Autor Charles Simpson
La dirección que se busca aparte de Dios resulta siempre costosa.
El hombre es la ocurrencia de fuerzas incidentales y accidentales o el producto premeditado del propósito eterno de Dios. Si creemos que el hombre fue creado, entonces será un gran disparate descuidar el consejo del Creador, o buscar dirección en otras fuentes que no sean las que El haya designado.
«El consejo es barato» y también la dirección, pero el costo de seguir consejos o direcciones baratos pudiera ser más elevado de lo que imaginamos. El consejo apropiado conduce a la justicia, a la paz y al gozo. El Salmo 1 dice: «Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos … sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corriente de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará… «
La importancia de la motivación
¿Será suficiente pedirle dirección a Dios o habrá algunas condiciones con las que tenemos que cumplir para que El nos guíe?
Un día estaba orando (un bautista fundamentalista, ortodoxo, cuerdo predicador de la verdad) y decía: «Señor, quiero predicar la verdad… Ayúdame a no caer en error. ¡Ayúdame a predicar la verdad y toda la verdad!»
Entonces la siguiente pregunta comenzó a formarse en mi mente: ¿Por qué quieres predicar la verdad? ¿Quieres hacerlo para que la gente conozca la verdad o para que piensen que TU sí sabes la verdad en realidad?» Comencé a darme cuenta que a Dios le importaban mis motivos. Mi motivación determinaría lo que haría con la verdad y la manera de comunicarla.
En otra ocasión estaba orando: «Señor, manda un avivamiento a nuestro país. Necesitamos el avivamiento.»
«¿De veras quieres el avivamiento?» vino la pregunta. «¿Señor, lo quiero más que nada!» decía yo.
«Entonces no te importaría si usara a algún otro grupo para traerlo».
«Pero, Señor, no lo harías, ¿verdad?»
Nuestros motivos son de gran importancia. ¿Queremos realmente que venga el avivamiento sin importarnos quién sea usado? o ¿queremos ser conocidos nosotros como los que lo trajeron?
Hay dos motivos básicamente para buscar dirección.
Uno es la conservación de sí mismo y el otro el sacrificio de sí mismo. El primero involucra el intento de hacer que Dios bendiga sus planes, le ayude a usted a salir de algún aprieto, o a imponer su voluntad en una situación (en el nombre de Jesús, por supuesto). Este motivo debe ser desechado con mucha oración porque la auto conservación es un instinto humano muy aferrado. El error y el peligro latente es muy sutil. Dios nos ayuda cuando tenemos problemas y nos promete la prosperidad, pero no olvidemos leer la letra menuda del contrato: «Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito» (Romanos 8:28). La verdadera prosperidad tiene que estar ligada a la voluntad de Dios. La cosa más peligrosa que le pudiera pasar a alguien es que Dios le prospere mientras se mueva fuera de Su voluntad hacia la destrucción. «Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte» (Proverbios 14: 12).
El arrepentimiento genuino no es sólo volvernos de nuestros hábitos malos; también involucra dejar la costumbre de manejar nuestras propias vidas. No sólo tenemos problemas. Nosotros somos el problema. El arrepentimiento es dejar que el yo se vuelva a Dios, el futuro y todo lo demás.
Los reyes de antaño gobernaban por «derecho divino». Era común la creencia que Dios los había establecido y quien resistiera al rey resistía a Dios. Por lo tanto, los reyes eran el poder legislativo, ejecutivo y judicial. Ellos hacían la ley y la ponían en vigor. No había votación de ninguna clase. Más adelante, se formaron parlamentos y asambleas legislativas para equilibrar este poder soberano. Los gobiernos que todavía existen con reyes son generalmente «monarquías constitucionales.» Es decir, el parlamento hace las leyes y el rey las aprueba. Los reyes modernos son generalmente «figuras decorativas.»
Muchos de nosotros queremos que Jesús sea esa clase de rey, un monarca constitucional. Haríamos las reglas y El bendeciría nuestras decisiones – un rey decorativo. Naturalmente, todas nuestras decisiones serían para conservarnos y prosperarnos porque «el Reino» existiría para nuestro beneficio: Este pensamiento es sumamente peligroso porque es un engaño. Jamás podremos relacionarnos con Dios sobre esta base. La realidad es que Dios es soberano sobre Su Reino. Todavía ejecuta «todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad» (Efesios 1: 11). No hay votación alguna y Su reino existe para Su honra y Su gloria. Sus súbditos están convencidos, por la experiencia, que El sabe lo que es mejor para ellos. Que Sus propósitos serán últimamente más realizadores que los de ellos.
