El poder de la verdad

Autor Larry Grainger

Caminar en la realidad de Dios nos da fuerza para superar el engaño letal.

LA VERDAD NO ES SOLO ALGO que aceptamos, sino que realmente tiene un efecto en nuestras vidas. Hay un poder que la verdad proporciona en nuestro caminar cristiano. Juan 8:31-32 dice: «Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él: ´Si ustedes permanecen en mi palabra serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres´».  Sabemos que Jesús se identificará más adelante como «la Verdad». Sólo hay una manera de saber la verdad y es creer en él y obedecer sus palabras. Como dice el pastor Tim Parish: «La obediencia es necesaria para conocer la verdad”.

El difunto autor R.C. Sproul de Ligonier Ministries dice que «La verdad se define como aquello que corresponde a la realidad tal como la percibe Dios. Esto se debe a que la percepción de Dios de la realidad nunca se distorsiona. Es una percepción perfecta de la realidad.» La única manera de llegar a la pureza de la verdad y permitir que tenga un efecto poderoso en nuestra vida es aceptar que la perspectiva y la opinión de Dios determinan qué es la verdad.

En su diccionario de 1828, Noah Webster ofrece esta definición de la verdad: “Conformidad con el hecho o la realidad; acuerdo exacto con lo que es, o ha sido, o será… Confiamos en la verdad de las profecías de las Escrituras.» Nos ajustamos a los hechos o realidad, reconociendo que es un hecho y una realidad de Dios a los que nos conformamos. Y porque Dios no cambia, tampoco la verdad (ver Malaquías 3: 6). La verdad no puede ser fluida (una sustancia que no tiene una forma fija y cede fácilmente a la presión externa1), es inalterable e inmutable.

Hay una historia de Abraham Lincoln enfrentando a un disputador suyo que era muy terco. Cuando se hizo evidente que Lincoln no convencería al disputador, le hizo esta pregunta: “Bueno, veamos ¿cuántas patas tiene una vaca? «Cuatro, por supuesto», respondió el disidente con disgusto. «Así es,» convino Lincoln. «Ahora supongamos que si llamas pata a la cola de la vaca, ¿cuántas patas tendría la vaca?» «Pues, cinco, por supuesto», fue la respuesta confiada. «Ahora, ahí es donde te equivocas», dijo Lincoln. “Llamar a una cola de vaca una pata no la convierte en pata.”

Quien quiera, puede intentar llamar pata a una cola de vaca, pero no cambiará el hecho de que no es una pata, sino una cola. Con demasiada frecuencia, en nuestra contra cultura actual, encontramos personas y grupos de personas que intentan cambiar la definición de algo para alinearse con sus opiniones o deseos. Cuando Dios ha hablado acerca de un asunto, los hechos acerca de ese asunto se vuelven inalterables e inmutables. La gente puede crear su propia verdad si lo desea, pero siempre la llevará en la dirección equivocada y tal vez a un desastre.

La verdad nos hace libres

La verdad inmutable puede ser una fuente de poder y capacidad en nuestra vida. Jesús dice en Juan 8 que la verdad nos hace libres. ¿De qué estamos siendo liberados? Principalmente somos liberados de nosotros mismos. Nacemos en pecado y, por lo tanto, estamos en esclavitud al pecado. No hay nada que podamos hacer para escapar del control del pecado en nuestra vida.

Ser esclavo del pecado significa ser incapaces de escapar de nuestras tendencias pecaminosas sin la ayuda de «la Verdad» para liberarnos. El comentarista Adam Clarke parafrasea las palabras de Jesús de esta manera: «Tendrás un conocimiento experimental constante de su poder y eficacia». Nuestra relación y compromiso con la Verdad es lo que permite que el poder y la efectividad de la verdad cambien nuestras vidas. El teólogo suizo Frederic Godet escribió que el pecado hace que vivamos con una ilusión. Saber la verdad de una manera íntima nos permite escapar de la red del enemigo.

Otra forma en que la verdad nos da poder es que la verdad nos enfrenta y desafía; no nos permite permanecer en nuestra locura, sino que confrontará nuestra perspectiva e incluso nuestras creencias. Cuando Jesús les preguntó a los discípulos quién decía la gente que era él, ellos respondieron  que Juan el Bautista, Elías, Jeremías u otro profeta. Estoy seguro de que esto sonaba como una buena respuesta religiosa, pero cuando Pedro respondió: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», los puntos de vista falsos de Cristo que habían sido supuestos fueron confrontados y desafiados. ¡Jesús reveló que la confesión de Pedro es la verdad!

En otra ocasión, en el Monte de la Transfiguración, Pedro, Santiago y Juan fueron invitados por Jesús a venir con él a una reunión. Los discípulos se quedaron dormidos y cuando se despertaron, allí delante de ellos estaban Moisés y Elías conversando con Jesús. Como de costumbre, Pedro comenzó a hablar: «Jesús, es bueno que nos quedemos aquí; podemos construir tres casas; una para ti, una para Elías y otra para Moisés». El Padre respondió con lo que parecería una cierta cantidad de enojo: «Este es mi Hijo; ¡a él oigan!» Hace algún tiempo, se me ocurrió que Pedro en su efervescencia religiosa estaba comparando a Moisés y Elías con Cristo. La verdad que fue dicha por el Padre, ajustó el impetuoso plan de Pedro. Entonces, la verdad permite la corrección en nuestras vidas para alinear nuestro pensamiento con el Padre. Para su crédito, Pedro no intentó discutir con la verdad de Dios, como creo que algunos están haciendo hoy.

