Pablo en su segunda carta a Timoteo, comparte su experiencia para emerger victorioso a través de los conflictos de la vida. Esta habría de ser su última carta escrita desde una celda romana antes de ser decapitado. En cierto sentido es su último testamento y voluntad para un hijo espiritual a quien amaba tanto.

Pablo alienta y exhorta a Timoteo: «Aviva el fuego del don de Dios que hay en tí. Hay conflicto, pero Jesús te ha dado una promesa.» Pablo le impulsa, le alienta, le ministra, le hace saber que la victoria es posible.

Antes de seguir adelante, quiero decir que una de las tretas favoritas del enemigo para robar nuestra victoria, es la de hacernos creer que nuestro problema es diferente al de los demás. «Si su esposa fuera como la mía, usted tampoco tendría la victoria.» «Si usted viviera en mi vecindario … » «Si usted se hubiera criado con los niños con que yo crecí … » El diablo quiere hacerle creer que su hogar, o su enfermedad, o su situación es diferente – que nadie ha sido tratado con mayor injusticia. A eso le llamo «el juego de la lástima de sí mismo.»

Ahora considere estas palabras: «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres» (1 Cor. 10: 13). No hay nada por lo que usted haya pasado que no sea común a todos nosotros. No hay nada que Dios no haya anticipado. El sabe que es posible que su hija venga a casa diciendo: «Mamá, estoy embarazada». O que algún ser amado muera en un accidente automovilístico. Estas cosas suceden, pero no deben de robarnos la victoria.

Usted dirá que Pablo era diferente. El era «San Pablo» – con su aureola y todo. «Si Pablo se hubiese casado con mi esposa, o hubiese vivido en mi vecindario en estos días, no hubiera alcanzado la victoria.» No, Pablo era un verdadero hombre con sus problemas de la vida real. No había aureola sobre su cabeza. «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres.» Nuestro problema, nuestra situación, nuestro conflicto no es diferente al de Timoteo o al de Pablo.

Un ejemplo victorioso  

Examinemos el pasaje de 2 Timoteo 4:6-7.

Recuerde que Pablo escribe a Timoteo para mostrarle la manera en que él ha mantenido la victoria en su vida. En éstos versículos cuenta a Timoteo cuatro cosas con respecto a sí mismo y a su andar por la vida.

  1.  Estaba Listo Para Morir

El versículo 6 dice: «Yo estoy siendo derramado ya como una ofrenda de libación». ¿Recuerda usted cuando tres soldados de David le trajeron agua del pozo de Belén? David no la quiso tomar, sino que la derramó delante de Jehová como una ofrenda de libación ( vea 2 Samuel 23: 15-1 7). Ese es el significado literal de Pablo – estaba listo para morir; para que su sangre fuese derramada como una ofrenda de libación.

Yo también quiero estar listo cuando llegue al final de mi vida. Si queremos tener éxito en nuestra vejez, tendremos que comenzar temprano.

En 1954, le dije a Dios: «Dios, cuando llegue a tener 70 u 80 años, no quiero pasar el resto de mi vida, siendo un viejo gruñón sentado en alguna banca tomando el sol.» ¡Esta imagen es muy real para mí pues cuando estudiaba medicina, parte de mis responsabilidades era la de cuidar viejos gruñones tomando su baño de sol! Cuando llegue al final de mi vida, quiero irme en un resplandor de gloria. ¡Quiero morir con las botas puestas! ¡Quiero cabalgar hasta la eternidad!

Estar listo es la cosa más gloriosa en esta vida.

Eso no se logra con sólo decir: «Señor, lo siento. Dios, siento haber golpeado a mi mujer. Siento no haber dado mis diezmos, Dios, lo siento. Dios, lo siento. Me arrepiento. ¡Ahora estoy listo! «No es de eso de lo que estoy hablando, sino de una vida entera que ha sido cambiada por el poder de Dios.

