El gobierno de Dios

Autor Ern Baxter

Romanos 13 es sin duda el capítulo clásico en relación con el gobierno civil: «Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan, porque no hay autoridad sino por Dios, y las que existen, por Dios son constituidas» (V. 1). Dios es la fuente de toda autoridad; aún la autoridad distorcionada y violada existe por Su voluntad permisiva y está sujeta a Su corrección.

El gobierno y la autoridad se originan en la Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son la ilustración más grande que tenemos de una diversidad en unidad. Ciertamente que su diversidad en la unidad es un gran misterio. Los papeles individuales del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo no deben confundirse y sin embargo son un sólo Dios.

Dentro de la Trinidad tenemos gobierno – que no es un asunto de igualdad, sino de oficio. El Padre envió al Hijo. El Hijo vino en obediencia al Padre y regresó al cielo, dando cuenta de Su misión cuando se sentó a la diestra del Padre. El Hijo entonces envió al Espíritu Santo en Su misión. Padre, Hijo y Espíritu Santo – co-iguales, consubstanciales, coesenciales – un solo Dios. Este es el gobierno en su nivel óptimo, dentro de la unidad y diversidad de la Trinidad.

Entre la gran hueste de arcángeles, serafines, querubines, principados, poderíos, ángeles -un tremendo número, humanamente incomputable, de criaturas angelicales- vemos orden. Cuando pienso en Dios Todopoderoso conduciendo el universo, y enviando a millares de millares de sus ángeles como ministros a un mundo limitado por el tiempo y el espacio, quienes a su vez ministran con infinita certeza como la operación de un reloj divino; veo orden y gobierno. Y cuando pienso en la mano de Dios extendida en los días del cautiverio de Israel en Egipto, llevando a tres millones de personas por el desierto sin un sistema moderno de comunicaciones =tres millones marchando en orden, levantando sus tiendas en orden, bajo el gobierno de Moisés- puedo ver que el deseo de Dios es que Su voluntad » … sea hecha en la tierra como en el cielo». El gobierno de Dios es más que Su bendición: es orden y una manifestación de lo que Dios desea para el hombre en este mundo.

Hay tres fases del gobierno de Dios, que están representadas en las Escrituras por tres comunidades. Una comunidad es un grupo de personas que han llegado a una relación justa dentro de un orden y un gobierno adecuado.

La comunidad del Edén

En Génesis capítulo uno tenemos la primera comunidad -en el Edén. Dios creó el mundo. Plantó un huerto, formó al hombre, comenzó la primera comunidad humana y les dijo: «Llenad la tierra y sojuzgadla. Señoread sobre ella.» Dios estaba formando Su primera comunidad – proyectándose a Sí mismo de acuerdo a Su deseo soberano, formando los mundos con Su palabra, dándole el ser al hombre, como producto de Su propio genio creativo: el hombre – el ápice de todo lo que creó, su autoridad delegada sobre toda la diversidad magnífica de la tierra- Su rey, Su delegado.

«Adán, quiero que llenes la tierra con tu especie. Quiero que la sojuzgues con el conocimiento que Yo te imparta según Mi imagen y quiero que instituyas sobre la tierra el gobierno que refleje, reproduzca, materialice el gobierno que está en los cielos.» Dios no ha cambiado Su propósito. Dios está levantando una generación de hombres y mujeres que no sepan so­ lamente regocijarse emocionalmente, sino que respondan con un acto de su voluntad, a la Palabra de Dios en obediencia. Nuestro hermano mayor nos ha dado ejemplo. Porque cuando entra al mundo dice: «He aquí yo he venido para hacer, oh Dios, Tu voluntad (en el rollo del libro está escrito de mí).» (Salmo 40:7-8). Jesucristo caminó sus treinta y tres años y medio haciendo la voluntad de Dios sin desviarse a la izquierda o a la derecha, y porque fue «obediente hasta la muerte, y muerte de cruz … Dios también le exaltó hasta lo sumo y le confirió el nombre que es sobre todo nombre» (Filipenses 2:8-9). Jesús abrió un camino por el cual nosotros podemos transitar.

