Stephen Simpson

Saludos desde Mobile, Alabama, la “Ciudad de las Azaleas”, donde la primavera ha llegado y los jardines están floreciendo, las abejas zumban y grandes nubes de polen danzan alegremente en la brisa de la mañana. Esperamos que cuando reciba esta carta todo esté bien con usted. Para muchos esta temporada sigue siendo de grandes desafíos y queremos que usted sepa que apreciamos su amistad y que a menudo oramos por usted.

También es un tiempo en el que una cacofonía de voces compite por nuestra atención. Con demasiada frecuencia, son las voces más fuertes o escandalosas las que se apoderan de nuestra atención y nos presionan a sentir emociones y tomar direcciones por donde no deberíamos ir. Hemos aprendido que el volumen no es sinónimo de sabiduría ni la jactancia de poder. Hemos sido probados en gran medida por eventos y circunstancias más allá de nuestro entendimiento o control.

            ¿Tiene hambre de escuchar la voz del Señor, sed de su refrescante presencia? ¿Podría ser que en su misericordia Dios esté permitiendo que muchos de nosotros hayamos llegado al final de nosotros mismos, de nuestra sabiduría, nuestras fuerzas, recursos y habilidades, para que podamos arrepentirnos y volvernos una vez más a él? ¿Cuánta importancia tiene para nosotros escucharlo y verlo claramente en estos días?

            A mediados de la década de 1990, nuestro amigo, Mike Poulin, dijo: «Es posible estar en medio del mover de Dios y no verlo». Sus palabras me estremecieron y me pusieron en una condición de sumisión y acatamiento porque se referían a una temporada de avivamiento significativo en nuestra iglesia local y éramos parte de algo grandioso que Dios estaba haciendo en todo el mundo. Recuerdo haber caído de rodillas sobre el altar, pegar mi cara a la alfombra, mojarla de lágrimas y clamar a Dios: «Señor, por favor ábreme los ojos para verte.»

            Saltemos rápidamente hasta principios del 2021 cuando nos encontramos entre un sinnúmero de remolinos de miedo, depresión, ira, confusión y división en las naciones e incluso en las Iglesias occidentales. No pretendemos endulzar la realidad aquí, pero tampoco nos desanimemos. Afirmemos la verdad que trasciende todo esto: Jesús sigue siendo Rey y hemos recibido un reino inconmovible.

Muchas instituciones, estructuras e «ismos» podrán caer, pero el Reino de Dios es sólido como una roca, inconmovible y eterno (ver la Carta Pastoral de marzo de 2021: «El reino inconmovible»). Él es nuestra única esperanza, ¡la única que necesitamos!

            Todo esto apunta a un gran avivamiento que se avecina; fresco, auténtico y transformador. Prepárese para cuando venga, porque no se parecerá a ninguno de los que hayamos visto en el pasado. Y quizá, quienes sean salvos y reciban el Espíritu Santo y proclamen el evangelio, no se parezcan ni hablen como usted.

De hecho, algunos de ellos pudieran ser personas que lo hayan indignado, o tal vez incluso atemorizado. Las personas a las que usted pudiera considerar enemigos hoy pudieran convertirse en sus hermanos y hermanas en Cristo mañana, y en tremendos aliados en la difusión del evangelio del reino.

            ¿No sería eso maravilloso? ¿Podría recibirlos usted? ¿Oraría por ellos ahora? Espero que no le importe si lo reto. ¡La verdad es que Dios me está desafiando a mí!

            ¿De verdad quiere un avivamiento? ¿De verdad quiere que Dios sane la tierra? Comencemos a humillarnos, a orar y buscar su rostro y apartarnos específicamente de nuestros malos caminos (ver 2 Crónicas 7:14). Dejemos de decirle al Señor qué hacer con esas “otras personas” que ven y piensan de manera diferente a nosotros.

Lo que sí tenemos que hacer, es arrodillarnos, nosotros su pueblo, humillarnos ante Dios y decirle: «No es mi hermano o mi hermana, no es mi compañero de trabajo, no es mi oponente político, no es esa estrella de Hollywood, pero soy YO, oh Señor, que tengo necesidad de oración.»1

DÓNDE ANDAR

            Todos necesitamos escuchar la voz de Dios y recibir su poder para andar en sus caminos. Discernir y escuchar claramente la voz del Señor es un asunto de vida o muerte.

