Después de la muerte viene la resurrección con poder y autoridad
Autor Loren Cunningham
En Lucas capítulo 5, verso 5, Jesús dice a sus discípulos que salgan a la mar profunda y echen sus redes. Simón le respondió y dijo:
«Maestro, trabajamos mucho toda la noche y no pescamos nada, pero porque tú lo pides echaré las redes. Y cuando lo hicieron, encerraron una gran cantidad de peces; y las redes se rompían; entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles, y vinieron, y llenaron las dos barcas, de tal manera que se hundían. Y cuando Simón Pedro vi esto, cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mi Señor, pues soy hombre pecador!
Porque asombro se había apoderado de él y de todos sus compañeros, por la pesca que hablan hecho; y también de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. y Jesús le dijo a Simón: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres.
Y después de traer las barcas a tierra, lo dejaron todo y le siguieron» (v.5·11).
¿Le gustaría convertirse en un pescador de hombres? ¿Le gustaría sacar una redada tan grande que necesitara llamar a los compañeros de las otras barcas para que le ayudaran porque su bote se estuviera hundiendo con el peso? Esto es precisamente para lo que Jesús estaba preparando a sus discípulos.
Captando la visión
El Señor comenzó a darme cierta comprensión sobre Lucas 5, cuando iba camino a Dinamarca, a una conferencia de líderes de Juventud Con Una Misión (JUCUM). Principió por darme seis pensamientos.
El primero fue el entusiasmo de la visión. Lo primero que Jesús hizo con Pedro, Santiago y Juan fue ¡entusiasmarlos con la visión! ¿Se pueden imaginar algo más emocionante que ser un pescador y sacar una redada como la de ellos? ¡Es emocionante! Y mientras echaban los peces en el bote hasta llenarlo y compartían la pesca con otro bote, el Señor les dijo: «Ustedes creen que eso es emocionante – déjenme decirles de una visión mucho más emocionante. ¡Pescarán a hombres de esta manera!» y ellos se entusiasmaron tanto que dejaron sus redes, sus botes y la pesca, más grande que jamás habían hecho. ¡Sencillamente se olvidaron de todo! ¡Se necesita entusiasmo para hacer eso!
Es como si un banquero se entusiasmara tanto que se saliera dejando el banco abierto. O como un vendedor de autos a punto de hacer una venta de toda una flotilla, pero que cuando está por finalizar el trato se entusiasma y comienza a seguir a Jesús. Es como si un agente de bienes raíces ha hecho el trato más grande de su vida y se olvida de cobrar su comisión.
¡Estaban entusiasmados! La pesca que dejaron no significaba nada para ellos comparada con el entusiasmo de la visión ¡y eran pescadores! Es posible que no signifique nada para usted que toda una redada se quedará allí mal oliéndose, pero si usted fuera un pescador que dependiera de ésos peces para vivir, necesitaría algo sumamente grande para apartarlo de ellos. Esta fue la clase de entusiasmo que Jesús dio a estos hombres en Su llamado.
Dios desea darnos también ese tipo de fervor en nuestra visión. No deje que nadie le diga que seguir a Jesús no es una gran aventura, porque sí lo es. El es la personalidad más estimulante del universo, y cualquier cosa a la que El lo guíe está destinada a tener tiempos apasionados en Dios. Lo puede esperar. Puede depender de Dios para darle ideas y conceptos tan elevados que sabrá por su alcance que son de El.
Hay una diferencia entre el entusiasmo motivado por el hombre y el que viene de Dios. El entusiasmo que viene de Dios es puro. Es firme y cargado de aventura a la vez. He oído a algunos expresarse de la siguiente manera: «No te entusiasmes mucho con lo que vas a hacer en este o aquel lugar. Debes ser sobrio y estar alerta.» Hay un tiempo para ser sobrios y estar alertas, pero también hay un tiempo para entusiasmarnos cuando cumplimos con la visión y la dirección que Dios nos da.
Pensemos de esto en relación con ganar almas. ¡Qué maravilloso sería si nuestras redes comenzaran a romperse y nuestros botes a hundirse, de modo que la iglesia Bautista tuviera que llamar al pastor de la Episcopal para decirle: «Mira, ¿puedes ayudarnos? ¡No podemos con tantos convertidos!» Y si los Católicos tuvieran que llamar a los Metodistas para decirles: »Miren todo esto, ¿nos pueden ayudar?» Se puede imaginar la emoción tan grande si el pastor Pentecostal llamara al ministro Presbiteriano para decirle: «Tengo una cantidad de peces aquí que no puedo sacar sólo. «Ven y ayúdame que estoy por hundirme!» ¡Qué unidad! ¡Qué bendición! ¡Qué tiempo tan maravilloso será ése!
