Autor Derek Prince
Hay muchos cristianos hoy que creen en la sanidad divina y son sanados. Sin embargo, buen número de estas mismas personas no mantienen su sanidad. A través de los años he observado, que si un ministerio de sanidad bien conocido viene a una ciudad, una multitud de gente pasa adelante para ser sanada. Testificarán que fueron sanados y, sin duda, su testimonio será cierto. Sin embargo, si este mismo ministerio regresara seis meses después, encontraríamos a la mayoría de esta gente buscando de nuevo su sanidad. ¿Por qué es que muchos de los que reciben su sanidad no saben cómo mantenerse con buena salud? ¡La Biblia enseña las dos cosas!
Su voluntad en la sanidad
Cuando se trata del tema del poder de Dios para sanar, el punto central que se ha de decidir es: ¿Es la voluntad revelada de Dios sanar? Cada uno de nosotros tenemos que resolver esto por si mismo. Voy a compartir con usted mi propia experiencia de cómo llegué a una solución satisfactoria.
Durante la Segunda Guerra Mundial, estuve por un año en un hospital militar en el Norte de África. Los doctores no me ofrecían ninguna cura. Fue allí que me enfrenté a este problema de la sanidad. No salí de ese hospital hasta que no me convencí de que era la voluntad de Dios sanarme y mantenerme sano. Me llevó todo ese año resolverlo según las Escrituras. De allí en adelante lo probé en mi experiencia personal. Cuando salí del hospital, todavía enfermo, sin medicamentos de ninguna clase, recibí una sanidad completa y permanente.
Estoy convencido que en la mayoría de los casos de personas que no reciben sanidad, o que no la retienen, el problema básico radica en una falta de seguridad con respecto a la voluntad de Dios. Así que nos preguntamos: ¿Es la voluntad de Dios sanar? ¿Sanar a todos los que vienen? ¿Sólo sanar a algunos? ¿O es la enfermedad algunas veces la voluntad de Dios?
Quiero acercarme a estas preguntas de una manera lógica. Yo era profesor de lógica antes de convertirme en predicador. He encontrado útil este entrenamiento en el estudio de la Biblia. Yo creo que la Biblia es el libro más lógico del mundo. Dios quiere que seamos lógicos cuando aplicamos su verdad.
Supongamos por un momento que usted me diga: «Yo creo que mi enfermedad es la voluntad de Dios para mi. Es una bendición que Dios me ha dado.» Bueno, entonces, por favor sea lógico. No trate de deshacerse de la bendición de Dios. Cultívela, eso es ser lógico. Si Dios le ha dado la enfermedad para hacerle bien, entonces usted está haciendo muy mal si busca la manera de deshacerse de esa enfermedad. Complicaría aún más las cosas si usted fuese donde un doctor para involucrarlo inocentemente a pelear contra la voluntad de Dios para su vida. El problema es, que muchos de nosotros podemos ser lógicos en lo que respecta a asuntos seculares, pero cuando se trata de cosas espirituales, la lógica se desvanece sencillamente. Si es en realidad la voluntad de Dios que un cristiano esté enfermo, entonces es un pecado que trate de ser sanado.
Yo creo que la voluntad de Dios ha sido revelada en Su Palabra, la Biblia. Esta es nuestra principal fuente para descubrir la voluntad de Dios Hay tres maneras principales en las que Su Palabra revela la voluntad de Dios con respecto a la sanidad: (1)
En la naturaleza de Dios; (2) En el ministerio de Jesús; (3) En la redención.
Revelada en la naturaleza de Dios
Leamos el incidente que ocurrió cuando Israel salía de Egipto y entraba en el desierto (Éxodo 15:23-26),
(23) “Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara (esto es «Amargura»), (24) Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? (25) y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó: (26) y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.”
En hebreo, la última palabra significa literalmente «doctor». La misma palabra se usa en el título de un diario moderno que se llama «El Doctor Hebreo». En otras palabras, Dios le dijo a Israel, «Yo soy Jehová tu doctor». Ese es el significado correcto. Dios se reveló a Si mismo como el doctor, el médico, el sanador de Su pueblo.
Esta revelación fue dada no porque Israel la buscara, sino porque Dios deseaba que la recibieran. Surgió de una situación de necesidad, pero era la revelación de la naturaleza eterna y de la voluntad de Dios para Su pueblo.
