Autor Bob Mumford
La necesidad de las normas absolutas de Dios en un mundo explosivo
Nuestra generación confronta una crisis que bien pudiera ilustrarse con un hombre que es enviado para desactivar una bomba de tiempo que está por explotar. Cuando llega al mecanismo del detonador, pocos segundos antes de que la bomba explote, se horroriza con la realidad de que ha olvidado en qué dirección tiene que girar el mecanismo para desarmar la bomba. ¡En una dirección la desarma; en la otra, la detona destruyéndolo todo! En ese momento, este hombre no necesita de opiniones o de conjeturas calculadas -necesita los hechos. ¡Necesita la verdad!
La crisis que atraviesa nuestra sociedad, es una crisis de la verdad. ¿En qué dirección dirigirnos a este loco mundo para evitar que estalle? El diccionario dice que la verdad es «conformidad de lo que se dice con lo que existe» y cada uno de nosotros basamos nuestras acciones y las decisiones de nuestras vidas según nuestros puntos de vista y nuestra comprensión de los hechos verdaderos. Sin embargo, la pregunta que nos hacemos constantemente hoy en día es: «¿Qué es real?» Si el mundo no tiene ninguna manera de determinar lo que es verdadero y lo que es irreal, ¿cómo podrá esperarse que haga decisiones que desarmen en vez de detonar nuestra sociedad volátil?
Hay cuatro áreas en que la verdad está en crisis:
Epistemología: Cómo determinamos que lo que sabemos es verdad.
Los hombres están diciendo que nuestro conocimiento de la verdad es obtenido de una variedad de fuentes. Estas fuentes fluctúan desde las instituciones humanas, por un lado, hasta las formas científicas de medir por otro lado. La suposición básica en la sociedad secular es, sin embargo, que no existe una fuente fidedigna para obtener el conocimiento que pueda servir como una norma para todas las otras fuentes.
La teología: La verdad de la religión y de las cosas espirituales.
Diversas teorías con respecto a la naturaleza de Dios y la realidad de un universo espiritual son declaradas por los que usan drogas, los gurús, los practicantes del ocultismo y hasta por los científicos, doctores y parasicólogos. Algunos desechan el concepto de un mundo espiritual adjudicándoselo al producto de una imaginación superestimulada mientras que otros experimentan y se gozan en un Dios personal y de la Biblia.
La sicología y las ciencias sociales: Por qué se comporta el hombre como lo hace.
Las consideraciones del pensamiento moderno ven al hombre como el pináculo de la evolución, por un lado; y por el otro, como la acumulación esencial de elementos químicos en el universo material. De allí han salido las teorías del objetivismo y del determinismo, que profesan tener las «respuestas» pero que a la postre resultan ser incompletas y poco satisfactorias.
La ética: Reglas que deben seguirse para hacer el bien y evitar el mal.
Las normas de la ética moderna se proclaman en letreros pegados en los parachoques de los autos ·»Si lo siente bien, hágalo.» (Traducido, esto significa: «Deje que su impulso sexual le diga lo que está bien y lo que está mal.»)
La opinión más fuerte parece ser: «Cualquier cosa que diga la sociedad (la mayoría), eso haré.» Otros insisten que no importa lo que se haga, entre tanto nadie salga perjudicado en el proceso.
No es de extrañar que reine tanta confusión. ¿A cuál voz escuchar y en qué dirección seguir, sabiendo que la decisión podría afectar el resto de su vida? El problema, por supuesto, es que nuestra sociedad ha desechado por lo general la autoridad final de Dios y Su Palabra y como consecuencia la habilidad de determinar concretamente por sí misma lo que es la verdad, la realidad, el comportamiento humano apropiado o una norma ética equitativa. La ausencia de una regla fija para conocer la verdad desemboca en el caos; no hay nada seguro o absoluto sobre lo cual se pueda actuar.
Sin embargo, como cristianos creemos que existe una Autoridad final que nos ha enseñado la verdad sobre las cosas -Él nos ha dado la verdad revelada. La revelación objetiva y juiciosa de las Escrituras le dan al cristiano una norma segura de la verdad sobre la cual puede actuar. Para nosotros no existe una crisis de la verdad.
