¿Qué hacer con las opciones inesperadas de la vida?
Autor John Wrigt Follete
Creo que el Señor ha puesto en mi corazón un mensaje de aliento. Me gustaría dirigirme a todos los que tienen problemas y asuntos difíciles que resolver.
Si bien es cierto que todos debemos de tener nuestras mentes puestas en el Espíritu, también debemos ser capaces al mismo tiempo de traducir lo que es de valor espiritual en términos materiales que valgan la pena vivir. Porque si mi experiencia cristiana es solamente teológica en su naturaleza y demasiado teórica, ésta no se ajustará a la situación operativa de mi vida cotidiana y perderá mucho de su propósito. Jesucristo no sólo vino para morir sino también vino para enseñarnos a vivir. Creo que Su deseo es ayudarnos a traducir nuestros problemas en oportunidades para vivir con plenitud.
Supongo que todos tenemos problemas – así lo espero. Me gusta la gente que los tiene; personas con esperanzas despedazadas, sueños sin realizar, castillos en el aire que se han derrumbado y vidas aparentemente destrozadas. Siento que con ellos tengo posibilidades de llegar a algún lado. ¡Qué niveladora es la aflicción! Nos trae a todos al mismo nivel, a nuestra herencia común: «El Señor nos libra de todas ellas.» (Salmo 34: 17).
Los obreros cristianos y los evangelistas que dicen a la gente que si se convierten la vida será un dulce canto y como un día de campo, no representan bien, me temo, la realidad de la vida. Diré que es un día de campo muy peculiar. De manera que espero poder ayudar a aquellos que no han caminado a través de sueños asoleados y cuyos castillos no tienen fundamentos más sólidos que las nubes sobre las que descansan.
Cuando leemos de las vidas de muchas personas, nos impresiona al menos el siguiente factor: casi todas han tenido que tomar una segunda o tercera opción en el orden de su preferencia, en lo que se refiere al curso de sus vidas. Pareciera ser una experiencia casi universal. Muy pocos han sido los que han progresado libremente y realizado perfectamente la elección de su preferencia. La mayoría ha tenido que recoger los fragmentos y las piezas de lo que desearon ser en la vida primordialmente y que había sido frustrado, juntarlos, remendarlos y lograr con ellos el éxito. Esto es precisamente lo que se ha hecho una y otra vez.
Cuando visité la Feria Mundial en Chicago, fui al Instituto de Arte, porque me gustan mucho las pinturas y el arte en cualquier forma. Recuerdo que deseaba ver particularmente el precioso cuadro de Whistler, su famosa Madre, que había sido traído desde Europa para que lo pudiésemos admirar también en América.
Mientras la contemplaba me di cuenta de algo más que la pintura – vi la maravilla revelada en una elección personal que ocupaba el tercer lugar de preferencia. A Whistler, el mundialmente famoso artista, jamás se le ocurrió comenzar en la vida siendo un artista. Era lo más lejano a su pensamiento. ¿Sabe Ud. cómo comenzó? Como soldado en la Academia Militar de West Point. Nada parecido a un pintor. Ser soldado ocupaba el primer lugar de preferencia. Pero mientras estaba en West Point fue reprobado en Química. Ese fue un fracaso que Dios podía bendecir. A veces quisiera que muchas otras personas fracasaran de una vez para que pudieran comenzar de nuevo bien. Entonces Whistler escogió la ingeniería sin llegar a ninguna parte. Finalmente comenzó a pintar y el resultado fue que se convirtió en un artista mundialmente famoso, y dio al mundo algunas de las pinturas más hermosas. Su primer y segundo intentos se vinieron abajo, pero reunió lo que quedó de sus esperanzas para convertirse en el Whistler conocido en todo el mundo por sus contribuciones al arte.
La preferencia de Pablo
Ahora permítame darle una ilustración de esta verdad que se encuentra en las Escrituras. Se trata de un incidente en la vida de Pablo. Se menciona no sólo para darnos un artículo más en la historia, sino para enseñarnos también una verdad espiritual muy preciosa. Creo que la Palabra es Espíritu y por lo tanto, tras lo histórico podemos encontrar la enseñanza espiritual más profunda. Yo estoy pasando de ratos muy agradables teniendo esto en mente cuando leo la Biblia. La Palabra es primordialmente espíritu, pero la verdad a menudo está velada tras un acontecimiento aparentemente insignificante.
