Un examen sistemático de las Escrituras

Autor Derek Prince

Introducción

Recientemente se ha levantado una controversia dentro del Cuerpo de Cristo con respecto a un número de conceptos bíblicos, tales como: El Discipulado, El Pastorado, La Sujeción, La Autoridad (dentro y fuera de la iglesia local), El Diezmo, etc. Desafortunadamente, esta controversia adolece de confusión y malentendidos, causados mayormente por reportes incorrectos y exagerados, por falta de comunicación y por el prejuicio. En el siguiente estudio, me propongo asentar, tan objetivamente como me es posible, algunos principios sencillos y esenciales, que se encuentran en las Escrituras con respecto a estos temas. Una vez que estos queden establecidos, habrá lugar para desarrollar una serie de estudios más detallados y más profundos.

  1. Haciendo discípulos  
  2. En Marcos 16:15-16 Jesús comisionó a sus discípulos a predicar el evangelio a toda criatura; los que creyeron y fueron bautizados fueron salvos. En Mateo 28: 19-20 los comisionó a que hicieran discípulos de todas las naciones; el bautismo era el acto por medio del cual se debía hacer el compromiso para el discipulado. De esta manera, la fe debía conducir al bautismo y éste al discipulado. El propósito final de la predicación del evangelio era producir discípulos. Los discípulos eran los únicos a quienes se reconocía como «cristianos» (Hechos 11:26).
  3. El bautismo es la identificación con Cristo en la muerte, sepultura y resurrección (Romanos 6:3-4, Col 2:12). Una persona que muere y es enterrada, no se lleva nada de su vida anterior. El requisito básico para convertirse en un discípulo es «renunciar a todas sus posesiones» (Lucas 14:33). De manera que ser bautizado y convertirse en un discípulo involucra la misma cosa: renunciar totalmente a un modo de vida y entrar a otro completamente nuevo.
  4. El patrón de la enseñanza  
  5. Jesús comisionó a sus discípulos para que hicieran discípulos por medio del bautismo y entonces que fueran más allá y enseñaran a esos discípulos todo lo que El les había enseñado. Este proceso debía continuar, inalterable, hasta el fin del mundo (Mateo 28:19- 20).
  6. Jesús enseñó a sus discípulos, en su ministerio en la tierra, no sólo qué enseñar, sino también cómo hacerlo. El nunca practicó la enseñanza formal en una aula. El predicó y enseñó en las sinagogas y en muchos otros lugares, pero su método era primero «hacer» y después «enseñar» (Hechos 1:1). Cuando El comenzó a dar entrenamiento especial a los doce apóstoles, su primer requisito fue «que estuvieran con El» (Marcos 3:14). Mientras ellos estuvieron con El en esta relación, El les dio órdenes directivas, no ruegos ni sugerencias. Más tarde los envió de dos en dos, para que practicaran lo que habían aprendido. Como Jesús Mismo, estos hombres también «hicieron» y «enseñaron», y regresaron para dar su informe (Marcos 6:7,30).
  7. Estos hombres, a quienes Jesús había escogido, eran, según el mundo, «sin preparación y del pueblo común.» Sin embargo, sus ministerios eran poderosos y exitosos, y sus oponentes se lo atribuían al hecho de «que habían estado con Jesús» (Hechos 4:13).
  8. Cuando hablamos de la «enseñanza» en el contexto cristiano del Nuevo Testamento, debemos pensar primordialmente en el patrón esbozado arriba. «La enseñanza» no se debe separar del «hacer».
  9. Los líderes de La Iglesia  
  10. En las congregaciones del Nuevo Testamento, todos los cristianos (i.e. discípulos) debían estar bajo el gobierno de los líderes debidamente reconocidos. Siempre se hacía referencia a los líderes de cada iglesia local, colectivamente, en el plural. Se les llamaba por tres nombres distintos, pero relacionados: ancianos; obispos (o supervisores) y pastores.
  11. Hay tres verbos griegos que se usan para «gobernar»:

(1) «hegeomai» =Guiar, o dirigir, como un pastor guía a sus ovejas o un general dirige su ejército. Como sustantivo, Mateo 2:6 lo traduce «gobernante» y Hechos 7:10 «gobernador.»

