Y este día os será en memoria, y lo celebra­réis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis … Ex. 12:14.

Nuestros hijos están creciendo en una socie­dad que se ha vuelto antitradicional. La actitud popular a menudo los estimula a tratar la his­toria como un tema sin relevancia y a los valo­res tradicionales como pasados de moda.

Contrastando estas actitudes, sin embargo, encontramos en el relato bíblico la apreciación que Israel y la Iglesia tuvieron de la historia, como testimonio de la fidelidad de Dios, y el respe­to por los valores tradicionales dados por Dios, como normas de vida que han sido probadas por el tiempo.

Cuando los israelitas salieron de Egipto pa­ra formar una nación nueva, Dios estableció días especiales y costumbres para que las fa­milias las observaran en sus hogares -tales co­mo el sábado y la Pascua- para que el pueblo recordara lo que él había hecho por ellos y lo enseñaran a sus hijos.

Una manera en que podemos ayudar a los hijos a apreciar a su familia es estableciendo su propia tradición familiar. Muchas familias seguramente ya tienen algunas, tales como co­sas que hacen durante la Navidad, o en los cumpleaños, aniversarios y hasta durante las comidas. La práctica consistente de actividades especiales durante tiempos especiales: cena de Nochebuena con los abuelos; rosas para el ani­versario de bodas; una historia y oración antes de acostar a los niños le da significado a la vi­da de muchas maneras:

  1. Identidad. Las tradiciones especiales ha­cen que la familia sea única y da a sus miem­bros un sentido de identidad. Esta cualidad es muy importante en un tiempo cuando los jóvenes están presionados a identificarse más con sus compañeros de la misma edad que con sus padres.
  2. Estabilidad. La regularidad y la familiari­dad de una costumbre consistente son un ejem­plo de estabilidad en medio de una sociedad inestable. Saber, por ejemplo, que la familia estará toda junta para la tradicional comida dominguera ayuda a dar constancia al ciclo de la vida hogareña de semana a semana.
  3. Continuidad. Todo cambia de año a año; desde el estilo de la ropa hasta el paisaje. Nos gozamos cuando algo bueno permanece sin cambiar. La tradición familiar puede ser una constante que une a un año con el otro, pro­veyendo continuidad entre el pasado y el fu­turo y hasta entre generaciones.
  4. Significado. Es fácil dejar transcurrir los días hasta que los años pasan casi sin notarlo. La observación de días y sucesos especiales nos dan ocasión para detenernos a reflexionar sobre nuestras vidas. Los días especiales lla­man la atención a eventos de importancia en nuestras vidas; los cumpleaños celebran la sin­gularidad y el crecimiento de nuestros hijos; los aniversarios de bodas, el creciente amor en nuestro matrimonio; Semana Santa, la victoria de Cristo y su Señorío en nuestras vidas. Las tradiciones nos hacen recordar lo que es im­portante para enseñarlo a nuestros hijos.
  5. Unidad. ¿Quién puede olvidar el senti­miento caluroso de la cercanía con la familia cuando se abren los regalos durante la Navi­dad? Las tradiciones cultivan la unidad de la familia y permanece a través de los años, aun­que sus miembros estén viviendo en diferentes lugares.

¿Por qué no toma tiempo para identificar y fortalecer las tradiciones que ya tiene su fami­lia y tal vez adoptar algunas más?

Reproducido de la Revista Vino Nuevo vol. 5-nº 5 -febrero 1984