Autor Charles V. Simpson
La pregunta de Gedeón
En tiempos de prueba y decisión, ¿confiamos en nuestro propio poder o en el poder de Dios?
Recientemente, escribí una Carta Pastoral sobre el tema: «El poder de lo pequeño». Este artículo será otro ejemplo del uso que Dios hace de un pequeño número de personas para vencer a una multitud para que el Señor reciba la gloria. Es la historia de Gedeón en Jueces 6-8. No intentaré contar toda la historia, sino que me enfocaré en la pregunta que Gedeón le hizo al ángel del Señor.
El capítulo 6 de Jueces comienza con estas palabras: «Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor». La idolatría era predominante entre los israelitas. Dios vio cuál era su condición y lo que hacían. El resultado de su debilidad moral fue que Dios los entregó bajo el dominio de los madianitas durante siete años. Muchos de los israelitas se escondieron en cuevas por el miedo. Cuando llegó la hora de cosechar los cultivos, sus enemigos venían y robaban el fruto de su trabajo. La nación estaba empobrecida, derrotada y vivía bajo el terror.
La lección que podemos sacar de esos siete años es ésta: la debilidad moral conduce a la debilidad política, militar y económica. Nuestra cultura secular ha marginado la moralidad e ignorado las consecuencias de la inmoralidad. La «moralidad» en tiempos de Gedeón era definida por lo que cualquiera quería que fuera. No había un estándar absoluto. Cada quien hacía lo que le parecía mejor (vea Jueces 17: 6).
El llamado
Fue la grave condición de Israel la que hizo que la gente comenzara a clamar a Dios. A veces es difícil que las personas busquen a Dios. Como resultado de la seriedad de sus oraciones, el Señor envió a un profeta que les recordó su historia de liberación de Egipto y les dijo que no temieran, sino que obedecieran al Señor. No debemos olvidar o ignorar nuestra historia.
Entonces sucedió otra cosa: Dios eligió a un improbable líder llamado Gedeón. Pero Gedeón también tenía miedo. El ángel del Señor se sentó bajo un árbol y esperó a que apareciera Gedeón. Pronto Gedeón vino a moler una pequeña cantidad de trigo que había escondido de los madianitas.
El ángel se reveló a Gedeón y le dijo: “El Señor está contigo, porque eres un hombre valiente y aguerrido”. ¿Estaba siendo el ángel sarcástico, o había visto algo en Gedeón que Gedeón no había visto en sí mismo? ¿Un hombre valiente?
Entonces Gedeón le hizo esa importante pregunta: “Si el Señor está con nosotros, ¿dónde están las maravillas que nuestros padres nos contaron, cuando nos decían que el Señor los había sacado de Egipto?”
Si el Señor está con nosotros, ¿dónde están las maravillas que nuestros padres nos contaron?
El ángel respondió: “Con esa misma fuerza que demuestras, vas a salvar a Israel del poder de los madianitas. ¿Acaso no soy yo quien te está enviando?” Gedeón protestó diciendo que él era el hijo menor de su padre y parte de la tribu más débil. Pero el ángel dijo: “Confía en mí, porque yo estoy contigo. Tú derrotarás a los madianitas como si se tratara de un solo hombre.”
Hay cuatro verdades importantes aquí:
- Enviado por Dios
- Obediencia
- Unidad
- El poder de Dios – milagros
La acción
Gedeón actuó en respuesta a la Palabra del Señor. No sólo «creía», memorizaba, o estudiaba; él actuó. Gedeón fue a casa y derribó todos los ídolos y altares de Baal, el «dios» que de hecho no era ningún dios. El engaño de la idolatría los había llevado al desastre. Esto sucede en nuestros días, así es como la idolatría del hombre y la marginación de Dios, producen los mismos trágicos resultados.
La acción de Gedeón molestó a sus vecinos. Como resultado, ellos intentaron matar a Gedeón, pero su padre intervino diciendo: “Si en verdad Baal es un dios, déjenlo que luche él mismo contra quien derribó su altar”. Esto puso a los vecinos en un dilema. Si mataban a Gedeón, sería una admisión de que Baal no era un dios. Si ellos no mataban a Gedeón, Baal no podía hacerlo. Gedeón escapó de su ira.
