Autor Charles Simpson
¿Qué clase de herencia estamos dejando para la próxima generación?
«Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová» (Isaías 54: 17). Dios promete salvar a Su pueblo obediente del ataque físico y verbal. El promete que en su herencia está incluida la vindicación continua de su integridad – una promesa muy deseable.
Muchos americanos ignoran completamente el papel de Dios en el origen y en el patrimonio de su nación. El Dr. Billy Graham, citando un artículo de la revista Life, dedicada a la celebración del Bicentenario de la independencia de los Estados Unidos, titulado «Cien Acontecimientos que Formaron a América,» dijo que de la lista de cien grandes acontecimientos, únicamente uno o dos «se podían llamar religiosos en el uso más significativo de la palabra.» De este artículo en Life uno podría concluir que la religión tuvo un papel casi insignificante en la formación de América. Pero esta conclusión está totalmente equivocada.
Otra evidencia de la ignorancia de muchos americanos en relación a su herencia espiritual se reveló en una encuesta realizada en 1975, en la que treinta y dos millones de norteamericanos se declaraban creyentes en la astrología. Es decir, creían que sus destinos estaban influenciados por la posición de las estrellas. El 90% de las personas menores de treinta años se interesan por el signo astrológico bajo el que nacieron. La mayoría de los periódicos de América tienen una columna astrológica. No es una exageración decir que más personas leen la guía astral diariamente que la Biblia. La encuesta reflejó también que la mayoría de aquellos que creen en la astrología no ven ninguna incompatibilidad entre el cristianismo y ella. Ignoran las advertencias de las Escrituras como Isaías 47: 11-13. «Vendrá, pues sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti. Estate ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigasteis desde tu juventud; quizá podrás mejorarte, quizá te fortalecerás. Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti «
Como cristianos los americanos tenemos que volver a ser confortados con nuestra herencia espiritual. Los aniversarios son oportunidades para recordar el pasado y volver a ser educados en él. Estos ofrecen oportunidades para ganar perspectiva en el presente, nuestro bicentenario aniversario es una oportunidad para reconsiderar los faetones espirituales presentes en el origen de nuestra nación. La manera en que los recordemos podría determinar la manera en que seremos recordados.
La salvación es una herencia
El Salmo 78 bien pudo haber sido leído durante algún aniversario nacional. El Salmo recuerda la manera en que Dios salvó a Israel en sus muchas situaciones de crisis mandándole a testificar de los hechos de Su salvación a las futuras generaciones.
El estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó en nuestros padres que la notificasen a sus hijos; para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos … vs. 5-6 Existe un parecido entre la herencia de Israel y la herencia de América. La sociedad libre que se disfruta hoy en los Estados Unidos no vino sin ningún esfuerzo. La misma concepción de esta nación se efectuó en una tierra salvaje. Su nacimiento se caracterizó por los intermitentes dolores de parto a través de muchos años. Inmediatamente después de su nacimiento hubo guerra con su madre patria a la que siguió una profunda crisis de identidad. Tuvo amoríos con otras naciones, algunos de los cuales terminaron en conflictos sangrientos. Dentro de la familia, las tensiones eran tan grandes que el Norte y el Sur se quisieron divorciar, pero el matrimonio se «Salvó» a punta de bayoneta. Últimamente ha estado tan preocupada tratando de resolver los problemas del mundo que de nuevo ha sufrido amenazas de divorcio.
