Autor Edwin J. Cano C.

Es inevitable caer en los mismos errores cuando se tiene una mala actitud hacia el cambio y no se está preparado para enfrentar las condiciones que vienen con las nuevas oportunidades que ofrece el Espíritu Santo.

Una de las razones de esta tendencia, es la comodidad en que se vive; manteniéndose en lo tradicional, lo cotidiano y guardando las mismas costumbres. Gálatas 1:6 versión DHH dice: “Estoy muy sorprendido de que ustedes se hayan alejado tan pronto de Dios…” La verdad es que, en medio de esta comodidad, es muy fácil hacer cuestionamientos de la obra del Espíritu Santo en el proceso de los cambios en la vida de los creyentes.

Cuantas más explicaciones se den, más difícil es aceptar que se ha caído en errores fatales, y que es posible salir de ahí. A más de uno les quita su tranquilidad el desgaste que produce el esfuerzo de resistir al Espíritu Santo. El cambio en el timón no es de cualquiera, sino de aquellos que acepten el reto de lo ineludible, que tarde o temprano tendrán que enfrentarse con la VOLUNTAD de DIOS de renovarse espiritualmente en su manera de juzgar, y revestirse de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se distingue por una vida recta y pura, basada en la verdad.” (Efesios 4.21-24)

Estas consideraciones son importantes e imperativas para empezar a aprender en qué consiste la renovación. En esto nos ayuda Romanos 12:1 que dice: “…Les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este es el verdadero culto.

Otro gran problema es creer que ya se tienen todas las soluciones y se han tomado todas las decisiones sobre lo que Dios dice que es necesario y pertinente hacer; pero cuando llega el momento de las confrontaciones, si se tiene una mala actitud, todo es en contrapuesto1. Se ven enemigos donde no existen, por lo que se hace necesario y pertinente ser prudente. Muchas veces, quienes ven esto como imposible, son aquellos que han sido fieles, pero que evaden los enfrentamientos por supuestas lealtades y fidelidades.

El querer evitar confrontaciones se constituye en un serio problema para una organización que permanece en la oscuridad, por el miedo de los líderes que no quieren cambiar por diferentes motivos existenciales y acomodadizos. Esto no sólo afecta al ente organizacional, sino que se constituye en el problema de todos y para todos.

Los temores de las generaciones de seguir renovándose, revelan que todos caemos en las mismas dificultades cuando se envejece. La realidad es que toda generación joven que nace con nuevas oportunidades llega a envejecer. Pero el problema no es tanto por ser viejo sino por no querer seguir en el proceso de cambio.

Enfrentarse a la cirugía del Espíritu Santo en este proceso de cambio es un asunto de valientes. Así lo declara Jesús en Mateo 11.12 cuando dice que hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los que usan la fuerza pretenden acabar con él. Así se tornan los conflictos que viven ciertas organizaciones: violentos, debido a los retos que Dios hace a las generaciones presentes de que en este cambio hay muchas cosas que se han de dejar.

También hay un dogmatismo dominante en el seno de las denominaciones que se manifiesta en actividades impuestas día con día y que muchos hacen sin reflexionar si es bueno o malo. El conflicto es entre el dogmatismo y la insistencia del Espíritu Santo de volver a las sendas antiguas.

“El Señor dice a su pueblo: «Párense en los caminos y miren, pregunten por los senderos antiguos, dónde está el mejor camino; síganlo y encontrarán descanso.»  Pero ellos dicen: «No, no queremos seguirlo» (Jeremías 6:16).

La respuesta parece ser la misma a la confrontación de hoy, “No, no queremos seguirlo.” Si es así, entonces el resultado será el mismo: «Voy a traer a este pueblo una desgracia que es consecuencia de sus planes…» (Jeremías 6:19) todo por no aceptar estar donde Dios desea que se esté.

Enfrentarse a lo nuevo y redefinir los principios y conceptos por los que se vive actualmente; es “des-dogmatizarse” y buscar más como en los viejos tiempos, cuando nada se tenía, y nada se era.  Pero en todos nosotros subsiste el miedo de soltar lo que se tiene, a fin de ubicarse entre una nueva generación que busca sus espacios y que debe tomar decisiones nuevas y apropiadas para su condición existente.

