Querido amigo:

Oramos a menudo por usted, para que la gracia de Dios lo alcance en esta temporada. Él es nuestra esperanza, en tiempos buenos o difíciles como el presente. Me impresiona la urgencia de la hora en que vivimos. “La creación aguarda con gran impaciencia la manifestación de los hijos de Dios” (Romanos 8.19). La gente de todos los continentes está inquieta, asustada y dolida. Y en medio de esta confusión, muchos buscan sabiduría, esperanza, liberación… «un camino donde parece no haber ninguno» (ver Salmo 107:40).

Pero hay un Rey soberano que reina en el cielo y en la tierra.La extensión de su imperio y la paz en él no tendrán límite” (ver Isaías 9:7). Aunque nuestro enemigo pueda engañar a muchos con palabras lisonjeas, “el pueblo que conoce a su Dios se le opondrá con todas sus fuerzas” (ver Daniel 11:32).

JACOB Y ESAÚ

Hablemos ahora de una familia algún tanto disfuncional y de una comida extremadamente costosa. Abram (más tarde «Abraham») es nuestro padre en la fe y se le llama «amigo de Dios». En su vejez, Dios le dio la promesa de que él y su esposa, Saraí (más tarde «Sara»), tendrían un hijo. Abraham le creyó, pero se impacientó porque Dios se esperaba en hacerlo. Así que decidió «ayudar a Dios» teniendo relaciones sexuales con la esclava de Saraí quien concibió un hijo. Esto no les salió nada bien (ver Génesis 16). No obstante, Dios fue fiel a su palabra y dio a Abraham y a Sara el hijo de la promesa y lo llamaron Isaac, que significa «risa». Retomemos la historia de Isaac cuando ya es un hombre mayor:

 Éstos son los descendientes de Isaac, hijo de Abrahán: Abrahán engendró a Isaac. Isaac tenía cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel, el arameo de Padán Aram, y hermana de Labán el arameo. Isaac rogó al Señor por Rebeca, su mujer, porque era estéril y el Señor escuchó sus ruegos y ella concibió. Pero los hijos luchaban dentro de ella, así que ella dijo:

«Si esto es así, ¿para qué estoy aquí?» Fue entonces a consultar al Señor; y el Señor le respondió: «En tu seno hay dos naciones. Dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;
un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.»

Cuando se cumplieron sus días para que diera a luz, resultó que en su vientre había gemelos. El primero en salir era rubio y todo velludo; y le pusieron por nombre Esaú. Después salió su hermano, con la mano aferrada al talón de Esaú; y le pusieron por nombre Jacob. Isaac tenía sesenta años de edad cuando ella los dio a luz (Génesis 25:19-26).

Esaú significa «velludo» Jacob significa “el que se aferra al talón, o el que suplanta.”

La historia continúa:

Los niños crecieron, y Esaú fue un hombre de campo y un cazador experto; pero Jacob era un hombre tranquilo, que habitaba en tiendas. Isaac amaba a Esaú, porque comía de lo que cazaba; pero Rebeca amaba a Jacob.

Cierto día, Jacob preparó un guiso, y Esaú, que volvía del campo, cansado, le dijo a Jacob: «Por favor, dame a comer de ese guiso rojo, que estoy muy cansado.» Por eso fue llamado Edom – Pelirrojo1 – (Génesis 25:27-30).

DERECHOS DE LA PRIMOGENITURA

Antes de que Jacob alimentara a su hambriento hermano con el guiso, quiso jugar a «Hagamos un trato«2. Así que le dijo a Esaú: «Véndeme primero tu derecho de primogénito.» Me pregunto qué dijera Esaú; talvez: «¡Me estás tomando el pelo otra vez!» Pero, enfocado sólo en su incomodidad momentánea, Esaú cometió un error permanente:

 Esaú dijo: «¿Y para qué me sirve la primogenitura, si estoy a punto de morir?» Jacob le dijo: «Pues júramelo hoy mismo.» Y Esaú le hizo un juramento a Jacob, y le vendió su primogenitura. Entonces Jacob le dio a Esaú pan y el guiso de lentejas, y Esaú comió y bebió; luego se levantó y se fue. Así fue como Esaú menospreció la primogenitura (Génesis 25:32-34).

Como hijo primogénito, Esaú tenía lo que se llamaba una «primogenitura» y Jacob la quería. La primogenitura era una doble porción de la herencia. Isaac era un hombre rico y un gran líder. Pero nada de eso le importó a Esaú y despreció su primogenitura. Fue ingrato e irreverente con su herencia. En un momento de egoísmo impulsivo, despilfarró un regalo inimaginable. Esto le ocurrió a Esaú entonces; pero puede ocurrirle, y les ha ocurrido a cristianos de hoy. Les ha sucedido a muchas naciones que una vez apreciaron el Evangelio. Selah (medite en eso).

Más tarde, Isaac quiso dar la bendición a su primogénito. Pero, su esposa, Rebeca, urdió un plan con Jacob para que éste la recibiera en lugar de su hermano Esaú. Esta bendición “otorgaba las funciones sacerdotales en la familia y era sucesor de las dignidades y derechos del padre3”. Lógicamente, debería haberla recibido Esaú, pero éste demostraba ser indigno de esta bendición.

Es difícil entender por qué Dios ordenó soberanamente, incluso antes de su nacimiento, que Jacob gobernara sobre Esaú, o que Dios diera su favor a un pícaro como Jacob y causara que Jacob fuera un ancestro de Jesucristo. Pero había algo en el corazón de Esaú que repugnaba a Dios, y esto debería llamarnos la atención y hacernos proceder con prudencia con los dones de Dios. En Romanos 9:13, Dios hace esta simple declaración: «A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí». ¿Cómo pudo Dios decir tal cosa?