Pero para la mayoría de nosotros la supervivencia de los Estados Unidos no es mera coincidencia. El primer tratado constitucional de la primera colonia permanente fue un pacto a comprometerse con los propósitos de Dios y a ayudarse mutuamente. El «Pacto del Mayflower» de 1620 dice así:
En el nombre de Dios, Amén. Nosotros, cuyos nombres aparecen escritos abajo, los leales súbditos de nuestro temido soberano Señor, el Rey Jacabo, por la gracia de Dios, de la Gran Bretaña, Francia e Irlanda, Rey, Defensor de la Fe, etc. Habiendo emprendido para la gloria de Dios y el avance de la Fe Cristiana y el honor de nuestro Rey y país, un viaje para establecer la primera colonia en las partes del Norte de Virginia; los presentes solemnemente y mutuamente en la presencia de Dios y uno del otro, pactamos y nos unimos en un Cuerpo Civil Organizado para nuestro mejor gobierno y preservación y avance de los fines antes dichos; y en virtud de lo cual establecer; constituir y forjar aquellas justas e imparciales leyes, ordenanzas, decretos, constituciones y oficios, de tiempo en tiempo, que parecieran ser más necesarios y convenientes para el bien general de la colonia; a la que prometemos toda la debida sujeción y obediencia. En testimonio de lo cual hemos subscrito a esto nuestros nombres, aquí en el Cabo Cod, el once de Noviembre, en el reinado de nuestro Soberano Señor el Rey Jacabo de Inglaterra, Francia de Irlanda el decimoctavo de Escocia el quincuagésimo cuarto. Anno Domini 1620.
En este documento residía la semilla de los principios que conducirían a la nación en su desarrollo inicial. De la piedra angular de la fe en Dios se erigió la justicia para todos bajo la ley, el orden social, el gobierno para el bien común, honor para la autoridad, respeto para la vida humana y sumisión mutua. Estas y otras piedras en el edificio se mantuvieron unidas por un solemne compromiso.
Cuarenta y un hombres firmaron el pacto antes de poner pie en esta tierra.
El pacto del Mayflower no es el único que se destaca por su énfasis espiritual entre los documentos de la América colonial. Numerosos documentos desde Rhode Island hasta Pennsylvania reflejan la misma fe y las mismas actitudes. El primer material que se imprimió fueron libros de naturaleza religiosa y las primeras escuelas promovían el estudio de dichos libros. Ciento cincuenta años después del Pacto de Mayflower, la declaración de la Independencia expresaba los mismos valores. También la Constitución en 1787, así como la Proclamación del Presidente Lincoln para Orar y Ayunar en Abril 30, 1863.
Los norteamericanos modernos nacen con una deuda a miles de antepasados desconocidos que han preservado estos principios de salvación. Nacemos endeudados con un Dios que guarda Sus pactos, que ha mantenido la fe con los pactantes por más de trescientos años desde el día en que se firmó el Compacto del Mayflower en el Cabo Cod, Ha mantenido Su fe a pesar de las fallas y los fracasos de los hombres. Hemos heredado una salvación que no hemos comprado, pero ciertamente habremos de pagar su manutención durante nuestra generación.
Un patrimonio es lo que una generación da a otra. Generalmente pensamos que esto implica sólo propiedades o dinero. Pero esta herencia consiste en una cualidad o modo de vida que se ha venido acumulando a través de muchas generaciones. Es posible que nuestra generación se llegue a preocupar tanto en proveer una herencia material para sus hijos que les niegue el patrimonio espiritual de sus antepasados. Si esto sucediera, la sabiduría y la gracia acumuladas por muchas generaciones se perderían para nuestros nietos. Nuestra sociedad perecería. Esta es la amonestación del Salmo 78: «Para que lo sepa la generación venidera … a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios.»
Ciertamente, nuestra nación necesita aún más liberación de la pobreza y la enfermedad, de la ignorancia y la rebelión y la ira, pero la salvación de nuestro futuro bien pudiera estar ligada con los pactos de nuestro pasado, con una renovada dependencia de nuestro Dios que nos ha preservado hasta ahora.
La salvación es de una generación a otra
El mensaje del Salmo 78, Deuteronomio 11 y otras porciones de las Escrituras, es que cada generación tiene que comunicar su sabiduría y su conocimiento de Dios a la próxima. Parece tan sencillo.