Note que la promesa de Dios para Israel comenzó con un «Si». Dios dijo: «Yo soy vuestro doctor y continuaré siéndolo con tal que cumplan con ciertas condiciones». La primera condición es la principal y la básica a través de toda la escritura para recibir sanidad de Dios. E s esta: «Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios … » La traducción literal del Hebreo es: «Si escuchares escuchando … » Repite el verso escuchar.»
Una vez le pregunté a Dios: «¿Cómo he de escuchar escuchando?» Su respuesta fue: «Tienes dos oídos; el derecho Y el izquierdo. Para escuchar escuchando debes hacerlo con ambos oídos.» ¿Alguna vez ha escuchado a Dios con el oído derecho y al diablo con el izquierdo? La palabra de Dios entra por el derecho y las mentiras del diablo por el izquierdo. Las dos sé encuentran a mitad del camino en su cabeza y el resultado es confusión. El gran secreto para recibir la sanidad es escuchar con ambos oídos … prestando atención total a lo que Dios le dice en Su Palabra. «Si escuchares escuchando, Yo soy tu doctor permanentemente». ¡Preciosa promesa!
Doce siglos después, Dios dijo a Israel en Malaquías 3:6: «Yo Jehová no cambio». Continuando en el Nuevo Testamento, leemos: «Toda buena dádiva y todo don perfecto, viene de lo alto; desciende del Padre de las luces, con el cual no hay variación, ni sombra que cambie» (Santiago 1: 17).
Así es Dios. El nunca varia, nunca cambia. Nunca tiene alteraciones de humor. Nunca cambia de parecer. ¡El es el gran Eterno! y El dice: «Yo soy tu doctor». El fue y es y lo será. La naturaleza de Dios nunca cambia.
Revelada en el ministerio de Jesús
El resumen más claro del ministerio de Jesús es el que da el apóstol Pedro en la casa de Cornelio (Hechos10:38).
“Cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo Y con poder, y cómo anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo …”
Note que las tres Personas de la Deidad – Padre, Hijo y Espíritu Santo – están unidos en el ministerio de sanidad.
Dios, el Padre, ungió a Jesús, el Hijo, con el Espíritu Santo. El resultado fue que el Hijo, como representante personal de la Deidad, anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo. Está bien claro. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están unidos para traer sanidad a la humanidad sufriente.
El ministerio terrenal de Jesús fue la revelación de la voluntad de Dios en acción. En Juan 6:38 El dijo:
«Porque he bajado del cielo, no para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió». En Juan 14:9-10 dijo: «El que me ha visto a mi, ha visto al Padre. Las palabras que os digo, no las digo por mi propia cuenta, sino que el Padre que vive en mi hace sus obras».
¿Cómo demostró Jesús la voluntad de Dios en este asunto de la sanidad? El relato del evangelio no deja lugar a dudas. No existe ningún caso en las Escrituras donde Jesús jamás haya rechazado a alguna persona que vino a El para que lo sanara.
Hubo los que no vinieron y por lo tanto no fueron sanados. Pero todo el que a El vino fue sanado. El nunca dijo: «No es la voluntad de Dios» .,. «Hay una causa de tu enfermedad que no puedo cambiar» … Has estado enfermo demasiado tiempo» . «Tu enfermedad es demasiado seria». Cada una de las personas que vinieron a Jesús en Su ministerio terrenal para ser sanada, fue sanada.
Sellada en la redención
Isaías capítulo 53 contiene la descripción más completa que la Biblia da sobre la redención de Jesús:
(4) “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, Y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
(5) Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, Y por su llaga fuimos nosotros curados.”
Estos dos versos en conjunto presentan la provisi6n de Dios total para el espíritu y el cuerpo. «Rebeliones» y «pecados» describen los problemas espirituales del hombre. la provisión espiritual de Dios es la «paz». «Enfermedades» Y «dolores» describen los problemas físicos del hombre. La provisión de Dios para ellos es la «sanidad.»
Dos escritores del Nuevo Testamento citan este pasaje de Isaías, ambos judíos y familiarizados con el idioma Hebreo. Ambos, inspirados por el Espíritu Santo, endosan la interpretación física de Isaías.
