Hace algunos años escribí al servicio forestal del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos pidiéndole información sobre los fuegos forestales. Como respuesta me enviaron mucho material impreso y una carta firmada por el director del Control de Fuegos. La carta decía: «Este año ha sido particularmente crítico con muchos fuegos y pérdidas severas. El total de hectáreas quemadas es el más alto en 36 años. Aproximadamente 4.500 incendios forestales han quemado más de 550.000 hectáreas», Eso significa que hubo casi 300 incendios forestales por semana. Si valoramos las pérdidas de cada hectárea en $1.000.00 esto significaría que más de medio millón de dólares en maderas fueron destruidos en los Estados Unidos durante ese año.

El último párrafo de la carta decía: «En el este de los Estados Unidos, la mayoría de los incendios fueron causados por el hombre y pudieron prevenirse. 9 de cada 10 incendios son causados por el hombre».

El daño que causa la lengua de los creyentes dentro de la heredad del Pueblo de Dios, es infinitamente mayor que el medio billón de dólares que los fuegos naturales causan en la heredad natural de un país. Si es importante la prevención de los fuegos espirituales que devoran áreas completas de la heredad del Pueblo de Dios convirtiéndolas en una desolación quemada. Y sólo usted puede prevenirlo.

EL ORDEN DIVINO

Y si tu hermano peca, ve y repréndele a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no te escucha, lleva a uno o a dos más contigo, para que toda palabra pueda ser confirmada por boca de dos o tres testigos.

Y si reusa escucharlos, dilo 3 la Iglesia; y si reusa escuchar a la iglesia, considéralo como al gentil y al publicano. (Mateo 18: 15-17).

Hay sólo dos pasajes en los cuatro evangelios donde se usa la palabra iglesia. El primero es Mareo 16 y la segunda es este pasaje de Mateo 18. Sin entrar en mucho detalle de fondo, está claro que en Mateo 16 Jesús habla con respecto a la Iglesia universal. Allí dice que la entrada a la Iglesia es por medio del reconocimiento y la confesión de Jesucristo como Hijo del Dios viviente: y esencialmente esa es la base para ser admitido en la Iglesia universal. En Mateo 18, la palabra iglesia se refiere al cuerpo de creyentes en una localidad. Es obvio por el contexto de la instrucción que se da, que no puede referirse a la Iglesia Universal, porque Jesús dice: «Dilo a la iglesia». Se tendría que reunir a todos los creyentes de todos los continentes y las islas para poderlo decir a la Iglesia Universal.

En Mateo 16 Jesús establece la verdad fundamental para la Iglesia Universal yen Mateo 18 otra igualmente básica para la iglesia local. La verdad dentro de su contexto con respecto a la iglesia local es tan importante como la verdad de Mateo 16 con respecto a la Iglesia Universal. Nos dice del tipo de acción que debemos llevar a cabo si otro creyente nos ofende haciendo algo que no es correcto o justo, ya sea en palabra o en acción.

Primeramente, debemos ir solos al hermano que nos ofendió. Segundo, si esto no produce un resultado satisfactorio, debemos de llevar a dos testigos de confianza para que todo lo que se diga sea verificado y establecido por ellos. Entonces si no oyese a estos testigos, hay un PASO más a seguir y no es optativo. Es requerido hacerlo. Debemos de ir a la iglesia local.

Cualquier creyente que al final de este proceso reúse someterse a la decisión de la iglesia. pierde el derecho de ser tratado como un hermano cristiano. De allí en adelante, mientras no se arrepienta, será tenido por gentil y publicano.

¿Cuántos cristianos conoce usted que hayan seguido este procedimiento hasta el final? Yo he observado que este requisito básico y sencillo para mantener el orden de la iglesia local, ha sido sistemáticamente marginado por el 80 o el 90% de los creyentes. La mayoría de los creyentes jamás soñarían en hacer lo que Jesús mandó. Cuando son ofendidos por alguien vuelan directamente a cualquier otro y comienzan a hablar de la persona que les ha ofendido. No tenemos ningún derecho de hacerlo y somos culpables si lo hacemos.

