Autor Stephen Simpson
Todavía importa lo que usted cree

“Amados hermanos, yo he tenido un gran deseo de escribirles acerca de la salvación que tenemos en común, pero ahora me encuentro en la necesidad de escribirles para rogarles que luchen ardientemente por la fe que una vez fue dada a los santos, 4 pues por medio de engaños se han infiltrado entre ustedes algunos malvados. Éstos, que desde antes habían sido destinados a la condenación, convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje y niegan a Jesucristo, nuestro único Soberano y Señor” (Judas 3-4).

Las ideas importan. Lo que realmente se cree, no simplemente lo que se profesa e impulsa sus acciones. La mala o incorrecta teología ha producido culturas totalmente corruptas. De hecho, la mala teología ha producido la idea de que no hay tal cosa como una «cultura corrompida » y que todas las ideas y expresiones tienen igual mérito. Hemos llegado a estar tan obsesionados con el «derecho» de las personas de decir o creer cualquier cosa que a veces nos olvidamos de preguntar si lo que se dice o se cree es o no correcto.

El engaño y la falsa ilusión son el flujo y reflujo de las corrientes tóxicas de la información de hoy, que llevan datos contaminados a multitudes hambrientas de trivialidades que nunca parecen venir a reconocer la verdad. No ayuda que haya un gran mercado ahí fuera para el engaño y la seducción. Muchos consumidores están dispuestos a crear una demanda de productores demasiado dispuestos a complacer.

Judas escribe sobre «la» fe. Una exposición tan exclusiva haría que Judas fuera expulsado de la mayoría de grupos proponentes para que las oraciones no se hagan al “único y sabio Dios”.

Sugerir que hay una sola y verdadera fe, especialmente si la persona que lo sugiere es un cristiano sincero, lo puede meter en serios problemas ahora. Sugerir que hay una manera correcta y una equivocada de ver las cosas, es una noción escandalosamente ofensiva para aquellos que prefieren vivir en la espesa niebla y tener accidentes porque no ven vivir con claridad y con límites.

No hace mucho, escuché una interpretación sugestiva y bien intencionada del himno «Divina Gracia», en la que el cantante se tomó algunas libertades acomodando la letra, tal vez en un intento de hacerla más apetecible a los gustos posmodernos y políticamente correctos1: «Fue la gracia que enseñó mi corazón a sentir, y fue la gracia que mis temores alivió».

Si alguien parpadeó, es posible que se haya perdido el cambio. John Newton, autor de «Divina Gracia», entendió que había sido la gracia de Dios la que le enseñó el temor de Dios; la realización fea, pero liberadora que él era un miserable en desesperada necesidad de la salvación. Debemos ser liberados hoy de la idea de que la «misericordia» y la «verdad» están en desacuerdo entre sí. Para el que está pereciendo, la verdad es misericordia. La verdad de que hay un solo camino para la salvación por medio del nombre de Jesús Cristo nos hace libres. Sugerir a un náufrago que una piedra es lo mismo que una boya sería cruel, incluso si la piedra fuera muy bonita y brillante.

Hoy hay muchos engañadores transitando fuera de control dentro del cristianismo, vendiendo falsas doctrinas y seduciendo a muchas almas. No sólo dicen mentiras, pero blandamente sugieren que la verdad no importa, y que aquellos que persiguen la verdad son «fariseos» atados a la ley antigua.

En consecuencia, muchos ministerios han sido intimidados para dejar de lado el mensaje “ofensivo” de la cruz o el reino, con el fin de apaciguar y aplacar a los críticos, o para mimar de alguna manera y entretener a los jóvenes. Creen que si le evita la cruz a nuestros jóvenes, tal vez les gustaríamos mejor y se quedarían un poco más en la iglesia.

Pero nuestra única esperanza, nuestro único camino, es la fe, la misma fe entregada una vez por todas a los santos, y por la fe vale la pena pelear, incluso en la cara de una sociedad adversaria. No somos llamados a la popularidad, sino a la fidelidad. La ironía es que la búsqueda de la popularidad termina inevitablemente en el callejón sin salida del engaño y la desilusión. «Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará» (Marcos 8:35).