Más allá de las confrontaciones y de las preguntas punzantes, está el dolor de aceptar que hay una generación que tiene que ir más allá de donde llegó la generación vieja. Dios siempre está con los que le buscan, y que, “renuncian a su antigua manera de vivir.” (Efesios 4.22). Pero es difícil dejar las actuales doctrinas, y reconsiderar los principios por los que se ha caminado, con cierto éxito relativo.

“La fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo (Romanos 10.17).

La UNCIÓN viene en todos los momentos de crisis. La conformación de la imagen de JESÚS fue, es, y será, el efecto medular para todos aquellos que han determinado hacer la voluntad de Dios. Este efecto es lo que el ESPÍRITU se propone realizar en las diferentes actividades cuando viene la UNCIÓN.

“Pues Dios, según su bondadosa determinación, es quien hace nacer en ustedes los buenos deseos y quien los ayuda a llevarlos a cabo (Filipenses 2.13).

Más allá de la determinación y el empeño que ponga el hombre, siempre está la presencia de Dios, que engendra VIDA.

Todo sucede en el contexto de la muerte y resurrección de nuestro Señor. El Espíritu Santo es quien nos da posesión de esta vida de resurrección, por lo que se hace necesario y pertinente darle oportunidad en las actividades y momentos del grupo mismo. El Espíritu SANTO continuamente nos confronta con la necesidad de cambiar lo que se ha vuelto rutinario y sin verdadero sentido espiritual.

La UNCIÓN viene cuando en todo acto está la presencia de Cristo quien con su muerte y resurrección dio nuevo significado a la VIDA. Efesios 5.18-19:

       “…Llénense del Espíritu Santo… alaben de todo corazón al Señor.

Esta llenura viene por la fe, que mueve a todos hacia un mismo horizonte. Esto de “seguir siendo” LLENO DEL ESPÍRITU y adorándole DE TODO CORAZÓN es para mantenerse en condición para recibir la UNCIÓN considerando las decisiones que se han de tomar,

Con la unción viene una nueva revelación sobre todo lo que se supone es característico del Espíritu Santo para la edificación de aquellos que la viven. Sin embargo, aunque viniera en momentos de crecimiento y en determinación de que, con el derramamiento del Espíritu Santo iniciara la fundamentación de la IGLESIA; con el uso y la imposición del pensamiento humano en el transcurso del tiempo, las demostraciones de su venida han venido sufriendo desgastes y no son más características del Espíritu.

La manera en que IGLESIA tuvo su origen en PENTECOSTÉS, establece este constante reto que surge y viene con la UNCIÓN. Sin la presencia de Jesús no hay revelación ni poder para HACER. Por lo tanto, es importante buscar a Dios en AYUNO y ORACIÓN para oír su VOZ, en medio de tantas voces que han distorsionado los principios del Reino de Dios.

Cada generación necesita tomar con seriedad la búsqueda de Dios y entrar en la profundidad de los principios del Reino de Dios. Más que comprobar un dogma es descubrir, sacar a la LUZ, lo que Dios quiere renovar. 1Corintios 2:9-10 dice:

«Dios ha preparado para los que lo aman cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensado. Éstas son las cosas que Dios nos ha hecho conocer por medio del Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las cosas más profundas de Dios.»

Dios habla de una nueva perspectiva que se debe de tener entre lo que es de muerte y lo que es de vida en el quehacer de la Iglesia. Para eso es que viene la UNCIÓN, para juzgar lo que es o no es de Dios o como dice: Ver 1 Corintios 2: 5,16, para “conocer la mente del Señor.

Tenemos que reconocer que la Iglesia ha perdido esa perspectiva y que para recobrarla se hace necesario la UNCIÓN; particularmente en esos profundos momentos que sólo se logran con la ADORACIÓN. Y nos da la impresión que cuanto más estemos en la presencia de Dios, más llegaremos a encontrarnos con esa VIDA.

Este es un asunto de encuentro personal con Jesús, por medio del ESPÍRITU. Sólo un encuentro con Jesús cambiará la vida activa de la IGLESIA. Sólo en una confrontación de los MINISTERIOS con Dios mismo, llegarán al momento de oír su VOZ diciendo que es necesario cambiar y cumplir con lo que fueron sus primeros deseos.

Notas:

  1. “Contraponer = Poner una cosa contra otra para estorbarle su efecto.” Real Academia Española

Edwin J. Cano C. es profesor jubilado de la Universidad Nacional de Costa Rica. Él y su esposa viven en San Isidro de El General de Pérez Zeledón.

12 de septiembre de 2008