En Génesis 2: 16 Dios dio un decreto de gobierno; y no dejó su obediencia a la discreción de Adán.

“De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”

En 1 Corintios 11:3,8 al 9, 11,12, encontramos otra expresión del propósito gubernamental de Dios para la humanidad.

“Pero quiero que entendáis que Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.

Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre; pues en verdad el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.

Sin embargo, en el Señor ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre independiente de la mujer.

Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; y todas las cosas proceden de Dios.”

Dios está protegido como fuente de gobierno. También la cualidad redimible del hombre y la mujer. Pero la estructura del gobierno queda definida: Dios es la cabeza de Cristo; Cristo es la cabeza del hombre; el hombre es la cabeza de la mujer. El hombre y la mujer no deben de considerar esto en términos de desigualdad o de valor. Esta es sencillamente la estructura de su gobierno. Si esto nos perturba, entonces necesitamos regresar a la ilustración de la Trinidad.

El Padre envió al Hijo. Estoy seguro de que si hablásemos antropomórficamente (el lenguaje del hombre), el Hijo pudo haber contestado así: «Pero Padre, Tú entiendes que la buena teología dice que Yo soy co-igual contigo. No veo ninguna razón por la que tenga que descender y hacer ese trabajo.» Por supuesto que eso tiene el sabor de la blasfemia. Jesús jamás pensó siquiera en ello. Dentro del misterio de la Trinidad de Dios, el Verbo se levantó y se despojó a sí mismo de Sus prerrogativas divinas, poniendo la vestidura real de Su autoridad co-igual con el Padre en el respaldar de Su trono y descendió para acomodarse en el vientre de una joven campesina, una virgen. Y naciendo como hombre, pasó por todas las exigencias de la existencia humana, muriendo desnudo y retorciéndose en agonía sobre una cruz, un hombre bajo autoridad. Entonces regresó al cielo, y dijo al Espíritu Santo: «¡Ahora es tu turno!»

Me imagino que el Espíritu Santo pudo haber dicho: «Si Tú crees que voy a ir allí después de lo que te hicieron a Ti . . .» Pero nosotros ni siquiera pensamos eso, porque cuando tenemos a Dios en mente -Padre, Hijo y Espíritu Santo- pensamos en un orden infinitamente preciso, aún en lo que respecta a la obediencia.

Volviendo al Génesis, a ese precioso relato de que Dios hizo en la creación, no podemos dejar de reflexionar en lo hermoso que pudo haber sido si Adán hubiese obedecido la palabra del gobierno de Dios. Porque Adán no era cualquier pedazo inmoderado de protoplasma flotando sobre las aguas primitivas, esperando que algún evento casual lo llevase a algún tipo de formación en semejanza de un hombre. El Dios Todopoderoso había formado ese cuerpo con Sus propios dedos infinitamente precisos. Todos los sistemas estaban listos. Dios se inclinó y con un beso puso en Adán el aliento de vida y éste se puso en pie – ¡un alma viviente! Cuando era tiempo para hacer a la mujer, Dios lo puso a dormir y tomó del costado de Adán no sólo tejido, sino personalidad; y formó una criatura magníficamente hermosa. La primera boda se llevó a cabo cuando Dios marchó entre las hojas del Edén con Eva en Su brazo y la presentó a Adán quien, saliendo de la anestesia, miró a la mujer y la tomó por su esposa.

Imagine lo que hubiese sido si el magnífico Adán y la exquisita Eva hubiesen producido hermosos niños, los hubiesen entrenado a cuidar el huerto y después exportado la vida de la comunidad del Edén a toda la tierra. ¡El mundo entero se hubiese convertido en un huerto de Edén! Pero intervino la calamidad de la interrupción del gobierno y Pablo dice en Romanos 5:19: «Por la desobediencia de un hombre muchos fueron hechos pecadores.»

Adán desobedeció a Dios. Desobedeció a Dios porque había un factor de engaño en su vida. Eva fue engañada, pero Adán entró con los ojos abiertos. Con el engaño y la desobediencia vino la expulsión. Dios sacó al hombre del huerto y creo que había lágrimas en Su rostro cuando lo hizo. Me imagino que Adán mirando hacia atrás y protestando en medio de sus propias lágrimas pudo haber dicho: «Oh Dios, por favor, ¿tienes que hacerlo de esta manera?» y pienso que si había enojo en Dios, estaba mezclado con dolor, porque dudo que Dios jamás se enoje sin sentir dolor.

