Autor Bob Munford
2a.Parte de la serie: El rey y su Reino.
Tomemos la conversación entre Jesús y los creyentes judíos narrada en Juan 8:33-36. El les dijo que si continuaban siendo sus discípulos, ellos conocerían la verdad y la verdad los haría libres. ¿Te asombras de la respuesta de ellos?
Ellos le respondieron, Somos raza de Abraham y jamás hemos estado cautivos de nadie: ¿cómo es que tú dices, serán liberados?
Fijense que aún en la aseveración presuntuosa de su libertad, ellos estaban abiertos a recibir la explicación del Maestro acerca de ser libres. ¿Lo estamos nosotros? Aquí está la respuesta de Jesús:
“En verdad, en verdad les digo, que quien quiera que comete pecado es un esclavo del pecado … Si El Hijo los libera, ustedes serán realmente libres”.Juan 8: 34-36.
Uno de los problemas espirituales más difíciles consiste en ayudar a personas que no saben que necesitan ayuda. Esto es lo que se puede llamar atadura inconsciente. Aberraciones extrañas y sorprendentes, por mucho tiempo, y las consideramos normales o, al menos, parte del ingrediente de nuestra personalidad. Por ejemplo, temer a los demás es una atadura descrita por las Escrituras muy clara y precisamente. Proverbios 29:25 dice, «El temer al hombre es trampa peligrosa … » (LB). Le llamamos a esto timidez, cortedad o hasta diplomacia. Es lo que llamamos «atadura inconsciente». Jesús está mostrando a sus oyentes, y a ti, el camino hacia la verdadera libertad: el conocimiento de la verdad acerca del Hijo y del Reino que El vino a establecer. Jesús dice que si seguimos con El nos conducirá a un lugar llamado libertad y ciertamente lo hará al manifestarle cada área de su vida que ahora está en cautiverio.
¿Comprendes el razonamiento de Jesús? Quienquiera que comete pecado es esclavo del pecado, y ser esclavo significa estar cautivo de un amo. ¿Es el pecado un tirano duro? ¿Puede un cristiano estar cautivo del enojo? ¿del orgullo? ¿de irregularidades sexuales? O, ¿aún de la religión? Sí, dice el Rey, a estas preguntas. Los judíos podían haber estado inconscientes de su cautiverio- y tú puedes estar inconsciente del tuyo. Pero Jesús desea revelarte las áreas de cautiverio que tienes y te ofrece los medios para romper las ataduras y darte libertad.
Enseñanza concentrada y seria sobre esto se encuentra en Romanos-6: 12-17, Pablo está escribiendo a cristianos y les habla acerca de estar en cautiverio del pecado. Leamos esto. Nos ayuda a relacionar pecado-cautiverio-obediencia-libertad, usaremos los versículos 12-16 y 17:
12 No permitan que el pecado reine en su cuerpo mortal, para que no tengan que obedecer a sus apetitos.
16 ¿No saben que al rendirse para servir en obediencia; se vuelven esclavos de aquel a quien obedecen: ya sea al pecado para muerte o a la obediencia para santidad?
17 Gracias sean dadas a Dios que habiendo ustedes sido esclavos del pecado, han obedecido de corazón ese modelo de doctrina que se os ha entregado.
El apóstol Pablo reitera la enseñanza de Jesús que dice que quien quiera que comete pecado está en cautiverio. ¡Dios quiere liberarnos! Eso es lo que El persigue en la vida de cada creyente. Y una persona no puede ser liberada si no se ha dado cuenta de que está cautiva, ¿puede él? Uno puede creer que ya está libre sólo porque se ha alejado de algunos de los hábitos externos, de ataduras originales como los cigarros, el alcoholo o las drogas. El ser liberado de cuatro cajetillas al día y de dos litros a la semana es motivo de gozo. Respecto a pecados públicos puede estimarse así. El Rey en cambio busca, también liberarte en lo más profundo, es por eso que muchos creyentes prefieren no proseguir.
Algunos creyentes prefieren simular que están libres. Puede ser que hablen como si estuvieran libres, impresionando a otros con su libertad. Sólo Dios y tú saben si de veras estás libre. Tú sabes lo que tus ojos miran, al ir por la calle y ver pasar unas muchachas. Sólo tú sabes qué actitud tienes cuando vas de prisa a una cita y te tocan todas las luces rojas del camino, Sólo tú sabes qué es lo que hace a tu termostato personal subir al nivel «explosivo». ¿Qué tan libre eres, cuando se necesita una queja justa ante determinada situación? ¿Querer serle simpático a todos, es permanecer cautivo?