            Me gusta ver el programa de aventuras de Bear Grylls.2 En un episodio, Bear estaba en Escocia atravesando la cresta de una montaña nevada. Llegó a un tramo donde la nieve parecía estable. Sin embargo, debido a su entrenamiento y experiencia, reconoció que en realidad la nieve estaba cubriendo una grieta profunda y peligrosa, y un paso sobre ésta causaría una larga y mortal caída.

            Hay muchos lugares en la vida que parecen seguros para caminar, pero si no está prestando atención, puede dar un paso precipitado y caer repentinamente. Saber dónde pararse y caminar es fundamental para la supervivencia suya y la de aquellos que dependen de usted.

            La buena noticia es que Dios está levantando un remanente en esta generación llamado a hablar la verdad en el poder del Espíritu Santo; “el pueblo que conoce a su Dios se mostrará fuerte y actuará,” como dice Daniel 11:32. Pero la clave para mostrar fuerza y actuar rectamente es conocer a Dios.

            Jesús dijo a sus discípulos que lo conocerían: conocerían su voz, escucharían su voz, obedecerían su voz y lo seguirían. Más adelante, antes de ascender de regreso al cielo, Jesús prometió a sus seguidores que no nos dejaría solos, sino que nos enviaría al Espíritu Santo para guiarnos:

“…cuando Él, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad, porque no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber lo que habrá de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo Mío y se lo hará saber a ustedes. Todo lo que tiene el Padre es Mío; por eso dije que Él toma de lo Mío y se lo hará saber a ustedes” (Juan 16:13-15).

            ¿Recuerda la aventura de Bear Grylls en la nieve? Saber por dónde pasar o no, es una información vital. Porque Dios no quiere que sus hijos caigan en un abismo, él ha enviado a su Espíritu Santo:

  • Para guiarnos a toda la verdad
  • Para dirigir nuestro pasos y mostrarnos el camino
  • Para revelar su legado, su identidad, su herencia y su destino en Dios.

            La épica historia de Jacob y Esaú en Génesis 25-35 nos da algunas ideas sobre nuestra propia identidad en el Señor. Jacob y Esaú eran los conflictivos hijos gemelos de Isaac. Esaú, el mayor, fue negligente con su primogenitura, mientras que Jacob reconocía su valor. Esto hizo que Esaú perdiera su herencia y su lugar y que Jacob se convirtiera en padre de una nación y que Dios dijera: “Yo amé a Jacob, y aborrecí a Esaú” (Malaquías 1:3).

            ¿Por qué? Porque Esaú fue indiferente y descuidado con algo precioso para Dios. Olvidó quién es Dios y el llamado de Dios para él. Olvidó dar gracias y no valoró el tesoro que Dios le había dado (ver Romanos 1). Y así, Dios le quitó la bendición a Esaú y se la dio a Jacob, quien era un tramposo pero que entendía el valor de la bendición. La gente, las iglesias e incluso las naciones todavía están aprendiendo esta amarga lección hoy.

            Algunos de nosotros, en 2021, nos encontramos frente a un “momento de la verdad como Jacob y Esaú”. ¿Descuidaremos y malgastaremos nuestra herencia en el Señor por poder y placeres temporales, o la atesoraremos por encima de todo? ¿Entendemos que nuestra herencia en Dios no es sólo para nuestra bendición, sino para traer bendición a nuestra generación y a las venideras? Sin su herencia perderemos nuestro lugar y nuestro camino.

¿TIENES SED?

            Todos decimos querer estar en la presencia de Dios y recibir su favor. Todos queremos estar en “el río” de su propósito y su poder, para refrescarnos y rebosar de amor, gozo y paz. Pero entienda esto: el río de Dios tiene su origen en Dios y sólo fluye desde su trono. Es su presencia y su reino lo que trae el fluir de vida, poder y refrescamiento.

Jesús dijo: «Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como ha dicho la Escritura: “De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva” Pero Él decía esto del Espíritu, que los que habían creído en Él habían de recibir… » (Juan 7:37-39).

            Hay que tener sed para beber del Espíritu. Hay que buscarlo. Una vez escuché a Derek Prince decir: “La diferencia entre una reunión de oración y una reunión de búsqueda es que en la primera, cuando se termina de orar, se detiene; la otra, no se detiene hasta que encuentra lo que está buscando.» Quienes verdaderamente tienen sed serán saciados; los bebedores casuales y descuidados no se llenarán.