Tomemos la historia que se relata en el Capítulo 16 de los Hechos. Aquí encontramos a Pablo en uno de sus viajes. Es salvo, bautizado en el Espíritu y todos los dones se manifiestan en él y anda ahora en función de su ministerio en la obra. Tiene un celo profundo por los perdidos, un anhelo de llevar el Evangelio a los gentiles y ha levantado iglesias por todas partes donde ha pasado. Su ambición es piadosa, maravillosa y noble. Leemos: …y cuando llegaron a Misia, trataban de ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se los permitió. Y pasando por Misia, descendieron a Troas. Y por la noche se le mostró a Pablo una visión: Un hombre de Macedonia estaba en pie, suplicándoles y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. (Hechos 16:7-9).
Esta es la historia que servirá de fondo para esta verdad. Revela uno de los métodos que Dios usa para desarrollar nuestro carácter cristiano. Aquí encontramos a Pablo, maravillosamente dotado, llamado y comisionado por Dios, pensando en lo espléndido que sería ir a Bitinia para llevar las alegres noticias a los que estaban en la oscuridad esperando que la luz viniera. Seguramente que había una gran necesidad; y él tenía la luz, el poder y la verdad. Sin duda pensó: «Tenemos el poder de comunicar esta luz a los que están en tinieblas; vayamos de inmediato a Bitinia para salvar a los perdidos.»
Todo parecía estar bien. Muchas cosas son así. Seguro que no era del diablo. Era un objetivo hermoso y noble y digno de mantenerse por delante. Pero ¿qué pensaba el Señor al respecto? El le dice: «No vayas a Bitinia». Sabemos que era el Señor porque dice que el «Espíritu de Jesús no se los permitió» y fueron «impedidos por el Espíritu Santo de hablar la palabra en Asia» (Hechos 16:6).
¿Cómo reconciliar una declaración corno ésta? ¿No sentía el Señor amor por las almas en Bitinia? Por su puesto. Pero un llamamiento misionero debe consistir en algo más que una conciencia de la necesidad. Había paganos en Bitinia que necesitaban la conversión y Pablo tenía una verdadera carga por ellos. Pudo haber ido y establecido algunas misiones y recorrido todo el país. No hay duda que era capaz de hacerlo y sin embargo, el Señor se lo prohíbe. ¿Cómo se puede reconciliar eso con lo que llamamos el mensaje de hoy? Ni siquiera lo intento. No tengo que probar la Biblia ni explicar a Dios. Algunas personas gastan la mitad de sus vidas probando la Biblia, guardando el fulgor de la gloria de Dios y sosteniéndolo. a El en Su trono. Jamás se nos llamó a hacer eso. Nuestro llamamiento es vivir para Cristo y dejar que Dios cuide de Su obra.
Aquí vemos a Pablo, con todo el entusiasmo de su corazón y con un deseo ardiente de llevar e1 Evangelio a los confines del mundo, siendo detenido abruptamente por Dios. El piensa que debe ir a cierto cabo de la tierra, pero el Señor le dice: «Te quiero en otro cabo. » y él, que tenía una carga tan grande por Bitinia, tiene que girar sobre sus talones y descender a Troas. Note su descenso. Generalmente ocurre un descenso significativo después de una experiencia así. Pero la lección de geografía es de Dios y Suyo el mapa de rutas.
La elección primordial de Pablo está arruinada. Su ambición, aunque piadosa y espiritual, ha sido frustrada. Queriendo ir a Bitinia termina en Troas. ¿Cuántos de ustedes, teniendo una Bitinia como su objetivo han ido a parar en Troas, una ciudad en la que jamás habían soñado? Esta es una ocurrencia muy común y a menudo repetida en la vida y la experiencia cristianas.
Una visión en Troas
Pablo, queriendo ir a Bitinia acaba yendo a Troas. Ahora que no ha sido satisfecho su deseo, ¿lo vemos acaso sumido en la oscuridad o sentado llorando?
¡No! Pablo espera pacientemente que termine la noche. ¿Quién trajo la noche? El Señor. La trae por misericordia para crear la atmósfera adecuada. Está preparando a Pablo para entrar por la puerta que El está por abrir. Y cuando oscurece y no sabe que dirección seguir, Pablo se da cuenta de su necesidad del Señor. No le queda otra cosa que decir: «Señor, tú me has dirigido a Troas. ¿Qué quieres que haga ahora?»