Pablo le escribe a Timoteo: «Timoteo, hijo, no pierdas el significado de mis palabras. Cuando llegue el día de reclinar tu cabeza, o entregarla en manos del verdugo, quiero que hayas vivido tu vi­ da de tal manera que puedas decir: «Estoy listo! «

Observe también que Pablo no tenía temor de la muerte. He visto a muchas personas morir – a cristianos y a impíos también – muchos de ellos en gran desesperación porque tenían temor de la muerte. Algún día todos tenemos que salir de este mundo. Entramos, y a menos que Jesús venga, tendremos que salir. No importa si somos jóvenes o viejos, altos o bajos; no importa la raza o la educación: todos tendremos que irnos algún día; después de todo, la muerte es el último enemigo que será destruído. Pablo dice: «Estoy listo para ser derramado, y el tiempo de mi partida ha llegado.»

  • Había peleado una Buena Batalla

También dice en el versículo 7: «He peleado la buena batalla». ¿ Qué significado tienen estas palabras? Significan conflicto. El conflicto es el ingrediente básico del reino de Dios. Es lo normal en la vida cristiana. Escuchen estas palabras:

«A través de muchas tribulaciones hemos de entrar al reino de Dios» (Hechos 14: 22 ) ¿Cuáles eran algunas cosas contra las que había peleado? Falsos hermanos, el diablo, aflicciones, así mismo.

Sé que tuvo que haber perdido algunas batallas. ¿Cómo lo sé? Porque él dice: «He sido derribado, pero nunca puesto fuera de combate». Ese es el significado literal en el griego. «Perdí algunas batallas, pero gané la guerra».

  • Pablo terminó la Carrera en la que el Señor le había puesto.

Imagínenme corriendo con mi amigo Ricardo.

Vamos a media carrera cuando Ricardo dice de repente: «¡Es demasiado difícil! ¡Es demasiado largo!» Y se desvía a través del campo por la ruta más corta.

«Dios, digo yo, ¿viste lo que hizo Ricardo? ¡atravesó por el campo y llegó primero!»

El Señor dice: «Termina tu carrera de acuerdo a las reglas».

Pablo no transigió; terminó de acuerdo a las reglas. El objeto en una competencia de lucha no es la de tirar al adversario fuera de la arena; sino ganarle dentro de ella y de acuerdo a las reglas. El objeto en el boxeo no es sólo el de derribar al enemigo; sino hacerlo de acuerdo a las reglas. En boliche no es sólo derribar diez bolos; sino hacerlo con una bola y de acuerdo a las reglas. También hay reglas en la vida cristiana. El objetivo en la vida cristiana no es «ser espiritual»; la meta es llegar a la espiritualidad de acuerdo a las reglas. ¡La meta no es terminar primero; es terminar de acuerdo a las reglas!

  • Guardó la Fe

«He guardado la fe» (vs. 7). Esa es una declaración fantástica. Pablo dice: «Lo que Jesús me mostró en el principio, así he hecho exactamente. Cuando Jesús me salvó, me bautizó en agua y me llenó con el Espíritu Santo, recibí la fuente de mi vida. De ella he vivido. He guardado la fe.»

«He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe; en el futuro me espera la corona de justicia … » (vs. 7-8). Esa corona no es para todos. Es únicamente para aquellos que «aman Su venida». (vs. 8). Tiene que haber cierta actitud para poder amar la venida de Jesús. Hay personas que dicen que aman Su venida, pero sus palabras no significan nada.

Si en realidad amamos su venida, conduciríamos nuestras vidas de tal manera que si supiéramos que El vendría mañana, no habría nada que cambiaríamos. Yo no sé qué cosas haría diferentes en mi vida si supiera que el Señor vendría mañana. Sinceramente, no sé de nada que tuviera que hacer para estar listo. Estoy seguro que no podría dormir, pero no cambiaría nada. Si usted ama Su venida, su conducta en la vida lo demostrará.

Venciendo las pruebas de la vida   

Las siguientes son algunas de las pruebas que Pablo venció en su vida.