Hay, sin embargo, un requisito básico para conocer la voluntad de Dios y para dejarse guiar por ella. Uno tiene que estar dispuesto a sacrificarse a sí mismo. . . y sacrificar lo que pudiese parecer que es lo mejor para sí dentro de su propio entendimiento (Lucas 14:25-35. Esto lo dice el apóstol en Romanos 12: 1,2: «Por consiguiente, hermanos, ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. (O servicio de adoración espiritual). No os adaptéis a este mundo, sino sed transformados mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis qué es la voluntad de Dios … » Antes de llegar a conocer la voluntad de Dios, debe eliminar el clamor de su auto conservación; eso significa sacrificarse a sí mismo. Entréguele sus intereses a Dios y oigalo sin el prejuicio de su motivación egoísta.
La gran pregunta ahora es ¿por qué queremos conocer la dirección de Dios? ¿Será para adelantar nuestros propios fines o para decorar nuestros planes con una fachada religiosa? ¿Para satisfacer nuestro deseo por el éxito o para encontrar nuestro lugar en el propósito eterno de Dios? Su motivación es muy importante. Recuerde que El conoce su corazón.
Isaías 58 es un gran capítulo para todo hijo de Dios. En él leemos de un pueblo muy religioso, pero no era oído cuando oraba – aunque las cosas que hacía eran buenas (vs. 1-5). En este capítulo descubrí que uno puede hacer cosas buenas (estudiar, orar, diezmar, ayunar, etc.) pero por razones equivocadas. La religión se presta como medio para alimentar al ego, para «ganar puntos con Dios» o para «debatir con los de otras persuaciones.» Quien hace todas esas cosas y continúa oprimiendo a su familia, descuidando a los necesitados o sin compasión, revela un motivo de auto conservación. Por otra parte, si sus motivos son desinteresados, Dios garantiza guiarnos «siempre» (ls. 58: 11). En otras palabras, si nuestra carga es por otros, El llevará las nuestras.
La clave para recibir dirección del Señor no es la super abundancia de actividad religiosa, conocimiento o el vocabulario que use, sino la voluntad de sacrificar su vida en los propósitos de Dios (redención). «Reconócelo (Su Señorío) en todos tus caminos, y El enderezará tus veredas» (Proverbios 3 :6).
La necesidad de dirección
Hay dos razones de peso que se pueden citar brevemente por las cuales debemos buscar la dirección de Dios: Nosotros no sabemos; Dios sí sabe. «Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová. . . escudriño la mente. . . pruebo el corazón» (Jeremías 17:9,10). Resulta ingenuo depender de sí mismo en vista de esta declaración. Únicamente cuando estamos en el eterno propósito de Dios es que llegamos a descubrirnos a nosotros mismos. Dios le dijo a Jeremías:
«Antes que te formase en el vientre te conocí» (Jeremías 1 :5). David dice: «Porque Tu formaste mis entrañas, Tú me hiciste en el vientre de mi madre … No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado. . . Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas» (Salmo 139: 13-16). Dios es el que sabe dónde encajamos en Su plan eterno. Únicamente El nos puede guiar al lugar donde podamos cumplir con su propósito.
Hay otra razón vital para buscar la dirección de Dios: Nosotros no conocemos el futuro; Dios sí lo conoce. «Cuando el Espíritu de verdad venga, os guiará a toda la verdad. . . y os revelará lo que habrá de venir» (Juan 16: 13).
» … el Señor, que hace saber todo esto desde tiempos antiguos. . .» (Hechos 15 :18). » ¿Quién hizo y realizó esto?
¿Quién llama las generaciones – desde el principio. . .?» (Isaías 41 :4). «Preguntadme de las cosas por venir … » (lsaías 45: 11). Tenemos que considerar el futuro para que la inversión presente perdure.