(2) «poímaino» = pastorear (del sustantivo «poimen» =»pastor»). Esta palabra es traducida «regir» en Apocalipsis 2:27; 12:5; 19:15, y «cuidar» en 1Corintios 9:7). En otras palabras, el concepto de pastorear incluye tanto el «regir», como «cuidar» y «apacentar.» «Regir con vara de hierro» en Apocalipsis 2:27; 12:5 y 19:15, se basa en la metáfora de la «vara» del pastor, pero el hecho de que ésta sea de hierro (y no de madera) denota ira y juicio, en vez de gracia y misericordia.

(3) «proisterni» =Estar sobre o a la cabeza de, «presidir», o «dirigir» (vea Romanos 12:8, 1 Tesalonicenses 5:12, 1 Tim. 3:4, 5,12; 5:17). En 1 Timoteo 3:4, 5,12 hay un paralelo directo en la manera en que un hombre gobierna su casa y la manera en que gobierna la iglesia.

De modo que la autoridad de un padre en la familia es un patrón para un líder en la iglesia.

  1. Las siguientes Escrituras son una indicación más, de que en el Nuevo Testamento se esperaba que los cristianos fueran gobernados por los líderes:

«Os rogamos que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en el Señor, y os instruyen … » (1 Tesalonicenses 5:12). «Que los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor. . . » (1 Timoteo 5: 1 7). «Obedeced a vuestros pastores (guías, dirigentes), y sujetaos a ellos» (Hebreos 13: 17).

  1. Todas las escrituras citadas en el punto C. 3 arriba, indican pluralidad de liderazgo. Aquí hay otras escrituras que indican lo mismo: «Los ancianos» (Hechos 11:30); «después de designar ancianos en cada iglesia» (Hechos 14:23); «los apóstoles y los ancianos» (Hechos 15:2,4,6,22,23); «los ancianos de la iglesia» (Hechos 20: 1 7; «el Espíritu Santo os ha hecho supervisores» (Hechos 20: 28; «todos los ancianos estaban presente» (Hechos 21:18); «los obispos y diáconos» (Filipenses 1:1) «y designarás ancianos en cada ciudad» (Tito 1:5); «que llame a los ancianos de la iglesia» (Santiago 5:14).
  2. Para en tender la relación entre ancianos, obispos y pastores, podemos comparar las siguientes escrituras: Hechos 20:17,28; Tito 1:5,7; la. Pedro 5: 1-3. Estas escrituras revelan que «los ancianos» eran también «supervisores» (obispos), responsables de «pastorear el rebaño (la congregación).    
  3. A la luz de las escrituras citados en los puntos C. 3,4 y 5 arriba, cualquier cristiano que acepte el patrón de la iglesia del Nuevo Testamento como aplicable todavía para el día de hoy, haría bien en buscar las respuestas a las siguientes preguntas: Por esta razón, en las relaciones espirituales­: ¿Quiénes son los líderes que me gobiernan en la iglesia? ¿Los conozco? ¿Me conocen ellos a mí? ¿Hay una relación justa entre ellos y yo?
  4. Una vez que la pluralidad básica del liderazgo haya sido establecida en la iglesia, el Espíritu Santo pondrá normalmente sobre uno de los líderes, las responsabiliddes especiales para la dirección y la administración ejecutiva. Esto tomará la forma de un carisma -un don especial que lo separa para esta función y lo capacita para ejercerla.

No es necesario que sea permanente. Puede llegar el día cuando el Espíritu Santo transfiera este carisma de un líder a otro, pero esto no afectará la función cabal del grupo. Sobre todos los líderes cae la responsabilidad de reconocer este carisma y someterse a él sin objetar la persona sobre quien descanse.