Sin embargo, Dios los sacó del Edén e inmediatamente edificó un altar al oriente del huerto y puso allí querubines, los protectores de la santidad de Dios, y estableció los sacrificios para que Adán pudiese mantener una relación nueva con Dios y se convirtiera en el comienzo de un nuevo orden.

Dios no ha cambiado de opinión con respecto a lo que va a hacer en la tierra. Las siguientes palabras describen la infinita paciencia de Dios: «No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley.» (Isaías 42:4). Dios quiere manifestar la plenitud de Su hijo sobre la tierra. No hay gran gloria para Dios si lo hace en los cielos. Pero cuando lo haga sobre la tierra, Satanás retrocederá angustiado al ver como Dios contrarresta el éxito maligno que interrumpió el gobierno de Dios a través de Adán.

La comunidad de Israel  

Cuando Dios echó fuera al hombre, éste se dispuso a hacer su propio camino en el mundo. Continuó oponiéndose a Dios hasta que no fue suficiente mantenerlo expulsado del huerto, sino que fue necesario cortarlo de la faz de la tierra. Sólo una familia sobrevivió: la familia de Noé. Pero el hombre, en vez de obedecer a Dios y poblar la tierra, edificó una torre para mantener su nombre. Dios confundió su idioma en la torre de Babel y los dispersó sobre toda la tierra.

El tiempo transcurrió y entró a figurar un hombre llamado Abram. Dios sacó a Abram de Ur de los Caldeos y comenzó un nuevo programa para hacer una comunidad en la tierra – la comunidad de Israel. Dios estableció Su propósito con toda claridad en el llamamiento de Abram.

Pero Jehová había dicho a Abram: «Vete de tu tierra, y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición. 

Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. » (Génesis 12: 1-3).

Quiero que quede bien claro que un hombre es el objeto del propósito de Dios. El interés de Dios son las personas los seres humanos. El propósito de Dios es alcanzarlo a usted y a mí.

Desde el principio, el propósito de Dios ha sido tomarlo a usted y a mí como criaturas divinamente predestinadas y enseñarnos a actuar como una proyección de Su gobierno en un mundo limitado por el tiempo y el espacio. Pero le hemos resistido una y otra vez.

Tenemos que entender que nosotros somos el propósito de gobierno de Dios. No es algo abstracto, teórico, o eufórico en alguna parte. Es aquí en hombres y mujeres de carne y hueso. Dios quiere que nosotros hagamos Su voluntad. Dios quiere que nosotros entendamos Su gobierno.

Dios trajo la primacía a Israel con Abraham. Abraham engendró a Isaac. Isaac a Jacob. Jacob tuvo doce hijos y éstos se convirtieron en una gran nación. Dios entonces levantó a un gran hombre llamado Moisés. En el libro de Hebreos, Moisés y Jesús aparecen en contraste y en comparación. A decir verdad, hay sólo dos iglesias mencionadas en la Biblia: la Iglesia bajo Moisés y la Iglesia bajo Cristo.

La Iglesia bajo Moisés estaba destinada a ir a una tierra comparable al Edén para establecer un gobierno teocrático y desde allí diseminar la voluntad de Dios por toda la tierra. A Israel le correspondía ser la comunidad testificadora que Adán y Eva no llegaron a ser.

Dios instruyó a Israel en el Sinaí y les dio la constitución divina cubriendo todas las dimensiones de la vida. Nada quedó por afuera. Hasta nuestros días, la jurisprudencia de muchas naciones ha sido edificada mayormente sobre el código mosaico entregado en el monte Sinaí.

