El llamamiento de pastor es alimentar, dirigir y proteger el pueblo de Dios. ¿Qué podemos hacer para que haga su ministerio con alegría?
Por Charles Simpson
El ministerio pastoral es esencial en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Escribo para estimular el aprecio de la iglesia hacia sus pastores. Los pastores auténticos fueron llamados y enviados por el Cristo ascendido para representarlo a él. Jesús dijo: «No me verán más hasta que digan: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! (Mateo 23:39)
Comencé el ministerio en 1955, y mi primer pastoreo en una iglesia comenzó en 1957. Luego, en 1963, a la edad de 27 años, fui elegido secretario de nuestra Conferencia local de Pastores Bautistas del Sur, que consistía en 90 iglesias. En los años siguientes viajé a muchas iglesias para predicar y conocí a muchos pastores. Durante esos años recorrí literalmente millones de kilómetros haciendo el ministerio. No pretendo ser un experto en el ministerio pastoral, pero lo conozco.
Por supuesto que no hay pastores perfectos porque no hay personas perfectas, incluido yo. Pero la gran mayoría de los pastores son profundamente dedicados y hacen todo lo posible para representar a nuestro Señor, servirle y servir a su pueblo. Ellos creen que el Señor los «llamó» a ese servicio. Cuando un presbiterio los examina para comprobar que tienen suficientes condiciones para su ordenación, los candidatos tienen que expresar su llamado de manera convincente. Si alcanzan ser pastores de una iglesia, asumen la obra de Cristo, el “Príncipe de los pastores», y asumen su responsabilidad ante él, ante otros pastores y ante la iglesia. Todo eso no es una tarea fácil, y con el sesgo de nuestra cultura occidental, cada día se está volviendo más difícil. Eso puede explicar por qué miles de pastores abandonan el ministerio cada año.
Por definición, la palabra bíblica «pastor» (Eclesiástico con fieles a su cargo)1 toma su similitud de la “persona que guarda, guía y apacienta el ganado, especialmente el de ovejas.”2 Esa es la palabra griega original del Nuevo Testamento e incluye a todos los que están llamados a cuidar al pueblo de Dios (pastores, obispos, ancianos, supervisores, líderes de grupo). Para un estudio de la tarea pastoral, sugiero las siguientes escrituras: Salmo 23; Juan 10; 1 Timoteo 3; Hechos 20: 1721; Tito 1; 1 Pedro 5: 1-11; Efesios 4:12).
La obra
«Pastor» es mucho más que un título, es hacer la «obra del ministerio». Los pastores están llamados “a cuidar el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere.” (1 Pedro 5:2). Entonces este «pastoreo» es nuestro patrón; y nuestro Señor, «el Príncipe de los pastores», es nuestro modelo. Los pastores velan por las almas de aquellos bajo su cuidado (ver Hebreos 13:7-17). Por lo tanto, el pastoreo requiere de una relación personal entre los que cuidan y los que son cuidados. Yo pastoreo a personas, no el edificio de la iglesia o instituciones.
He recibido muchas críticas sobre esta analogía del pastoreo, sin embargo, yo no la inventé; este es el patrón bíblico. Cuando fui ordenado, me obsequiaron una Biblia y me dieron instrucciones de predicarla y enseñarla. Tanto los que me la obsequiaron como yo, creímos que era la Palabra de Dios; todavía lo creo. Basado en este «modelo de pastoreo», dividiré la tarea en tres categorías principales: alimentar, liderar y proteger.
Alimentar al rebaño
Sabemos que las personas que cuidamos no son literalmente «ovejas»; ellos también son «sacerdotes»; tienen acceso al Padre por medio de Jesucristo (ver 1 Pedro 2: 9-10). En parte la Reforma Protestante se basó en el hecho de que todos somos sacerdotes. Los pastores no deben «enseñorearse de aquellos que están a su cargo, sino ser un ejemplo para ellos» (vea 1 Pedro 5:3). Pero, ¿con qué deben alimentar los pastores al rebaño? El Salmo 23 dice que el Pastor conduce a sus ovejas a pastos tiernos, junto a aguas tranquilas. Creo que «pastos tiernos» se refiere a la Palabra fresca.
La Reforma Protestante se basó en parte en el hecho de que todos somos sacerdotes. Los pastores no deben «enseñorearse de aquellos que están a su cargo, sino ser un ejemplo para ellos» (vea 1 Pedro 5:3). Pero, ¿con qué deben alimentar los pastores al rebaño?