Supón que estás sentado en el café cerca de un policía; o que en tu rato de descanso, entra la nueva secretaria de tu oficina. Dios dice, «Testifica». Algo se pone tenso dentro de tí. Pensamientos como el de que a lo mejor te consideran fanático religioso, o metiche, o muy preguntón. ¿Son estas razones válidas para no obedecer a la voz del Señor? ¿Podría ser que tuvieras ataduras en esta línea?
Esta es la obligación de Dios, mostrarnos cuando y en donde todavía estamos cautivos. El no lo hace para condenarnos, pero para mostrarnos realmente las regiones en las que sin saberlo estamos obstaculizando nuestro crecimiento espiritual —delo cual resulta un cautiverio inconsciente. Dios puede enseñarnos estas zonas, al darnos simplemente un trabajo que nos excede. Generalmente al poco tiempo nos damos cuenta que requerimos de Su ayuda. ¡Si no sabes en que área estas cautivo, no puedes ser libre!
Deseo y capacidad
Llegamos a otro punto en el que necesitamos hacer distinciones fundamentales: deseo y capacidad.
Cuando Dios nos dió nuestra nueva naturaleza (al aceptar al Hijo de Dios como Salvador), el colocó en nosotros el deseo de complacerlo.
En esta misma ocasión de que hablamos (cuando hablaba con los Judíos que creían, acerca de la libertad), » … porque Yo hago siempre las cosas que agradan a El» (Juan 8:29). Se refería a Su Padre. Esto es otro de los objetivos de su plan para nosotros al continuar nosotros con El -que tengamos lacapacidad de hacer sólo aquellas cosas que complacen al Padre. ¡Esto nos liberará de todo cautiverio!
¡Ven ustedes, el deseo y la capacidad de hacer las cosas que agradan a Dios, son dos cosas completamente diferentes! Cuando, siendo un marino joven, me arrodillé ante el altar de una iglesia de Atlantic City, New Jersey, me nació el deseo de agradar a Dios. ¡Para llevar a cabo ese deseo se necesi taba algo más! ¿Qué hacer con otros fuertes deseos que entran en conflicto con este nuevo deseo? ¿Es posible estar cautivo del «Yo»? ¿Qué hacer con las ideas- opiniones- deseos de otros, especialmente los que admiramos o amamos? Simplemente no podemos agradar a Dios cuando estamos obstaculizados por los deseos de complacer al yo o a los demás.
Puntualicemos: soy creyente, tengo una nueva naturaleza que es la naturaleza de Cristo. Esta nueva naturaleza es la fuente de la que brota mi nuevo deseo. Al decidirme a seguir su Palabra, El empieza a intervenir en mi carácter, lo cual a su vez, produce la capacidad de la que ahora carezco, para poder satisfacer mi nuevo deseo. La naturaleza se nos regala; el carácter se desarrolla, ¡no hay otra manera! El carácter se dsarrolla en el creyente por medio de la permanencia en Su Palabra, al ir descubriendo su voluntad y al hacer las cosas que van a gustarle. Conforme se desarrolla el carácter cristiano, mi deseo de hacer la voluntad de Dios, se convierte en la capacidad de cumplirla. Entonces comprenderemos la diferencia.
Al contestar al principio las preguntas de Qué es y Donde está el Reino de Dios dijimos que el Reino es una situación del corazón del creyente, en el que se cumple la voluntad de Dios en la tierra como se cumple en el cielo. Jesús enseñó a sus discípulos a orar, «Que se haga tu voluntad así en la tierra, como en el cielo» (Mateo 6: 10).
En griego la palabra voluntad se traduce, según se usa en la Escritura usando dos palabras diferentes. Una es boulemay la otra es thelema. Boulema significa la determinación eterna de Dios que se despliega a través de las eras. –Su propósito Su dictamen, la trama de su parecer. Esto se cumplirá aunque a tí y a mí no nos guste. La intención de Dios se llevará a cabo. Sin embargo el thelema, que significa el deseo, anhelo, la inclinación o el gusto de Dios, frecuentemente depende más bien de la respuesta de cada individuo para su cumplimiento. Refiriéndose de nuevo a las palabras de Jesús en 6: 10, «Que venga tu reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo,» ¿se dan cuenta de que esta oración trae el anhelo o el gusto de Dios a un escenario terreno? ¿,Pueden ustedes entender, sin entrar en complicaciones teológicas, cuando digo que la voluntad de Dios (Su deseo, Su anhelo) no se está cumpliendo en la tierra como se cumple en el cielo? Esto no tiene nada que ver con los eternos designios del Todopoderoso, sino más bien, con su cordial intervención en los asuntos de nuestras vidas.