La noticia de la hazaña de Gedeón se extendió rápidamente y fue considerado por muchos como un líder y una respuesta a sus oraciones. El Espíritu del Señor vino sobre Gedeón y él hizo un llamado, tocó la trompeta. Muchos miles respondieron. Pero Gedeón todavía no estaba muy seguro de que él sería su líder, por lo que pidió una señal. Puso un vellón de lana delante del Señor y le dijo: “Si al amanecer hay rocío sobre el vellón, pero a su alrededor el suelo está seco, con eso entenderé que tú salvarás a Israel por medio de mí, como lo has prometido. Y así sucedió.”
Gedeón todavía estaba inseguro y presionó la paciencia de Dios pidiendo que se invirtiera la señal: «Que el vellón estuviera seco y el suelo mojado». Y así fue. Gedeón ya no tenía excusa ni duda.
Lo que sucedió después, sin embargo, lo desafiaría más. Dios dijo: «Tienes demasiados hombres en tu ejército. Si yo entrego a los madianitas en sus manos, Israel reclamará gloria para sí mismo. «Así que Dios le dio a Gedeón un plan para bajar el número. «Dile a los temerosos que se vayan a casa», ¡y 22,000 se fueron! Pero todavía había demasiados.
Entonces el Señor le dijo a Gedeón que llevara a los hombres al agua y los observara beber. Los que se arrodillaron para beber fueron enviados a casa. Los que lamían el agua con las manos se quedaron. Después de eso, sólo quedaron 300.
¿Por qué redujo el Señor el tamaño del ejército de Gedeón tan drásticamente? Quería que Israel supiera que él los había salvado y no el tamaño de su ejército. Como más tarde Zacarías dijo: “Yo no actúo por medio de un ejército, ni por la fuerza, sino por medio de mi espíritu.” Zacarías 4:6. El tamaño de nuestro grupo no es la clave de la victoria; El Señor es.
Yo no actúo por medio de un ejército, ni por la fuerza, sino por medio de mi espíritu. Zacarías 4:6
La conclusión de la historia está en los capítulos 7 y 8 de Jueces. ¡Israel derrotó a Madián con 300 hombres! Los caminos de Dios no son los nuestros, sino que él busca, aunque sea un pequeño grupo, quienes harán simplemente lo que él dice, aunque les parezca extraño y peligroso. Mire de nuevo la pregunta original que Gedeón le presentó al ángel: “Si el Señor está con nosotros, ¿dónde están las maravillas que nuestros padres nos contaron?”
Gedeón pudo haber tenido miedo, ser miembro de una tribu débil y el menor en la casa de su padre, pero conocía la historia de su pueblo. Él sabía acerca de la liberación de Israel de Egipto, los milagros del desierto y las victorias que Dios les había dado. Él sabía que la presencia de Dios significaba que las señales especiales ocurrirían y traerían la victoria. En el momento no se veía nada de eso en su vecindario, tribu o nación. Lo que estaba viendo era el dominio extranjero, la idolatría, la pobreza y la inmoralidad. Israel vivía como una nación pagana con dioses paganos. Su pregunta era sincera: «¿Dónde están los milagros?» Al parecer, Dios no rechaza las preguntas sinceras.
Testimonio personal
En 1963-1964, me encontré haciendo esa misma pregunta. Estaba estudiando, pastoreando y predicando, pero cuando leía nuestra historia en la Biblia, no estaba viendo los milagros que se hicieron en los días de nuestros padres. ¿Estaba el Señor conmigo? Yo quería creer que sí, pero mientras leía y predicaba del libro de Los Hechos, yo no lo veía. No era suficiente para mí celebrar lo que estaba viendo en la Palabra de Dios; necesitaba experimentarlo.
A fin de experimentar lo que el Señor me había llamado a ser y a hacer, tuve que reconocer la verdad acerca de Dios, de mí y de nuestra iglesia. Tenía que estar dispuesto a contar el costo, a ser desafiado y a desafiar lo que decía que creía. Tenía que estar dispuesto a tocar la trompeta, y a ver, al mismo tiempo, a mucha gente salir «del ejército». Y lo hicieron. Tenía que estar dispuesto a soportar la oposición de mi propia congregación antes de que pudiera empezar a luchar contra el enemigo. Sobre todo, tenía que creer y confiar en Dios.