Carlitos, un niño de tres años, estaba en casa después de haber asistido a la Escuela Dominical cuando su padre, el superintendente de la Escuela Dominical le preguntó:
«Carlitos, ¿qué aprendiste hoy en la Escuela Dominical?»
Carlitos se para firme, levanta la voz con su mejor pose angelical y dice:
«Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo.»
«Muy bien, Carlitos, muy bien» lo felicita su padre. «Ahora no se te olvide que siempre debes obedecer a tus padres.»
Quince minutos después, Carlitos, que es un niño con muchas energías y aventurero, se mete en dificultades y su padre tiene que corregirlo. «Carlitos, ¿qué aprendiste hoy en la Escuela Dominical? Carlitos se yergue de nuevo y entona su lección.
«Bueno, que no se te olvide eso.
Obedece a tus padres o tendré que castigarte.» pero pocos minutos más tarde, la escena se repite y el padre con dolor tiene que castigar a su desobediente hijo. Después de recibir el castigo, Carlitos mira a su papá con ojos llenos de lágrimas y dice:
«Papito, ¿puedo preguntar algo?» «Sí, hijo.»
«Papito, ¿que son padres?»
La verdad es que repetir frases sin sentido es conversar sin tener verdadera comunicación. La comunicación verdadera se hace sobre el puente de una verdadera relación; así se pasaba el conocimiento de Dios de una generación a otra entre los israelitas.
Israel no tenía imprentas, ni libros de texto, ni televisión. Estas «restricciones» los forzaba a establecer con sus hijos una comunicación oral significativa. La enseñanza oral se trasmitía de una generación a otra. Se hacía mucho énfasis en la vida familiar y en las genealogías. Algunos dirían que Israel hacía demasiado énfasis en la vida familiar, pero su supervivencia a través de largos períodos sin instituciones sociales o identidad geográfica, testifica del éxito de su comunicación.
«Pastor, ¿por qué es que nadie predica de las genealogías? Usted sabe, y fulano de tal engendró a sutano a mengano. Nunca he oído un sermón basado en ellas».
«Voy a meditar en eso,» dijo el Predicador, Al siguiente domingo predicó un sermón titulado: «Conviene Saber quién es Tu Papá.» Y en verdad que así es. También conviene que el padre comunique a sus hijos lo que él es.
Es común ignorar los beneficios de nuestro patrimonio nacional. Se hace tanto énfasis en la «igual oportunidad para todos» que nuestra sociedad a menudo ignora la importancia del pasado y de la familia. «Igual oportunidad para todos» solamente, jamás asegurará igual éxito para todos. A la juventud no se le debe ofrecer sólo oportunidades; se les tiene que preparar para que saquen todo el provecho posible de ellas. Hijos bien preparados pueden encontrar grandes oportunidades en medio de situaciones que los mal preparados juzgarían sin esperanza.
Desafortunadamente, hay una creciente tendencia en depender de las instituciones para que hagan lo que la familia hizo en un tiempo. La iglesia provee la religión; la escuela la educación; la televisión la diversión; la industria el trabajo y los ingresos; el gobierno las asignaciones de bienestar social y las pensiones; y las compañías se seguros proveen la ayuda en caso de problema. Dios y la familia son ignorados como algo innecesario.
Me pregunto ¿cómo enseñarían los padres a sus hijos si supieran que tendrían que depender de ellos en su vejez en vez del gobierno? Imaginemos por un momento que no hay Seguro Social. Así era no hace mucho tiempo. ¿De qué manera enseñaría un padre a sus hijos?
«Hijo, quiero hablarte de la gracia de Dios y de Su Lealtad y Su verdad. Tenemos mucho de qué conversar»
Seguro que oraría con fervor: «Señor, bendice a mis hijos. ¡Por favor hazlo! Prospéralos, guárdalos en seguridad, etc … «
La ley de sembrar para cosechar dice: Comunícate con tus hijos ahora y ellos se comunicarán contigo más adelante. Institucionalízalos ahora y ellos te institucionalizarán después. Si rechazamos a nuestros hijos, ellos rechazarán nuestro patrimonio, nuestro Dios y nuestra salvación. «Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes … para que sean vuestros días, y los días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra que Jehová juró a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra.» (Deut. 11: 19,21).