Permítame decirle que hay dos lados en este caso. En un asesinato la persona que comete el crimen es llamado el asesino. Pero puede haber también un cómplice que haya contribuido al asesinato. Un cómplice es aquel que ayuda al asesino de alguna manera tal vez escondiendo el arma homicida o escondiendo cierta información de la policía. De la misma manera, si un hermano cristiano viene a mí y comienza a hundir el cuchillo en la espalda de otro hermano con sus palabras, y yo le escucho. yo me convierto en un cómplice del crimen.

Muchos no pensarían siquiera en ir y hablar de alguien que les haya ofendido, pero son todo oídos cuando alguien viene a ellos. Por ejemplo, cuando el creyente A va al creyente B para quejarse del creyente C, el creyente B lo escucha. Entonces el creyente B va al creyente D y le dice: «Sabes lo que A me dijo con respecto a C? » Para entonces el fuego forestal está en su furor y nadie puede detenerlo. ¿Quién sabe cuántas vidas, cuántos hogares, cuántos ministerios y cuántas congregaciones serán quemadas por ese fuego? Este no es un problema pequeño. Estoy convencido que Jesús dio la única solución para la Iglesia local, -la única cosa que es esencial para mantener la vida y las relaciones en su lugar. Cualquiera otra cosa tiene una importancia secundaria a este mandamiento. He llegado a la conclusión de que se puede predicar y enseñar mucho sobre el orden de la iglesia, la disciplina, estructuras, ancianos y apóstoles y todo parecerá muy hermoso, pero jamás funcionará hasta que este principio de Jesús sea aplicado.

EL PODER DE LA LENGUA

Santiago 3: 1-10 discute la naturaleza de la lengua.

Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que como tales incurriremos en un juicio más severo.

Porque todos tropezamos de muchas maneras. Si alguno no tropieza en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.

Ahora bien, si ponemos el freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, dirigimos también todo su cuerpo.

Mirad también las naves; aunque son tan grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo, dirigidas mediante un timón muy pequeño por donde la voluntad del piloto quiere.

Así también la lengua es un miembro pequeño del cuerpo, y, sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡cuán grande bosque se incendia con tan pequeño fuego!

y la lengua es un fuego, un verdadero mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros como aquello que contamina todo el cuerpo, y es encendida por el infierno, e inflama el curso de nuestra vida.

Porque todo género de bestias y aves y de reptiles y de animales marinos, se doma y ha sido domado por el género humano, pero nadie puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal.

Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, quienes han sido hechos a la imagen de Dios; de la misma boca proceden tanto maldición como bendición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

Santiago dice: «Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo». En otras palabras, si usted puede controlar su lengua no hay miembro del cuerpo que no pueda controlar.

Las dos comparaciones que usa Santiago en este pasaje con respecto al control de la lengua son el freno en la boca de los caballos y el timón de las naves. El caballo en la Biblia es siempre un símbolo de fuerza. Uno puede controlar a esta fuerte bestia si controla su boca. Todo lo que se necesita para hacerlo detenerse o volverse es un freno en su boca.

De igual manera, una nave es controlada por una pequeña pieza de madera o de metal que se llama el timón. Todo el destino y la nave depende de este pequeño instrumento en su popa. Si el timón es usado adecuadamente la nave llegará segura a su puerto, pero si se usa mal naufragará. De igual manera, la lengua si se usa bien nos llevará al cielo; mal usada nos hará parar en el infierno.

«He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! » Un sólo fósforo es suficiente para destruir cientos de hectáreas de un bosque. De la misma manera, una frase hablada cuando debió de haber silencio puede causar un enorme daño en la iglesia de Jesucristo.

«Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios». Es posible cantar en el Espíritu en lenguas corno un ángel y treinta minutos más tarde asesinar con la lengua a alguien en las gradas de la iglesia.

Santiago concluye diciendo: » …Hermanos míos esto no debe ser así».