I  La deserción.

El versículo diez dice: «Demas me ha desertado … » Usted dice: «Hermanos, vengan todos esta noche; vamos a orar». Todos dicen: «¡Aleluya!» Pero sólo usted llega y nadie más.

A mí me han desertado muchas veces. En cierta ocasión estábamos construyendo una capilla y todos los hombres de la congregación se habían comprometido a trabajar. Yo estaba cavando con este enorme pico para poner el fundamento del edificio, cuando uno dijo: «Tengo un compromiso con mi esposa».

Otro dijo: «Tengo otras cosas que hacer». De repente me dí cuenta que todos se habían ido y yo me había quedado sólo. Soy un hombre educado y tengo títulos universitarios, pensé yo, mi trabajo es mental y no físico. Seguí cavando y pensando: «¡Qué  sinvergüenzas! ¿Qué se creen? Me dejaron sólo en este hueco trabajando como cualquier peón.»

Cuanto más pensaba más iracundo me ponía; cada golpe del pico llevaba la fuerza de mi enojo. Me habían desertado y estaba muy disgustado. Entonces el Señor me preguntó: «Para quién estás trabajando?»

«Para Tí, Señor, » dije yo.

«Entonces no te importa hacerlo sólo» «No, Señor,» dije yo.

Es fácil decir que estamos trabajando para Jesús, pero la manera de saberlo con seguridad es cuando todos han desertado. Todos dicen: » ¡Vamos a testificar!» Pero nadie llega solamente usted. Hay sólo dos alternativas; la victoria o la derrota. «¡ No lo entiendo; todos se han enfriado menos yo!» y comienza a roerle el corazón.

Demas desertó a Pablo y cuando compareció delante del emperador todos le abandonaron. «En mi primera defensa nadie me apoyó, sino que todos me desertaron» (vs. 16). Cuánto debió dolerle a Pablo. Los que había amado tanto le habían desertado en su juicio.

II. La oposición de los que rechazaban la verdad.

«Alejandro, el calderero, me hizo mucho daño, el Señor le retribuirá conforme a sus hechos. Ten cuidado de él, pues se opone vigorosamente a nuestra enseñanza» (vs.14 y 15). El conflicto en la vida de Pablo era muy real.

En el versículo 3 dice: «Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina». Hubo muchos de quienes él esperó recibieran la palabra, pero la rechazaron.

III. El temor de la muerte.

Pensará usted que Pablo no tenía temor porque era un «santo». La verdadera situación es que Pablo tuvo que enfrentarse a Nerón, un homosexual y maniático esquizofrénico – un hombre tan poseído del diablo que sumergía a los cristianos en brea caliente y cuando aún estaban vivos, los colgaba en su jardín para encenderlos de noche.

En el versículo 17 Pablo. dice: «Fuí librado de la boca del león». Nerón venía todos los días a decirle: «Pablo, si no niegas a Jesús, te vamos a dar de almuerzo a los leones».

Pablo veía desde su ventana las escenas sangrientas con los otros cristianos y decía: «Gloria a Dios … !» Jamás piense que no era real para él. Créame, Pablo no tenía ningún deseo de enfrentarse a los leones. No, no lo tenía, pero tampoco tenía miedo de morir. «

IV. El aprisionamiento en una cárcel romana.

No sólo había leones esperándole, sino que también sufrió confinamiento físico en una cárcel romana, con muy poca o ninguna calefacción. Pablo le escribió a Timoteo diciendo: «Procura venir antes del invierno». (vs. 21). «Obtendré la victoria vengas o no, pero me ayudaría mucho si vinieras un poco temprano. Y trae mi capa».

V. La Soledad

Jamás pensamos que el apóstol Pablo no se sintiera sólo. ¿Ha sentido usted la soledad alguna vez? ¿Se ha sentido usted alguna vez solo en una multitud o en una fiesta? Todo mundo se divierte menos usted. Siente que nadie le ama; nadie le comprende. Se siente rechazado.