¡Dios quiere entusiasmamos con una visión que nos impulse a ir a recoger una cosecha abundante! Yo creo que el día viene cuando recogeremos una abundante cosecha de almas. Cuando haya unidad, Dios nos permitirá lanzar satélites de televisión para alcanzar «a toda criatura.» Pero ahora Dios está fortaleciendo las redes. Está motivando a los capitanes de las barcas para que vengan al lado de otros capitanes. El quiere a un pueblo unido para que recoja la cosecha que se avecina.
Cuando examino los últimos diez a quince años, noto definitivamente que hubo una gran acción de Dios entre los jóvenes. Nosotros la hemos llamado «La Revolución de los de Jesús.» Pero las redes eran muy débiles y muchos «peces» escaparon. Muchas de las barcas no pudieron con la carga porque no estaban preparadas. Las redes eran inadecuadas para contener la pesca. Pero ahora Dios nos está llevando a mar más profundo, poniendo un fundamento más amplio, preparando barcas más grandes y fuertes. Está llevando a los que tienen las barcas a una unidad mayor y está tejiendo redes más fuertes que puedan contener la pesca que se avecina – ¡una pesca que será la más emocionante en toda la historia de la Iglesia!
La etapa experimental
Pero todo no es sólo visión. Tiene que venir una prueba de esa visión. Esto nos lleva al segundo pensamiento- el experimento. En la etapa experimental se prueba la palabra del Señor. En Lucas capítulo 9, Jesús mandó a los doce. En Lucas capítulo 10, mandó a los setenta, de dos en dos. Salieron y comenzaron a pescar tal y como Dios se los había dicho. Cuando vieron los resultados, regresaron regocijándose por lo que Dios había hecho. ¡Hay emoción en la obra! ¡Hay cumplimiento! ¡Hay alegría! Hay recompensa porque la Palabra de Dios es verdadera.
Yo creo que esta etapa experimental ha estado presente en todos los movimientos como en el de la Revolución de los de Jesús, el movimiento carismático y otros. Hemos visto la misma clase de animación cuando el pueblo sale y trabaja para el Señor y ve pasar grandes cosas tal y como la Palabra del Señor promete. A menudo, son los nuevos los que parecen tener los resultados más sobresalientes. Tal vez sus resultados no sean siempre duraderos, pero el Señor trabaja en ellos y usa esos resultados para la mies. Estos han captado la visión y se han aventurado para probarla.
Nosotros en JUCUM hemos captado una visión también. El Señor nos habló con respecto a conseguir un barco para ser usado en el evangelismo mundial. El barco sería entre 400 a 500 pies de largo, capaz de acomodar entre 800 a 1000 personas y sería usado en el evangelismo mundial, para entrenar y dispersar a los obreros y el equipo. Nuestro entusiasmo creció cuando nos dimos cuenta que hay más de 7000 islas en el Pacífico que no han sido evangelizadas, la mayoría de las cuales no tienen campos de aterrizaje para aviones. La única manera de alcanzarlas es por barco.
Así que Dios nos dio la visión. La vimos como una escuela de evangelismo para entrenar a obreros que fueran a todas las áreas de Asia y del Pacífico. Vemos en el barco equipos para multiplicar el mensaje del evangelio en cintas de video. También una clínica médica que ministre a las necesidades físicas de la gente. Además, una escuela con un Plan de Estudios Internacional para Escuelas Cristianas que pudiera ser usado como un modelo, que invitare a los educadores cristianos para que subieran a bordo en cada puerto y enseñaran en seminarios sobre la manera de educar a los niños en los caminos del Señor, y hacer este plan de estudios disponible a todos en su propio idioma – todo un curso educacional que se les pudiera ofrecer. También tendríamos conferencias para el entrenamiento de líderes e invitaríamos a todos los líderes espirituales en determinadas áreas a subir a bordo para recibir entrenamiento. Tendríamos un equipo de imprenta para hacer llegar el mensaje a todos usando cantidades masivas de literatura, conjuntos dramáticos y musicales para ser presentados en las televisoras locales. ¡Toda una invasión espiritual!