La estabilidad de la verdad

Otro beneficio de la verdad es que proporciona estabilidad. Pablo escribe a la iglesia de Éfeso: «Permanezcan, pues, firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad.» ¿Qué es este cinturón de la verdad y qué tiene que ver con nuestra estabilidad? Un soldado en ese día habría usado una faja o cinturón alrededor de sus lomos, que incidentalmente era el punto central de todo su sistema físico. Esta banda formaba el vínculo común de toda la armadura, es donde todo se juntaba en su lugar. El cinturón es donde cargaría la espada. También era necesario para caminar, correr o incluso trabajar; el soldado recogería su prenda de vestir y la fijaría con la faja.

El comentarista Albert Barnes escribe: «El cinturón mantenía todas las partes de la armadura en el lugar adecuado, y conservaba la firmeza y la consistencia del vestido; y así la verdad serviría para dar consistencia y firmeza a nuestra conducta». Dado que la verdad es inalterable, inmutable, también es inamovible. Abrazar la verdad me impide titubear frente a todo «viento de doctrina» o filosofía que me quiera conducir por un camino equivocado. Me mantiene firme y estable.

La verdad nos preserva de la laxitud moral. Una persona sin una visión del mundo (cosmovisión) consistente con la verdad es un terreno fértil para el engaño del enemigo. O como escribió San Agustín: «Cuando se pierde o incluso se debilita el respeto por la verdad, todas las cosas seguirán siendo dudosas».

Abrazar la verdad proporciona una inoculación contra las mentiras de nuestro adversario. El pastor Tim Parish dice: «La desobediencia me coloca fuera del ámbito de la verdad, y por lo tanto, abrazo las mentiras». Jesús dijo del diablo que «él es un mentiroso y el padre de la mentira». Esta es la moneda del diablo: mentiras y engaños. El único terreno legal que el enemigo tiene sobre nosotros es cuando creemos sus mentiras y actuamos sobre ellas. Las mentiras son lo suficientemente poderosas como para llevarnos a hacer las cosas más locas.

¿Qué es la locura? Es perder contacto con la realidad, creer que la mentira es real. Todo el modus operandi del enemigo hacia nosotros es alterar la verdad lo suficiente como para que no la reconozcamos como una mentira (ver The Screwtape Letters por C.S. Lewis). En el huerto, el diablo le dijo a Eva: «¿De veras Dios les ha dicho…?

Las palabras del apóstol Pablo a la iglesia cristiana suenan verdaderas hoy: » Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, de alguna manera los pensamientos de ustedes se hayan extraviado de la sencillez y la pureza que deben a Cristo.» (2 Corintios 11.3). Aferrarnos a la verdad nos protegerá de las mentiras de nuestro enemigo. Si no se alinean con la verdad de Dios, debemos resistirlas.

Una cosa que no nos parece ser muy obvia es que mantenernos en la verdad nos dé la capacidad de escuchar. Jesús le dijo a Pilato: «Todos los que son de la verdad escuchan mi voz». Esto se debe a que si abrazamos la verdad como la realidad inalterable de Dios, elimina otras voces en conflicto que no se alinean con la verdad de Dios. Podemos escuchar y responder a la voz de Cristo porque hemos «entrenado nuestros sentidos» para reconocer la verdad e ignorar las sugerencias engañosas del diablo, o de cualquiera que intente promover su propia verdad. Recuerde que Jesús dijo: «Mis ovejas oyen mi voz».

La verdad santifica

Finalmente, entendemos que la verdad santifica. En su oración en Juan 17, Jesús le pide  al Padre: «Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad». Obviamente, hemos recibido la justicia de Cristo cuando nacemos de lo alto por el Espíritu, pero hay una santificación progresiva que todos experimentamos a medida que pasamos por la vida en y con Él.

La verdad establecerá límites para nosotros y nos mantendrá dentro de los parámetros de la bendición y abundancia de vida. Mientras que en nuestra naturaleza rebelde no nos importen mucho los límites, de hecho brindan un efecto de permanencia y un sentimiento de seguridad en nuestras vidas. Una vez más, Jesús dijo a sus discípulos: «Ustedes están limpios por la palabra que les he hablado». Ya que su palabra es verdad, es su palabra la que nos limpia a medida que nos aparta para el servicio al Señor.

Es interesante notar que Jesús no dijo «Tu Palabra es verdadera», usando un adjetivo. Si la Palabra de Dios fuera verdadera, entonces habría muchas otras fuentes que podrían ser verdaderas. Pero, más bien, usó un sustantivo indicando que su palabra es verdad en sí misma. Es la norma según la cual se prueba y compara todo lo demás. Si deseamos encontrar la «verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad», debemos buscarla en la Palabra de Dios. Y cuando encontramos la verdad, independientemente de la moneda que se requiera, debemos «Comprar la verdad y no venderla» (Proverbios 23.23).

LARRY GRAINGER es el pastor principal de Abundant Life Church, Mt. Juliet, TN. Para más información: alcmtjuliet.com

Notas

  1. Nota del traductor

Tomado con permiso de la revista One-to-One edición  de verano de 2018

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de Reina Valera Actualizada 2015.