Autor Charles Simpson
¿Puede nuestra cultura ser curada de su inclinación a la credulidad?
Es difícil y peligroso desafiar con valentía toda una cultura, pero eso es frecuentemente lo que los profetas están llamados a hacer. Los profetas simplemente aman a Dios y la verdad más que a sus propias vidas. Jeremías era un verdadero profeta entre muchos falsos profetas y con frecuencia se le llama «el profeta llorón» por una buena razón. Jeremías fue el profeta más importante en una de las épocas más trágicas de Judá, la que vio devastada por Babilonia (alrededor de 627-586 a.C). Fue un hombre veraz en un tiempo cuando la mayoría de los líderes y profetas eran mentirosos y egoístas.
Jeremías 8:17 documenta esta palabra del Señor a Judá:
“He aquí que yo envío sobre ustedes serpientes, víboras contra las cuales no habrá encantamiento que valga. Y ellas los morderán”, dice el SEÑOR.
Al igual que hoy, el encantamiento de serpientes también se practicaba en tiempos de Jeremías.
El encantamiento de serpientes a menudo se asocia con la India, pero esta práctica se remonta mucho más lejos y está más extendida. Sabemos que existió en Egipto. La serpiente se usaba como un símbolo del trono y como un símbolo religioso en muchos lugares. La representación de los dioses en las serpientes era como símbolos de fertilidad, sabiduría y protección; por lo tanto, eran adorados. Los que adoraban estas serpientes, pensaban que así podían apaciguar a «ese dios» en particular. Ese tipo de creencia continúa existiendo hoy.
¿Quién es realmente el encantado?
El encantamiento de serpientes se basa en la idea de que una serpiente, a menudo una cobra, puede ser hipnotizada con música. El «encantador» toca un tipo de flauta, se balancea hacia adelante y hacia atrás aparentemente induciendo un estado hipnótico. En realidad, la serpiente no puede escuchar la música, pero puede detectar las vibraciones y se mueve con la oscilación del instrumento. La serpiente a menudo hace el intento de atacar, pero es inofensiva porque le han quitado los colmillos y eliminando el veneno. En 1972, la India prohibió la práctica en base a sus leyes contra la crueldad hacia los animales, pero aún quedan miles de «encantadores».
¿Quién es realmente el encantado, el seducido, engañado e hipnotizado? ¡No es la serpiente! Son los que creen en la serpiente, que ven el baile, escuchan la música y observan al hábil encantador. Son aquellos que no relacionan la pobreza, la enfermedad y otras condiciones que los rodean con adorar a dioses ajenos.
Cuando la obediencia al Señor Dios es eliminada de la cultura, la humanidad se vuelve vulnerable. La serpiente no será apaciguada ni encantada en su instinto de destrucción.
Judá en la época de Jeremías había degenerado en la adoración de Baal y otros dioses falsos que prometían fertilidad, protección, sabiduría y otros beneficios. Habían «cavado para sí… cisternas rotas que no retienen el agua” (Jeremías 2:13). Los encantadores eran los líderes religiosos y políticos que estaban a cargo de la nación (lea Isaías 3:12). Estos líderes habían encantado al pueblo con palabras que la gente quería oír (lea Isaías 30:10). Pero la falsa dirección conduciría al pueblo a un final destructivo. Las palabras bonitas y la música no encantarían a la serpiente, sólo a los observadores.
Sabemos que desde el principio la serpiente es un símbolo del mal. Su sutileza le ayuda en la seducción y la destrucción. Cuando la cultura se aleja de la obediencia al Señor Dios, la humanidad queda expuesta al ataque del enemigo. La serpiente no será apaciguada ni encantada en su impulso de destruir. La serpiente, un ángel caído, existe desde antes del tiempo. Este enemigo sólo busca su propio provecho y parte de ello es seducir y encantar a todos los que quieren servirse a sí mismos poniéndose primero ellos y no a Dios.
¿Pueden ser encantadas las personas inteligentes?
