Autor Charles Simpson

La adversidad puede ser la oportunidad de crecer cuando nos movemos en el Espíritu Santo.

Andrae Crouch escribió un canto extraordinario y teológicamente correcto, titulado «A través de todo,» que dice, en parte: «A través de todo, aprendí a confiar en Jesús, A través de todo, aprendí a confiar en Dios.» Toda la canción expresa el tema de lo que quiero transmitir en este artículo. Podemos crecer a través de las pruebas, no sólo a pesar de estas, sino también por causa de ellas.

Nuestra hija y nuestro yerno trabajan con niños en Costa Rica. La hija de crianza más reciente se llama Cristal. Ella cumplió 3 años de edad durante una reciente visita. Como suelen ser las niñas a esta edad, ella anunció alegremente: «Ya no soy una bebé; soy una mujer muy chiquita.» Cristal refleja un deseo humano muy básico de crecer. Es normal querer crecer. Llega un momento en que el crecimiento físico cesa, pero el crecimiento espiritual y de otros tipos debe continuar.

¿Cómo se produce el crecimiento espiritual? ¿Viene a través de un simple conocimiento o hay más que eso? ¿Juegan el estrés, los obstáculos y la oposición un papel importante en nuestro crecimiento?

Según la mayoría de los comunicados, vivimos en tiempos de gran estrés. Las noticias internacionales, la política, al igual que los problemas económicos y el terrorismo nos preocupan a la mayoría de nosotros. Añada a estos asuntos nuestros retos personales que involucran la familia, los amigos, la escasez de trabajo ¡y no hay lugar a dudas que vivimos bajo una grave dosis de estrés!

No obstante, las preguntas que debemos hacernos son las siguientes: ¿Tenemos que ver siempre las dificultades como un problema? ¿Podemos usarlas como motivación para crecer? El deseo de Jesús para nosotros es que tengamos justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. ¿Podrá ser el estrés en realidad una señal de que el Señor nos está llamando a un mejor lugar y que éste sirva como nuestra motivación? Mateo 11:30 dice: “Porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana.”

Recuerde que el estrés no es un fenómeno nuevo, ni se trata sólo de nuestra situación personal. El estrés comenzó en el huerto del Edén propiciado por la insuficiencia humana, la tentación, la culpa, los asuntos familiares, y la expulsión del huerto. Considere el esfuerzo soportado por Abraham, Moisés y los profetas. La grandeza, por lo general, florece en momentos de gran tensión cuando las personas crecen a través de estos.

 «La grandeza por lo general surge en momentos de gran tensión cuando las personas crecen a través de estos.»

Mi ejemplo favorito es Winston Churchill. Este Primer Ministro de Inglaterra dirigió el destino de su nación durante dos terribles años cuando Inglaterra estaba sola contra Adolf Hitler y sus brutales campañas de bombardeo aéreo. Churchill y los sobrevivientes no se dieron por vencidos; más bien ganaron fuerza para enfrentar el reto.

El crecimiento personal

Una de las razones por las que me impacta la canción de Andrae Crouch es que puedo recordar momentos en mi vida personal que me llevaron a confiar en Jesús a través de la dificultad. A los 17 años, estaba huyendo del llamado de Dios. Tiempo después, a los 25 años, cuando me di cuenta de que no podía escaparme de Dios, entré al seminario para estudiar griego y hebreo. Eso significaba que debía desplazarme 1600 kilómetros por semana para ir y venir desde mi casa. Eso me produjo «ataques de pánico.» Al tiempo llegué a comprender que Dios tenía algo mejor para mí y eso me motivó a buscarlo. Podemos crecer a través de todo lo difícil que nos ocurre.

Lucas 2:52 dice que Jesús siguió creciendo en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y con los hombres.” Hebreos 5: 8 dice que Jesús aprendió obediencia por las cosas que padeció. Entonces él nos dice: “Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33). En él, también nosotros podemos vencer al mundo y crecer.

En las Escrituras hay muchos textos que nos enseñan cómo crecer. Nos dicen que cuando nuestro Señor ascendió dio dones de liderazgo a fin de capacitarnos para crecer. Efesios 4:14 dice: “que ya no seamos niños.” El apóstol Pedro nos llama a «crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo» (2 Pedro 3:18). El apóstol Pablo mencionó que los tesalonicenses crecían en la fe (lea 2 Tesalonicenses 1: 3). En Filipenses 1: 9, que la iglesia debía crecer en el amor. Todas estas referencias al crecimiento se produjeron en momentos de estrés. ¿En qué áreas nos llama el Señor a crecer?