Yo me emociono cada vez que pienso en ese día. ¡Y viene! Es una visión que Dios nos dio. Estamos esperando que Dios tome esa visión y la multiplique y estamos esperando que influencie a gobiernos, la educación, las familias y todas las diferentes áreas de este medio comunicativo.
Después del entusiasmo de la visión entramos en la etapa experimental. Cuando di este mensaje en Dinamarca, el Señor dijo: «Ahora la vivirán un paso a la vez.» Así que comenzamos a disfrutar de los milagros de Dios en esta etapa- personal para el barco, dinero, pintura, un decorador. Dios nos estaba dando lo mejor y andábamos, como dicen en el sur de los Estados Unidos, «en medio de algodonal alto.»
Casi nos descuidamos con los milagros de Dios. Oramos: «Dios, ¿puedes liberar las finanzas?» y de pronto vinieron $130.000 contantes y sonantes! Estos milagros eran parte de los días experimentales de Dios para nosotros en esta visión. Entonces vino el próximo paso.
La realidad del precio
Leemos en Juan 6 que después de que Jesús alimentó a los 5.000, la gente vino para hacerlo rey. Su pensamiento era: «Hombre, esto me gusta.» Es como si la Junta de Bienestar Social les hubiera dado de comer gratis. Ellos pensaron: «Esta es la manera en que queremos vivir toda la vida. ¿Para qué trabajar cuando Dios puede multiplicar?»
Pero Jesús no deseaba producir gente irresponsable. El milagro fue para alentarlos en lo que se avecinaba. El dijo: «Hay muchas cosas que me gustaría decirles, pero ustedes no las pueden recibir aún.» En otras palabras, Dios no nos suelta toda la carga de una sola vez. Gentilmente nos va llevando y enseñando todas Sus cosas.
Así que después de la etapa experimental viene el tercer paso – la explicación del costo. Jesús dijo a la multitud: »Muy bien, muchachos, ustedes quieren hacerme Rey. Antes déjenme decirles algo: Voy a morir.»
«¿Qué? ¿Qué vas a morir? ¿Qué. clase de líder eres para escaparte de esta manera?»
El mismo Pedro dijo: » ¡Ah, no. No morirás!»
Y Jesús lo reprendió diciendo: «¡Quítate de delante de mí, Satanás!» «Estás viendo las cosas con otros ojos y desde un mal punto de vista. Es necesario que muera – para eso vine.»
¿Se imagina la confusión de la gente cuando oyeron eso? ¡Aquí estaba uno que podía levantar a los muertos, sanar a los enfermos, hacer toda clase de milagros y ahora dice que el propósito de Su venida era el de morir!»
Es como los israelitas saliendo de Egipto. Creyeron que habían llegado ya cuando vieron el milagro del Mar Rojo, pero en realidad apenas pasaban por la etapa experimental. Y en el desierto cuando el alimento descendía del cielo seguro que pensaron: «Ahora sí llegamos! ¡Ya no puede haber más que esto!» Pero no era todo. Eso era sólo la introducción y el preámbulo de lo que habría de venir en proporciones mayores si ellos seguían y obedecían al Señor con todo su corazón.
La prueba
La explicación del costo fue sencillamente: «Voy a morir». Ahora viene el cuarto pensamiento – la hora de la prueba. Jesús dijo: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo.» Todos sabemos lo que es la prueba, ¿No es cierto? Es la cruz. La muerte. Es renunciar a sus derechos, a su reputación. Eso fue lo que Jesús hizo.
En la etapa experimental los discípulos competían por el poder y discutían sobre quién se sentaría a la derecha y a la izquierda de Jesús, pero en la hora de la prueba toda esa ambición se vino abajo. Cuando Cristo murió en la cruz todos se dispersaron. De repente sus vidas se cotizaban barato. De repente no tenían quién los protegiera. De repente, Aquél’ que podía hacer todas las cosas estaba muerto. Parecía como si Satanás hubiese triunfado, pero en realidad lo que acontecía era que Jesús estaba destruyendo el mismo aguijón de la muerte. Dios usa la muerte para purificar y podar lo que es Suyo.
A medida que crecía nuestra visión del barco, le pregunté al «Señor, ¿confías lo suficiente en nosotros como para permitirnos pagar el barco al contado?» Habíamos confiado en El para hacer los pagos iniciales, pero no habíamos tenido la suficiente fe que llegara a ese nivel.