  1. Entre tanto que un hombre funcione con este carisma, él es el vocero y el agente de todo el grupo de líderes. Sin embargo, la responsabilidad final de todas las decisiones mayores descansa aún en el liderazgo colectivo. En la conferencia descrita en Hechos 15: 1-29, parece que el carisma de la dirección estaba sobre Jacobo (o Santiago)– quien era uno de los apóstoles (vea 1 Corintios 9:5). No obstante, la decisión final fue expresada con estas palabras: «Porque pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros … » Es decir, la decisión fue unánime de todo el grupo y expresaba el pensamiento de Cristo impartido por el Espíritu Santo para su Cuerpo, la Iglesia, que estaba funcionando en el orden divino (vea 1 Corintios 2:16). La experiencia ha demostrado hoy que cuando el liderazgo funciona de acuerdo con este patrón, el resultado es una unanimidad similar.
  2. Autoridad y sujeción
  3. Entre los cristianos, los que gobiernan no deben imponer su autoridad de la misma manera que el mundo lo hace frecuentemente (vea Mateo 20:25-28, Marcos 10:42-45, Lucas 22:25-27). Por lo tanto, si es que los critianos han de ser gobernados en la iglesia, tendrán que hacerlo posible con la sujeción voluntaria a sus líderes. Por esta razón, en las relaciones espirituales, el Nuevo Testamento siempre instruye primero a quien tiene la responsabilidad de someterse a la autoridad y solamente después a quien es responsable de ejercer la autoridad. Si el primero no se sujeta, no existe ninguna base bíblica con la que el segundo puede ejercer la autoridad.
  4. El Nuevo Testamento ordena que todos los cristianos se sometan unos a otros (Efesios 5:21, 1 Pedro 5:5). También manda la sujeción en las siguientes relaciones específicas: (1) esposas a su esposo (Efesios 5:22); (2) hijos a padres (Efesios 6:1-3); (3) siervos a sus amos (Efesios 5:22); (4) jóvenes a sus mayores (1 Pedro 5:5); (5) todos los cristianos al gobierno secular en todos sus niveles (Romanos 13:1–5, Tito 3: 1-2, 1 Pedro 2: 13-·14(; (6) todos los cristianos a los que gobiernan en la iglesia (vea las citas en el punto C. 3 arriba).
  5. La sumisión es una actitud interna del espíritu, no una simple obediencia externa. Es posible obedecer sin ser sumiso (como el hermano mayor en la parábola del hijo pródigo en Lucas 15:25-30. De igual manera, es posible ser sumiso y rehusar obedecer en casos específicos (como Pedro y los otros apóstoles en Hechos 4:19-20; 5:29).
  6. Sin embargo, la sumisión se prueba únicamente cuando se requiere que hagamos algo que de otra manera no haríamos. También, como cristianos, no obedecemos a los que están en autoridad porque sean como debieran ser; les obedecemos porque están en lugares de autoridad y toda autoridad proviene últimamente de Dios mismo.
  7. Dios ha hecho a Cristo el Gobernador supremo sobre todas las áreas del universo, incluyendo a la iglesia (Mateo 28:18, Efesios 1:20-22, 1 Pedro 3: 22). No obstante, Cristo no gobierna directamente en su propia Persona en todas las áreas. Lo hace a través de la autoridad delegada- es decir, aquellos a quienes El ha puesto en autoridad bajo Sí Mismo. Dondequiera que su autoridad delegada toca nuestras vidas, El nos requiere que la reconozcamos y nos sometamos a ella, como si fuera a El en Persona. Por lo tanto, cuando envió a Sus primeros apóstoles, les dijo: «El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió» – Dios el Padre (Mateo 10:40). Aquí hay una cadena descendente de autoridad:

Cristo representaba al Padre y los apóstoles a Cristo. El que recibía a los apóstoles, recibía a Cristo y de esa manera al Padre. A la inversa, rechazar a los apóstoles significaba rechazar a Cristo y al Padre.

  1. Esto deja sentado un principio vital: Nuestra actitud hacia aquellos en quienes Dios delega autoridad sobre nosotros, es la expresión externa y visible de nuestra actitud hacia Dios Mismo.
  2. Obviamente, tienen que haber algunas defensas contra el abuso de autoridad por los líderes de la iglesia. Veamos cuatro:

(1) Se requiere de todo líder que reconozca y se someta a la Escritura como autoridad final (2 Timoteo 3: 16, 4:2).

(2) Un hombre debiera ser probado en todas las áreas de su vida antes de darle una posición de líder (vea los puntos E. 3 y 4 abajo).