La salvación en la historia
En el transcurso de mi educación tuve el privilegio de estudiar historia desde varias perspectivas. Asistí a escuelas religiosas y públicas y tuve una gran variedad de profesores. Uno de ellos era un caballero del sur que estaba confinado a una silla de ruedas. Su vida había sido edificada alrededor de la historia. Tenía la habilidad de enseñarla con una perspectiva más allá de lo corriente. Era decano del Departamento de Historia y respetado por todos sus estudiantes. Otro profesor, un predicador, había emigrado del Medio Oriente y era una eminencia en historia Americana. Constantemente veía la naturaleza moral de los hombres y de los sucesos que componían nuestra historia. Otro de mis profesores de historia era un filósofo. Cada uno tenía su propia interpretación de los acontecimientos históricos. De ellos aprendí que la interpretación de la historia radica mayormente en quién la enseñe. Estoy convencido que es posible conocer una impresionante cantidad de hechos y mal interpretarlos completamente. Los acontecimientos importantes en la salvación de Dios tienen que ser marcados debidamente, para que las generaciones futuras puedan comprender, apreciar y aplicar las lecciones de la historia.
El verano pasado, mi familia y yo hicimos un viaje de casi trece mil kilómetros a través del Oeste de los Estados Unidos. En toda la ruta encontramos monumentos históricos identificando el lugar donde se había desarrollado algún acontecimiento importante. Algunas de las placas indicaban el lugar de nacimiento de algún personaje distinguido. Por medio de esto las figuras más destacadas de nuestros antepasados comenzaron a parecernos como personas reales. Otras placas identificaban los campos de batalla donde muchos hombres murieron por sus convicciones. Casi podíamos oír el disparo de los rifles y en cierto modo revivimos las luchas de esos valerosos personajes.
La historia deja sus mojones por donde pasa. La historia de la jurisprudencia americana está puntualizada por ciertas decisiones sobresalientes. Esas decisiones interpretaron la ley, o resolvieron algún asunto legal que afectaron muchos casos subsecuentes. Estas decisiones ponen los límites para nuestros abogados y jueces en cuanto a su insistencia en ciertos puntos. Un buen abogado debe conocer los precedentes que estas decisiones establecen. Si es cierto que las decisiones futuras no se determinan a base de los precedentes establecidos, sin embargo son afectadas por ellos. El pasado sirve como consejo. Ignorar la historia es ignorar los límites de la seguridad. Volver a escribir la historia es borrar los límites. Cuando Josué llevaba a Israel a través del Jordán para meterlos en la tierra prometida, Dios le dio un mandamiento de gran importancia.
“Tomad del pueblo doce hombres, uno de cada tribu, y mándales, diciendo: Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas en el lugar donde habéis de pasar la noche. Entonces Josué llamó a los doce hombres a los cuales él había designado de entre los hijos de Israel, uno de cada tribu. Y les dijo Josué: Pasad delante del arca de Jehová vuestro Dios a la mitad del Jordán, y cada uno de vosotros tome una piedra sobre su hombro, conforme el número de las tribus de los hijos de Israel, para que esto sea señal entre vosotros; y cuando vuestros hijos preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿ Qué significan estas piedras? les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del arca del pacto de Jehová; cuando ella pasó el Jordán, las aguas del Jordán se dividieron; y estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de Israel para siempre» (Josué 4:2-7).
Dios instruye a Sus siervos para que dejen recordatorios históricos en beneficio de las generaciones que les seguirán. Cuando ellos pregunten: «¿Qué significan estas piedras?» El patrimonio podrá ser comunicado. Esta pregunta es una oportunidad abierta para la comunicación significativa. Posesiones familiares, antigüedades, álbumes con fotos viejas están entre las cosas que pueden servir de recordatorios.