En la epistemología sabemos qué es la verdad porque Dios nos la ha revelado. Tenemos al Dios de la verdad como nuestra fuente y nuestro conocimiento de la verdad tiene significado.
En la teología entendemos algo de la naturaleza de Dios y de la dimensión espiritual porque Dios, quien es Espíritu, nos ha dicho y continúa diciéndonos la verdad a través de Su Palabra. No solamente nos la ha declarado, sino que eligió personificar para nosotros su misma naturaleza en Jesús, Su Hijo.
Podemos entender la sicología y la verdadera naturaleza del hombre porque la palabra de Dios describe esa naturaleza con todas sus complejidades, declarando que el cumplimiento del hombre viene únicamente en su reconciliación con su Creador a través de Jesucristo.
Finalmente, podemos distinguir entre el bien y el mal dentro del campo de la ética, porque Él nos ha dado Su Ley en Su Palabra. Para el cristiano, la norma de la verdad es un asunto resuelto.
Entonces se podría esperar que hubiese, en las iglesias creyentes de la Biblia, un fluir apacible y unificado de creencias y conducta. Desafortunadamente no es así. Pareciera como si el Cuerpo de Cristo estuviera pasando su propia crisis de la verdad. A veces yo pienso: «Señor, tus hijos parecen estar más confundidos que los hijos del mundo.» Nuestro problema NO está en nuestra norma de la verdad, las Escrituras, sino más bien en la manera en que entendemos y aplicamos la norma.
Me gustaría compartir algunos principios con respecto a la naturaleza de la Palabra de Dios y de la verdad espiritual que me han ayudado enormemente a comprender lo que está sucediendo en el Cuerpo de Cristo. Creo que, si estos principios fuesen comprendidos y aceptados, nuestra confusión y mala interpretación disminuiría considerablemente.
Antes de presentar estos principios permítame declararles lo más claramente posible mi postura incondicional a la infalibilidad de las Escrituras; y si alguno tiene dificultades en calzar alguna porción de las Escrituras a su estilo de vida, creo que el ajuste lo debiera de hacer en sí mismo en vez de intentar ajustar a Dios o Su Palabra.
También, antes de examinar estos principios, necesitamos conocer las cinco categorías dentro de las cuales se puede colocar toda la verdad bíblica:
La Verdad Histórica:
Cuando se cita: «Jesús vivió en Galilea.» «Pablo era de Tarso.» «Juan 3: 16 dice … «, es información directa y sin complicaciones que la Biblia nos da con respecto a algo o a alguien. Desafortunadamente, muchas personas se quedan en esta área de la verdad, asumiendo que el estudio de la Biblia es una colección sin fin de datos. No obstante que la verdad simple de la Biblia es necesaria y fundamental, por sí misma no puede producir en la vida de los creyentes todo lo que Dios desea, como lo ilustra el siguiente incidente. En cierta ocasión un hombre vino a nuestra iglesia, se puso en pie y citó casi todo el evangelio de Juan. Todos quedamos muy impresionados. Yo estaba pensando todavía: » ¡Cómo quisiera poder hacer eso! » Cuando el Señor parece haberme dicho quietamente en mi espíritu: «No te impresiones tanto por lo que oyes.»
«¿Por qué? » Pregunté yo.
El Señor respondió: «Porque hasta una grabadora puede hacer eso.»
La información por sí sola es de valor relativo. El conocimiento bíblico y la memorización son excelentes entre tanto se recuerde que es primordialmente fundamental.
La Verdad Personal:
Así se llaman las escrituras aplicadas a nuestros corazones por el Espíritu Santo. Seguramente usted leyó 1 Corintios 10: 13 muchas veces antes de que fuera suyo -es decir, real para usted personalmente. 1 Corintios 10: 13 estuvo allí siempre, pero usted nunca lo vio antes. Cada vez que Dios comienza a hablarme con respecto a algo nuevo, encuentro versículos por toda la Biblia que nunca me di cuenta estuvieran allí. A esto se le llama verdad personal, o inspiración: la aplicación de la verdad bíblica en la vida del creyente.