El apóstol Pablo dijo a Timoteo que «predicara la Palabra a tiempo y a destiempo» (2 Timoteo 4:2). Ya que nuestra tarea es la de madurar a los santos, la Palabra de Dios es el alimento básico. Tanto Jesús como los apóstoles a menudo citaron las Escrituras, y el apóstol Pablo declaró que toda la Escritura es inspirada por Dios (vea 2 Timoteo 3:16-17).
Mi padre pastoreó su última congregación durante 35 años. Una vez, mientras yo atravesaba una temporada difícil de controversia, hablé con él como mi pastor, y él me dijo: “Sólo predica la Palabra y deja que ésta haga su trabajo”. ¡Un gran consejo! Me mantuve firme en esa temporada. Nuestra autoridad se debilita cuando nos alejamos de la Palabra de Dios. No estamos llamados a ser expertos en la cultura, aunque debemos conocerla y hablarle con la Palabra de Dios. Estamos llamados a saber lo que Dios ha dicho acerca de su pueblo y de la cultura, y luego declararlo en amor y sin temor.
El púlpito no es el único lugar desde donde los pastores “alimentan al rebaño”. Nos alimentamos en consejería, compañerismo privado y, por el ejemplo. Vivimos y enseñamos por «cada palabra que sale de la boca de Dios» (vea Mateo 4:4; Lucas 4:4). Billy Graham dijo una vez que cuando decía: «La Biblia dice», el nivel de atención de sus oyentes aumentaba. Nuestra autoridad está en la Palabra de Dios y es la base de nuestro liderazgo y ministerio.
Liderar el rebaño
Somos líderes, no «controladores»; No vamos atrás, sino adelante. Por eso nuestro ejemplo es primordial. Lo que los pastores hacen realmente habla más alto de lo que dicen (vea Juan 10:4; Deuteronomio 31:8; Isaías 45:2; Éxodo 13:21; 2 Samuel 5:24).
El pastor debe tener una visión, una dirección que el pueblo de Dios debe seguir, y es por eso que su credibilidad es crucial. Los cristianos estamos, o deberíamos estar, en una jornada, no esposados en un estatus. La Biblia está llena de relatos de visión de liderazgo (vea Proverbios 29:18). Sin una visión, las personas se vuelven inquietas, sin ley y fragmentadas. La visión une la diversidad de la congregación en torno a un propósito. El propósito nos lleva más allá del yo y el estatus.
La visión debe ser claramente articulada a menudo y debe ser de naturaleza bíblica. La jornada hacia la visión también traerá más madurez a los individuos y al grupo. Junto con la visión, se deben definir estrategias para lograrla. El liderazgo requerirá un examen continuo del progreso o falta de progreso. Hay que ganar corazones y mentes y se requerirá paciencia.
A menudo, hay distracciones que vienen con el trabajo de pastorear al pueblo de Dios; este hecho es una de las grandes frustraciones que enfrentan los pastores. Con demasiada frecuencia, las personas que deberían estar ayudando en el equipo, se sientan «en los asientos baratos» criticando a quienes trabajan. Otra gran frustración es el gran número de creyentes que se encuentran en condiciones tan necesitadas que constantemente precisan un «alto servicio de mantenimiento». Estos creyentes necesitan meterse personalmente de lleno en la Palabra, ejercer cierta fe y asumir la responsabilidad de sus vidas. Los consejeros designados pueden auxiliar al pastor ministrando a aquellos que están en tal condición para que el pastor pueda liderar con menos distracciones.
Otro problema importante que enfrenta el pastor es su propia familia. Si no podemos guiar a nuestra propia familia, ¿cómo podemos guiar a la familia de Dios? Los pastores están de guardia 24/7/365. Fui testigo de esto en la familia de mi padre y a menudo me molestaba el hecho de que lo llamaran en momentos inoportunos. Mi madre era un modelo de comprensión del trabajo pastoral; su respeto y manera de honrarlo nos ayudó a comprender su trabajo más de lo que puedo decir.
Mi padre fue un buen líder que se reflejó en el fruto de su ministerio: muchos vinieron a Cristo con vidas cambiadas como verdaderos discípulos, edificios construidos, comunidades bendecidas, presupuestos crecientes y la longevidad de su servicio.