Podernos verlo allí sentado, probada su fe hasta el límite, sin duda y todo lo que puede ver son las enormes murallas de Troas. Así que se pregunta lo que está haciendo allí. Cuando las sombras de la noche lo envuelven, ve una visión y he aquí una voz que dice: «Pasa a Macedonia y ayúdanos.» Este era el campo que el Señor había preparado para Pablo y descubrimos en ello algo de tremenda importancia. Este es el eje sobre el cual giran todas las misiones cristianas. Ellos se vuelven de Asia a Europa y de allí a América y el globo entero es circundado porque Pablo fue obediente: Dios quería que el Evangelio viajara del Este al Oeste.
¡Que día más maravilloso debió ser cuando Colón zarpó de España! ¡Qué trascendental jornada fue esta; todo un nuevo continente abierto por sólo ese viajecito de Colón – que cosas tan portentosas dependían de su obediencia!
Pero ¡cuánto más extraordinaria fue la decisión que Pablo hizo ese día cuando se despidió de Bitinia! Sus esperanzas fueron deshechas y posiblemente dijo: «Mi preferencia es otra pero ya que este es el camino de Dios, haré que Su elección me sirva.» De manera que recoge los pedazos de sus sueños rotos sobre Bitinia, los junta y se dispone a hacer la voluntad de su Maestro. Y por medio de esa obediencia rodea al globo entero.
¿No es mejor rodear todo el globo en la voluntad de Dios que salvar a unas cuantas almas en Bitinia?
¿Cuál fue el resultado de la obediencia de Pablo? Que se unió inseparablemente a la propagación del Evangelio de Cristo. Jamás podremos pensar en el avance de la gran causa del cristianismo sin identificarlo con Pablo. Pablo y la gran empresa misionera de la Iglesia Primitiva están unidos inseparablemente. ¿No es maravilloso pensar que Pablo tuvo la temeridad de abrir su vida a la voluntad de Dios en tal forma que ahora es siempre identificado con el esfuerzo misionero? Se debió a la entrega total de su vida.
Ha habido otros que también han sufrido la ruma de sus ambiciones, han recogido las piezas y han hecho que su elección secundaria les sirva. Cuando celebramos la Navidad, todos nos gozamos cantando ese precioso himno que escribió Philips Brooks «Pequeña Aldea de Belén”. Siempre me alegro cuando lo oigo. Nunca lo puede cantar sin pensar en su autor, que fue un instrumento muy grande en las manos de Dios para difundir la luz y la verdad. Cumplió con una verdadera misión.
Pero era acaso su ministerio su primer pensamiento y elección? ¡En verdad que no! Su Bitinia (su elección primera) era ser maestro y anhelaba seguir esa vocación. Cuando terminó sus estudios universitarios comenzó a enseñar (era su Bitinia). Pero como maestro fue un rotundo fracaso y quebrantado, tuvo que marcharse. Si pudieran leer las cartas que escribió cuando estaba tan desalentado y avergonzado de sí mismo por haber fracasado en la enseñanza, aún cuando ese era el deseo de su corazón. En una de ellas decía: «Los niños son de lo peor que he tenido que tratar.» Sin duda que Dios les permitió ser indisciplinados porque no quería a Brooks en su Bitinia.
Brooks obedeció el llamado de Dios y llegó a su Troas. Allí se encontró con que Dios le había abierto una puerta de gran bendición espiritual que sería de mayor significado para la causa del Cristianismo que unos pocos alumnos en una escuela de aldea. Su Bitinia se derrumbó pero él levantó las piezas quebradas las unió y permitió que Dios santificara su vida y lo convirtiera en un canal fresco de ministerio espiritual.
¿Cómo le amaba la gente y qué poder al suyo! Entre las cartas que más apreciaba está la de un zapatero remendón quien decía: «¡Querido Sr. Brooks: Cada vez que puedo, vengo a oírlo predicar, porque cuando le oigo me olvido de quién es usted y me encuentro con Dios.» ¿Quién podría desear un testimonio mayor que ese? El deseó su Bitinia, pero obtuvo su Troas.