(3) Todo líder debe estar sujeto a un grupo de sus pares para ajuste, corrección y disciplina (vea C. 4 abajo).

(4) En la última instancia, Cristo es «la Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia» (Efesios 1: 22); y el Señor sube a unos y a otros baja (Salmo 75 :6-7). Si el abuso de autoridad llega hasta un cierto punto, Cristo intervendrá con su juicio y pondrá un nuevo líder (vea Apocalipsis 2 & 3)

  1. Requisitos para el liderazgo    
  2. En las iglesias del Nuevo Testamento, los líderes se levantaban de entre los cristianos de cada congregación. Esto se lograba por medio del patrón básico de «enseñanza» que Jesús practicó con sus discípulos (vea B. 2 arriba). Los aspirantes no eran enviados para su educación a alguna institución externa, separada de la vida cotidiana de la iglesia.
  3. En Hechos 6: 1-6 se escogieron de entre la congregación, hombres para «servir mesas» (diáconos). En Hechos 14:25 Pablo y Bernabé designaron de entre los cristianos de cada congregación, ancianos sobre las nuevas iglesias. En sus epístolas Pablo instruye tanto a Tito como a Timoteo a que siguieran el mismo procedimiento (vea 1 Timoteo 3:1-3; 5:17-22, Tito 1: 5–9).
  4. Para aspirar al liderazgo, un hombre debe demostrar dos cualidades básicas:

(1) Disposición para servir (para ser un esclavo) (vea Mateo 20:25-28, Marcos 10:42-45, Lucas 22:25- 27). El requisito de «servir» protege al hombre del orgullo. Es peligroso impartir conocimiento a alguien que no está sirviendo, porque «el conocimiento» – por sí solo- produce arrogancia (hincha o infla)» (1 Corintios 8: 1).

(2) Fidelidad. En Lucas 16:10-12 Jesús especifica tres áreas de fidelidad: en las cosas pequeñas (antes que las grandes); en el dinero (antes que las riquezas espirituales); en servir a otros (antes que cuidar de lo suyo propio).

  1. Un hombre debía probar su fidelidad y su eficiencia en su área designada de servicio antes de cualificar para una forma más elevada de servicio. Por ejemplo, el buen éxito en el diaconado hacía a un hombre apto para un nivel más alto de autoridad (1 Timoteo 3: 10,13).
  2. El entrenamiento para los ministerios «translocales» (que se extienden más allá de una sola congregación local) seguía el mismo principio. Un joven era puesto a trabajar con y bajo un hombre más maduro. Entonces era gradualmente ascendido hasta un lugar donde se podía desenvolver competentemente por sí solo y eventualmente entrenar a otros en la misma manera que él había sido entrenado. Por ejemplo, en 2 Timoteo 2:2 tenemos cuatro «generaciones» espirituales: Pablo (primera generación) entrenó a Timoteo (segunda generación): Timoteo había sido encargado de entrenar a hombres fieles bajo él (tercera generación); éstos a su vez entrenarían a otros hombres bajo ellos (cuarta generación).
  3. Pastores  
  4. Efesios 4:7-16 trata de los principales «dones de ministerios»: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Estos son «dones» (del griego «domata») del Cristo ascendido para su iglesia. Cada hombre en su ministerio, es un «don» («doma»). Pero el ministerio de cada hombre es «conforme a la medida del don (del griego «dorea») de Cristo.» En otras palabras, Cristo en sus varios ministerios, se imparte a Sí mismo a su iglesia a través de estos ministerios. Lo que hace apóstol a un hombre es Cristo el Apóstol en él; lo que hace profeta es Cristo el Profeta en él; Cristo el Pastor en él es lo que lo hace un pastor; y así sucesivamente. Sin embargo, todos estos ministerios expresan en una forma o en otra, el corazón de pastor de Aquel que es «el Príncipe de los Pastores» (1 Pedro 5:4).
  5. Pablo dice en 2 Corintios 5:16 «De manera que de aquí en adelante no conocemos a nadie según la carne; aunque hemos conocido a Cristo según la carne, sin embargo, ahora ya no le conocemos así. Por tanto, si alguno está en Cristo, nueva criatura es . . . «Esto se puede aplicar en dos direcciones – hacia Cristo y hacia los cristianos. En ninguno de los dos casos nos concernimos con lo que ellos son «según la carne». Ya no buscamos al Cristo «histórico» que anduvo por los caminos de Galilea, externamente indistinguible de los otros hombres de su tiempo y de su cultura. Lo buscamos a El manifestado en nuestros hermanos cristianos. Ya no vemos más a José Fulano, el fontanero, sino a Cristo el Apóstol dándose a nosotros a través de José. Ni tampoco vemos a Jaime Sutano, el contabilista, sino Cristo el Pastor,dándose a nosotros a través de Jaime. Es de vital necesidad que reconozcamos y aceptemos a cada hombre por lo que es en virtud de su ministerio que le ha sido impartido por Cristo.
  6. En Juan 10:11 Jesús se llama a Sí mismo «El Buen Pastor». «El es el patrón de lo que todo pastor debiera ser. Las siguientes son algunas de las responsabilidades indicadas: (1) conocer a las ovejas; (2) ser conocido por las ovejas; (3) llamarlas por nombre; (4) conducirlas; (5) proveerles pasto adecuado; (6) protegerlas contra el ladrón; (7) dar la vida por las ovejas.