Nacimos para un tiempo como este

“Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y se pierden, sino de los que tienen fe y salvan su alma” (Hebreos 10.39).

¿Ha tenido usted suficiente de las miradas en retrospectiva que han inundado los medios últimamente? Le tengo buenas noticias esta reflexión es más acerca de mirar hacia el futuro que mirar atrás.

Aprecio la historia, y estoy excepcionalmente agradecido por nuestro patrimonio nacional. Pero tanto nuestra historia y nuestra herencia como discípulos de Jesús nos enseñan que no somos «de los que retroceden», pero somos de los que perseveran, siempre mirando hacia adelante con esperanza a lo que Dios está a punto de hacer. El apóstol Pablo era un hombre que pensaba así, y exhortó a los creyentes de Filipos de esta manera: «me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante; ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!” (Filipenses 3: 13-14).

Aprender de la historia y honrar a aquellos que nos han dado una herencia santa es extraordinariamente vital; esto nos proporciona bases sólidas y necesarias. Pero no estamos llamados a ser prisioneros del pasado, sea doloroso o por nostalgia.

La joven reina Ester vivió en tiempos peligrosos, pero su tío Mardoqueo le recordó en el capítulo 4 del libro de Ester, «¿Quién sabe si has llegado al reino para un momento así?” Dios les dio una estrategia que en términos de la sabiduría humana, parecía como un riesgo. Pero la obediencia a Dios es siempre lo que hay que hacer, no importa el riesgo aparente o el costo. Mardoqueo le dijo a Ester: «Si actúas, puedes fallar y morir. Si no actúas, ciertamente morirás”.

Parecerá cada vez más «peligroso» para los creyentes llenos y guiados por él, declarar y demostrar el reino de Dios en nuestra cultura. La popularidad de hacerlo, si es que alguna vez haya sido popular, está disminuyendo. Las presiones para transigir y acomodarse a otras creencias están viniendo desde nuestras propias filas dentro de la comunidad evangélica. La confusión acerca de lo que creemos, hacia dónde vamos y, más importante, quién nos ha llamado, continúa inundando a la Iglesia de Occidente a un ritmo alarmante.

Con las presiones del crecimiento del Islam radical, el humanismo secular militante y cristianismo apóstata (incluso entre nuestros hermanos evangélicos y carismáticos), este parece ser un buen momento para empacar las maletas, bajar la bandera, y huir a una cueva en algún lugar lejano a esperar que Jesús regrese antes de que nos destruyan a todos. Hay algunos problemas con esta postura: en primer lugar, que está en contra de la voluntad y la naturaleza de Dios y su llamamiento para nosotros.

Dios nos ha llamado a extender de manera agresiva y militante el Reino de Cristo en todos los ámbitos de la vida y ver el gobierno de Dios expresado por la rectitud, paz y gozo en el Espíritu Santo. Las armas de nuestra milicia no son «en la carne», sino que son poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Las armas del amor, la humildad, la oración, el ayuno, la espada del Espíritu, la sangre del Cordero y la palabra de nuestro testimonio están a nuestra disposición, listas para usarse eficazmente en esta hora. Y no debemos amar nuestra propia vida, hasta la muerte.

Recuerde, Dios ha prometido ir delante de nosotros y también ser nuestra retaguardia. Él dijo que iba a bendecir nuestra entrada y nuestra salida. Ha llamado a su pueblo para ser la cabeza y no la cola; a ser sal y luz, que influye en el mundo que nos rodea.

Debemos poner todos nuestros recursos para equiparnos y animarnos a tomar acción en este tiempo en que vivimos. Como dice el viejo canto, «Porque él vive yo no temo el mañana/ Porque él vive mi temor se fue/ Porque yo sé que él conoce mi futuro/ Y que vale la pena vivir porque él vive en mí.”

Stephen Simpson es el Editor de One-to-One, correo electrónico onetreesteve@bellsouth.net. También puede seguir sus comentarios en Twitter@ Bamastephen.

Notas
1. La corrección política o lo políticamente correcto es un término utilizado para describir lenguaje, ideas, políticas o comportamientos que se considera que buscan minimizar las ofensas a grupos étnicos, culturales o religiosos. …
http://es.wikipedia.org/wiki/Politicamente_correcto