En el capítulo 1 versículo 4 Pablo dice: «Deseo verte». Yen el capítulo 4 versículo 9 dice:

«Procura venir a verme pronto». Pablo era un ser humano igual que usted y yo y sentía la necesidad de ser amado y aceptado. La verdadera espiritualidad nunca sustituye nuestra necesidad de otras personas.

A veces yo siento soledad. Necesito amor. Necesito las personas. Necesito a mi esposa y a mi familia. Pero aún en medio de la soledad no pierdo mi victoria. Pablo aprendió a vivir victoriosamente en medio de su soledad.

VI. Las oraciones sin respuestas.

El versículo 20 dice: «A Trófimo dejé enfermo en Mileto». Trófimo acompañaba a Pablo en sus viajes. Cuando enfermó, Pablo le ministró, oró por él, reprendió a Satanás, e hizo todo lo que sabía hacer. Pero sin ningún resultado. Sus oraciones no fueron contestadas.

Yo he obtenido respuestas a una infinidad de oraciones. También he orado sin recibir respuesta alguna. En ciertas situaciones he tenido toda la seguridad de que Dios respondería, pero la persona murió o dejó el pueblo o la situación siguió igual. He tenido oraciones sin respuesta que por poco me han quitado la victoria hasta que ví esto: «A Trófimo dejé enfermo en Mileto» No había nada que Pablo pudiera hacer.

Cierto día, iba en mi auto por la carretera cuando ví un accidente terrible. Era estudiante de medicina entonces y me detuve para tratar de ayudar; ví a un hombre que estaba sangrando profusamente. Hice todo lo que pude pero el hombre murió. Eso me afectó enormemente. El enemigo comenzó a golpearme fuerte con la condenación y a decirme: «Si hubieras sabido qué hacer… si no fueras tan incompetente … si hubieras sido más diestro … jamás aprendiste nada.» Y la condenación continuaba tratando de destruirme.

Cuatro días más tarde, en el hospital naval de Filadelfia donde trabajaba descubrí que el jefe de cirujanos del hospital estaba muriendo de una hemorragia nasal. Había varios cirujanos atendiéndole, pero no podían hacer nada. Habían hecho todo lo posible.

Entonces comprendí que si eso me hubiera pasado a mí me hubiera condenado a mí mismo por mi incapacidad» de ayudarle. Igualmente sucede en el área espiritual. Hay ciertas personas que no siempre responden de la manera en que pensamos, y por eso el enemigo nos acusa como si fuese culpa nuestra.

Tal vez usted está testificándole a su vecina segura de que entregará su corazón al Señor pero no lo hace. En vez se enoja tanto que llama a toda la vecindad para decirles: «¿Conocen ustedes a María? Pues es una fanática religiosa.» Todo su esfuerzo fracasó y entonces usted piensa: «: ¡Si esto es lo que obtengo por testificar jamás lo haré!»

Tal vez usted sea una de esas personas que no han recibido respuesta a algunas de sus oraciones o la solución de situaciones que usted no comprende y han sido como un cáncer en su espíritu, que le devora. El diablo está siempre listo para recordárselo. No se molestará en recordarle las 92 veces que sus oraciones fueron contestadas; únicamente le recordará las 3 veces que no recibió respuesta. Y por lo general agrega:»Dios te ha desertado. ¡En realidad no te ama!» Estas son las cosas que Pablo tuvo  que vencer igual que usted y yo.

VII. Un «hijo» medio frio.

¿Por qué digo que Timoteo se estaba enfriando? Porque en el versículo 6 del capítulo 1 Pablo le exhorta de esta manera: «Te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que por la imposición de mis manos hay en tí.» Luego le exhorta en relación a tres cosas que habían comenzado a mostrarse en su vida como resultado de su negligencia del don – cobardía, vergüenza y su incapacidad de sufrir. manera? Porque Timoteo tenía temor. «No te avergüences del testimonio de nuestro Señor.» Timoteo había dejado de testificar y de compartir lo que había recibido; tenía vergüenza porque su amigo Pablo estaba en prisión. Tampoco quería sufrir.