            Si escuchar a Dios es una cuestión de vida o muerte, ¿tenemos hambre y sed de conocerlo y escuchar su voz? ¿Cuánto estamos invirtiendo en términos de tiempo y energía en la oración, el ayuno, la adoración y la lectura de la Palabra? ¿Qué estamos haciendo con la Palabra que ya hemos escuchado? ¿Cuál es nuestra «proporción de obediencia» a lo que él ya ha dicho? Recuerde lo que dijo Santiago: “…Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.” (Santiago 1:22).

            Es posible que pronto Dios le diga algo que le desafiará mucho más allá de lo que usted comprenda. ¿Está preparado para comprometerse con la obediencia y seguir adelante? Parte de la capacidad para escuchar con claridad es la disposición a obedecer lo que sea que vaya a escuchar. Y cuando tratamos con Dios, debemos hacer ese compromiso antes de saber de qué se trata. ¿Confía en el? ¡Dígale “sí” y sorpréndase de lo que él le mostrará!

            A medida que Dios se mueve en nuestras vidas, también debemos comprometernos a compartir con los demás lo que él está haciendo. Cuando recibimos liberación en medio de las pruebas, tenemos un testimonio: ¡Buenas nuevas! Otros necesitan escucharlo. Demasiadas personas quieren salir del pozo sin estar dispuestas a cantar una canción nueva (ver Salmo 40). Si Dios le da un testimonio, no es sólo para beneficio de usted, sino para el beneficio de aquellos que anhelan o esperan desesperadamente una Palabra.

HABLA SEÑOR

            Si está teniendo dificultad para oír al Espíritu de Dios, tranquilice su corazón y su mente… y luego escuche. En 1 Samuel 3, vemos cómo el joven Samuel se entregó al Señor y dijo: «Habla Señor, que tu siervo escucha». A menudo, Dios está hablando, pero no reconocemos su voz.

            Busque la posición correcta para escuchar a Dios. Deshágase del pecado o la distracción. Humíllese ante el Señor. No busque lo espectacular, busque al Espíritu. A veces, Dios habla con una voz suave y apacible. Las señales siguen a los que creen; no las busque, crea en el Señor y las señales seguirán. Permita que el Señor le hable en la dificultad. Pablo escuchó la voz del Señor en un barco que se hundía en una tormenta. Esteban vio al Señor en el cielo, alto y sublime, incluso cuando una turba le arrojaba piedras hasta matarlo.

            Los tiempos en que vivimos exigen que tengamos claro el rumbo, la esperanza y la fortaleza. Dios ha hecho provisión en el Espíritu Santo para que escuchemos su voz y caminemos en su sabiduría y poder. Si lo buscamos, él ha prometido derramar su Espíritu sobre nosotros y, a través de nosotros, a los demás.

            Por favor, recuerde este ministerio en sus oraciones y en sus ofrendas para seguir sirviendo al Señor y a su pueblo entre las naciones. Y dispóngase estar con nosotros en línea en nuestra Conferencia “Virtual Gatlinburg” de 2021, el 11 de mayo a las 7:30 pm hora central, a través de la página de Facebook de Charles Simpson Ministries y nuestro canal de YouTube de publicación de CSMP. Nuestro tema será: «Solo en Cristo». ¡Más información próximamente!

En Jesús,

Stephen Simpson

Acerca del autor

STEPHEN SIMPSON es el editor de la revista One-to-One y el director de CSM Publishing. Además del ministerio de publicaciones, Stephen ha servido en el liderazgo de iglesias y ministerios en Costa Rica, Florida, Mississippi, Texas y Michigan. También fue el pastor principal de Iglesia de Pacto de Mobile, Alabama (2004-2013). Continúa viajando en el ministerio por América del Norte y otras naciones.

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Por Stephen Simpson Categorías: Liderazgo, Cartas pastorales, Relaciones, Crecimiento espiritual, Guerra espiritual, Trabajo y servicio, Cosmovisión y cultura, Adoración y oración.

Etiquetas: ansiedad, desafíos, depresión, destino, dirección, Espíritu Santo, identidad, herencia, Jacob, avivamiento, salvación, sed, verdad.  

Notas

  1. Viejo canto espiritual negro
  2. Programa de televisión de aventuras reales

3, Todas las citas bíblicas son de la Nueva Biblia de las Américas

  Carta pastoral de abril de 2021 usada con permiso.