La verdad de la Iglesia:
Es la verdad revelada sobre la cual el Cuerpo de Cristo descansa y crece. Es aplicable a todos los creyentes donde quiera que estén e involucra nuestra comprensión del propósito eterno de Dios, las instrucciones para el evangelismo mundial, así como los patrones para la estructura de la Iglesia.
La Verdad Presente:
Esta es la verdad que Dios quiere enfatizar en la Iglesia de hoy. En 1517, la «verdad presente» era la justificación por la fe. En años recientes, el énfasis de Dios era la verdad del Espíritu Santo y de Su poder; y hoy, la «verdad presente» es el desarrollo de los conceptos bíblicos de la autoridad, de las relaciones y de la comunidad. El énfasis de Dios está cambiando siempre, mientras que Su revelación escrita permanece fija. La confusión y la contienda son el resultado de no reconocer los aspectos presentes de la verdad bíblica.
La Verdad Profética:
Las Escrituras nos hablan con respecto a las intenciones de Dios para el futuro. A través de la revelación entendemos no solamente el significado de la historia al irse desarrollando, sino que también comprendemos la conformación de la historia y vemos el propósito y la soberanía de Dios por todos los siglos. La verdad profética es una penetración clara e inmediata en los eventos del día, así como la previsión con respecto a lo que ha de suceder. Idealmente, entonces, el cristiano puede saber adónde ha estado (verdad histórica, adónde está (verdad presente) y hacia adónde va (verdad profética), (Vea Juan 8:12 y 13:13).
Veamos ahora los cuatro principios que mencionamos antes para comprender la verdad bíblica y entender la manera en que el Señor la administra a nosotros.
El principio de la expectación
A veces usamos la expresión «de la A a la Z» para significar «todo», o «todo lo que hay.» Asumamos que toda la verdad bíblica pudiera incluirse en una escala que va de la A a la Z. Esto es lo que significa Apocalipsis 1:8 cuando dice «Yo soy el Alfa y Omega, el principio y el fin». El principio de la expectación dice que Dios le revelará a usted únicamente o le hará real a usted, el grado de verdad que usted espera que Él le revele. Si yo espero que Dios me dé «A, B, C, O,» entonces El me revelará las verdades de la «A» hasta la «O». Dicho de esta forma: «Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá.» (Mateo 7:7). Pedimos sólo aquello que creemos que vamos a recibir y recibimos únicamente lo que pedimos. Es un principio en el trato de Dios con sus hijos. El Señor dijo a Israel: «Clama a mí, y yo te responderé … » (Jeremías 33:3).
Las denominaciones, las Iglesias, también los individuos, esperan y reciben diferentes cosas. La Primera Iglesia Evangélica de la esquina espera que el Señor les dé «C» – la salvación. Todos los domingos el pastor predica la salvación, hace un llamamiento, y espera que la gente se salve. Y así sucede. Dios bendice de acuerdo a su expectación.
La Iglesia Pentecostal calle abajo espera que el Señor les bendiga con «F» y con «G» -que la gente sea llena con el Espíritu Santo y sea sanada. En esta iglesia, Dios no solamente salvará a las personas, también las sanará y las llenará con el Espíritu Santo. ¿Por qué es que Dios no sana a nadie en la Primera Iglesia Evangélica? Porque nadie allí espera que lo haga. Aunque ellos creen que está en la Biblia (verdad histórica), el nivel de expectación no está presente por un número de razones.
En el pueblo vecino hay un grupo que está pidiéndole a Dios que los forme en una comunidad neotestamentaria -han visto algo en la Palabra de Dios desde la «A» hasta la «K». Ellos han logrado ver algo en la Palabra de Dios y dicen: » ¡Señor, transfórmanos en una comunidad de creyentes del Nuevo Testamento! «Ellos tienen esa expectación y Dios se las está dando.
Hace unos años, Oral Roberts originó una frase que dice: «¡ESPERE UN MILAGRO!» ¿Sabe lo que él quería con eso? Él quería que el nivel de expectación de la gente se levantara para que Dios pudiera llenar sus necesidades. Dios se revela a Sí mismo en proporción directa con nuestro nivel de expectación. Él puede y va muchas veces más allá de lo que esperamos, pero esa es la excepción y no la norma.