Proteger el rebaño
El rey David es famoso por su valentía como pastor de las ovejas de su padre. Mató a un león y a un oso para proteger a sus ovejas y mató a un gigante para proteger a Israel (vea 1 Samuel 17). Jesús dijo: «El buen pastor pone su vida por las ovejas» (Juan 10:11). ¡El «asalariado» huye, pero el verdadero pastor se levanta y lucha! Jesús dio su vida para vencer la muerte y el infierno para todos nosotros.
Jesús, los profetas y los apóstoles protegieron al pueblo de Dios y lucharon contra la falsa doctrina y los falsos maestros. Se enfrentaron a los lobos (vea Ezequiel 13: 9; Jeremías 23:16; Lucas 6:26; Mateo 24:24; 2 Timoteo 4:34; Hechos 20:28-30; 1 Juan 4:16). Los verdaderos pastores se interponen entre las personas a quienes cuidan contra los destructores, sin importarles el costo, porque aman a los suyos más que a sus propias vidas. El llamado a alimentar puede ser una alegría; el llamado a liderar es un desafío; el llamado a proteger puede costarle todo. El diablo es astuto y, a menudo, difícil de saber dónde está; trabaja a través de otros y se esconde detrás de la máscara de la inocencia. Insinúa, adula y busca la debilidad. Su fin, es destruir y devorar. El pastoreo no es una misión para el ingenuo, el cobarde o el dado a procrastinar.
He tenido mi parte de confrontación con los sembradores de discordia. Cuando fui bautizado en el Espíritu Santo, muchas personas fueron bendecidas, pero algunas se volvieron con vehemencia contra mí. Seguí el consejo de mi padre y prediqué la Palabra.
En mi opinión, el pueblo de Dios y los pastores mismos necesitan pastores, o Cristo no habría enviado pastores. La alimentación, el liderazgo y la protección son vitales, especialmente frente a la perspectiva cultural actual. Si una iglesia es grande, el pastor principal ciertamente no puede hacerlo todo, pero alguien debería hacerlo; alguien a quien le importe y esté calificado.
Antes de renunciar como pastor de mi primera iglesia, ésta había crecido a unas 500 personas. El primer domingo que prediqué allí, la asistencia era de 32 personas. Renuncié después de 14 años para ingresar a un ministerio itinerante que requería viajar para predicar, enseñar y compartir mi testimonio.
Con el crecimiento de la iglesia, perdí las relaciones personales con muchos de sus miembros. Esto me llevó a entender que el pastoreo no es sólo una gestión institucional, es personal. Jesús dijo que él «llama a sus ovejas por su nombre» (Juan 10:3), y en mi contexto, yo ya no lo sabía.
Personal
Estoy agradecido de que Jesús sea mi «Salvador personal». Él me conoce por nombre y yo conozco su voz. He necesitado su liberación más de una vez; todos la requerimos. Y estoy agradecido por haber crecido en casa de un pastor. Mi padre me conocía y se preocupaba lo suficiente como para alimentarme, dirigirme y protegerme. Le debo mi vida a él. No, no siempre fui agradecido, pero él y yo vivimos lo suficiente como para mostrarle mi gratitud. Hasta el día de hoy, a menudo hago una pausa para agradecer a Dios por mis padres y por aquellos que me han brindado cuidado pastoral a nivel personal desde entonces. El pastoreo requiere fidelidad, valentía y el amor de Dios.
Octubre es un mes dedicado a honrar a los pastores. Honrar es mucho más que palabras; es estima, gratitud y apoyo. No se preocupe si cuando honra a su pastor, corre el riesgo de inflar el ego o el orgullo del pastor; créame que otros “equilibrarán” cualquier gratitud que algunos le muestren. Pero si realmente lo honramos, incluso con dinero, el Señor aparecerá y nos bendecirá por ello. Y, la honra abrirá la puerta para que Dios se mueva sobre el pastor y sobre nosotros por medio de su Espíritu Santo.
Sí, usted puede ver ministros en la televisión o leer sus libros, y eso puede bendecirlo. Pero cuando necesite ayuda personal, espero que tenga un pastor personal que usted sepa que está allí para ayudarlo. No espere hasta que haya una enfermedad, una boda o un funeral; dé gracias ahora, y hágalo con gratitud a Jesús, que envió a su pastor para que le ministre el cuidado de Cristo.
CHARLES SIMPSON es editor en jefe de la revista One to One. Ministra extensamente en todo Estados Unidos y entre las naciones.
Notas
1,2 Diccionario de la Real Academia Española
Tomado con permiso de One-to-One Magazine edición de Otoño de 2019
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la versión Reina Valera Actualizada 2015.