova Schaubhut, a quien papá le presentó al Señor, bautizó y poco después se casó con ella. Juntos comenzaron su aventura llevando a otras personas a Cristo y comenzando iglesias.

Tanto mi padre como mi madre habían sido «dispersados» (separados) de sus culturas. Lo que comenzó como un evento decepcionante como era salir de la universidad, posteriormente sirvió al propósito de Dios para sus vidas a largo plazo. De manera que cuando leía Génesis al comienzo de año, me fue muy fácil ver este mismo patrón de redención en las Escrituras.

Génesis 11 cuenta la historia de la Torre de Babel. La gente que habitaba el mundo en esa época hablaba el mismo idioma y compartía una misma cultura. Un día decidieron construir una torre que alcanzara hasta el cielo. Una visión encumbrada es algo bueno, pero la motivación es algo importante también.

Tenían dos motivos: hacerse de renombre y evitar la dispersión (evitar ser esparcidos por toda la tierra). Era una visión de gloria humana y una muestra de haber perdido de vista la comisión original de Dios en Génesis 1:28. Entonces hicieron ladrillos de barro, típicos de nuestra condición humana, y comenzaron a edificar su visión. (Notemos que Dios edifica sobre piedra.) Eventualmente, el Señor vino a inspeccionar su trabajo y sus motivos y terminó confundiendo su lenguaje y dispersándolos. La torre quedó sin terminar como suele suceder con las visiones humanas. Sin embargo, sobre el fracaso humano, la humanidad fue devuelta a la supremacía del propósito de Dios que era  llenar la tierra.

Otro ejemplo en Génesis es el de José, hijo de Jacob. José era el favorito de Jacob e imprudentemente hacía alarde de su condición y de sus sueños ante sus hermanos, quienes terminaron vendiéndolo como esclavo, pero dijeron a su padre que José había sido matado por animales salvajes; Jacob quedó desolado por la aparente tragedia. Mientras tanto, José estaba en Egipto sirviendo a un hombre influyente llamado Potifar. La esposa de Potifar trató de seducir a José, pero él rechazó sus avances. Enfadada, ella mintió sobre José y lo metieron en prisión; una vez más una tragedia aparente.

Pero José mantuvo su actitud redentora y su fe, a pesar de este segundo mal momento. Al final, los sueños de José se convirtieron en realidad; llegó a ser primer ministro de Egipto y fue usado por Dios para salvar a sus hermanos de morir de hambre. La visión a largo plazo no solo lo salvó a él, sino a los egipcios, a la familia de su padre y a muchos otros.  “Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien.” 

La reacción inmediata suele ser incorrecta y nos saca del camino del propósito de Dios. Podríamos mencionar a Esaú como un ejemplo de eso. Se volvió amargado y su amargura ha afectado siglos de historia. Pero nuestra amargura no disuade a Dios de su propósito original, solo nos detiene a nosotros de cumplirla.

Los patriarcas

Abraham, Isaac y Jacob vivieron como extranjeros en la tierra que Dios les había prometido. Si bien cometieron errores, creyeron a Dios y estuvieron dispuestos a ir a lo desconocido. La palabra de Dios para ellos fue que a través de ellos, él bendeciría a TODAS LAS NACIONES (Génesis 12:1-3). Dios hizo y confirmó su pacto con ellos varias veces para hacer exactamente eso. Él ha guardado su palabra y nunca se ha desviado de Génesis 1:28. Pero nosotros a menudo sí lo hacemos. Al igual que las personas en la torre, construimos con barro para alcanzar el cielo en lugar de ser una luz en el mundo.

Israel llevó a cabo la misión de Abraham para servir al mundo como sacerdotes, para interceder por las naciones (ver Éxodo 19:6). Los profetas a menudo reprendían a Israel por perder de vista el propósito a largo plazo (ver Isaías 43:10-11). No fueron elegidos por su superioridad, fueron elegidos para ser una luz a las naciones al igual que los patriarcas (ver Isaías 49:6, Hechos 13:47). Cuando dejaron de cumplir el propósito de Dios a largo plazo, fueron dispersados, esparcidos; no una sino dos veces (ver Ezequiel 11:17). A esos judíos esparcidos en los imperios de sus captores se les llaman la «Diáspora»,  “Dispersión de los judíos exiliados de su país.”1

Podríamos llamar a esa dispersión «un juicio» y, a menudo, una tragedia. Sin embargo, fueron dispersados para que cumplieran la intención original de Dios de bendecir a todas las naciones, y de muchas maneras, lo han hecho. Los judíos han liderado el camino en ciencias, humanidades, medicina, comercio y tecnología. En nuestros días, como dijeron los profetas, se están reuniendo de nuevo por segunda vez. Tal vez el testimonio más grande para Dios es el cumplimiento de su palabra en el propósito profético. Cuando nos olvidamos de eso, nos buscamos problemas.

Los peregrinos

Los peregrinos que vinieron a las colonias de Norteamérica fueron llamados así acertadamente porque reanudaron la fe y peregrinaje abrahámicos. Dejaron la conformidad y la tiranía para practicar su fe. Cuando desembarcaron, recurrieron a un enfoque económico «colectivo» y al socialismo; eso no les dio resultado y los llevó a punto de perecer de hambre. Cuando cambiaron su enfoque Ga la responsabilidad personal y a una economía empresarial, florecieron en abundancia.