Estamos en medio de un realineamiento internacional. Los sistemas financieros y políticos están en un estado de fluctuación. Más naciones nuevas han emergido en nuestra generación que en cualquiera otra. Enemigos se han convertido en amigos y viceversa. Muchas fortunas han caído en bancarrota. La falsa inversión de los recursos, las habilidades y las emociones del hombre conducen al desastre. Las Escrituras hablan del colapso futuro de la política y la economía internacional. Pero no podemos echarnos atrás ante el remolino de la corriente sociológica y ponernos a salvo sencillamente. Tenemos una comisión que cumplir allí y necesitamos dirección.
La importancia de pedir dirección
«Porque el esposo es la cabeza de la mujer, así como Cristo es también la cabeza de la iglesia» (Efesios 5:23).
Una de las funciones principales de la cabeza es guiar al cuerpo. La cabeza dirige al cuerpo con sus sentidos, inteligencia y control de los nervios. Cristo es la cabeza de la iglesia. Esta declaración describe el ministerio de Cristo de guiar y dirigir a la iglesia. ¿De dónde viene su dirección? Allí está también su cabeza. Este principio es muy importante. El derecho de dirigir le pertenece a la cabeza. Una petición sincera para recibir dirección es admitir quién es la cabeza.
«Y habló Dios todas estas palabras diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos» (Éxodo 20: 1-6).
«Yo soy Jehová tu Dios, fuerte y celoso.» ¿Celoso de qué? Celoso de Israel. Israel era Su posesión adquirida, librada de la esclavitud. Dios había establecido Su pacto eterno con Abraham, Isaac, Jacob y Moisés. Israel era para El como una esposa (Jeremías 3, Oseas 2). Ellos eran Su pueblo. El tenía el derecho de dirigirlos. La esencia de Su advertencia era la siguiente: «la idolatría conduce el adulterio» (tener relaciones con otra cabeza). Generaciones más tarde, Israel ignoró la advertencia de Dios y puso ídolos» en todo monte alto y debajo de todo árbol frondoso» (Jeremías 3: 6-10).
Dios llama prostitución espiritual, a la dirección de cualquier otro espíritu que no sea el Espíritu Santo. Para Dios es como si un hombre viese a su esposa tener amoríos con otro hombre. Israel honraba a Dios de labios. . . pero su corazón estaba lejos de El. Por eso Dios se divorció de Israel (Las diez tribus del norte).
«Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. « (Deuteronomio 18:9-13).
Cuando Israel estaba frente a la nueva tierra, Dios se cuidó de recordarles sobriamente que El era la cabeza de ellos. No debían dejarse seducir por adivinos, astrólogos, consultores de muertos, hechiceros, etc. Con cuidado catalogó lo que estaba diciendo y deletreó Su disgusto de tales prácticas. Estas actividades no sólo le robaban el afecto de Su amada y la desviaban de su propósito eterno, sino que la llevaban de regreso a la esclavitud de donde acababan de salir. Todo lo que uno tiene que hacer es visitar los países que practican este adulterio espiritual para darse cuenta de la esclavitud bajo la que viven.
Dirección falsa: la caída de una nación
¿Tiene Dios el derecho de dar territorios a quienes El quiera? ¿Es del señor la tierra y su plenitud? ¡Por supuesto! ¿Le dio Dios la tierra a Israel o se la robaron ellos? Si Dios no se las dio entonces ellos se la robaron. La verdad es una o la otra. Las Escrituras dicen que Dios, el dueño legítimo del mundo, le dio la tierra a Israel (Génesis 17). ¿Fue injusto Dios al echar fuera a los habitantes que estaban allí o tuvo alguna razón válida? «Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios» (Deuteronomio 18: 14). La hechicería, la adivinación y la dirección falsa impulsó a Dios a echar fuera a estas naciones. Eran rameras espirituales que se habían unido a espíritus seductores. Esta dirección los había llevado al desenfreno y a la inmoralidad y aún hasta a la práctica literal del adulterio en sus ritos de adoración. ¿Prevalece aún el principio o fue únicamente con esa generación que Dios trató así? «Pero los hombres malos e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Tú sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quién las has aprendido» (2 Timoteo 3: 13, 14).
«Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas, y cuál será la señal de tu venida, y de la consumación de esta era? Y Jesús respondió y les dijo: Mirad que nadie os engañe (os guíe mal) … » Mateo (24:3.4).