Al final de nuestra escala se encuentra la «Z». La «Z» es el límite de lo que Dios nos ha revelado en Su Palabra. Dos cosas con respecto a la «Z» son muy importantes, y están interrelacionadas. Primero. la mayoría de los cristianos asumen generalmente que ya llegaron a la «Z» no importa el grado de avance que hayan alcanzado. Nuestra tendencia es la de creer que hemos llegado hasta donde es posible aventurarse en Dios. La actitud silenciosa es esta: «Si Dios va hacer algo más lo hará en nosotros.»
Mi respuesta es: «¡No, si usted no espera que lo haga, no lo hará!»
Segundo, más allá de la «Z» está el área conocida como la revelación extrabíblica. Podemos llamar esta área «Z- 1», y «Z- 2», etc. Esta es el área del espiritismo, de los horóscopos, de las sectas, del ocultismo, de las doctrinas extremas y lo demás. Va más allá de los límites legales del conocimiento y la experiencia bíblica revelada y Dios prohíbe que nos involucremos en eso (Isaías 8: 19-22).
El problema con que nos encontramos es que aquellos que piensan que ya ha llegado a la «Z» (cuando en realidad están en la «G») asumen naturalmente que aquellos que van más allá de donde ellos están se han metido en algo que las Escrituras no enseñan – «Z-2» «Z-3,» etc. De manera que si yo, como miembro de la Primera Iglesia Evangélica, veo que los pentecostales están siendo llenos con el Espíritu Santo, estoy forzado a hacer una de dos cosas: O admito que no estoy en la «Z» y extiendo mi expectación para lo que Dios quiera hacer en mí, o tengo que sostener que no hay nada más allá de mi propia experiencia y decir: » ¡Eso es del diablo! ¡Esto es de la carne! Esos pentecostales están en «Z-5″ 1 » ¡Probablemente esta sea la causa por la cual los cristianos se acusen entre sí de estar metidos en «sectas»!
De manera que cualquier grupo que comienza a caminar dentro de una nueva área de la verdad presente es acusado, por lo general, de herejía, de posesión demoniaca o de error. Y corrientemente, la oposición más violenta y las acusaciones vienen del último grupo que entró en lo que Dios estuvo diciendo, porque pensaron que habían llegado a la «Z» y no creen que nadie pueda legítimamente ir más allá de donde ellos están.
¿Cómo sabemos si estamos en la «Z» o en la «Z-3»? En realidad, necesitamos más espacio del que tenemos en este artículo para tratar este tema. Podríamos sugerir, sin embargo, que hay tres defensas básicas para no caer en este error:
Primero, motivos puros. Mis motivos deben de ser siempre el hacer la voluntad del Padre y darle la gloria a El. Cualquier cosa que halague mi ego o existe un deseo de ser «superespiritual» debe de sospecharse (Proverbios 11 :3).
Segundo, un amor por la verdad. Esta es una actitud del corazón que me hace ser fiel a la Palabra de Dios revelada, a cualquier costo, aún de mi propia vida. Cuando mi vida y la Palabra de Dios no concuerdan, yo tengo que cambiar. (2 Tesalonicenses 2: 12).
Tercero, una confianza de niño en el Señor. ¡Cada vez que comienzo a pensar que soy lo suficiente maduro para arreglármelas por mí mismo, voy camino al desastre! Dios es el maestro y yo debo mantenerme confiadamente dependiente de El (Mateo 11 :25).
Recuerde, Dios se revela a nosotros en proporción directa de lo que esperamos.
El principio de sembrar para cosechar
Gálatas 6:7 dice: «No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembra, eso también segará.» La interpretación usual de este pasaje es en el sentido negativo cuando decimos a la gente: «No siembres para la carne o segarás para la carne.» Esto es cierto y debemos enseñarlo, pero me gustaría sugerir que a menudo descuidamos el lado positivo de este principio que nos enseña algo muy importante con respecto a la naturaleza de la verdad espiritual.
Sembrar para cosechar es una ley de la naturaleza. Si siembras zanahorias, a su tiempo cosecharás zanahorias. Siembra trigo y cosecharás trigo, etc. Esta ley está establecida por el Señor en Génesis 1: 11 donde dice: «Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género.» Así ordenó Dios que la vida apareciera.