Mateo describe el ministerio público de Jesús de esta manera: «Y cuando había llegado la noche, le trajeron a muchos que estaban endemoniados; y expulsó a los espíritus con una palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos; para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías (Isaías 53:4) cuando dijo: El mismo tomó nuestras flaquezas y quitó nuestras enfermedades» (Mateo 8:16-17). La prueba del cumplimiento de la profecía de Isaías consistió en el hecho que Jesús «sanó a todos los que estaban enfermos».
El otro escritor del Nuevo Testamento que citó la profecía de Isaías es Pedro: «El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis sanados» (I Pedro 2:24). En la frase, » … fuisteis sanados», Pedro usa la palabra griega para determinar la sanidad física, de donde se deriva directamente la que traducimos doctor.
El Antiguo y el Nuevo Testamento se unen en este claro testimonio: En la cruz Jesús llevó nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores y con las heridas causadas en Su cuerpo físico, El obtuvo nuestra sanidad física.
Por lo tanto, para todo hijo de Dios, la pregunta no es: «Es la sanidad la voluntad de Dios?» Sino: » ¿Cómo podemos apropiarnos de la sanidad que Dios ya ha provisto para nosotros por medio de la muerte de Cristo?» Nuestra sanidad ya ha sido realizada. Oiga a Jesús declararlo así desde la cruz: «¡Consumado es!» No queda más por hacer. Todo lo que tenemos que hacer ahora es recibir lo que ya ha sido hecho.
El administrador divino
El Nuevo «Testamento» es llama do así justamente porque es la «última voluntad y testamento» de Cristo. Todo lo que está allí es legalmente nuestro con la muerte de Cristo. Sin embargo, todo testamento necesita un albacea que administre los bienes en beneficio de los herederos. Como hijos de Dios, nosotros somos Sus herederos – «herederos de Dios y coherederos con Cristo» (Romanos 8: 17). El Albacea que administra los bienes de Cristo en interés nuestro, es el Espíritu Santo. Una parte importante de nuestra «herencia» es la sanidad y la salud físicas.
Si repasamos la historia de la creación, encontraremos que fue el aliento del espíritu de Dios que dio vida a nuestros cuerpos físicos. El Creador se inclinó sobre aquella forma de barro, sopló en su nariz y en sus labios el aliento divino de vida y aquella forma de barro se transformó en un organismo físico viviente – nervios, músculos, coyunturas, glándulas, sistema sanguíneo – todas las maravillas del cuerpo humano obtuvieron su existencia por la operación del Espíritu Santo. Es lo más lógico, por lo tanto, recibir la sanidad de nuestro cuerpo por medio del Espíritu Santo.
Así lo promete Dios en Romanos 8:11: «Pero si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos vive en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos también dará vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que vive en vosotros».
Como creyentes en Cristo, tenemos viviendo en nuestros cuerpos mortales el mismo poder divino que resucitó a Jesús de entre los muertos. Es difícil comprenderlo, pero es la verdad.
¿Cuál es el propósito? El de ministrar la vida de Dios a nuestros cuerpos mortales. Esto no enseña que uno tenga un cuerpo inmortal. Enseña que hay vida de resurrección en un cuerpo que todavía es mortal. Pero entre tanto habite en su cuerpo mortal el mismo Espíritu que resucitó a Jesús, es todo el poder que usted necesitará jamás para resistir y vencer todas las incursiones que la enfermedad y las dolencias pudieran hacer hasta el día en que se duerma en Cristo.
En 2 Corintios 4:10-11 Pablo toca el mismo tema: «Llevando siempre por todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte por causas de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo morta1.»
Esto va más allá de la sanidad divina. Es salud divina. Es la vida de resurrección de Cristo Jesús manifestada por el Espíritu Santo en nuestra carne mortal. Esta vida no sólo vive en nuestra carne mortal – sino que se manifiesta también. ¡SU presencia se hace visible por lo que lleva a cabo! El resultado es sanidad y salud divina.
El instrumento es la Palabra de Dios
Hemos considerado al Espíritu Santo como Administrador Divino. Ahora veremos los medios que usa. El principal y base para los otros, es la Palabra de Dios .. El Salmo 107:17-20 lo expresa en una forma muy hermosa: «Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades; su alma abominó todo alimento, y llegaron hasta las puertas de la muerte. Pero clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina.» (Algunas traducciones modernas ponen la acción en el tiempo presente que es mejor: “envía su palabra y los sana … “)
He aquí una figura del hombre en su bendición extrema. Yace en el umbral de la muerte, más allá del auxilio humano. En su desesperación clama a Dios para que lo sane. ¿ Cómo responde Dios a su clamor? Envía Su palabra para sanarlo y librarlo. La unión del espíritu de Dios con la Palabra de Dios libera el poder creativo de Dios.
«Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento (literalmente, Espíritu) de su boca» (Salmo 33:6). El poder de la palabra de Dios, unido con el Espíritu de Dios, hicieron el universo. El mismo poder está en disposición de sanar nuestros cuerpos.
En Proverbios 4:20-22 Dios ofrece la sanidad para todos Sus Hijos por medio de Su Palabra:
“Hijo mío, (es el Padre hablando a Su hijo) está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones.
No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las halla, y medicina a todo su cuerpo.”
Las «palabras» y las «razones» de Dios son «vida» para Sus hijos y «salud» o «medicina» a todo su cuerpo.
Este es el «frasco de medicina» de Dios. La cura está garantizada, si se siguen las indicaciones. Las indicaciones son cuatro: «Está atento … Inclina tu oído … No se aparten de tus ojos… Guárdalas en medio de tu corazón «
En Éxodo 15:16 Dios se presenta a Sí mismo como el doctor de Su pueblo. En proverbios 4:20-22 Dios receta la medicina de Su pueblo. En ambos casos el requisito primordial es el mismo: atención completa.
Después de doce fastidiosos meses en el hospital, recibí mi sanidad por medio de Proverbios 4:20-22. Sencillamente tomé la medicina de acuerdo a las indicaciones. En un período de tres meses – sin más medicamentos y en las circunstancias más adversas, fui total y permanentemente curado.
Tres maneras de recibir
Según la Palabra de Dios, hay ciertas maneras en las cuales se puede recibir y apropiar la voluntad de Dios para la sanidad. Hay ciertos actos de fe de parte nuestra que traen la virtud sanadora y el poder de Dios – por el Espíritu Santo – por medio de la Palabra – a nuestro ser físico. Tres maneras principales son: (1) Por la imposición de manos; (2) Por la unción con aceite; (3) Por los dones del Espíritu.
Mantenga siempre presente que el gran fundamento sobre el cual estos deben ser basados es: a través de Cristo, por el espíritu, de acuerdo a la Palabra.
(1) En Marcos 16:15-18 Jesús le dijo a Sus discípulos: «Id a todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura, el que ha creído y ha sido bautizado será salvo; pero el que no ha creído será condenado. Y estas señales acompañarán a los que han creído: (enseguida les da cinco señales sobrenaturales que acompañarán y confirmarán la predicación de la palabra). En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán con nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos, y si bebieren algún veneno mortal, no les causará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y sanarán.» 1:- La revisión de 1960 traduce «salvará».
La quinta señal es una manera de ministrar la sanidad a una persona enferma – imponer manos sobre la persona en el nombre de Jesús. Jesús dijo que si lo hacíamos de acuerdo a la Palabra de Dios y en fe, entonces Dios confirmará Su Palabra y la persona enferma se pondrá bien. Los cristianos primitivos lo creyeron, lo hicieron y probaron que Dios es verdad.
Marcos 16:20 cuenta el resultado:
«Y ellos salieron y predicaron por todas partes, obrando e1 Señor con ellos, y confirmando la palabra por medio de las señales que seguían.»
Note de nuevo que la Palabra es el fundamento. Cuando enseñamos, predicamos, ministramos la Palabra, entonces Dios la confirma con señales sobrenaturales que le acompañan.
(2) Santiago 5: 14-15 nos muestra la segunda manera: «¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia, y que ellos oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor; y la oración de fe restaurará» al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados.»
Recuerde que Santiago habla a los creyentes cristianos. A juzgar por lo que vemos en la mayoría de las iglesias, los cristianos modernos tienen sus propia versión «revisada» de Santiago 5:14, y lo leen de esta manera: «Que llamen al doctor». La mayoría de los que se dicen cristianos hoy ignoran la Palabra de Dios y si se enferman se van directamente en busca de ayuda humana. No digo que sea malo llamar al doctor, sino que está mal no llamar a los ancianos. Esta es una de las principales razones por lo cual muchos permanecen enfermos – por desobedecer la Palabra de Dios.