Dios dijo: «Sí puedo, pero te costará.» Esas palabras todavía suenan en mis oídos. Dios esperó para que yo tomara el siguiente paso. ¿Que respondería a eso? «Muy bien, Señor, pagaré el precio. No sé lo que es, pero entiendo que habrá pérdida de reputación, o algo mayor como costo.»
Dios nos comenzó entonces a hablar que se avecinaba un tiempo de poda. Cuando supimos esto, varios de los líderes nos reunimos y nos arrepentimos y purificamos nuestro corazón delante de Dios. Y yo pensé: «Bien, ya está hecho.» En este tiempo, estaba yo en el desierto de California buscando al Señor con ayuno y oración y Dios comenzó a impresionarme persistentemente que El iba a sacudir la Juventud Con Una Misión, y únicamente lo que no podía ser sacudido permanecería.
De allí salí para Corea y una mañana mientras oraba, la presencia del Señor me inundó y en mi mente me vi delante de aproximadamente doscientos trabajadores de Juventud Con Una Misión y les anunciaba que Dios nos acababa de dar el barco. ¡Ah, qué entusiasmo el de todos! Todos estaban felices y animados. Yo también disfrutaba del momento junto con los otros, cuando me volví y vi a Jesús parado en las sombras, sin ser notado. Mi corazón comenzó a quebrantarse y lloré incontrolablemente por más de una hora. «Dios, «dije yo, «llévate el barco; no lo queremos. Quisimos levantar a Jesús y terminamos levantando un pedazo de metal y escondiendo a Jesús en su sombra.» Habíamos robado a Dios Su gloria. Es malo robar al hombre, pero no tanto como robar a Dios Su gloria.
Mientras que la revelación de Dios de Su verdad descendía sobre nosotros, tuvimos un tiempo de verdadera poda que se llevó a cabo en nuestra conferencia internacional en Japón. Fue allí, cuando estaban reunidos los trabajadores de JUCUM de todas las partes del mundo, que vino una profecía diciendo que Dios no quería la sanidad de Lázaro, que El quería una resurrección. Esto significaba claramente la muerte del barco.
La muerte de la visión del barco significaba la muerte de nuestra reputación también, que era mundial, pues Dios nos había hecho proclamar la visión por todo el mundo. Nuestra visión era conocida en todas partes. No había lugar en el mundo que pudiésemos ir donde no la conocieran. Dios nos había dicho que el barco sería de 400 a 500 pies de largo y así lo habíamos proclamado. Así que no podíamos salir con un bote de remos y decir: «Miren, ¡Dios nos ha provisto el barco!» No había modo de esquivar la muerte de nuestra reputación.
Sin embargo el Señor fue maravillosamente bueno con nosotros durante ese tiempo con Su consuelo y ánimo en las Escrituras. Por ejemplo, El nos dio el Salmo 105:19 que, hablando de José, dice: «Hasta la hora que se cumplió su palabra, el dicho de Jehová lo probó.» ¿Se acuerdan de la tremenda visión de José gobernando sobre sus padres y hermanos? Enseguida lo vemos con una túnica de colores, disfrutando de la etapa experimental. Al caminar seguramente pensaba: «¡Qué bueno es esto! Las promesas de Dios se han cumplido!» Pero entonces el suelo se abrió a sus pies y fue a caer en el fondo de una cisterna. De allí fue llevado a la casa de Potifar en donde adquirió cierta prominencia. Pero una vez más se abre el suelo y va a parar en prisión sentenciado a morir.
¡La palabra del Señor nos prueba hasta que se cumple! Cuando la prueba y la muerte vienen, podan todo lo que no es Suyo, para que sólo lo que es Suyo permanezca. Y lo que permanece, Dios quiere multiplicar, pero Dios no quiere multiplicar nuestra torpeza, por eso es que lo lleva todo por el camino de la cruz.
Algo muy interesante sucedió después que le dimos el barco al Señor. Estaba con algunos miembros de nuestra junta en Wellington, Nueva Zelandia, donde habíamos hecho un depósito para comprar un barco que estaba a la venta. Me volví a ellos y les dije: «Saben, cuando esto esté realmente muerto, lo sabremos porque el hedor llegará hasta el cielo.» Por lo general no uso este tipo de expresión, sin embargo esa resultó ser muy significativa. En cuatro días el barco había sido comprado por otro grupo y al día siguiente aparecieron los titulares en la primera plana del periódico: «Juventud Pierde Barco.»