Los fundadores de la nación estadounidenses entendieron la esencialidad de la libertad y la responsabilidad personales; establecieron un sistema para dividir el poder del gobierno y garantizar «libertad y justicia para todos». Si bien ni ellos ni su sistema eran perfectos, millones de personas han migrado y continúan migrando a gran costo para cosechar los beneficios de la libertad. El flujo de la humanidad a esas costas no tiene precedentes.

La tendencia humana

Nuestra tendencia humana es hacia una visión centrada en el ser humano, la gloria humana, y hacia evitar la misión personal que es hacia fuera. La responsabilidad colectiva, la gloria y el logro son atractivos para aquellos que no quieren salir en fe. Nos encantan las «torres» como Babel o como Nabucodonosor al construir una gran estatua para su propia gloria.

A medida que nuestra cultura se alejó de Dios y de su Palabra después de la Segunda Guerra Mundial, nos hemos movido cada vez más hacia una actitud de «dejar que el gobierno lo haga» o «dejar que la iglesia lo haga». El gobierno, la iglesia y otras instituciones pueden hacer mucho pero nunca pueden reemplazar la fe personal y la misión personal. La «mentalidad institucional» del gobierno o de la iglesia se basa en ladrillos de barro, tal como lo han sido el comunismo, el nazismo y otros «ismos». El motivo puede ser mejor, pero la pérdida de la responsabilidad personal es peligrosa.

¿Quién sabe qué nos traerá de vuelta a una «dispersión» de la responsabilidad central a la responsabilidad personal? Espero que sea un regreso a Jesús y su Espíritu. Cuando eso sucede, la cultura corporativa estará centrada en Jesús y no centrada en el ser humano.

Jesús

Jesús es de la simiente de Abraham (ver Gálatas 3:16). Siendo el Hijo de Dios, entendió cuál era su misión y dedicó su vida por hacerla. Sus seguidores se movieron con él y aún lo hacen. Él nunca se estableció en un solo lugar ni edificó algo para su propia gloria. Todas sus acciones estaban basadas en quién era él y en el cumplimiento de su misión. Lo que hizo lo definió y finalmente le trajo gloria, no sin antes llevarlo a la humillación y a la cruz. Pero resucitó y envió a sus discípulos a todo el mundo (ver Mateo 28:18-20). Su comisión es la aplicación espiritual de Génesis 1:28.

Jesús fue rechazado mucho más severamente que José, y eso fue una tragedia para Israel. Sin embargo, esa tragedia condujo a la salvación del mundo. Esa es la visión a largo plazo. Jesús y sus discípulos tenían, y todavía tienen, una visión de largo alcance; una gran misión que incluye a todas las personas en todo el mundo (ver Lucas 2: 9-11).

Hebreos 13:12-14 dice que cuando Jesús sufrió fuera de la puerta, nosotros debimos haber salido con él. Estamos llamados a ser buscadores del reino de Dios y buscar la ciudad cuyo constructor y arquitecto es Dios, porque aquí no tenemos una ciudad permanente (ver Mateo 6:33, Hebreos 13:14). Somos buscadores, no colonizadores. Cuando dejamos de buscar y comenzamos a asentarnos, hemos perdido el Espíritu que motivó a los patriarcas, los profetas, nuestro Señor, los apóstoles y los peregrinos.

No adoptamos las costumbres de este mundo, prostituyéndonos para ser políticamente correctos o inclinarnos ante una gran estatua o torre humana. Debemos mantenernos a toda costa, como nuestro Señor y los apóstoles. La adversidad nos prepara para lo que él ha preparado para nosotros.

Corolarios

  • El propósito de Dios fue establecido desde el principio y no ha cambiado.
  • Su propósito fue reiterado a través de los patriarcas y los profetas.
  • Jesús encarnó el propósito de Dios para alcanzar a todas las naciones con el evangelio (ver Mateo 24:14).
  • La Gran Comisión establece claramente una misión hacia afuera a largo plazo (ver Mateo 28:18-20).
  • La historia de la Iglesia refleja nuestra deuda con aquellos que vivieron más allá de sí mismos.
  • Poner nuestra misión personal en algún grupo corporativo no funciona ni desarrolla el carácter.
  • Históricamente, una mentalidad colectiva ha producido miseria a nivel personal.
  • No debemos permitir que un suceso o circunstancia negativos obscurezcan nuestra visión a largo plazo y nuestra confianza en el propósito original de Dios.

Puede ser que no todos seamos llamados a ir lejos, pero todos estamos llamados a ser una luz, a bendecir donde sea que vayamos. La visión a largo plazo es una actitud que nos lleva más allá de la situación inmediata porque creemos en lo que Dios ha dicho y en lo que él hará. Por lo tanto, trascenderemos y superaremos lo que parece negativo aceptando que esto solo puede servir a la visión de largo alcance.

No estamos llamados a reaccionar ante la adversidad, sino a actuar con fe. Si es así, no nos atascaremos en ningún pantano, sino que avanzaremos hacia lo más alto de la meta final de la voluntad de Dios para nuestra vida. ¡Y pido a Dios para que esa sea su historia este y todos los años por venir!

Nota 1. Diccionario de la Real Academia Española

CHARLES SIMPSON es el escritor de la Carta Pastoral. También ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones.

Tomado de la Carta Pastoral de febrero de 2018