Se cubrieron todos los aspectos de la vida para que, cuando el pueblo entrase en la tierra y echara fuera a los cananeos que habían distorsionado el gobierno y habían establecido la rapiña, la guerra y la destrucción, entraran armados con una constitución divina para establecer en esa tierra una nación ideal, porque estaría gobernada por Dios a través del código mosaico. Tendrían el mejor grano, los mejores viñedos, el mejor gobierno, la comprensión más grande de higiene, sociología y relaciones interpersonales. Todos los aspectos de la vida entregados por Dios a Moisés se cumplirían en esa comunidad hasta que las naciones del mundo pudiesen ver su testimonio bajo el gobierno de Dios.

Encontraremos que la comunidad de Israel desobedeció igualmente a Dios. Violaron ‘Su gobierno. Cuando estaban a punto de entrar en la tierra para establecer un centro teocrático y evangelístico para todo el mundo, se revelaron contra Dios en Cades-barnea y volvieron atrás. Dios los dejó en el desierto y por 40 años probó Su paciencia con ellos.

Con el tiempo y, bajo la dirección de Josué, Dios llevó a Israel a la tierra prometida y cumplió con Su compromiso en el pacto, pero el pueblo no respondió y no echó a los cananeos de la tierra.

En vez de entrar en detalles trágicos y tristes de la deserción, del deterioro y desobediencia de Israel, iremos directamente al discurso de Esteban por el que tuvo que dar su vida. Esteban se vuelve a aquellos que eran los representantes de la iglesia de Moisés y les dice lo que Dios le había dicho a Moisés: «Tú ya has terminado.»

Nuestro Señor Jesucristo ya lo había dicho con lágrimas: «¡Jerusalén, Jerusalén … cuántas veces quise juntar a tus hijos … y no quisiste!» (Mateo 23 :37). En esas dos palabritas, «cuántas veces», están comprendidos cientos de años de la súplica divina. Dentro de esas dos palabritas, «cuántas veces», encontrará los nombres de todos los profetas y todos los actos providenciales del amor del pacto de Dios que fluye a través de cientos de años, cuando Dios buscó a Su pueblo, quien, según Ezequiel, había encontrado como un niño recién nacido y desechado por su madre. Lo había levantado, cuando ni siquiera había sido lavado; la sangre de su nacimiento estaba todavía sobre su cuerpo. Así que El la lavó, la envolvió con fajas, y esperó hasta que se convirtió en una doncella muy hermosa. Entonces la cortejó, ganó su corazón y se casó con ella. Israel se convirtió en Su esposa, pero ella adulteró como una ramera desvergonzada.

El mismo Dios con quien estaba casada Israel, era el Dios que derramó lágrimas sobre Jerusalén como lo había hecho con Adán. «Jerusalén, Jerusalén, cuántas veces … te hubiese perdonado; a pesar de tus adulterios te hubiese recibido, pero no quisiste regresar. Ahora tu casa queda desolada y el reino te es quitado y dado a una nación que produzca los frutos de él.» Esteban declaró: «Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo » Tener el Espíritu Santo no es una garantía de que no le vamos a resistir. El hecho de que el Espíritu Santo se esté moviendo en las dimensiones carismáticas no significa que no le podamos resistir.

Dios te dice a ti y a mí: «Si quieres vivir, obedecerás mi Palabra, porque en la obediencia de esa Palabra está la vida.»

Cuando Dios trató con la comunidad de Israel, lo hizo en amor y misericordia, pero con severidad. Cuando Pablo habla en Romanos 11 de la gran división entre los judíos y los gentiles, nos amonesta a nosotros que somos predominantemente gentiles a no ser arrogantes porque Dios haya rechazado a los judíos. «Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco te eximirá a ti» (Romanos 11 :21). En ese mismo contexto hace la siguiente declaración: «Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios» (Romanos 11: 22).

Cuando Dios me abrió esta Escritura hace como seis meses, comencé a darme cuenta que era un gran contemplador de la bondad de Dios. Noté que todos los cantos que cantamos son acerca de la bondad de Dios.