El que el divorcio, los problemas de la familia, la pobreza, la enfermedad, prevalezcan en este mundo sin ser vencidos, no está en la voluntad (deseo, anhelo) de Dios. Dios envió a Su Rey, con el poder del Reino, a cambiar y a afinar esas situaciones de acuerdo a este deseo. Examina por un momento al hombre endemoniado que no podía ver ni hablar. ¡Ciertamente no era esta la complacencia de nuestro Dios! Si tú quieres; el Rey, el Rey Jesús interviene en la situación para que la voluntad, el gusto de Dios se cumpla, El Rey nos dá una parte gloriosa de las buenas noticias del Reino; al gobernar al maligno y rechazarlo: «Pues si expulso a los demonios por el Espíritu Santo, entonces el Reino de Dios ya está entre ustedes» (Mateo 12:28 LB)
Cuando Jesús dijo «Siempre hago lo que agrada a mi Padre», se refería al deseo o anhelo del Padre. Jesús también satisfizo los designios eternos de Dios al encarnarse, al morir en la cruz y con Su Resurrección. Pero aquí estamos refiriéndonos a la conducta de cada uno de los días de sus treinta y tres años en esta tierra. ¿Es posible estar sintonizados tan precisamente a los deseos del Padre que los podamos detectar? Sí, y esto es precisamente uno de los deseos del Padre para nosotros.
¿No te emociona el pensamiento de poder regocijar el corazón del Padre, complaciéndolo por medio de tus acciones? A mí sí. Entonces, ¿por qué no lo hacemos? ¿Por qué no podemos decir como Jesús «Yo siempre hago lo que complace alPadre»? Por eso tenemos que tomar en cuenta el factor capacidad.
Tres impedimentos
¿Por qué no puedo hacer siempre lo que agrada al Padre? Aquí estoy con un deseo ardiente de conocer y hacer la voluntad de Dios. Mi nueva naturaleza me da ese deseo. Mi dificultad está en la capacidad de convertir ese deseo en conducta efectiva.
Mi hijito me ilustró la diferencia entre deseos y capacidad cuando trataba de aprender a amarrarse los zapatos. Nadie tuvo un deseo más grande que el suyo, de poder amarrárselos. Muchas veces le expliqué y le enseñé y sin embargo no podía, ¡incapacidad!
En su caso, su sistema nervioso no había completado su desarrollo y no existía la coordinación necesaria para tener la capacidad.
En nuestro caso, el obstáculo entre el deseo ferviente de hacer la voluntad de Dios y la capacidad de hacerla reside en tres áreas definidas. Estas son: (1) Rebelión— «No lo haré!»
(2) Resentimiento–» ¿Por qué tenía que sucederme esto?»
(3) Independencia–«Dios, mejor lo hago yo mismo.
¿Te suena familiar alguna de esta respuestas?
Primero, rebelión,. Acuérdate que en la Constitución del Reino se hizo referencia a los mandamientos y a la obediencia. La rebeldía se levanta y muestra su feo rostro cuando nos enfrentamos a una situación en la cual oponemos nuestra propia voluntad a la voluntad revelada de Dios. Es sorprendente ver de cuantas mane ras podemos torcer o voltear tratando de mal interpretar los mandamientos cuando ellos no coinciden con nuestros deseos. En lo profundo de nosotros sabemos, cuando estamos tratando de evitar cumplir su voluntad y El lo sabe también y haré lo que El crea que necesitamos.¡Eso es seguro!
El siguiente, resentimiento, es más sutil que la rebelión. Podemos permanecer en obediencia y aún así tener una ebullición de resentimiento dentro de nosotros y esto puede ser más repugnante a Dios que la desobediencia. Nos preguntamos: ¿Por qué Dios me trata así? No sólo estamos dudando de la bondad y de la sabiduría de Dios sino que además podemos endurecer de verdad nuestros corazones ante sus mandatos. Frecuentemente bajo la fachada de obediencia, abrigamos un espíritu de rebelión.
Finalmente, independencia. Este es otro paso más en dirección errada. ¿Cuándo acabaremos de aprender que no podemos hacer nada por nosotros mismos o para nuestra glorificación? Somos parte de un esfuerzo en cooperación; nos movemos de acuerdo a reglas prescritas y a determinadas condiciones. Esta actitud de independencia se manifiesta cuando le decimos, «Enseñame por segunda vez Señor y aprenderé.» No aprendes a orar por los enfermos, ni a expulsar demonios, ni a orar o estudiar, si no lo haces a tu manera.