Quiero enfatizar la doble responsabilidad, no solamente de ofender activamente hablando mal de los hermanos y hermanas en el Señor, sino de no ofender pasivamente escuchando a aquellos que lo hacen, porque el que escucha es culpable también. Teniendo esto en mente voy a dar otras escrituras con respecto a la lengua.

Éxodo 23: 1 «No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso». Note la doble aplicación: no hay que comenzar un falso rumor y si alguien se lo trae no debe de admitirlo porque eso es concertarse con el impío para ser un testigo falso.

Levítico 19: 16 «No andarás chismeando entre tu pueblo (el pueblo de Dios). No atentarás contra la vida de tu prójimo … » Si riegas o recibes cargos sin verificar contra tu prójimo, eres tan culpable de su sangre corno si hubieras dado falso testimonio contra él y el resultado haya sido su muerte.

Salmo 15: 1-3 dice: «Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?

El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón.

El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra un vecino» Como cristianos tenernos la obligación de decir con nuestra boca lo que está en nuestro corazón. No debernos de decir una cosa con nuestra boca y tener otra en el corazón. Si tenernos algo malo dentro de nosotros, nuestra obligación es sacarlo. No debernos de atacar con nuestra lengua (activo) pero tampoco debernos de admitir reproche contra el vecino (pasivo) Cuando alguien venga con un reproche contra el vecino no debernos de recibirlo.

Proverbios 6: 16-19 nos da seis cosas que el Señor aborrece y la séptima es una abominación para El: (1) los ojos altivos (2) la lengua mentirosa, (3) Las manos derramadoras de sangre inocente, (4) el corazón que maquina pensamientos inicuos, (5) los pies presurosos para correr al mal, (6) el testigo falso que habla mentiras, (7) el que siembra discordias entre hermanos. Note que, de estas siete cosas, por lo menos tres – (2), (6), (7) – tienen que ver con el mal uso de la lengua.

Proverbios 18:21 es tan corto y sencillo: «La muerte y la vida están en poder de la lengua». Se puede ministrar vida y se puede ministrar muerte y todo con la lengua. En Jeremías 18: 18 sus enemigos «dice: «Venid e hirámoslo de lengua y no atendamos a ninguna de sus palabras». Es posible herir a muerte con la lengua a una persona. Muchos dedicados siervos de Cristo han sido literalmente asesinados por la lengua del pueblo de Dios.

Proverbios 26:20 «Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda». No hay contienda sin chismoso.

Veamos ahora algunas citas del Nuevo Testamento. I Timoteo 5: 11-13 discute el problema de las viudas y de la responsabilidad de la iglesia con respecto a ellas. Pablo señala a Timoteo del tipo de viudas que ha de recibir en su programa de ayuda y a cuáles ha de rechazar. «Pero rehúsa poner en lista a viudas más jóvenes, porque cuando sienten deseos sensuales, contrarios a Cristo, se quieren casar, incurriendo así en condenación, por haber abandonado su promesa anterior.

Y a la vez aprenden a estar ociosas, yendo de casa en casa; y no sólo ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando de cosas que no son dignas de mencionar».

Tal vez se habrá encontrado usted a personas así. Póngase usted en esta situación: los niños ya se han ido a la escuela y el marido al trabajo. Usted está ocupada en los quehaceres de la casa cuando suena el timbre de la puerta. Es una de las señoras del vecindario. Usted se sorprende al ver que ella lleva en sus manos una bolsa maloliente y mojada. En la bolsa hay cáscaras de naranjas, de huevos, pañuelos de papel usado, etc. Usted la mira y ella comienza a volcar todo eso en el piso de su sala. ¿Qué haría usted? ¿Alabar al Señor?

¿Sabe usted lo que yo haría? Yo le diría: «Por favor no derrame su basura en mi sala. Allí está la puerta llévese su basura. ¡No quiero que ensucie la atmósfera de mi casa! » Después de que ella se haya ido yo sacaría a uno de esos desodorantes ambientales y rociaría toda la sala. También existe un desodorante de ambiente espiritual – ¡la alabanza!