Yo aprecio mucho la bondad de Dios, pero Pablo no dijo: «Mira, pues, la bondad de Dios.» Lo que dijo fue:

«Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios.» En mi juventud, llegué a odiar literalmente a mi padre. Era un gran disciplinador y un día me dijo: «Hijo, tendrás que estar en casa antes que anochezca.» Yo era grande para mi edad y andaba en compañía de muchachos cinco y hasta seis años mayores que yo. Todas las tardes cuando comenzaba a oscurecer y tenía que despedirme, podía oír a mis amigos decir: «Qué lástima que el viejo Baxter no lo deje quedarse afuera.» Cuando llegaba a la casa entraba sin hablar a mi padre. Lo odiaba por lo que me estaba haciendo. No era justo.

Pero cada uno de mis amigotes fue a parar a la cárcel por robar autos y la única razón por la que yo no fui aprehendido fue porque yo no estaba en las calles en horas propicias para robar autos. Y la única razón por la que no estaba afuera a esas horas era porque tenía que someterme al gobierno de Dios. El reino de Dios en mi hogar hacía de mi padre el delegado de Dios y, si bien yo resentía su autoridad delegada, eso fue lo que me mantuvo fuera de la cárcel. Cuando veo a mi padre como es él hoy, a la edad de 84 años, con sus hombros encorvados y observo la manera en que por 60 años caminó en la integridad de Dios, me inunda un gran amor que sobrepasa al odio de mi juventud; porque sé que mi padre me amó lo suficiente para arriesgarse con mi descontento y mantenerme así fuera de la cárcel.

Si usted tiene un concepto de Dios como de papá Noel va a tener dificultades en entender el sitio de Jerusalén en el año 70 D.C. cuando las mujeres destazaban a sus hijos para mantener sus propios cuerpos con vida mientras Dios usaba a Tito, su agente providencial para entrar en Jerusalén, arrasar el templo y esparcir a Israel sobre la faz de la tierra. Jamás entenderá a un Dios así, si no comprende que Él lo hizo únicamente hasta después de haber agotado todo intento de poner a Su pueblo bajo Su gobierno. «Cuántas veces os quise juntar, pero no quisiste. No quisiste someterte a mi gobierno.»

Pareciera extraña y casi fuera de contexto que la definición del gobierno de Dios en Romanos termina con una declaración de «gozo». El gobierno de Dios es justicia, vertical y horizontal; paz – que viene con la integridad y la integración interna, en las relaciones interpersonales que son sanas; el resultado de todo eso es gozo. El gobierno de Dios está hecho para el gozo.

La comunidad del Hijo  

Ahora venimos a la tercera comunidad. La comunidad del Edén fracasó en su obediencia al gobierno de Dios. La comunidad de Israel también desobedeció al gobierno de Dios. Jesucristo dijo: »Yo he de edificar mi comunidad.» El escritor de Hebreos  dice:

«Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo -en muchos fragmentos, y de muchas maneras – a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado en Su Hijo.»

Dios no puede hacer algo más sublime que lo que hizo con Su Hijo. Dios no tiene otros planes. El Padre tiene un Hijo único y ya lo ha dado y no tiene nada mejor para ofrecer. Dar a Gabriel o a Miguel sería anticlimático. Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios tomó al amado de Su corazón y envió lo mejor que tenía a la tierra. «Y el Verbo se hizo carne, y vimos Su gloria, gloria como del hijo único del Padre, lleno de gracia» y belleza y verdad. Vimos a Dios con un rostro, con un cuerpo y lo palparon nuestras manos, y hablamos con El, y le oímos hablar. Era el Verbo de vida. Hemos escrito de Él y las palabras que proclamamos tienen vida y son para todos los tiempos. No hay nada mejor. Este es el cumplimiento y nosotros Su propósito.

Sobre nuestros hombros descansa Su gobierno. «Pero un momento,» dirá usted «La Biblia dice que el gobierno estará sobre Su hombro.» Sí, pero Él es la cabeza. El cuerpo está aquí abajo. Nosotros somos los que tenemos los hombros. El gobierno de Dios está en nuestras manos.

Nadie se goza en magnificar al Señor más que yo. Nadie se deleita más en declarar que Jesús es el Señor. Pero el señorío de Jesucristo no llegará a manifestarse plenamente aparte de usted: Su cuerpo, la extensión de Su señorío en la tierra. Ustedes son el pueblo del Señor. Ustedes son la última comunidad testificadora.