Las dos responsabilidades principales de las ovejas son (1) oír (reconocer) la voz del pastor; (2) seguirlo.

  1. El Salmo 23 incluye las siguientes dentro de las responsabilidades de los pastores: (1) provisión total para las ovejas; (2) guiarlas por sendas de justicia; (3 guiarlas a buen pasto y agua; (4) caminar con ellas por «el valle de la sombra»; (5) disciplinarlas (vara) y alentarlas (cayado).
  2. En Ezequiel 34: 1-10 la lista es la siguiente: (1) fortalecer las débiles; (2) curar la enferma; (3) vendar la perniquebrada; (4) volver al redil la descarriada; (5) buscar la perdida. Como los pastores de Israel no cumplieron con sus responsabilidades, el Señor les declara que los juzgará y les quitará Sus ovejas. También enfatiza – aquí y a través de toda la escritura –que las ovejas sin pastor son descarriadas y presa fácil de las enfermedades y las fieras del campo.
  3. El Padre le dio a Jesús las ovejas por quienes El era responsable (Juan 10:29). Jesús se convirtió en la puerta para sus ovejas cuando entregó Su vida; cuando el Padre lo resucitó, se convirtió en Su Pastor (Hebreos 13:20). Todos los que traten de acercarse a estas ovejas de cualquier modo que no sea a través de Jesús, la puerta, quebrantan los principios divinos y se declaran «ladrones y salteadores».
  4. Cuando consideramos las responsabilidades de un pastor, según las listas en los puntos F.3 al 7 arriba, vemos claramente que un hombre sólo puede servir como pastor a un número de personas estrictamente limitado. Esta consideración nos lleva a una importante conclusión práctica: siguiendo el patrón descrito en el punto B.2 arriba, necesitamos entrenar a muchos hombres más con capacidad para servir como pastores. Así ayudaremos a muchos cristianos cuyas necesidades no se están atendiendo presentemente y fortaleceremos a todo el Cuerpo de Cristo.
  5. Autoridad trans-local  
  6. La autoridad de gobierno dentro de una iglesia local, descansa en la pluralidad de los ancianos que residen allí y que han sido designados para funcionar dentro de esa congregación en particular (vea las escrituras en C.3 y 4 arriba). Sin embargo, hay tres ministerios puestos en la iglesia con autoridad especial: «en primer lugar apóstoles, en segundo lugar profetas y en tercer lugar maestros.» (1 Corintios 12:28). Cuando un hombre que tiene uno de estos tres ministerios, reside en una localidad, allí toma su lugar con los otros ancianos – como anciano él también (vea 1 Pedro 5: 1, Hechos 13:1-4). En lo que respecta al gobierno, estará al mismo nivel con los otros ancianos, pero cuando funcione en su ministerio, (apóstol, profeta o maestro), posee una autoridad especial que los otros ancianos necesitan reconocer.
  7. El «evangelista», mencionado por Pablo en Efesios 4:11, no está incluído en 1 Corintios 12:28. En este último pasaje Pablo habla de los ministerios que han sido puestos «en la iglesia» (la asamblea de los creyentes). Por su misma naturaleza, el ministerio del evangelista funciona fuera de la iglesia, entre los que aún no se han convertido. Tampoco especifica a los «pastores». Porque ellos están incluídos automáticamente en el cuerpo de gobierno de los «ancianos» presentes en todas las, iglesias locales (vea C.S arriba).
  8. Normalmente, la autoridad de un anciano está confinada dentro de la iglesia en la que ha sido designado, pero los otros ministerios «tran-locales» mencionados en 1 Corintios 12:28 (apóstol, profeta, maestro) pueden ejercer autoridad dondequiera que el Espíritu Santo los dirija dentro del Cuerpo de Cristo.
  9. Sin embargo, ya se ha dicho que la autoridad espiritual no se puede imponer, sino que se le ha de someter voluntariamente (vea D.1 arriba). Por lo tanto, en una área donde exista y funcione una colectividad de ancianos (presbiterio), los hombres con ministerios trans-locales podrán operar bíblicamente sólo si los ancianos les abren la puerta y endosan, sus ministerios (vea F.7 arriba).
  10. Las funciones principales de estos ministerios trans-locales son: capacitar a los creyentes para la obra, edificar el Cuerpo de Cristo, llevar a los creyentes a la unidad de la fe y a una relación justa entre sí (Efesios 4: 11-16).
  11. El Nuevo testamento abunda con ejemplos de autoridad trans-local. He aquí algunos:

(1) Apóstoles venidos de Jerusalén ejercieron autoridad en la recién formada iglesia de Samaria (Hechos 8: 14- 25).

(2) Profetas de Jerusalén ejercieron autoridad en Antioquía (Hechos 11 :27-30).

(3) Profetas y maestros en Antíoquía designaron apóstoles a que fueran a otras áreas y ellos a su vez designaron ancianos en varias ciudades (Hechos 13: 1- 4; 14:23).

(4) Apóstoles y ancianos de Jerusalén, a través de los ministerios de dos profetas – Judas y Silas ejercieron autoridad en Antioquía (Hechos 15:23-33).

(5) Apolo, maestro, fue enviado de Efeso para edificar a los creyentes en Acaya.

  1. Además de todo esto, casi todas las epístolas del Nuevo Testamento representan el ejercicio de autoridad por el escritor, o los escritores, en lugares donde ellos no residían. Pablo, a través de sus cartas, ejerció autoridad en iglesias donde él había ministrado personalmente (p.ej. Corinto, Filipos) y también en las que nunca había ministrado personalmente (p.ej. Roma, Calosas). También ejerció su autoridad, fuera del área de su residencia, sobre individuos que estaban personalmente relacionados con él (( p.ej. Timoteo, Tito). Es más, endosó los ministerios de otros hombres para que operasen en áreas donde él no residía. Algunos ejemplos son: Timoteo y Epafrodito (Filipenses 2: 19-25); Tíquico, Onésimo y Marcos (Colosenses 4: 7-10). De la misma manera, Juan en una epístola denuncia a Diótrefes y elogia a Demetrio (3 Juan 9-12).
  2. Realmente que la palabra «autónoma» no era aplicable dentro de la estructura ecleciástica del Nuevo Testamento. Todos los cristianos – como individuos y como iglesias – eran en alguna medida interdependientes. Se les requería que se reconocieran mutuamente, que se recibieran el uno al otro, que se sometieran unos a otros. El concepto de «la iglesia autónoma» es un saldo antibíblico traído al campo espiritual, del individualismo desenfrenado que manifiesta mucho de nuestra sociedad contemporánea.
  3. Los diezmos    
  4. El diezmo es un mandamiento para el pueblo de Dios, que no empezó ni terminó con la ley de Moisés. La primera mención está en Génesis 14:18-20. Abraham da diezmos directamente a Melquisedek, un sacerdote. Más tarde, Jacob promete al Señor el diezmo de todo lo que reciba (Génesis 28:20-22). No hay indicación precisa de cómo cumplió con su promesa.
  5. Bajo la ley de Moisés, el pueblo entregó sus diezmos a los Levitas y ellos a su vez dieron el diezmo de sus diezmos al sumo sacerdote (vea Números 18:30-32. Nehemías 10:37-38). Bajo la ley, los diezmos se usaban únicamente para el mantenimiento del ministerio sacerdotal, no para construir o equipar lugares de adoración. Esto se hacía con ofrendas especiales. Para la construcción del tabernáculo, vea Exodo 35:4-29; 36:5-7. Para el templo de Salomón, vea 1 Crónicas 29: 1-9.
  6. En Malaquías 3:10, Dios manda a su pueblo a que traiga «todos los diezmos al alfolí.» El «alfolí» tiene dos funciones normalmente: provee el alimento que necesitamos para comer y la semilla para sembrar de modo que podamos obtener la próxima cosecha. En otras palabras, los diezmos deben ir a la fuente donde obtenemos nuestro «alimento» y «semilla» espirituales.