Si esta escena llegase a suceder literalmente, la mayoría de nosotros no tendríamos tanta religiosidad que nos impidiera decirle a esa señora que se llevara su basura a otra parte. Pero cuando se trata de los pecados de la lengua, nos volvemos tan religiosos que nos entra el temor de herir los sentimientos de alguien. ¡Tenemos cuidado con los sentimientos del chismoso y herimos al resto del Cuerpo de Cristo! Para mí esto es el reverso de la lógica; es absurdo. Si alguien ha de sufrir, deje que sea el culpable.

La iglesia de hoy es tan permisiva en casi cualquier clase de conducta necia, mala y hasta inmoral que hemos infectado al mundo. Yo diría que uno de los problemas más grandes en la vida secular de las naciones es el permisivismo. La iglesia es la sal de la tierra, y si la sal pierde su sabor, no queda otra cosa con que salar la tierra. Sabe usted por qué vemos tantos niños malagradecidos, indisciplinados, y mal portados? . Porque los hijos de Dios, en su casa, son mal portados, indisciplinados y malagradecidos. y lo que la iglesia es espiritualmente, la nación es en lo natural.

Finalmente, 1 Pedro 4: 15 dice: «Que de ninguna manera sufra alguno de vosotros como homicida, o ladrón, o malhechor o por entremetido». Note que los entremetidos están en la misma lista con los homicidas, los ladrones y los malhechores. Es igualmente culpable y peligroso.

LA LENGUA Y LA MENTE

Una vez que estaba señalando el daño que hacen las críticas y los chismes con respecto a los vecinos, un hermano dijo: «Bueno, ¿y de qué vamos a hablar? » Yo diría que probablemente él fue un poco más honesto que el resto de las personas que estaban pensando la misma cosa pero que no lo dijeron.

Primero, tenemos que darnos cuenta que las cosas que decimos, no pueden divorciarse de lo que pensamos. Es decir, que nuestra conversación es mayormente el producto de lo que pensamos y nuestro pensar está afectado por lo que decimos. Es una relación de dos vías. Entiendo que un ángel dijo cierta vez a Williarn Branham: «Los pensamientos de los hombres son tan audibles en el cielo como sus voces en la tierra». «Se avergonzaría usted si los pensamientos que han pasado a través de su mente en las últimas seis horas fueran proyectados en una pantalla donde todos los pudiesen ver? No debiera de existir una diferencia entre lo que pensamos y lo que decimos. Debiéramos de decir lo que pensamos y pensar lo que decimos. Si no es digno de decirse tampoco es digno de pensarse. De tal modo que lo que hablamos sea lo mismo que estamos pensando. Las dos cosas deben de ir juntas.

Quisiera darles algunas cosas dignas de pensar y de hablar. El favorito es Josué 7 :8: «Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien». ¿En qué debemos de pensar? En la Palabra de Dios. ¿Sobre qué debemos de actuar? Sobre la Palabra de Dios. ¿De qué debemos de hablar? De la Palabra de Dios. ¿Qué sucederá si lo hacemos así? Nuestro camino prosperará y todo saldrá bien. Las reglas para el éxito son pensar bien, hablar bien, y actuar bien. Es imposible pensar mal y vivir bien.

Salmo 19:14 «Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón». Me impresiona mucho que David haya invitado al Señor a escudriñar su pensamiento. También que el Dios Todopoderoso sea tan bondadoso para oír lo que estoy pensando. El oye no solamente las palabras de mi oración sino también la meditación de mi corazón.

Salmo 16:9 «Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente». La palabra que es traducida alma en este versículo, en el hebreo significa gloria (como en Salmo 19: 1). Lo que el salmista realmente dijo fue: «Se gozó mi gloria». En Hechos 2: 26 encontramos la escritura interpretándose a sí misma. «Por lo cual mi corazón se alegró y mi lengua se llenó de regocijo. . . » La lengua es así relacionada con el alma y con la gloria. La lengua es nuestra gloria porque es el instrumento y el miembro sobre todos los otros en el cuerpo con el cual podemos glorificar a Dios. Nos fue dado para un propósito supremo ¡glorificar a Dios! Cualquier uso de la lengua que no sea para glorificar a Dios es un mal uso. En el bautismo en el Espíritu Santo, la lengua se convierte en realidad en nuestra gloria. Cuando un creyente entrega su lengua al Espíritu Santo y habla en lenguas, sus palabras son para la gloria de Dios.