Creo que fue porque Esaú despreció algo precioso; no sólo para Abraham e Isaac, sino también para Dios. Al igual que la gente de hoy puede blasfemar contra el Espíritu Santo cuando rechaza lo que Cristo compró con su sacrificio en la cruz. Esaú blasfemó al despreciar y rechazar la herencia que Dios le había dado.

Esaú vivió atormentado para siempre por esa terrible decisión. Pero todas las naciones han sido bendecidas a través de Jacob que amó el legado, y que fue amado por Dios a pesar de sus muchos defectos. Descubra lo que Dios ama y pídele que lo haga amar eso; descubra lo que Dios aborrece y pídele que lo libre de eso.

Algunas de estas cosas no son siempre tan fáciles de cumplir, pero son sencillas si recibimos su gracia por medio del Espíritu Santo para llevarlo a cabo diariamente. Por ejemplo, sabemos que Dios ama la acción de gracias y las alabanzas de su pueblo, pero aborrece que la gente se olvide de él o que murmure y se queje (ver Salmo 23; Hebreos 12; Éxodo 15; Números 14; Romanos 1).

Sabemos que Dios honra a los que lo reverencian y les da sabiduría. Pero los que son arrogantes y rebeldes son entregados a sus propios deseos, a la necedad y a su propia destrucción (ver Proverbios 3; Proverbios 9; Romanos 1). Los que honran lo que es honorable serán honrados, pero los que siembran la discordia y propagan la calumnia serán cortados como la hierba (ver Éxodo 20; 1 Samuel 2; 1 Pedro 5; Santiago 4; Proverbios 6; Romanos 16).

Todo esto tiene una gran relevancia para nosotros como individuos, como Cuerpo de Cristo, e incluso entre las naciones. Esto debería humillarnos y llevarnos a arrodillarnos en oración y arrepentimiento ante Dios. Al mismo tiempo, debería darnos una gran esperanza al saber que nuestro Dios es un redentor persistente. El mismo Dios que redimió y obró a través de Jacob puede y obrará a través de cualquiera que le ame y ame lo que él ama.

NO VENDA SU DERECHO DE PRIMOGÉNITO

No podemos darnos el lujo de vender nuestra primogenitura o malgastar nuestra bendición en aras de un placer o poder egoísta y temporal. Hacemos demasiadas concesiones cuando creemos que necesitamos «ayudar a Dios» en el cumplimiento de sus promesas. Cuando llegan los problemas, señalamos con el dedo en vez de arrodillarnos en humilde oración. Nos apresuramos a correr y unirnos a las guerras culturales y somos lentos para enfrentar la verdadera batalla en nuestros propios corazones y mentes. Recuerde que este particular llamado de Dios al arrepentimiento no es para el mundo, sino para nosotros:

“Si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).

¿Apreciaremos nuestros derechos de haber nacido en Dios, que son su herencia para nosotros a través de Cristo y el sacrificio de otros que nos han precedido? ¿Estamos dispuestos a aceptar el llamado de Dios de entregar nuestra vida por él? ¿Estamos dispuestos a librarnos de todo peso y pecado que nos asedia? (Hebreos 12:1). En Cristo, es un nuevo día, y una nueva oportunidad para una nueva vida llena de propósito. Es un tiempo para ser diligentes, para estudiar, para presentarnos a Dios como obreros aprobados que no se avergüenzan y que usan bien la palabra de verdad (ver 2 Timoteo 2:15).

Quizá algunos hayamos despilfarrado mucho, como el Hijo Pródigo, pero la verdad nos llama a dejar de alimentar cerdos y nos invita a volver a la generosa gracia en la casa de nuestro Padre. Oigamos su llamado y no lo despreciemos.

Por favor, siga recordando este ministerio en sus oraciones y en sus donaciones este mes. Les agradecemos y oramos por usted. Que el Señor lo llene de nuevo con su Espíritu Santo, ahora y siempre.

En el amor de Cristo Jesús,

Stephen Simpson

Presidente

Referencias bíblicas: Isaías 9; Daniel 11:32; Génesis 16; Génesis 25: 19-34; Romanos 14:17; Romanos 9:13; Salmo 23; Hebreos 12; Éxodo 15; Números 14; Proverbios 3: Proverbios 9; Romanos 1; Éxodo 20; 1 Samuel 2 1 Pedro 5; Santiago 4; Proverbios 6; Romanos 16; 2 Crónicas 7:14; 2 Timoteo 2:15

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de Reina Valera Contemporánea.

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STEPHEN SIMPSON es el editor de la revista One-to-One y el director de CSM Publishing. Además del ministerio de publicaciones, Stephen ha servido al liderazgo de iglesias y ministerios en Costa Rica, Florida, Mississippi, Texas y Michigan, además fue pastor principal de la Covenant Church of Mobile (2004-2013). Sigue viajando en su ministerio por toda América del Norte y en otras naciones.

Notas del traductor:

  1. Wilkipidia https://www.google.com/search?q=Edom&oq=Edom&aqs=chrome..69i57j69i60.2122j0j15&sourceid=chrome&ie=UTF-8
  2. Let’s Make a Deal (Hagamos un trato) es un programa de televisión estadounidense que se originó en Estados Unidos en 1963.
  3. American Tract Society Dictionary – Power Bible CD

Usado con permiso de la Carta Pastoral de agosto 2021