Otra pregunta que debemos hacer es, ¿pueden los cristianos ser encantados? Hace varios años, preguntaron a un juez cristiano si había partes en Inglaterra donde se aplicaba la Sharía, la ley islámica. Él se burló de la idea como absurda. Ahora sabemos que hay decenas de regiones dominadas por los musulmanes y que ellos tienen una visión diferente de las mujeres, el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y muchos otros problemas. (Eso también sucede en otros países occidentales, inclusive en los Estados Unidos.) Gran parte de Europa ha sido encantada.
¿Se ha preguntado alguna vez por qué un feminista que cree en el aborto puede colaborar con un extremista musulmán? La respuesta es simple: ambos obtienen lo que quieren. Cuando el deseo anula la verdad, comienza el problema.
Eso puede sucederle a personas que de otro modo serían inteligentes. Estas mismas personas llegan a creer que apaciguan la maldad encantando a la serpiente, pero el mal no puede ser apaciguado. Pregúntale a Neville Chamberlain si el apaciguamiento funcionó con Adolph Hitler. Como enseña la antigua parábola, el camello no sólo quiere meter la nariz en la tienda; quiere toda la tienda y que usted salga de ella. Mire lo que está sucediendo a los cristianos en algunos países.
La inteligencia sin Dios es una fórmula para el engaño y la derrota. Las personas creadas a imagen de Dios tienen la opción de escoger y un libre albedrío. Aunque Dios es soberano y gobierna en los asuntos de todas las personas, sin embargo, nos ha permitido a nosotros decidir a quién serviremos, en qué creeremos y qué haremos (Vea Josué 24:15). Si preferimos una mentira a la verdad, cosecharemos las consecuencias.
Hace muchos años, mi madre le dijo a un joven: «Eres un adulador». Mi madre hablaba con franqueza y no escuchaba menos que eso. Era difícil hacerla creer una mentira; yo mismo lo intenté con malos resultados. Cuando uno prefiere lo «bonito» a lo verdadero, eso es lo que obtiene, pero los resultados a menudo son catastróficos. Podemos ser «encantados» sólo si elegimos serlo. Someterse a la hipnosis es una decisión voluntaria.
La cura
¿Puede curarse nuestra cultura de su inclinación a la credulidad? Todo es posible con Dios; nada es difícil para él. Pero desde nuestro punto de vista, no será fácil. Recuerde que a Jeremías lo llaman «el profeta llorón» por una buena razón; duele hasta el llanto ver declinar a su nación. Pero hay algunas cosas que usted y yo podemos hacer:
- Tome en serio la oración por la nación.
- Camine en el temor de Dios y en obediencia.
- Ame la verdad más que a sí mismo y permanezca en la Palabra de Dios.
- Pídale a Dios que lo llene con el Espíritu Santo; necesitamos su poder para servirle con denuedo.
- Pida discernimiento y sabiduría de lo alto.
- Ore por nuestros líderes y por un gobierno justo.
- Apoye a quienes tienen el valor de decir la verdad.
- Colabore con quienes toman posiciones justas.
- Hágase amigo de quienes edifiquen su fe.
- Ore por los que sufren por su fe.
Si hacemos estas cosas como el Señor dirija, podemos ser una luz en la oscuridad. Podemos sacar nuestra luz de debajo del cajón (Mateo 5:15) y llevarla a la calle, al hogar y al lugar de trabajo.
Recuerde, el apaciguamiento y la transigencia no funcionan. Podemos amar a nuestro enemigo y a quienes estén en desacuerdo sin ignorar o diluir la verdad. Lo que hizo caer a Judá y a otras naciones puede hacernos caer a nosotros si no nos humillamos ante Dios y Su verdad.
No conocemos toda la verdad y eso debiera movernos a buscar lo que es verdad. Cuando encontremos lo que sí sabemos que es verdad, debemos abrazarla con nuestras vidas todos los días. Hay quienes aman la verdad más que a sí mismos. Muchos han muerto por amor a la verdad y otros están dispuestos.
Pero nuestros mejores esfuerzos no producirán la salvación. Necesitamos a Jesús, solo él puede salvarnos.
La revista One-to-One se publica trimestralmente en inglés. Este artículo fue tomado con permiso de la edición de verano de 2018.
Charles Simpson es editor en jefe de la revista One-to-One. Él ministra extensamente a través de los Estados Unidos y entre las naciones. En 2018, celebró su 81° cumpleaños y 63 años de ministerio.