Salmo 29:9 «Voz de Jehová que desgaja las encinas, y desnuda los bosques; en Su templo todo proclama su gloria». Es en Su templo que todas las cosas dicen: «Gloria». Si usted está en Su templo -el cuerpo de Cristo, la Iglesia, usted hablará para Su gloria.

Salmo 34: 1-3 «Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; 10 oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre».

Salmo 35:28 «Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día».

Salmo 71 :24 «Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día». Si hablarnos de la alabanza del honor y la justicia de Dios todo el día, no tendremos tiempo para los chismes.

Salmo 77: 12 «Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos».

Salmo 1 04: 34 «Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en Jehová».

Salmo 145: 1-12 «Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.

Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; y su grandeza es inescrutable. Generación a generación celebrará tus obras, y anunciará tus poderosos hechos. En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos medítaré.

Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres, y yo publicaré tu grandeza.

Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad, y cantarán tu justicia.

Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia.

Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras.

Te alaben oh Jehová, todas tus obras, y tus santos te bendigan.

La gloria de tu reino digan, y hablen de tu poder, para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos, y la gloria de la magnificencia de su reino.»

Consideremos ahora algunos pasajes del Nuevo Testamento.

Hechos 2: 3 «Y se le aparecieron lenguas corno de fuego, que repartiéndose se posaron sobre cada uno de ellos. Lo que sucedió fue que una nueva clase de fuego descendió del cielo. La lengua del hombre natural es encendida por el infierno, pero con el bautismo en el Espíritu Santo, la lengua del creyente es encendida por el cielo. La diferencia es tan enorme como la que existe entre el cielo y el infierno.

Hechos 2:46-47 «Y día tras día continuaban unánimes en el templo; y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía diariamente a su número los que se salvaban». Todas las cosas están llenas de la alabanza del Señor. No tenían tiempo de hablar de las cosas negativas, porque estaban ocupados en las cosas buenas.

Esto no quiere decir que jamás debamos de hablar de cosas desagradables. Hay ocasiones en que tendremos que hacerlo, pero no hay necesidad de quedarnos allí. No tenernos que darle publicidad a lo desagradable, ni magnificarlo ni llevarlo corno basura de casa en casa. Encararnos los hechos, los juzgarnos corno tales y cuando se llega a una decisión, el libro se cierra, y nadie tiene el derecho de volverlo a abrir. Esto es lo hermoso en cuanto a la disciplina de la iglesia. Se trata con el asunto y el libro se cierra. Pero la mayoría de los cristianos engrandecen pronto el problema que nadie puede cerrar el libro.

Para terminar, miremos Filipenses 4:8: «Finalmente, hermanos, en todo lo que es verdadero, todo lo honroso, todo lo justo, todo lo puro, todo lo digno de ser amado, todo honorable, si hay algo excelente o algo que merece elogio en esto se ocupe vuestra mente». Sobre, esta base, Pablo promete, «la paz de Dios que pasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes … » La paz en nuestros corazones y en nuestras mentes depende de pensar y hablar todo lo bueno.

Dios nos ha dado la lengua para que le glorifiquemos a Él y desea que nuestros corazones y nuestras lenguas estén unidos para hablar de Su gloria. Dentro de la iglesia local él ha provisto los medios para detener el abuso de la lengua. Esto pone sobre nosotros la responsabilidad de no hablar mal de un hermano o de una hermana, ni de prestar atención cuando otros lo hacen si no seguir los pasos que Jesús nos dio para tratar con las ofensas.

Recuerde, únicamente usted puede prevenir los incendios forestales que arruinan la heredad de Dios. ¡Piénselo antes de decirlo!

Reproducido de Vino Nuevo Vol 2-Nº 8- 1978