«Nuestro obituario,» recalqué yo. Al otro día, en el mismo lugar del periódico venía el siguiente título:
«Olor Misterioso Sobre Wellington.» Esa noche se había sentido un olor extraño por toda la ciudad. Se había pensado en una gran fuga de gas, pero los especialistas no encontraron nada. Por toda la nación la radio y la televisión difundieron la noticia que había un olor misterioso sobre Wellington cuya fuente no podían determinar. ¡Pero nosotros sí sabíamos de dónde venía! ¡Era la muerte de nuestra visión! «Dios, qué gracioso eres,» dije yo. Dios tiene un sentido del humor y hace cosas semejantes a esa que son en realidad graciosas.
La resurrección
De acuerdo al plan de Dios, después de la muerte viene la resurrección. Dios no hace morir algo para dejarlo en la tumba. El mundo sí, pero no Dios cuando la muerte es a través de la cruz. Porque en la cruz hay resurrección.
Hay tres pasos que se distinguen en la resurrección. Primero, como en el caso de Lázaro, cuando fue resucitado, la piedra de la incredulidad tiene que ser quitada. Cuando la muerte ocurre, todo mundo escribe: «Icabod» – esto se acabó; ya no queda nada. Está muerto. Pero lo que es de Dios no permanecerá muerto. Y los que tienen la fe para quitar la piedra de la incredulidad, estarán dando el primer paso.
Dios me habló en Enero, después de la muerte de la visión y me dijo: «Quiero resucitar esta visión.» Había estado orando toda la noche y como a las 4:00 de la mañana, tosiendo de un resfrío que tenía, el Señor me dijo que abriera la Palabra. Seguí Su dirección y abrí en Oseas 6 donde habla de curarnos y resucitamos en tres días. Luego me dirigió a Isaías 38 donde habla de Ezequías a quien sanó en tres días. Otra vez me dijo que abriera la Palabra y se abrió en Reyes, en el relato de la sanidad de Ezequías en tres días. De modo que dije: «Señor, me estás indicando algo sobre la sanidad.» Yo sabía que no se trataba de mi propia sanidad física, pero dije al Señor: «Dios. ¿me darías una señal de que estás hablando de la resurrección del barco?» y este pensamiento vino a mi mente: «ora para que sane tu voz y tu infección.» Así lo hice y el Señor dijo: «Acuéstate.» Me acosté en el suelo y me dormí. Veinte minutos más tarde me desperté totalmente sano.
Di gracias a Dios y comencé a orar para que Dios sanara y volviera de nuevo a la vida la visión del barco. Esto significaba que la piedra de la incredulidad tenía que ser quitada.
El segundo paso tenía que suceder, la declaración: «Ven fuera». El Señor nos había impresionado para que empezáramos una escuela en Hawai, en un lugar llamado Kona. Enviamos a alguien para que se enterara si habría alguna propiedad y este regresó con la información de que lo único disponible era un hotel y su costo era de $6,000.000. Yo dije: «Bueno, parece que estamos fuera de tiempo.» Sin embargo, nos establecimos en la isla, ya que Dios nos había mostrado que usaríamos una mansión por un tiempo.
Un día mientras orábamos y ayunábamos, vino el reto de Dios para que orara diciendo: «¡Lázaro! Ven fuera.» Así lo hice: «¡Lázaro! Ven fuera.» Todos comenzaron a buscar quién era o dónde estaba Lázaro. Entonces dije: «Dios, Tú sabes lo que eso significa: Te pido que desates la visión ahora.»
En los siguientes tres meses Dios entregó a Juventud Con Una Misión, catorce propiedades alrededor del mundo, una tras otra. Las cosas iban tan rápidamente que era muy difícil estar al tanto de todas!
También en Hawai, comenzó a desatar las cosas. Nos dijo que saliéramos de la mansión. No teníamos a dónde ir, pero sabíamos que Dios proveería y así lo hizo. Un hombre a quien jamás había visto en mi vida se me acercó y me dijo: «Dios me ha dicho que le debo dar una granja.
Yo quería que estuviera completamente seguro que era Dios quien le había hablado, así que le dije: «Bueno, confírmelo. Ya sabe dónde encontrarme.»