La Palabra de Dios ha sido descrita en las Escrituras como semilla de la que se espera produzca una cosecha después de haber sido sembrada. (Lea Mateo 13). Yo creo que la verdad de la Palabra que sembramos por medio de la enseñanza y de la predicación será cosechada en las vidas del Pueblo de Dios como el fruto de esa enseñanza.
Una vez estuve en una iglesia donde había una marcada ausencia de anteojos. Todos tenían ojos saludables. ¿Sabe por qué? El Señor había sanado los ojos del pastor y él había enseñado a su congregación que Dios sanaría los ojos de ellos también. El sembró la Palabra de ojos sanos y pronto la semilla comenzó a crecer y los ojos de los miembros de esa congregación comenzaron a ser sanados.
Cuando visito una iglesia donde hay una libertad en el ministerio profético, sé que el pastor ha estado sembrando las semillas de profecía. También he estado en comunidades donde se palpa un profundo sentido del amor y del compromiso entre las personas. ¿Cuál fue la semilla que se sembró? La Palabra de Dios que habla de las relaciones, del compromiso, de servir y de amar.
Vino un tiempo cuando Dios comenzó a estimularme para que enseñara sobre la obediencia y la autoridad espiritual. Las personas decían: «No Mumford, eso es esclavitud. ¡No necesitamos esa cosa! .. ¿Ha tratado usted alguna vez de sembrar semilla en el concreto? Yo, como muchos otros, comencé a enseñar los principios bíblicos de autoridad y obediencia, y la gente comenzó a venir diciendo: «Bob, no creo que estoy viviendo en obediencia a los mandamientos del Señor.» Todos pensaban que era idea suya, pero la realidad es que una de esas semillitas de Dios había encontrado tierra fértil y había comenzado a crecer.
Hay poder en la Palabra de Dios para producir vida. «Tú tienes palabras de vida … » (Juan 6:68). «El evangelio es el poder de Dios para la salvación …» (Romanos 1: 16). Jamás piense que es el hombre que predica el que produce la cosecha. Es la palabra de Dios. Donde la palabra de Dios es enseñada, El producirá una cosecha.
El principio de la verdad en tensión
Los teólogos liberales y los hombres que estudian las Escrituras únicamente con el poder de su propio intelecto, a menudo dicen Que la Biblia está llena de contradicciones. ¿Sabe una cosa? en cierto sentido, tienen razón. «Si alguno viene a mí y no aborrece a su propio padre, y madre, y esposa, e hijos … no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:26). «Pero si alguno no provee para los suyos, y particularmente para los de su casa, ha negado la fe …:» (1 Timoteo 5:8). i Pareciera que son dos mandamientos exactamente opuestos! ¿Qué hacer, «aborrecer» o «proveer»?
Veamos otros ejemplos: «Para que cualquiera que crea en Él no se pierda …» (Juan 3: 16) y «Nadie puede venir a mí sino lo trae el Padre que me envió … » (Juan 6: 44). ¿Cuál es: «Cualquiera» o «Nadie»? Este argumento entre los proponentes de la soberanía de Dios y de la libre voluntad del hombre ha rugido por siglos.
Aquellos que no entienden la naturaleza de la verdad bíblica citan estos pasajes y declaran que las Escrituras se contradicen a sí mismas. En realidad, sin embargo, se corrigen a sí mismas. Yo llamo a este principia «la verdad en tensión.» Dios pone la verdad en tensión porque tenemos el feo hábito de tomar ciertos versículos y llevarlos más allá del intento de Dios cuando los puso allí en primer lugar. Por ejemplo, ¿en realidad quiso el Señor enseñarnos a aborrecer a nuestras familias? Si lo entendemos correctamente, sí, así es. Él estaba hablándole a aquellos que habían sido llamados para seguirle, pero querían usar a sus familias como una excusa para no buscar el Reino de Dios. La necesidad de ellos era un ajuste en sus prioridades. Hay algunos en nuestra generación, sin embargo, que han usado este mandamiento para dejar que sus familias se desintegren, que sus matrimonios se rompan, y que sus hijos huyan en rebelión – todo en el nombre del Reino de Dios. Aunque este tipo de catástrofe en la vida familiar es la cosa más lejana a demostrar el amor y la paternidad de Dios, algunas personas religiosas ven este estilo de vida y dicen: … ¡Que espiritualidad tan grande, hacer este sacrificio para el Señor! » Sin embargo el mundo ve esto y dice: «Si de eso se trata la cristiandad, no quiero nada de ella.»