El secreto de Pablo    

Pablo tuvo que enfrentarse a todas estas pruebas en su vida, sin embargo mantuvo su victoria. Le demostró a Timoteo lo que era vivir sin temor. Le disgustaba el hecho de que había leones es­ perándole, pero no tenía miedo. Estaba listo. ¿Cómo vencer en medio de las dificultades? Pablo tenía un secreto. Una vez le pregunté al Señor: «¿Señor cuál era el secreto de Pablo?»

El respondió: «Pues es muy sencillo. El que habla en lengua extraña a sí mismo se edifica» (1 Cor. 14:4).

Esta es la confesión de Pablo: «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas extrañas más que todos vosotros» (1 Coro 14: 18). «Jesús me dió una promesa cuando me derribó del caballo.» Es la misma promesa que nos da a usted y a mí. La única diferencia está en la manera de usarla.

Hay personas que me dicen: «Hermano Mumford, usted debe ser un gran hombre de Dios.» ¡Tonterías! ¿Sabe cuál es mi secreto? Oro en el espíritu; amo al Señor; y permanezco en la Palabra.

¿Conoce usted a alguien con los músculos bien desarrollados? Usted se pregunta: «¿De dónde habrá sacado sus músculos?» Pues le diré – levantando pesas. Eso es lo que estoy tratando de decirles espiritualemtne; Dios no da a una persona más músculos espirituales que a otra. Dentro de cada uno de nosotros está la habilidad de madurar y de crecer en Dios. La madurez no es un don. Se obtiene desarrollando sus músculos espirituales. Para ello tiene que haber conflicto y resistencia. Cuando él permite que el diablo le ataque es porque usted lo necesita. Cuando algo anda mal en su vida es porque Dios está operando algo en ella.

El consejo de Pablo es que usted deje fluir esos ríos del Espíritu y que permanezca en la Palabra. La palabra y el Espíritu le darán la madurez y la victoria en su vida personal.

Pablo supo mantener su victoria frente a todas las pruebas de la vida y demostró lo que era vivir sin temor. Su secreto era su vida de oración en el Esíritu, su permanencia en la Palabra y permitiéndole al Señor que le edificara en su ser interior.

Pablo no tenía vergüenza de sufrir por el evangelio. Supo aceptar el sufrimiento. Cuando venga el conflicto – le prometo que vendrá – tenemos que aprender a recibir nuestra parte del sufrimiento. Habrá ocasiones en que seremos desertados. Habrá oraciones sin respuestas. Habrá ocasiones cuando todo parecerá querer hundirlo. Recuerde entonces: «Que no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres».

Si su marido la abandona; si su hijo no es sanado; si es despedido del trabajo – vaya a casa entre en su alcoba y ore en el espíritu. Edifiquese en la fe. Nuestro objetivo es que cuando éstas situaciones vengan, haya en nosotros la suficiente fortaleza espiritual para decir con Pablo: «El Señor estuvo comigo y me fortaleció.» (vs. 17).

Jesús y Pablo vivieron victoriosamente. Nosotros tenemos el potencial de vivir de tal manera y cuando lleguemos al final de nuestros días poder decir: «Estoy listo. He peleado la buena batalla. He terminado la carrera. He guardado la fe».

Bob Mumford es graduado del Northeast Bible College en Pennsylvania y del programa para el entrenamiento médico misionero en Taranta, Canadá. Recibió su título de Bachiller Académico en Divinidades en el Seminario Episcopal Reformado de Filadelfia y ha prestado sus servicios como decano y profesor de Biblia y Misiones en el Instituto Bíblico Elim de Nueva York. El Rev. Mumford ha escrito numerosos libros de los cuales el más conocido en América Latina es «Tres Señales Seguras».

Reproducido de la Revista Vino Nuevo Vol 2 n º 10- 1978