Aceptando nuestras Troas
Ud. que ha descendido hasta Troas, con sus sueños deshechos, ¿de qué manera está reaccionando cuando encuentra que Dios ha ordenado las circunstancias en su vid» de tal manera que hace imposible la entrada a su Bitinia? ¿Puede tomar una segunda o tercera alternativa y volverla en una oportunidad para su vida? Esta es una prueba muy fina del carácter cristiano. ¿Está su contacto con Dios y el poder del Espíritu Santo lo suficientemente fuerte para tomar la elección de su preferencia hecha pedazos y convertirla en una espléndida oportunidad para que Dios pueda entrar y glorificarse de nuevo? Este reto es para todos y revela el verdadero valor de su experiencia cristiana.
¿Qué hizo Pablo y cómo ganó su victoria? Bitinia y Troas son por supuesto estados espirituales, figuras respectivas de las elecciones de su corazón y de su vida y de los lugares donde en realidad llega a parar.
¿Qué hizo Pablo? En primer lugar, rehusó absolutamente que este extraño golpe lo apartara de su aparentemente preparado canal de expresión; no permitió que este movimiento de la vida destruyera su fe en Dios. Creería aún en el propósito supremo y sublime para su vida – que había sido llamado por Dios. «Si estoy enyugado con Dios entonces El deberá tener algún propósito para mí y debo buscar la manera de salir de mi Troas y ser un canal para que Dios me use.»
Requirió una fe muy grande para que Pablo dijera eso. Ne esitó valor para no sentarse y dejar que la lástima de sí mismo destruyera su fe y su gozo. La lástima de sí mismo condena a un individuo más rápidamente que el tabaco. Pablo no se sentó diciendo: «Si solamente hubiera podido… «si esto o aquello hubiera pasado.» ¿Ha notado usted que las causas de los «síes» están siempre en los demás y nunca en las personas que los mencionan? «Si él no me hubiera fallado» o «si ella no hubiera dicho semejante cosa.» No, Pablo no desarrolló un caso de sitis como algunos hubieran hecho. Eso pudo haber borrado a Dios de la escena. La fe se destruye con la confabulación de lo que pudo haber pasado «si» tal o cual cosa hubiera sucedido y con la lástima de sí mismo.
Veamos ahora lo que está detrás de toda esta maniobra. ¿Sería el diablo que le impidió entrar en Bitinia? ¿Sería la incredulidad? ¿Sería un pecado en su vida? No, no fue nada ni ninguno otro que Dios. De manera que a Pablo no le importaba que la gente anduviera diciendo: «Tiene que haber algo malo con Pablo. Tenía una oportunidad tan grande allí y ahora no está haciendo nada. Debemos orar por él. ¡Qué triste que Pablo no esté haciendo nada! Recuerdo cuando el Espíritu estaba sobre él y qué maravillosamente operaban los dones en él y ahora ni siquiera puede abrir una misioncita en Bitinia. Allí está estancado en Troas. ¿Será que el Señor lo ha desechado?»
Tenga paciencia. Deje que la noche descienda plenamente porque es en la noche cuando viene la visión y se oye la voz. ¿Cómo confronta Pablo la situación? Con fe sublime que dice: «Mi caminar es delante de Dios y no de 57 variedades del pensamiento humano. Sí, Dios, puedes llevar a cabo tus planes para mí.» Así Pablo camina delante de Dios y se queda en Troas mientras que todo el mundo especula preguntándose lo que le sucede. Me alegra su valor. Allí se queda esperando que las sombras de la noche se acentúen para poder ver la visión y oír la voz.
¿Ha estado usted alguna vez en Troas? ¿podría por fe hacer la siguiente consideración? «Mi vida está entregada a Dios. Estoy entrelazado y sujeto a este supremo propósito de Dios y si a El le parece bien cerrar Bitinia, sé que algún día, en algún lugar me abrirá una Troas. Esperaré y seré paciente.» ¿Se abre la puerta inmediatamente para Pablo? Talvez no, pero él se aferra a la suprema voluntad de Dios aunque no sea esta de su elección.
¿Se quedó en Troas? No. Esta era solamente una puerta para el resto del mundo; una puerta para el resto de su vida. El cambio no fue fácil y sin embargo se sujetó de tal manera a la voluntad de Dios y se convirtió en un esclavo de amor del Señor Jesucristo de tal forma que ahora no se puede separar el uno del otro – como van inseparables el nombre de Judson y Birmania.