  7. La epístola de los Hebreos, en el Nuevo Testamento, presenta a Jesús como nuestro Sumo Sacerdote «según el orden de Melquisedek» (vea Hebreos 7: 1-24). Parte de Su «sacerdocio inmutable» es recibir los diezmos de su pueblo como lo revela originalmente Génesis 14: 18-20. Sin embargo, el Nuevo Testamento no detalla precisamente la manera en que los cristianos dieron sus diezmos.
  8. En 1 Timoteo 5:17-18 Pablo dice: «Que los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, particularmente los que trabajan con afán predicando y enseñando. Porque la Escritura dice: No pondrás bozal al buey cuando está trillando, y el obrero es digno de su salario.» En 1 Corintios 9:7 Pablo menciona el principio que quien cuida un rebaño, bebe la leche del rebaño. La implicación clara es que un pastor que cuida del pueblo de Dios, tiene derecho al sostén financiero de sus ovejas, basado en la proporción del tiempo que dedique a su ministerio.
  9. En Hechos 4:34-35 los cristianos que vendieron sus propiedades, las depositaban a los pies de los apóstoles. De manera que la administración del dinero la hacían los líderes. Hay tanto poder en el manejo del dinero, que los líderes que no ejercitan una supervisión efectiva en las finanzas, no están en posición de dirigir efectivamente.
  10. Podemos resumir ciertos principios generales que indica la Escritura con respecto al diezmo:

(a) En el Antiguo Testamento:

(1) Los diezmos se usaban para el sostén del ministerio sacerdotal, no para la construcción o el mantenimiento de los lugares de adoración.

(2) Los diezmos deben canalizarse a la fuente de donde obtenemos nuestro «alimento» y «semilla» espirituales.

(b) En el Nuevo Testamento:

(1) Un pastor que dedica su tiempo a cuidar el rebaño de Dios merece ser sostenido de los diezmos de aquellos a quien cuida.

(2) El dinero y las posesiones eran confiados directamente a los líderes para que ellos las repartieran según eran las necesidades de la congregación.

Conclusión  

Este estudio ha bosquejado algunos principios bíblicos muy amplios con respecto al liderazgo y al ministerio en la iglesia. Si se trata de hacer cualquier aplicación práctica, necesitamos observar cuidadosamente la distinción entre principios y métodos. Los principios son universales en su aplicación (aunque algunas veces son limitados por las excepciones). Los métodos deben ser flexibles y pueden variar de acuerdo a lo que dicte cada situación en particular.

También, debemos reconocer que en muchos la iglesia contemporánea está funcionando – según las normas del Nuevo Testamento – en un plano gravemente subnormal. Si bien no podemos hacer inmediatamente todos los cambios necesarios. Para levantar a la iglesia de su subnormalidad actual al nivel del Nuevo Testamento, se requiere – de todos nosotros – mucho tiempo, trabajo, fe y paciencia.

Este artículo fue tomado del libro Discipleship, Shepherding, Commit­ ment, copyright Derek Prínce 1976. Usado con permiso.

Vino Nuevo Vol 1-Nº 9