La esposa de Job le dijo, en medio de todos sus retos, que «maldijera a Dios y muriera.» Eso traería el estrés a cualquier matrimonio. Sin embargo, Job creció a través de todo y, finalmente, entró en una mucho mejor comprensión de Dios y un mejor lugar en la vida. Si usted está casado, ese es un buen lugar para crecer.

Una mayor confianza en Dios, la fe y la obediencia a la dirección que él da nos llevará más allá de lo que esté causando actualmente el miedo, la ansiedad, u otros padecimientos. Creciendo a pesar de todo nos permitirá ayudar a otros a crecer a través de sus pruebas (lea 2 Corintios 1: 4).

El crecimiento de la Iglesia

Jesús dijo, yo «edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no podrán vencerla» (Mateo 16:18). Eso significa que su Iglesia crecería a través de la oposición infernal, y así ha sido. La Iglesia está creciendo más en lugares donde la oposición es mayor como en China, Rusia, África del Norte y Oriente Medio. Y está declinando en los lugares donde está más cómoda.

¿Debiéramos orar para que nos venga oposición y persecución? No, pero debemos usar la adversidad y el dolor que ya tenemos como motivación para crecer. La iglesia crece cuando las personas crecen y propagan su influencia en la cultura donde modelan la manera de manejar los desafíos de la vida, con justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. La Iglesia nos da las semillas; el mundo es el campo donde se siembra la semilla (lea Mateo 13:38).

El crecimiento de la iglesia es un gran tema y debería serlo. El Nuevo Testamento enseña que el crecimiento de la Iglesia tiene que ser algo más que crecimiento numérico general o crecimiento de la reunión dominical. La prueba definitiva de nuestro crecimiento será nuestra obediencia a Dios en la vida diaria y nuestro impacto sobre las «las puertas del infierno.» El crecimiento en la asistencia es bueno si se produce un crecimiento en el impacto contra el reino de las tinieblas. La Iglesia que se conforma con llenarse de espectadores que disfrutan de la reunión, está engañada.

En mi opinión, la oposición cultural va a resolver el crecimiento real de la apariencia de crecimiento. Ese ha sido el caso en las regiones donde la Iglesia es perseguida. Algunas se marchitan bajo el sol; algunas son ahogadas por los afanes de la vida, y algunas producirán fruto. Las que producen fruto crecen a través de las dificultades y la oposición. Son Iglesias que aprenden a perseverar y a elevarse por encima de todas las condiciones adversas.

Cristo funcionaba en un ambiente hostil, pero se sobrepuso a la oposición. ¿No debería hacer lo mismo su Cuerpo en nuestro tiempo? Veamos su mensaje a ese mundo en el que vivía, y el mundo en el que vivimos nosotros.

El crecimiento del reino

El mensaje de Jesús fue y sigue siendo el «Reino de Dios.» Mateo 4:17 dice que “Desde entonces (después de su tentación en el desierto) Jesús comenzó a predicar, y decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.» La Iglesia que edificó y está edificando se establece en el mensaje de su Reino, su gobierno en el cielo traído a la tierra. La buena noticia es que a pesar de todo, él reina; en el cielo, en nosotros, en la Iglesia, y nuestra oración es que su reino venga a la tierra desde el cielo (Mateo 6: 9-13). Jesús dijo que el Evangelio del Reino sería predicado en todas las naciones (Mateo 24:14). Todas las naciones tendrían la oportunidad de recibir su reino y su reino aumentaría.

El profeta Isaías declaró que él llevaría el gobierno sobre sus hombros y que no habría fin a la extensión de su imperio y que la paz no tendría límite ((Isaías 9: 6-7). Su gobierno trae paz. Él dijo: «En el mundo tendrán aflicción» (Juan 16:33); pero no somos del mundo. Hemos sido bautizados fuera del dominio de las tinieblas y hemos sido trasladados al reino de Cristo, donde tenemos justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (lea Colosenses 1:13; Romanos 14:17). Nuestro Rey ha vencido a la muerte, el infierno y el juicio. En él somos más que vencedores (lea 1 Pedro 2: 9; Romanos 8:35-39).