Los españoles vinieron a las costas de norteamérica buscando oro, pero la tierra no les fue dada a ellos. Los franceses vinieron a negociar, pero tampoco a ellos les fue dada. Los peregrinos llegaron buscando la libertad para adorar a Dios y ellos heredaron la tierra.
«Hermano,» me dijo una maestra en medio de lágrimas, «no hace mucho que la Biblia se leía cada mañana en las escuelas. Ahora es el horóscopo lo que se lee.»
«Vamos a poner a nuestra hija en otra escuela,» me dijo una madre recientemente.
«¿Por qué?» pregunté yo. «¡La maestra es una bruja. Una bruja? lo que quieres decir es que ¡no te gusta!»
«No, quiero decir que es una bruja profesante y practicante. Ella lo ha admitido públicamente. «
La mayoría de los periódicos tienen una sección astrológica. Yo podría asegurar que el número de personas que profesan ser cristianos que leen las proyecciones astrológicas para su dirección, es mayor que los que leen la Biblia.
Si Dios no trata severamente con América, tendrá que disculparse con los indios americanos, los amorreos, los amalecitas, los jebuseos y con otros que han sido desposeídos según Deuteronomio 18: 14. El problema más serio que tienen las américas es el adulterio espiritual. Las bendiciones que vienen por seguir la dirección justa y las maldiciones que acarrea la falsa dirección están catalogadas en Deuteronomio 28. Estos pronunciamientos del Señor han sido sostenidos repetidamente por la historia.
Los siguientes son algunos de los resultados de guiarse por otros dioses: (1) Maldición sobre ciudades y campos; (2) confusión nacional – inhabilidad de cumplir con objetivos; (3) Pestilencia y enfermedad; (4) Sequías prolongadas seguidas por lluvias torrenciales que causan la erosión de las tierras; (S) inhabilidad para derrotar al enemigo; (6) hemorroides y enfermedades de la piel; (7) aumento de locura y desórdenes mentales; (8) opresión criminal, robos y timos; (9) infidelidad de las esposas. Las mujeres son más vulnerables a la seducción cuando los hombres se apartan de Dios; (10) los pueblos extranjeros comerán los productos agrícolas resultando en escasez y altos precios.
¿Cómo habla Dios a su pueblo?
«Profeta de en medie de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis; conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandaré. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare de mi nombre, yo le pediré cuenta» (Deuteronomio 18:15-19).
El Señor no sólo prohibió ciertos medios para buscar dirección, sino que también dio la manera que El había escogido para dirigir a Su pueblo. «Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos.» La historia que sigue es un desfile de hombres de Dios, escogidos de entre Israel para llevar la palabra de Dios a Su pueblo. Israel prosperaba cuando los escuchaba y declinaba cuando los rechazaba.
Juan el Bautista fue aceptado como profeta en Israel; también lo fue Jesús (Mateo 21: 11, 26,46). Jesús dijo que Juan era «más que profeta». Jesús era «El Profeta». Esencialmente, un profeta es alguien que habla de parte de Dios (Isaías 40:3).
Jesús endosó el ministerio de los profetas y exhortó a sus discípulos para que recibieran a los verdaderos profetas (Mateo 10:41). El ministerio de profeta continuó en la iglesia del Nuevo Testamento. Agabo (Hechos 11 :27,28), Judas y Silas (Hechos 1 S: 3 2 eran profetas. La iglesia de Antioquía y de Corinto tenía profetas (Hechos 13;1 Coro 14:29) y probablemente las otras iglesias también. El ministerio de profeta es uno de los cinco dados a la iglesia para su madurez (Efesios 4: 11). El contexto indica que este ministerio, igual que los otros, continuará con la iglesia hasta que llegue a su estatura plena.