Unas semanas más tarde me llamó: «¿Puede venir ya? ¡Tengo que darle esta granja ahora mismo!» Dios le había hablado en un sueño y le había dicho que se diera prisa en entregar la granja.
Tenemos algunos animales y cultivamos la tierra. Hemos comenzado una escuela para preescolares, primaria y los primeros años de la secundaria. También estamos comenzando con nuestra escuela de idiomas en la que ofrecemos chino, japonés, coreano y una lengua polinesia, junto con nuestro énfasis principal para entrenar misioneros en nuestra. escuela de evangelismo en Kona.
Dios también nos ha mandado un especialista en alimentación quien está a cargo de la producción de alimentos, también una persona que encabezará el departamento de camareros del barco y un doctor para nuestro centro médico. Todo lo que vamos a tener en el barco lo estamos estableciendo en tierra primero. Ya existe un puerto con aguas profundas que podemos usar. Acaban de terminar una carretera desde donde vivimos hasta el puerto – ¡hecha para nosotros, aunque ellos no lo sepan! Ya iniciamos nuestro ministerio de barcas pequeñas con la dedicación de la primera barca que llamamos «lª Timoteo.»
Una cosa tras otra se está desatando porque Dios lo está haciendo. Es tremendo hacemos a un lado y poder exclamar: «¡Qué Dios tan maravilloso!» Cuando esa visión se llega a realizar, será en un ministerio mucho más maduro de como comenzó porque tendrá el poder y la unción de Dios sobre ella.
El plano ejecutivo y extensivo
Esto nos lleva a lo que hemos llamado la etapa ejecutiva, que siempre involucra una dotación de autoridad. Cuando Dios resucita algo, la autoridad y la unción descansan sobre ella porque ha venido a través de la cruz. En el capítulo 2 de los Hechos, en el día de Pentecostés, vemos una tremenda liberación de poder y autoridad. Necesitamos ambos si hemos de hacer algo en Dios.
Hay una diferencia entre poder y autoridad. Cuando se maneja un auto y se llega a una luz roja, se tiene el poder suficiente para seguir, pero no se tiene la autoridad. Por otro lado, si la luz cambia a verde, pero se acaba la gasolina, se tiene la autoridad de seguir adelante, pero no el poder. La autoridad nos permite movernos dentro de la estructura correcta, en comprensión de los caminos de Dios. El poder es la liberación del Espíritu Santo.
Todos hemos visto a personas que se mueven con poder pero que no tienen autoridad y el resultado es desastroso. También hemos visto quienes se mueven en autoridad y no tienen vida ni poder. Dios quiere que nos desenvolvamos con poder y autoridad.
Esto no es sólo para el individuo, sino para todo Su Cuerpo. Su deseo es llevarnos a la próxima etapa – el plano extensivo. En el plano extensivo entra la multiplicación. La multiplicación es distinta a la suma. El deseo de Dios es la multiplicación geométrica y no sólo ~ la suma aritmética. En Hechos 2 el Señor añadía o sumaba a la Iglesia. En Hechos 6 el número se multiplicaba. Note la diferencia. Por ejemplo, usted habrá visto el comienzo de un movimiento con tal vez cincuenta hombres jóvenes que tienen una visión. Se comprometen a esa visión, pasan por la etapa experimental y de pronto se dan cuenta que tienen que contar el costo. Pagan el precio pasan por el camino de la cruz y reciben y se mueven con gran autoridad. 20 años más tarde todos sus líderes son de 40 o 50 años y los trabajadores están también en la misma categoría. En verdad, no han crecido. Son un grupo poderoso, pero no hay multiplicación de ministerio ni de liderazgo.
Lo que Dios quiere es un grupo que se multiplique geométricamente. Cada año el grupo debiera tener un aumento de los más jóvenes para que haya multiplicación. Hay muchas organizaciones que no lo permiten. Cuando llegan al nivel donde experimentan la cruz y la autoridad que sigue, erigen ciertas defensas para asegurarse de que la organización permanezca fuerte espiritualmente y ponen normas de vida tan altas que nadie puede entrar. En verdad, que ni ellos hubieran podido hacerlo si hubiera existido esas normas cuando ellos entraron. Por lo tanto, no hay crecimiento en el número de obreros. Puede que haya crecimiento en cuanto a lo que ya está dentro del Reino, pero no es un ministerio que se multiplica.