El mundo entero está lleno de miseria. Las naciones se están quedando sin opciones. Y, sin embargo, en cada nación se está levantando un cuerpo de hombres, de personas, que están iniciando el gobierno de Dios. Están llamando la atención de hombres y mujeres sinceros que todavía están dentro de la sociedad adámica, pero que ven la desintegración de su sociedad; y dicen: «Parece que allí está la alternativa.» No es sólo decir: «Jesús salva», e ir a la iglesia los domingos; es asunto de decir: «Estamos viviendo dentro de una sociedad que funciona bajo el gobierno de Dios. Podemos mostrarles la manera en que Dios quiere que la gente viva en tierra firme dentro de un mundo limitado por el tiempo y el espacio.»

En I Pedro 2:9 se describe como «Una nación santa». Las otras naciones se destacan por sus genes en la sangre, pero a través de la tierra existe una nación llamada santa – el pueblo de Dios con genes en el espíritu sean negros, amarillos, rojos o blancos. Su origen genético es el Espíritu Santo y no la sangre.

Esta nación no tiene fronteras ni puestos de migración; no requiere de pasaportes para ir de una parte de la tierra a la otra. Es un pueblo que está en todas las situaciones humanas de gobierno. Se caracteriza por una cosa en común: tiene vida espiritual.

Es la nación de Dios. Lo que era Adán en los confines del Edén . . . lo que era Israel en el pequeño país de Palestina, es esta nación santa en toda la tierra bajo el señorío de Cristo.

Lo máximo en el reino de Dios es que la gloria del Señor -Sus atributos invisibles- serán manifestados visiblemente en la comunidad redimida cruzando todas las barreras del mundo. Será el pueblo de Dios en la tierra hasta que la gloria del Señor cubra la tierra como las aguas cubren la mar.

Este es el cumplimiento del tiempo de Dios para manifestar Su gloria. La visitación carismática del Espíritu Santo, es una manifestación palpable que Dios está haciendo algo muy especial en la tierra; que Dios está formando un pueblo en toda la tierra que demostrará el gobierno del cielo.

De modo que es muy importante lo que es el orden, las relaciones, la autoridad y el gobierno.

Bautizados en una nación  

Por cada una vez que la Biblia habla de Jesús como «Salvador», lo menciona 29 veces como «Señor». La obra de Dios en la tierra es más que una bendición emocional. Doy gracias a Dios por las guitarras, las panderetas, los coros, por palmear las manos, danzar, y las exclamaciones de júbilo y de alabanza. ¡Aleluya! Esa es una parte de la celebración de gozo. Pero bajo todo eso hay un movimiento profundo del Espíritu Santo para cumplir con el ministerio que le fue encomendado, «Pues por un Espíritu todos fuimos bautizados en un cuerpo.»

Cuando usted es bautizado en agua para afirmar su relación de pacto con Dios, Pablo dice: «Hemos sido sepultados en la muerte con El por medio del bautismo.» Con el bautismo fue sepultado. De esa manera fue cortado de la sociedad adámica como una influencia controladora en su vida, y de toda influencia demoníaca. Cuando se levantó del agua, fue bautizado con el Espíritu Santo y fue rodeado por el Espíritu de Dios. Entonces recibió un principio nuevo de vida para caminar en novedad de vida.

Sin embargo, la dimensión que hemos perdido en el bautismo es que no nos dimos cuenta que cuando fuimos bautizados en la muerte y en la vida, fuimos bautizados también en personas. Esa ha sido la dimensión perdida. «Pues por un Espíritu todos fuimos bautizados en un cuerpo, y a todos se nos dio a beber de un Espíritu.» Cuando somos bautizados en agua y con el Espíritu Santo es apenas dos terceras partes del todo. La otra tercera parte es que soy bautizado o sumergido en una sociedad. Si leemos el segundo capítulo de los Hechos, encontraremos en su progreso, que 3.000 personas ese día habían sido bautizadas en este precioso cuerpo de personas: «partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón.»