Es necesario que comprendamos que el cargo de profeta y el ministerio de aquellos que profetizan de vez en cuando en la asamblea, no es el mismo. El profeta es un hombre a quien Dios levanta de entre el pueblo. En Efesios 4: 11, el hombre es un don de Cristo para Su cuerpo (igual que los apóstoles, evangelistas, pastores y maestros). Son dones del ministerio de Cristo para Su Cuerpo. En 1 Corintios 12: 8-10 se usa otra palabra para designar los dones del Espíritu Santo en el cuerpo. Uno de estos dones es el de profecía. Se exhorta a todo creyente desear ardientemente ese don para que lo ejercite en su debido tiempo. El ejercicio de este don debe ser juzgado por los profetas y la asamblea (1 Coro 14:29, I Tes. 5:20, 21). De manera que tenemos el cargo del profeta levantado por el Señor y dado a la iglesia y está el don de profecía del Espíritu Santo colocado en la iglesia para edificación del cuerpo. Estos ministerios se equilibran entre sí. Ambos están diseñados para operar dentro del contexto de la asamblea – es decir, la iglesia. Ninguno es la posesión privada de nadie. (1 Corintios 12: 18).
En Israel la tribu de Leví había sido separada para el sacerdocio.
La iglesia es un reino de sacerdotes (1 Pedro 2:9). Esto significa que todos tenemos acceso al trono por la obra de redención de Jesucristo (Hebreos 4: 16). El Espíritu Santo mora en todos nosotros (Romanos 8:9). La posibilidad de que todos podamos profetizar no es solamente emocionante sino también iluminadora. Todos podemos recibir dirección directa, o indirecta a través de los ministerios del apóstol, profeta, pastor y maestro. Podemos estar seguros de nuestra dirección cuando los dos están de acuerdo. Ni uno ni el otro ha sido diseñado para dirigir por sí solo a los santos del Nuevo Testamento. Hay mucha Escritura que nos exhorta a buscar a ambos.
La seriedad de tergiversar
El Señor advirtió a Israel que no rechazara el ministerio del profeta. Una responsabilidad solemne fue puesta sobre Israel. Nuestro enemigo, Satanás, estaría muy complacido en aprovecharse de la sinceridad del pueblo de Dios. Bien pudo decir: «Si no se van tras el espiritismo para que los engañe, entonces levantaré profetas falsos para que los desvíe del camino y se disgusten con los profetas y los rechacen a todos.»
Su plan ha dado resultado muy a menudo También hay personas sinceras pero erradas que tienen un deseo carnal de profetizar. Sus palabras son a menudo ciertas pero sin ningún efecto. No hay un «amén» en el hombre interior cuando se oye su mensaje. Es como el que corre para llevar un mensaje sin haber sido enviado de Dios.
Dios sabía que el cargo de profeta sería muy solicitado y popular entre los que no eran bien inspirados. Por eso dijo: «El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá» (Deuteronomio 18:20). Esta era una advertencia bien solemne. (vea Jeremías 28). ¿A qué se debe la severidad de Dios con la falsa profecía? Porque el profeta es un eslabón entre Dios y Su pueblo. Dios mismo ha establecido el cargo y ha declarado su determinación de proteger ese ministerio. Todos podemos estar agradecidos de la gracia de Dios y de Su disposición de sufrir con paciencia nuestra ignorancia. Su gracia toma en cuenta nuestra motivación, cuanto más nos desarrollamos con mayor seriedad tomaremos los medios de Su dirección.
La profecía falsa, generalmente (no siempre) tienen tres características comunes: (1) Sirve para alagar al oidor; (2) exalta al que la da, o lo establece como un oráculo y (3) no sucede según su declaración.
¿Cómo conoceremos la palabra del Señor?
«Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?; si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él» (Deuteronomio 18:21,22).
En este pasaje el Señor nos da una manera segura de juzgar a un profeta. ¿Ocurre de la manera que dijo sucedería? La implicación es que antes de aceptar este ministerio se debió haber tenido la oportunidad de juzgarlo.
«Llamando, pues, Elí a Samuel, le dijo: Hijo mío, Samuel, y él respondió: heme aquí. Y él dijo: ¿Qué es la palabra que te habló? Te ruego que no me la encubras; así te haga Dios y aún te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo. Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere. Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová. Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová» (1 Samuel 3:16-21).
A Samuel se le conoció como profeta porque sus palabras se cumplieron. También era conocido entre la gente donde ministraba. Este es un buen patrón.
Jeremías 23 es uno de los mejores capítulos en las Escrituras sobre cómo discernir los profetas verdaderos de entre los falsos. Uno de los atributos sobresalientes de un hombre enviado de Dios es que su mensaje hará volver al pueblo a Dios y a la santidad (v. 22). La palabra de Dios es como un martillo (autoridad), como fuego (purificadora) y se cumple. De acuerdo con 1 Juan 4, el Espíritu Santo exalta a Jesús, concuerda con la Palabra escrita, ministra el amor de Dios y da testimonio con la unción dentro de nosotros (1 Juan 2:20, 27).