Cuando uno piensa en Judson, piensa en Birmania también y sin embargo este lugar no fue su primera elección. El fue a la India, pero los oficiales no le permitieron quedarse. Lo pusieron en un barco y después de algunas experiencias muy dolorosas desembarcó finalmente en Birmania. Decidió que también allí podía estar en la voluntad de Dios igualmente que en cualquier otra parte. Como Pablo, recogió las piezas de sus sueños frustrados, las reunió en un todo y, en la voluntad de Dios y con la gracia de Dios, logró llevarlas a una conclusión.
¿Puede hacer usted eso por fe? ¿Puede mantener su vida rendida al propósito especial que DIOS tiene para usted?
¿Qué hace Pablo después? Es obediente al llamado que dice: «Ven a Macedonia.» El no sabe el significado de Macedonia, ni tampoco es iluminado en cuanto a sus grandes privilegios. Sí sabía que Bitinia era un su tiempo uno de los países más ricos, un campo muy invitador; pero no sabía nada en cuanto a Troas. ¿Le ha cerrado Dios alguna vez a Ud. las puertas de un campo muy atractivo; le ha impedido aprovechar las oportunidades más beneficiosas; para ponerlo en una escuela; para ponerlo en un rincón donde tenga que tratar con cuatro o cinco personas; y justo en el momento cuando estaba por entrar en su Bitinia? No se preocupe; Bitinia no es para usted y pudiera ser que su Troas sea una escuela. Es mejor que pase por ella y mantenga las lámparas despabiladas, los pisos limpios, el fuego encendido y predique el evangelio eterno a los cuatro o cinco, porque más tarde ellos pudieran ser para usted la puerta hacia una Macedonia.
Entretanto Pablo está dispuesto a vivir, servir y derramar su vida por todos los que encuentra en su camino. ¿Puede hacerlo usted también? o ¿esperará hasta que pueda salir con su portafolios para predicar? ¿ Quisiera servir de otra manera? Se necesita más que un portafolio y una corbata blanca para ser un verdadero siervo de Dios. Podría someterse a su Troas? Entonces quédese allí hasta que la visión se forme delante suyo y oiga la voz del hombre de Macedonia.
Pablo pudo haber sentido lástima de sí mismo y tan confuso por lo que la gente estaba diciendo de él, que bien pudo haber desarrollado una mala actitud hacia ellos. Me gustan las siguientes líneas de Edwin Markham: El, un círculo trazó y afuera me dejó Hereje, rebelde, un objeto que despreciar. Pero Amor y yo llevamos genio de ganar, Otro círculo trazamos y a él incluyó.
¿Puede ser usted lo suficientemente grande para decir: «Te amaré a pesar de todo, haré un círculo para encerrarte con Dios y conmigo»? Eso es ser como el Señor. No se siente en Troas para lamentarse; use su hora de oscuridad para oir la Voz y con toda seguridad Dios abrirá la puerta por la que El quiere que entre para servirle mucho mejor de lo que pudo haber hecho en Bitinia.
Esta misma verdad la encontramos hasta en la vida de Jesucristo. Su primer gran deseo era tener un ministerio entre Su propio pueblo, derramar Su corazón sobre Su propia nación, pero «los Suyos no le recibieron.» El quería a Israel, pero su Bitinia jamás se le abrió. En vez de Israel encontró el Calvario, Su Troas. ¿Qué hizo El? Hizo que el Calvario (Su Troas) se convirtiera en la puerta hacia Macedonia y hacia todos los confines de la tierra.
¡Amado, anímese! Si su vida está realmente entregada a Dios, no tiene por qué temer. Deje que El dirija su vida. Aunque en su vida natural religiosa Bitinia pareciera más ventajosa, pudiera ser la voluntad de Dios dirigirlo a Troas. Espere allí pacientemente y aunque las sombras se acentúen siga orando: Bitinia, no me corresponde entrar en tus campos por más ricos que sean. Troas aquí estoy. Ampárame en la noche para descansar en tus calles. Tú, noche gentil, sé bondadosa conmigo. Dame la fuerza y la gracia para decir «sí» al hombre de Macedonia, porque de los fragmentos rotos de mi primera elección construiré la más gloriosa oportunidad para que Dios descanse u sea glorificado.
Tomado de «Broken Bread» por John Wright Follete, Gospel Publishing House, Springfield, Missouri. Copyright 1975. Usado con permiso.
Revista Vino Nuevo Vol 2-# 1