Dios quiere multiplicar los ministerios y añadir almas a la Iglesia. Uno es sumar y el otro multiplicar. Dios quiere multiplicar, pero no lo puede hacer sino hasta después de la cruz. La poda debe venir antes, de otra manera lo que se multiplica es un embrollo.
Examinemos la manera en que Jesús multiplicó a sus colaboradores. Los tres hombres con quienes Jesús trabajó más de cerca fueron Pedro, Santiago y Juan. Ellos establecieron su pequeña pirámide, y con ellos Jesús trabajó supervisándolos muy de cerca – más de cerca que a los otros. En el Monte de la Transfiguración, en el Huerto de Getsemaní, estaban los tres.
Jesús tenía también a otros nueve que completaban los doce discípulos, y cada uno de ellos estaba a la cabeza de su propia pirámide, estableciendo así una malla de fuerza que viene de una persona a la otra – todas bajo la primacía de Cristo.
Después envió a los setenta y en Hechos 2 cuando Jesús había muerto y resucitado, había 120 discípulos. Eso pudiera parecernos un fracaso numéricamente, pero Jesús no había fracasado. El había puesto la semilla en tierra y esa semilla era poderosa. Una semilla pequeña es capaz de convertirse en un árbol grande, sencillamente porque tiene vida en ella – vida poderosa que se multiplica. Y esa era la semilla que El había depositado en 120 personas que habrían de evangelizar al mundo entero.
En Hechos 2 dice que 3.000 almas se añadieron aquel día a la Iglesia. Eso es sumar. Pero en Hechos 6 dice que se multiplicaron. ¿Cómo ocurrió la multiplicación? Los profetas se multiplicaron en profetas; los líderes en líderes; los siervos en siervos; los dadores en dadores. La multiplicación es obviamente el plan de Dios para producir geométricamente líderes espirituales hasta que todo el mundo sea evangelizado. ¡Esa es la manera más rápida para ganar a todo el mundo! Parece un proceso lento cuando uno se mueve a través de él, pero en realidad eso es lo que Dios ha estado haciendo una y otra vez por todos los siglos. Dios nos está dando hoy una oportunidad semejante si nos movemos en El.
Conclusión
Yo creo que este patrón: de visión – experimentar – contar el costo – la prueba – la muerte – la resurrección
– la multiplicación – es el método de evangelismo de Dios.
Es posible que Dios le haya dado una visión una vez en su vida, un ministerio o cierta dirección que ahora parece haberse ido o estar muerta. Vea si no es que está en el etapa de la «cruz». Es posible que usted se haya amargado, aún contra Dios, porque la visión que El le dio y el experimento murieron de repente. Es posible que usted haya añadido a la palabra del Señor, como dice Proverbios 30:6. Pero eso no le resta al hecho de que usted tuvo la palabra del Señor y ahora Dios está permitiendo que la cruz pode todo lo que no es de El. Y cuando vuelva a mirar a lo que emerge después de la poda – la misma esencia de Su palabra – su visión será inevitablemente más madura, más grande, mejor desde la perspectiva de Dios, aunque tenga una característica, diferente o una organización distinta, y otra manera de la que esperaba que tuviese. De todos modos, Dios le dará la visión de nuevo, pero esta vez con autoridad, con poder y con unción. Estará estructurada de tal manera que calce apropiadamente dentro del Cuerpo de Cristo y de ese modo Dios podrá multiplicar lo que El le ha dado y lo hará producir fruto en abundancia.
Yo creo que podemos ser una parte de la grande y triunfante resurrección del Cuerpo de Cristo en los días y en las horas finales de nuestra historia aquí en la tierra. Yo creo que vamos a ver el movimiento tremendo de Dios en una escala mundial, en tal grado que estaremos llamando a otras barcas para que nos ayuden a llevar el peso. Sí, habrá persecución; habrá problemas; habrá toda clase de cosas semejantes, ¡pero habrá victoria! Será como la Iglesia del Nuevo Testamento – perseguida, probada – ¡pero una Iglesia que se multiplicaba! Esa es la Iglesia que saldrá sin mancha ni arruga, lavada en la sangre del Cordero. ¡Y esa es la Iglesia que evangelizará al mundo!
LOREN CUNNINGHAN es el Director Internacional de Juventud con Una Misión con bases en 32 naciones. Vino Nuevo Vol 1-Nº 10 1976