Mi familia y yo hemos agradecido siempre la dirección de Dios y nos hemos lamentado cuando no la recibimos. Muchos casos vienen a mi mente como ilustración. En 1964, Ken Sumrall recibió el bautismo en el Espíritu Santo y lo compartió con Ralph Branham (otro amigo ministro) y conmigo. Nosotros también recibimos y a menudo los tres nos reuníamos para orar juntos.
Una noche, Ken, Ralph y yo estábamos orando. Nos paseábamos por los pasillos de la iglesia de Ralph, buscando la presencia del Señor. Ken y yo íbamos lado a lado, las cabezas inclinadas, adorando, cuando oímos decir a Ralph: «Así dice el Señor, así como caminan juntos en oración, así caminarán juntos alrededor del mundo y predicarán el evangelio … «
En ese entonces apenas si había salido del condado para predicar. Mi primera reacción dentro de mí fue: «Señor, tendrás que perdonar a Ralph. Se entusiasma mucho cuando ora. Exagera.» Alabamos al Señor un rato más y seguimos orando. Los años pasaron y nos olvidamos de la profecía. La iglesia de Ken creció y también la nuestra. Cuatro años más tarde en 1968, Derek Prince y yo ministrábamos juntos en una reunión. Derek sugirió que fuera a Nueva Zelandia. Ya Dios me había estado hablando sobre el Sureste de Asia y de esas partes del mundo. Poco tiempo después de que Derek habló en Agosto de 1968, recibí una llamada telefónica: «¡Alabado sea el Señor, hermano Charles!
«¿Eres tú, Costa?» Era Costa Deir, un buen amigo y hombre de Dios. Estaba de visita en la ciudad. «¿Puede venir a vernos mientras estás por acá?»
«No, sólo estoy aquí de paso. Te llamé para decirte que creo que debes ir a Nueva Zelandia. ¡Si es de Dios, El te lo confirmará!» En unos pocos días la invitación había venido de Nueva Zelandia. Luego vino el dinero para ir. ¿Confirmado? ¡El Señor lo hizo!
Planeaba ir no solamente a Nueva Zelandia sino a Israel, India e Indonesia también. No quería ir solo y me preguntaba quién podría acompañarme.
«Invitaré a Ken Sumrall,» pensé yo. «Nos gustará ministrar juntos.» Después de un tiempo de oración con su gente, él respondió que iría.
Pronto llegó el día que teníamos que partir. Estábamos en el avión rumbo a Nueva York, anticipando con alegría nuestra jornada, cuando Ken dijo: «Charles, ¿te acuerdas de aquella noche que estuvimos orando con Ralph …» En un instante recordé la profecía de hacía cuatro años y que había olvidado: «Caminarán juntos alrededor del mundo y predicarán el evangelio … «
Dios cumple con Su palabra. La verdadera dirección es una porción del propósito eterno que Dios ha puesto dentro del corazón humano y no ha sido dada en vano. La dirección falsa se conoce porque aparentemente traerá una ganancia momentánea, pero nunca incluye el plan eterno de Dios. Es una mala inversión. La dirección que recibe es vital. Es importante saber de dónde viene.
El Proceso de la Dirección Divina
Conciencia de la necesidad de dirección divina. Arrepentimiento de querer manejar nuestros propios asuntos, y búsqueda de Dios con oración y ayuno.
La Palabra del Señor nos viene de la siguiente manera:
- Ministerios
- Escrituras
- Visión, sueños
- Deseo creciente o interés en ciertas áreas
- Impresiones subjetivas
- Puertas abiertas y circunstancias favorables.
Necesidad de ser confirmada por:
- El Espíritu Santo dando testimonio a nuestro espíritu.
- Acuerdo con la Palabra.
- Acuerdo con su pastor.
- Acuerdo con la congregación (acuerdo colectivo del cuerpo).
- Circunstancias y recursos. Acción con el respaldo del cuerpo donde Dios lo ha ubicado.Vino Nuevo Vol 2-#2