La belleza de lo que Dios está haciendo en la tierra son personas que se juntan en la unidad del gobierno de Dios. No es ninguna ensalada indefinible. Hay una estructura de gobierno discernible bajo Dios que está claramente delineada en la Palabra de Verdad como las iglesias de Dios en la tierra con sus ancianos, con sus líderes, y sus autoridades.

Yo afirmo mi fe que Dios conforme a Su Palabra, juntará todas las cosas en uno, en Cristo, en esta era del cumplimiento del tiempo y, que Dios tendrá una comunidad visible y definible de hombres y mujeres que manifestarán Su gloria bajo el gobierno de Su hijo Jesucristo.

Quiero que seamos muy prácticos. Tiene que comenzar con usted y conmigo. Tiene que comenzar con nuestra sujeción personal a la autoridad donde estamos. Tiene que comenzar con el entendimiento que el gobierno de Dios es imperativo en nuestras vidas; que cuando nacemos de nuevo, nacemos dentro de un gobierno. Nacemos dentro de un Reino; y dentro del señorío del Rey Jesús y todas Sus autoridades delegadas. Reconocemos al Rey Jesús cuando reconocemos Sus autoridades delegadas. Necesitamos comprender que el gobierno de Dios en la tierra es la dimensión de nuestro gozo supremo; que el gobierno de Dios en la tierra es la realización de nuestra condición como personas; que el gobierno de Dios en la tierra es el cumplimiento de nuestro destino; que el gobierno de Dios en la tierra es la demostración evangelística del amor de Dios a la humanidad perdida. Es la expresión máxima del evangelismo:

«Padre, te pido que sean uno; como Tú, y yo, para que el mundo sepa que Tú me enviaste.»

El reino que viene 

¿Se ha preguntado usted alguna vez qué significado tienen las Naciones Unidas? Básicamente, las Naciones Unidas (que no profesa ser cristiana) representa la esperanza inarticulada del hombre secular que se oculta en la profundidad de la humanidad no regenerada, en el subconsciente de todos los hombres, donde hay algo que dice que no fuimos destinados para matarnos los unos a los otros; no fuimos destinados para pelear; sino para estar unidos. Fuimos destinados para ser uno.

La existencia de las Naciones Unidas es un clamor del hombre no regenerado por obtener lo que él de alguna manera sabe que es su destino pero que no tiene la dinámica moral de producir. Quiere paz. Quiere que el hambriento sea alimentado. Quiere que las cosas en la tierra sean dignas de su concepto del ser humano. Las Naciones Unidas son la expresión del clamor del hombre sin Cristo para que se cumpla la oración de nuestro Señor.

Cuando nos levantemos en la tierra como el pueblo de Dios bajo Su gobierno, las Naciones Unidas no tendrán razón de existir. Todos los pueblos de la tierra estarán a nuestras puertas porque tendremos las respuestas en todas las situaciones de la vida – porque no existe dimensión en esta vida que Dios haya dejado fuera de Su gobierno. Él la ha revelado en Su Palabra y si caminamos en ella, viviendo en sujeción al gobierno de Dios, estaremos respondiendo a la oración de nuestro Señor: «Venga Tu Reino … sea hecha Tu voluntad en la tierra como es hecha en los cielos.»

¿Podría dejar que su fe crezca en este momento para creer? Los grandes árboles crecen de una semilla pequeña. ¿Puede creer que usted y yo tenemos el potencial suficiente, si obedecemos el gobierno de Dios, para infiltrar las comunidades y las naciones?

Atrévase a creer que el mundo fue hecho para el gobierno de Dios. E. Stanley Jones dice: «Todos los hombres están hechos para el reino.» hasta el pecador más pervertido, el violador más intransigente de la ley está estructurado constitucionalmente para el gobierno de Dios. Tenemos la respuesta para ellos.

Dios tiene a un Hombre en el trono de los cielos que se ha extendido así mismo en la comunidad redimida en la tierra. Nosotros somos el gobierno de Dios. Levantemos nuestras cabezas. Caminemos con fe, creyendo que el mundo, que lo ha probado todo, estará a nuestras puertas cuando vea la expresión del gobierno de Dios en nosotros a través de nosotros, para la alabanza de Su gloria.