El Señor sabía que algunos tratarían de pervertir y de abusar su mandamiento de «aborrecer» a sus familias, por eso nos dio otro para mantenernos dentro de la línea: «Proveer para los suyos.» El Señor no se está contradiciendo a sí mismo; él nos está dando mandamientos que nos mantengan en equilibrio. El que se sale de equilibrio de esta manera está cayendo en el error del énfasis. Está tan preocupado por este único versículo o enseñanza que no ve el factor de equilibrio por esa enseñanza en las Escrituras.
Qué sucede con el grupo que dice: «Si alguien ha de venir a Cristo, el Señor tendrá que traerlo». Muy pocos perdidos si acaso vendrán al Señor porque este grupo no ve su responsabilidad de predicar el evangelio a un mundo perdido. Este es un sobreénfasis en la soberanía de Dios. En el otro extremo, aquellos que sobre enfatizan la responsabilidad que tiene el Pueblo del Señor de llevar a los pecadores a Cristo, generalmente viven bajo una condenación constante si no están testificando y su tendencia es la de convertirse en personas agresivas y dogmáticas en su evangelismo, descuidando una necesidad de énfasis en la madurez y el crecimiento dentro del Cuerpo. ¿Dónde está el equilibrio? Dios nos ha confiado con la predicación del evangelio a los perdidos, pero Él es quien abre sus corazones para salvarles. Un lado de esta verdad es para motivarnos a nosotros a actuar, y el otro lado proveernos con seguridad y confianza en Dios para que El atraiga a los pecadores mientras predicamos.
Encontramos a través de las Escrituras verdades paralelas que aparentemente se contradicen entre sí, pero que en realidad están manteniendo un equilibrio. Por ejemplo: la libertad en el espíritu y el orden en la iglesia; el sacerdocio del creyente y la autoridad investida en el liderazgo; el amor de Dios y el juicio de Dios; la sujeción de las mujeres y la igualdad de los creyentes; la prosperidad y la pobreza; la sanidad y el sufrimiento por causa de Jesús; y el celibato y el matrimonio. Estas son unas pocas de las verdades que Dios ha puesto «en tensión» para mantener un equilibrio en nuestro caminar.
El error y el engaño vienen cuando comenzamos a enfatizar una enseñanza de las Escrituras excluyendo cualquier otra parte.
El principio del conjunto total de la verdad bíblica
El principio de «El Conjunto Total de la verdad Bíblica» es similar a nuestro primer principio, pero enseña una verdad importante que el primer principio no incluye.
Dentro del círculo grande en este diagrama, diremos, reside el conjunto total de la verdad bíblica. Cualquier verdad que se pueda encontrar en la Biblia, estará dentro de este círculo. Esto incluye a la verdad histórica, la verdad personal, la verdad eclesiástica, la verdad presente y la verdad profética. Cada uno de los círculos menores dentro del círculo mayor, representa un énfasis diferente de la Palabra de Dios – salvación, sanidad, finanzas, liberación y obediencia son sólo algunos que he escogido para esta ilustración. Note que hay un círculo pequeño fuera del espacio de la verdad bíblica. Esto se llama extrabíblico, o algo que va más allá de lo que ha sido revelado a nosotros en la Palabra de Dios. Anteriormente llamamos a esto «Z.3» representa error que necesita ser expuesto y corregido.
En el centro del círculo está, según entiendo el foco de todas las Escrituras -el Reino de Dios o la centralidad del Señor Jesús.