Recuerdo muy bien, cuando apenas era un niño, que mi padre tenía en su cuarto una vieja escopeta de dos cañones. Un día le pregunté: «Papá, ¿por qué está quebrada la madera debajo de los cañones de la escopeta?»
«Bueno hijo,» dijo él, «esa es una historia muy interesante. Tu abuelo era el alguacil del Condado de Chambers durante los años de la prohibición cuando la ley decía que nadie podía fabricar o vender licor. Por supuesto que el Abuelo hacía cumplir la ley. Era un cristiano, diácono de su iglesia y maestro de la escuela dominical.»
«Una noche nombró a su tío su subalterno y los dos salieron en busca de una casa donde se creía que estaban haciendo y vendiendo licor. Cuando el Abuelo tocó a la puerta, alguien sacó esa vieja escopeta de doble cañón y se la apuntó en la cara.» (¡Era la misma que yo sostenía en mis manos!)
El Abuelo que ya había desenfundado su pistola, disparó contra la escopeta que le apuntaba a través de la puerta. Pues, la bala se alojó entre los cañones del fusil aquí mismo,» dijo papá poniendo su dedo donde la madera estaba rajada. «La descarga sacudió al hombre de la escopeta con tanta fuerza que él creyó que lo habían herido y cayó hacia atrás sobre un sofá. Entonces tu abuelo y tu tío irrumpieron en la casa. Había otro hombre muy grande en la casa que salió huyendo por la puerta de atrás. Tu tío era de pequeña estatura, pero brincó y se colgó del cuello del hombre hasta que llegaron al bosque, golpeándole todo ese tiempo y gritándole que se detuviera. ¡Por fin el hombre se detuvo y tu tío hizo el arresto! La vida del abuelo se salvó y los traficantes clandestinos fueron capturados.»
Sentí que mi padre, mi abuelo y mi tío eran personas de la vida real, y me pude identificar con ellos. Mi familia era parte de algo bueno y valiente. Sabía que estábamos del lado de los buenos. Es de gran ayuda que un muchacho comience del lado de los buenos. Sosteniendo esa vieja escopeta, me di cuenta que tenía en mis manos parte de mi patrimonio.
Salvación es prestar atención
«Por tanto, debemos prestar mucha atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos. Porque si la palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable, y toda transgresión y desobediencia recibió una recompensa justa, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por maravillas, y por diversos milagros, y por dones del Espíritu Santo conforme a su propia voluntad» (Heb.2:1-4).
«Debemos prestar mucha mayor atención.» Prestar significa costo. La atención cuesta. Las celebraciones cuestan. La comunicación cuesta. Saber cuál es nuestro patrimonio cuesta. Cuesta tiempo, energías, dinero, estudio cuidadoso. Pero a la larga, prestar atención al pasado no cuesta tanto como ignorarlo.
“¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande: La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por maravillas, y por diversos milagros, y por dones del Espíritu Santo conforme a su propia voluntad.» (vs. 3-4).
El escritor de Hebreos nos recuerda que Dios se salió del curso natural para confirmar Su palabra con señales sobrenaturales y dones del Espíritu Santo. Era la intención de Dios de marcar con claridad el camino de la salvación. Ignorar lo que otros han aprendido a grandes costos es aventurarse a la deriva sin brújula ni sextante en las aguas traicioneras de la anarquía. Una celebración de independencia se nos presenta con una gran oportunidad para sacar nuestros sextantes espirituales y ver desde dónde hemos venido y para adónde vamos. Esperamos que Dios renueve Su gracia para nosotros y a través de nosotros. Tal vez podamos erigir una nueva marca histórica en el desarrollo espiritual de nuestro país.
Otra cuota se debe en el mantenimiento de nuestro patrimonio.
Vino Nuevo Vol 2 # 3