Tenía que estar dispuesto a contar el costo, a ser desafiado y a desafiar lo que decía que creía.
Por supuesto, mi historia era la misma de muchos que se hacían la misma pregunta en esos días. Pero ahora, la pregunta parece ser, ¿cómo podemos conseguir un ejército más grande? «¡Necesitamos más gente para derrotar al enemigo!» Es grandioso cuando se toca la trompeta del Evangelio en el poder del Espíritu y las multitudes responden. Pero no nos parece tan grandioso cuando el Señor dice: «¡Eso es demasiada gente!» El Señor probará a los que se presenten. Es mejor saber antes de la batalla quién estará de pie y quién se arriesgará a obedecer al Señor.
Esta no es una declaración en oposición a los grupos grandes. Está destinada a animarnos en los grupos pequeños a confiar y a obedecer.
Extractos de la historia de Gedeón
En primer lugar, le animo a estudiar a Gedeón y que usted haga su propio resumen de lo que pasó. No basta con saber acerca de Gedeón. Debemos convertirnos en «Gedeones» en la cultura actual. Muchos de nosotros «conocemos la Biblia», pero no conseguimos encarnarla o hacer la historia en nuestra propia experiencia. No se contente con ser un «experto religioso». Eso nunca es suficiente y no impresiona a Dios ni al enemigo. Aquí hay algunas lecciones que se pueden extraer del modelo de Gedeón:
La pregunta para nosotros es simple. ¿Aplicaremos realmente las lecciones que Gedeón nos dejó? Aprender sin aplicar es tan ineficaz como la ignorancia. De hecho, si sabemos pero no actuamos, somos todavía más responsables. Confundir el conocimiento con la obediencia es quizás nuestro mayor error. Nuestros predecesores actuaron.
El libro de Los Hechos no es el libro de «Las Creencias»; es lo que los apóstoles hicieron para obedecer. Más allá de esto, son los «Hechos del Espíritu Santo» manifestados en la obediencia de los apóstoles.
Los líderes de Israel en los días de Jesús «conocían» las Escrituras, pero no conocían a Aquel de quien hablaban las Escrituras. Jesús dijo a los que pensaban que sabían: «Escudriñen las Escrituras». Ellos habían aprendido las palabras, pero perdieron el significado, desatendieron al Espíritu Santo y no conocieron el poder sobrenatural de Dios (ver Marcos 12:24).
¿Cambiaremos entonces el poder de Dios por lo que sabemos o lo que podemos hacer? Esa es una pregunta seria. ¿Seremos lo suficientemente deshonestos como para decir: «Dios está con nosotros» cuando hay escasa evidencia de su poder sobrenatural? Gedeón se negó a decir eso.
Pensar que la sabiduría y el esfuerzo humanos pueden vencer el mal es negar la Palabra de Dios y la evidencia de la historia. La sabiduría humana puede lograr mucho, pero no puede vencer un mal sobrenatural, y eso es lo que enfrentamos. Pero a través de Cristo y su poder, somos más que vencedores por medio de él porque él nos ama.
Más lecciones del Modelo de Gedeón
- Dios ve y oye lo que hacemos y lo que está pasando en nuestra cultura.
- Dios escucha cuando nos ponemos serios y «clamamos» a él.
- La respuesta de Dios es levantar líderes comprometidos con su voluntad.
- Dios escoge líderes de lugares inesperados.
- Dios requiere de valor en aquellos que él llama y envía a la batalla.
- Los caminos de Dios son más altos, diferentes que los nuestros, y requieren de fe.
- Dios puede usar a unos pocos de manera tan efectiva o más que a muchos, para que él reciba toda la gloria.
- El favor de Dios es evidenciado por los eventos que están más allá de las habilidades humanas y llevan a la victoria.
Mi oración es que tomemos este reto con seriedad para que Dios levante «Gedeones» de entre nosotros. Necesitamos a los que se atreven a obedecer a Dios; ellos son quienes verán el asombroso poder de Dios. Este es el tipo de personas que derrotarán el mal que enfrentamos. Pido a Dios que usted y yo estemos entre ellos.
CHARLES SIMPSON es el Editor en Jefe de One-to-One Magazine. También ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones. En 2015, celebró 60 años de ministerio
Tomado de One-to-One Magazine Otoño 2016
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la Reina Valera Contemporánea.