Aprende a ser dependiente. Tus propios métodos pueden servir por algún tiempo, pero cuando el Señor ve que llegas al punto en el que exhibes un método y tratas de decirle a Dios lo que debe hacer, ¡cuidado! El hará llegar una circunstancia en la que tu propia manera no bastará para satisfacer Sus condiciones. ¡Entonces aparece la opción entre rebelión, resentimiento, o el regreso a la fuente de tu dependencia!
Estas tres «fallas del carácter» tienen que ser expuestas, encaradas y arregladas ante Dios para introducirnos en la pertenencia del Reino. Estos tres impedimentos infectan, atacan, complican y obstaculizan mi capacidad de lograr mi deseo de complacer al Padre.
Veamos como manejó Jesús en su vida estos tres impedimentos.
Rebelión. «El Señor Dios me ha abierto el oído y yo no me he resistido, ni me hice atrás. Ofrecí mi espalda a los que me azotaban, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba: no escondí mi rostro de la vergüenza de los salivazos.» Isaías (50:5,6) estaba escribiéndo acerca de Jesús. ¿Se cumplió esta profecía en cada detalle? Sí. También, recuerden el incidente relatado en Lucas 9: 51, » … cuando se llegaba el tiempo … El se afirmó en ir a Jerusalem … » en obediencia.
Resentimiento. «¿El cáliz que me ha dado mi Padre, no lo he de consumir?» Nuevamente obeciencia. ¿Duda? Si, pero dudaba de la bondad o de la sabiduría de Dios y no cupo duda en cuanto a hacerlo todo de acuerdo a la voluntad conocida del Padre. (Ver Juan 18: 11.) Ausencia absoluta de resentimiento que pudiera deberse a lo que Dios, el Padre, le solicitaba a El en el Huerto.
Independencia. «No hago nada por mi cuenta.No busco mi voluntad, sino la del Padre que me ha enviado». Aquí en Juan 5:30, Jesús muestra completa dependencia.
¿De que modo venció Jesús estos obstáculos para hacer la voluntad de su Padre? Frecuentemente, malentendemos la razón porque se nos pide obedecer. Escuchen al autor de la carta a los Hebreos: «Y aunque Jesús era Hijo de Dios, tuvo que aprender por la experiencia lo que es obediencia, aún cuando la obediencia le significó sufrimiento» (Hebreos 5:8 LB).
¿Cómo va Dios a ayudarnos a vencer estos obstáculos? Necesitamos purificarnos de esas extrañas enfermedades que nos carcomen por dentro (espiritualmente) de la misma manera que el cáncer carcome físicamente. Dios trata de actuar en nuestros corazones para que le permitan establecer Su Reino en nosotros. El tiene Su Comité de Modos y Medios. Conseguir una relación en la que podamos caminar con Dios es posible, sin rebelión, resentimiento o independencia que nos lo impidan.
En Hechos 14:22, encontramos esta fase de actividad del Reino de Dios cambiando las vidas de los miembros de la iglesia primitiva. Pablo y Bernabé trataban en su ministerio en Listra, Icono y Antioquía. Esa gente había nacido de nuevo, estaba bautizada con agua, y llena del Espíritu Santo. Ellos eran los guías en la comunidad cristiana de su época. Pero les hacía falta algo más y Pablo los preparaba para que funcionaran.
Confirmando las almas de los discípulos (creyentes) y exhortándolos a continuar en la fe, diciéndoles que debemos a través de mucha tribulación (presiones, problemas, lecciones) entrar en el Reino de Dios. Hechos 14:22.
¿Se fijaron en las palabras «exhortándolos a continuar» y «entrar en el Reino de Dios»? Y, también, ¿»a través de mucha tribulación»? ¿Estás aún dispuesto a continuar?
Si tu prosigues, Dios trabajará en tí, cambiando tu carácter para que puedas lograr tu deseo de hacer Su voluntad. El Reino se vuelve una realidad, cuando el deseo se transforma en capacidad de obedecer, ¿Recuerdas las palabras de la Constitución, » … escucha con cuidado todo lo que El te dice, y obedece por tu bien los mandamientos que hoy te entrego…»? Esto está en el ARTICULO 11, por si ya lo olvidaste.
Dudamos a veces lanzarnos sin reparo a la obra de Dios por miedo de que nos pida algo que no queremos hacer. Esto es una posibilidad muy real. Pero en cuanto lo hacemos, encontramos que es por nuestro bien. ¡También encontramos que la rebelión, el resentimiento y la independencia son substituidos por la santidad, la paz y el gozo!
Tomado de la Revista Vino Nuevo Vol 2-Nº 12- 1979