Por Keith Curlee

Unas 20 veces, más o menos, en el libro de los Hechos del Espíritu Santo, después de que lo recibieron, los apóstoles anduvieron, sin vergüenza, declarando y orando en el nombre de Jesús. En su nombre ministraron con valor y con poder. Me parece muy desalentador a veces, cómo se ha minimizado en nuestro tiempo ese compartir y testificar. Incluso he escuchado a algunos aconsejar, cuando se habla a los judíos, no usar el nombre de Jesús, para no ofender.

En el día de Pentecostés, su nombre fue comunicado y entregado para dar testimonio de quién es él y de lo que hizo. No había un lugar más judío que Jerusalén. ¿Dónde habrá algún lugar en el mundo donde su Nombre no pueda ser el centro del ministerio? Varias veces en los Hechos, los apóstoles fueron llevados ante las autoridades y se les ordenó no enseñar o predicar en el nombre de Jesús.

Los creyentes de ese tiempo no eran tímidos para alabar a Dios y expresar su temor reverente a él. Ellos percibieron que no tenían nada excepto el nombre de Jesús. ¡O él era todo o nada en absoluto!

Pedro y Juan fueron arrestados de camino al Templo por dar lo que habían recibido, el nombre de Jesús:

 «Cuando los colocaron en el centro, comenzaron a preguntar: «¿Con qué poder o en qué nombre habéis hecho esto?». Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: «Gobernantes y ancianos del pueblo, si hoy se nos juzga por un beneficio hecho a un enfermo, en cuanto a la forma en que este hombre ha sido sanado, que se sepa a todos ustedes y a todo el pueblo de Israel, que, por el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes crucificaron, y a quien Dios resucitó de entre los muertos, por este nombre este hombre está aquí ante ustedes con buena salud.» (Hechos 4:7-10)

Los sistemas religiosos y políticos no tolerarán jamás el nombre de Jesús. Ellos continuarán tratando de avergonzar, ridiculizar y perseguir a aquellos que llevan en sus espíritus el nombre de Jesucristo. Los religiosos y políticos lo usan en vano. Ellos toman su nombre para promover sus agendas cuando les es conveniente. Adoptan una forma de piedad, pero niegan el poder de la misma.

Sabemos que el tercer mandamiento dado por Dios prohíbe que se tome en vano su nombre:

En aquel día, muchos me dirán: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Pero yo les diré claramente: “Nunca los conocí. ¡Apártense de mí, obreros de la maldad!” (Mateo 7:22-23)

Dios sabía de antemano que daría a su Hijo unigénito el nombre de Jesús. Gabriel le dijo a María que tendría un hijo, y que su nombre sería Jesús, porque salvaría a su pueblo de sus pecados. Santo, Santo, Santo, es el nombre del Señor. En el día del juicio, muchos le dirán: «¿No echamos fuera demonios en tu nombre? Pero él dirá claramente: Nunca los conocí. ¡Apártense de mí obreros de maldad!

Hay algo en ese nombre, ¡JESÚS!

Acerca del autor:

Keith Curlee es el presidente y fundador de Triumphant Mercy Ministries, con un alcance global, particularmente en México, Centroamérica y el Medio Oriente. Keith y su esposa viven en Mobile, Alabama.

Notas:

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la Reina Valera Contemporánea (RVC).

Usado con permiso.