¿Qué deben hacer los ancianos cuando se les llama? Deben orar por usted, ungiéndolo con aceite en el nombre de Cristo. Cuál es el resultado que Dios promete? La oración de fe «restaurará» al enfermo.» «Restaurar» aquí denota sanidad física parte de la «salvación» total que Cristo obtuvo para nosotros con Su muerte en la cruz.
(3) En 1 Corintios, capítulo 12, Pablo menciona dos veces dos dones espirituales que están relacionados especialmente con la sanidad. «Los dones de sanidad» y «la operación de milagros». En el verso 28 habla de la operación de estos dos dones en la iglesia: «Dios ha designado a algunos , en primer lugar como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego milagros; después, dones de sanidades … «
Esos dones de sanidades se relacionan con condiciones de enfermedad, como diabetes -o malaria. La operación de milagros se aplica a necesidades que van más allá de la sanidad. Por ejemplo, es imposible «sanar un tímpano que ha sido removido quirúrgicamente, pero un «milagro» puede crearlo de nuevo.
Dios ha puesto estos dos dones en la iglesia para el bienestar de Su pueblo. Agradamos a Dios cuando aceptamos Su provisión para nosotros a través de ellos.
La salud es una decisión
Hace algunos años hice dos descubrimientos que al principio me sorprendieron, pero que han cambiado mi manera de vivir. El primero fue que es mucho más fácil estar en buena salud que estar siendo sanado constantemente.
La voluntad de Dios para cada creyente no es que se siga sanando, sino que tenga «buena salud». En 3 Juan 2 leemos: «Amado, ruego que seas prosperado en todo respecto, y que tengas buena salud, así como tu alma prospera». Se lo escribe a un hombre llamado Gayo, un creyente devoto que anda en la verdad y que cumplía fielmente con todos sus deberes cristianos. Juan, inspirado por el Espíritu Santo, pronuncia la voluntad de Dios para este hombre: que prospere financiera y materialmente; y que tenga buena salud física, así como prospera su alma. La fuente de la prosperidad física y material está en el alma. La medida del bienestar extremo se determina por el bienestar del alma. Es» así como prospera tu alma».
Dios no tiene preferidos. Si usted vive de la misma manera que vivió Gayo, la voluntad de Dios para usted es la misma que para él.
El segundo descubrimiento que hizo fue que la salud es una decisión. Se tiene que hacer una decisión para estar en buena salud. La palabra de Dios nos revela cómo.
En el libro de Deuteronomio Moisés habla extensivamente al pueblo de Israel antes de que entren en la tierra prometida. Pone delante de ellos los caminos de Dios y les explica las bendiciones que resultarán si obedecen y las maldiciones que vendrán como consecuencia de la desobediencia. En el capítulo 30 Moisés lleva su mensaje a un clímax que demanda que el pueblo de Dios escoja, en el verso 14 les enseña que la decisión se debe hacer en términos de la Palabra de Dios que él les ha predicado: «Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.»
En el verso 15 pone delante de ellos las dos alternativas entre las que deben escoger: «Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal.» La opción está clara. Las consecuencias de la obediencia son «la vida y el bien». Las de la desobediencia son «La muerte y el mal».
En el verso 16 explica cómo hacer la elección correcta: «Que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos , sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entrarás para tomar posesión de ella». La elección correcta lleva a la vida, la abundancia y la bendición.
En los versos 17-18 explica lo que es hacer la elección errada: «Más si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y le sirvieres, yo os protesto hoy que de cierto pareceréis; no prolongareis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella.» Note el primer resultado «si tu corazón se apartare.» No puedes «oír» Ya hemos visto que la habilidad de «oír» es el requisito primordial para la bendición y la sanidad. El «apartarse» inicial del corazón, seguido por la sordera espiritual, conduce finalmente al desastre: «de cierto pareceréis».
En el verso 19 Moisés confronta a Israel para que escoja entre las alternativas que le presenta. La decisión es tan solemne que llama al cielo y a la tierra como testigos: «A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tu y tu descendencia … «
La Palabra de Dios es la misma hoy para usted. Dios pone delante suyo las alternativas: por un lado, «vida» y «bendición»; y por el otro «muerte» y «maldición». Dios le exhorta seriamente para que haga la decisión correcta, El no puede hacer la decisión por usted. Usted – y usted, solamente – debe hacerlo.