Si bien no somos del mundo, estamos en el mundo y hemos sido enviados al mundo (lea Juan 17). Los ciudadanos del Reino no se desconectan de su responsabilidad ni son pasivos. Hemos sido llamados a atacar las puertas del infierno. La rendición y la pasividad no son de Dios y dará lugar a la derrota. Usted puede ignorar la maldad, pero ésta no olvidará que usted está ahí. No podemos vencer lo que nos negamos a reconocer. El odio que el mal tiene por la justicia se resume en la crucifixión de Jesús. El mal es agresivo, aprovechando todas las oportunidades para destruir la justicia. No es aconsejable parar para tomarse una siesta cuando está luchando contra la maldad.

¿Pero cómo?

Lo que voy a describir aquí es la manera en que nosotros, como creyentes, debemos enfrentar la oposición, no cómo lo harían los gobiernos. Los gobiernos tienen la obligación de proteger a las personas que lo constituyen, sean estos gobiernos civiles o espirituales. Los padres son responsables de proteger a las familias y los pastores a los rebaños (lea Romanos 13). Sin embargo, como seguidores de Jesús, nuestras instrucciones no son acerca de protegernos. Esta es la parte difícil. Vencemos por la sangre de Jesús, la palabra de nuestro testimonio y no amando nuestras vidas hasta la muerte (lea Apocalipsis 12:11). La defensa de sí mismo, el miedo y la ansiedad no tienen cabida en la mente o el corazón del reino.

Los discípulos declararon con denuedo la verdad del reino de Cristo, pero no en su propia fuerza o celo. Se mantuvieron firmes y hablaron en el poder del Espíritu Santo, entonces voluntariamente pagaron el precio.

Nuestra espada es la Palabra de Dios, no el brazo de la carne (lea Juan 18:11). En mi propia vida ha habido momentos en que olvidé eso o deseé que fuera de otro modo. A la vez que se nos dice que hagamos guerra contra nuestra propia carne y los poderes espirituales de las tinieblas, se nos dice también que amemos a nuestros enemigos y perdonemos como Jesús lo hizo en la cruz. La ira del hombre no obra la justicia de Dios (lea Santiago 1:20).

El sermón del monte (que Bob Mumford llama «La Constitución del Reino») nos enseña a conectarnos con el mundo en humildad, bajo disciplina, con justicia en nosotros mismos, en misericordia, con un corazón puro y el deseo de paz. Luego aceptar la tribulación, que todavía pudiera seguir, perdonando y amando a nuestros enemigos, y a estar dispuestos a hacer el bien a ellos.

¿Dije que sería un reto? ¡En nosotros esto es imposible! En el Espíritu Santo, nos hará más que vencedores.

  • Nacemos con un deseo de crecer.
  • Vivimos en tiempos estresantes que nos ofrecen la oportunidad de crecer.
  • Nuestro crecimiento primordial debe ser personal.
  • Cuando los discípulos crezcan verdaderamente, la influencia de la iglesia crecerá en su cultura.
  • El mensaje de la Iglesia es que el reino de Dios está creciendo.
  • Estamos llamados a interconectar con nuestra cultura.

Conclusión

Si enfrentamos nuestros problemas, personales y culturales, en el Espíritu, vamos a vencer a través de la sangre de Cristo, su Palabra y entregando nuestras vidas. No podemos derrotar a los demonios llevando una mentalidad de doble ánimo, de miedo y de ansiedad. Si la comodidad y nuestra imagen son nuestras principales preocupaciones, nos retiraremos de la lucha y permaneceremos pasivos. Si seguimos a Jesús, el capitán del ejército de Dios, lo haremos a su manera y veremos el aumento de su soberanía y su paz.

¿Nos va a costar? Por supuesto que sí. Sin embargo, los frutos del crecimiento espiritual nos llevarán a una nueva posición en Cristo y un nuevo poder en el mundo. Dios lo bendiga mientras considere estas cosas.

 

CHARLES SIMPSON es el Editor en Jefe de One-to-One Magazine. También ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones. El año pasado celebró 60 años de ministerio.

Tomado de One-to-One Magazine Vol. 30, No. 3 Invierno 2015/2016