El evangelismo, está más cerca al centro que el círculo de las finanzas. Lo he representado de esta manera porque creo que el evangelismo está más cerca al corazón de Dios que la enseñanza sobre las finanzas. ¿Quiere decir esto que la verdad bíblica no es de igual valor? Hay cosas de mayor importancia y en nuestra enseñanza estas deberán tener una consideración mayor. Eso no significa que las verdades de menor importancia no formen parte de la Palabra revelada de Dios, o que no sean ciertas o que sean innecesarias. Significa sencillamente que necesitamos tener prioridades en nuestra enseñanza.
Debería ser obvio que toda nuestra enseñanza debiera de estar en una perspectiva correcta con el «centro del blanco» que es el Reino de Dios o la persona del Señor Jesús. Si centramos nuestra vida, nuestra experiencia o enseñanza en algún lugar otro que no sea el centro del blanco tiraríamos todo fuera de centro y fuera de perspectiva. Eso no quiere decir que hayamos caído en error; significa que estamos concentrando nuestra atención en algo que no es el tema central de las Escrituras. Dicho sea de paso, éste es el significado del término «excéntrico» -fuera de centro.
¿Ha estado usted en una iglesia donde tienen la liberación como su centro? La tendencia es de estar demasiado consciente de los demonios y pronto todo problema debe ser corregido por la liberación. ¿Es esto error? No necesariamente, pero si está fuera de centro.
¿Cree usted posible centrarse en la salvación y no cumplir con el propósito de Dios? En cierta ocasión fui invitado para ministrar en una iglesia de unos 500 miembros. Yo estaba sentado en la plataforma con el pastor y en cierto momento del servicio, él se me acercó y me dijo: «Bob, ¿ves a esa pareja sentada allí? Ella va vestida de negro y él lleva un traje azul.»
«Sí, los veo».
«Ellos son pecadores.» «¿Ah sí? »
«Sí, hemos estado orando por ellos por mucho tiempo -vas a predicar salvación, ¿no es cierto? » «Pastor, » le pregunté, «¿Para qué me invitaste aquí? »
«Para ministrar, » replicó él, un tanto desconcertado.
«Hay cuatrocientos noventa y ocho ovejas hambrientas sentadas allí y tú ¿quieres que las deje morir de hambre mientras dirijo todo lo que tengo que decir a dos pobrecitos pecadores?» El balbuceó y tartamudeó un poquito y entonces agregué: «¿Te importaría si alimento a las ovejas y dejo que Dios haga algo por esos dos? »
Dicho sea de paso, ellos se salvaron -«Por accidente.» Si se permanece firme en el centro de la verdad de Dios, Él se encargará de las necesidades de todos. Por lo menos así es lo que dice Mateo 6:33. Si tu enseñanza es de Jesús y de Su Reino, la gente se salvará, se sanará, se liberará y será bendecida con la provisión económica porque Él es el dador de todas estas cosas. El dijo a sus discípulos «Predicad, diciendo: El Reino de los Cielos se ha acercado.» Cuando ellos lo hicieron todas las otras necesidades fueron suplidas.
¿Enseño yo la sanidad? Por supuesto que sí, También la salvación, la responsabilidad económica, la liberación, la autoridad y la sujeción, la estructura de la iglesia y todas las otras verdades. Dentro de mi capacidad, trato de proclamar, «todo el consejo de Dios» (Hechos 20:27). Estar bien centrado en nuestra vida y enseñanza no significa excluir ninguna porción de la verdad sino relacionar adecuadamente y centrar nuestra vida, nuestra enseñanza y énfasis en el Reino de Dios y en el Señor Jesús.
De manera que estos son los cuatro principios que hemos delineado para entender la verdad bíblica y ver cómo funciona: la expectación, sembrar para cosechar, la verdad en tensión, y el conjunto de toda la verdad bíblica. Creo que, si el Cuerpo de Cristo llegase a entender adecuadamente estos principios, podríamos proveernos de la necesaria gracia para ser pacientes el uno con el otro y, mucha de la confusión y del daño que han sido causados en el Cuerpo de Cristo podrían comenzar a ser sanados. Y entonces podríamos darnos a la tarea de la comisión que se nos ha encargado: proclamar y demostrar la vida y el poder de nuestro Cristo resucitado a todas las naciones.
Reproducido de Vino Nuevo Vol 2-Nº 8- 1978