Casi todos los cristianos comprenden que la salvación de la culpa y del poder del pecado son el resultado de tomar una decisión personal. Sin embargo, lo que Dios ofrece no termina allí. La «vida» y la «bendición» que El pone delante de nosotros incluye también la sanidad y la salud. Estos son el resultado de hacer la decisión correcta.
Voy a ilustrar esto con el ministerio de Billy Graham. En sus servicios evangelísticos, Billy Graham presenta con claridad la oferta de Dios para la salvación de la culpa y del poder del pecado. El concluye su mensaje haciendo un llamado para que pasen adelante todos los que deseen aceptar la oferta de Dios. Después se reporta que hubo tantas «decisiones». Cada uno de los que pasó adelante tuvo que hacer una decisión personal para aceptar la ofrenda de Dios.
¿ Cuál fue la decisión que estas personas hicieron? Decidieron aceptar el ofrecimiento de Dios de salvación de pecado. Esto incluyó el perdón de la culpa de los pecados pasa dos, libertad del dominio del pecado y poder para vivir una vida de justicia. Estas personas no podrían alcanzar ninguno de esos resultados por sí mismas. Pero Dios no les pidió que lo hicieran; sólo que aceptaran su ofrecimiento de hacerlo por ellos. Cuando aceptaron, la gracia y el poder de Dios hicieron lo que ellos no pudieron por sí mismos.
El ofrecimiento de Dios para la sanidad y la salud opera exactamente de la misma manera. Dios sabe que usted no puede sanarse a sí mismo ni mantenerse saludable. El no le pide eso sino que haga la decisión correcta. Que escoja vida – vida abundante, vida en toda su plenitud – espiritual, física, material. Una vez que haga su decisión. Dios procede a cumplir en usted lo que usted no puede hacer.
Cómo hacer la decisión
Su respuesta a esto tal vez sería: «Por supuesto que deseo hacer la decisión correcta. Si Dios me ofrece salud, quiero aceptarla. Pero ¿cómo hacerlo?
Pablo contesta esta pregunta en Romanos 10:8-10. El comienza citando las palabras de Moisés en Deuteronomio 30:14 para explicar cómo ser salvo:
“Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón – es decir, la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca a Jesús como Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo; porque con el corazón el hombre cree para justicia, y con la boca confiesa para salvación.”
Esta última palabra «salvación» incluye todos los beneficios adquiridos para nosotros con la muerte de Cristo. Incluye todo lo que Moisés presentó al pueblo de Israel en las palabras «vida» y «bendiciones». Incluye: perdón., paz, justicia, sanidad, salud, prosperidad, vida abundante en todas las áreas de nuestro ser.
Todo esto se nos ofrece a través de la Palabra de Dios. Para recibir tenemos que hacer dos cosas: «creer en nuestro corazón,» y «confesarlo con nuestra boca.» «Confesar significa literalmente, «decir lo mismo». Debemos decir con nuestra boca las mismas cosas que dice Dios en Su Palabra.
La Palabra de Dios dice que Jesús llevó mis pecados (1 Pedro 2:24). Yo debo decir lo mismo.
La Palabra de Dios dice que yo he sido justificado por fe en Jesucristo (Romanos 5: 1). Yo debo decir lo mismo.
La Palabra de Dios dice que Jesús tomó mis flaquezas y quitó mis enfermedades (Mateo 8: 17). Yo debo decir lo mismo.
La Palabra de Dios dice que por las heridas de Jesús yo fui sanado (1 Pedro 2:24). Yo debo decir lo mismo.
La Palabra de Dios dice que Sus palabras son vida y salud para todo mi cuerpo (Proverbios 4:20-22). Yo debo decir lo mismo.
Haga su decisión ahora si usted desea aceptar el ofrecimiento de Dios de sanidad y salud. Usted puede hacer uso de las siguientes palabras para expresarse:
«Señor Jesús, yo creo que en la cruz tu llevaste mis pecados y mis enfermedades y que por tus heridas soy sanado.»
«De acuerdo con Tu Palabra, acepto Tu ofrecimiento de perdón y paz, y también de sanidad y salud.»
«Creo que Tu poder cumplirá en mí la promesa de Tu Palabra que he aceptado. ¡Amén!»
Reproducido de la revista Vino Nuevo Vol 1-Nº 8 agosto 1976.