Autor Derek Prince
Dos formas comprobadas para confundir al adversario.
Porque no estamos luchando contra gente con cuerpos, sino contra gobernadores en varios niveles de autoridad, contra los dominadores mundiales de la presente oscuridad, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestiales. (Efesios 6: 12, traducción libre).
Este pasaje de Efesios 6: 12 dice que, como cristianos, estamos involucrados en una guerra abierta contra un verdadero ejército de seres espirituales e invisibles -«Personas sin cuerpo» que reciben sus órdenes desde el cuartel general situado «en las regiones celestiales». El objetivo de estas fuerzas opositoras es la conquista global y toda su estrategia está dirigida hacia este fin.
El creciente interés que se ha despertado en los últimos años en el ocultismo y en las cosas espirituales, ha puesto a los cristianos en la necesidad de permanecer informados sobre este tema de la guerra espiritual. Aunque el énfasis haya sido hasta ahora la actividad de los demonios, muchos creyentes están comenzando a comprender que estos seres no son la fuerza principal que nos opone. Es en estas otras fuerzas y en la manera de vencerlas que deseo enfocar este artículo.
Nuestra guerra es en la región espiritual y Dios nos ha provisto las armas apropiadas. En 2 Corintios 10:3-5 Pablo dice: «Pues, aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne, pues las armas de nuestra lucha no son de la carne» sino, por implicación, espirituales. Sin embargo, Pablo continúa diciendo que estas armas nuestras son «divinamente poderosas para la destrucción de fortalezas (las fortalezas de Satanás). Para la destrucción de especulaciones y de todo razonamiento elevado que se ensalza contra el conocimiento de Dios … » El «razonamiento elevado que se ensalza contra el conocimiento elevado de Dios» es el reino espiritual de Satanás «en las regiones celestiales». Sólo nosotros los cristianos en toda la tierra, tenemos las armas divinamente poderosas que pueden destruir las fortalezas satánicas.
En esta guerra, la primera y más importante consideración que se haga es que Dios, a través de Cristo, ha derrotado totalmente a Satanás. Pablo dice en Colosenses 2: 15 que, a través de la muerte de Cristo en la Cruz, Dios ha «despojado (deshecho) a las autoridades y poderes» de Satanás, «triunfando sobre ellos por medio de la cruz». De nuevo, en 2 Corintios 2: 14 nos dice:
«Pero gracias a Dios, quien siempre nos lleva en su triunfo en Cristo … » Este triunfo es la celebración de una victoria que ya ha sido ganada. Cristo ha ganado por nosotros la victoria sobre Satanás, pero Él nos ha dejado a nosotros la responsabilidad de ponerla en efecto y administrarla de parte Suya. En vista del conflicto mencionado en Efesios 6: 12, Pablo, en los siguientes cinco versículos, da una lista de seis piezas de la armadura con la cual todo cristiano tiene que estar equipado: El cinto de la verdad; la coraza de justicia; el calzado de la preparación del evangelio de la paz, el escudo de la fe; el yelmo de la salvación; la espada de la palabra de Dios. Estas seis piezas de la armadura son primordialmente defensivas. Únicamente la espada se puede decir que es un arma de ataque y su efectividad es sólo a lo largo del brazo.
No obstante, en el siguiente versículo -Efesios 6: 18- Pablo revela un arma cuya efectividad no está limitada por el espacio o por el tiempo:
«Orando siempre con toda oración y súplica en el espíritu … » la oración es pues el arma espiritual más poderosa y de más largo alcance que se le ha confiado a la Iglesia. A mí me gusta llamarlo nuestro «proyectil balístico de alcance intercontinental». De todo el arsenal de «proyectiles» espirituales, yo diría que los tres más importantes son: La Palabra de Dios, el nombre de Jesús y la sangre de Jesús. Todos son lanzados a través del mismo conducto -la boca y en cuatro formas principales: la oración, la alabanza, el testimonio y la predicación. De estos cuatro, el que voy a enfocar es la oración: específicamente, dos tipos de oración agresiva que yo mismo he probado en mi experiencia personal a través de los años.
Atando y desatando
La primera oración es la que ata y desata. En Mateo 16: 19 Jesús dice a Pedro: «yo te daré las llaves del reino de los cielos: y todo lo que ates en la tierra habrá sido atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los cielos». Con estas palabras Jesús le confió a Pedro una tremenda autoridad espiritual, que debería ser ejercitada sobre la tierra, pero con efectividad en los cielos. Hay volúmenes de controversia teológica que se han escrito sobre este pasaje y yo no estoy interesado en escribir otro. Sin embargo, Dios me ha dado una razón sencilla y práctica por la cual Jesús le confirió esta autoridad a Pedro: ¡La iba a necesitar! esto me alienta para, creer que, si el resto de nosotros llegase a necesitar una autoridad similar, Jesús nos la confiaría a nosotros también. Y así es, en Mateo 18: 18-20 El repite la misma promesa y la extiende a todos los creyentes que llenen las condiciones:
“En verdad os digo, todo lo que atéis en la tierra habrá sido atado en los cielos: y todo lo que desatéis en la tierra habrá sido desatado en los cielos.” También os digo que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo aquí en la tierra sobre cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres se han reunido en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.
La expresión «ponerse de acuerdo» es la traducción de la palabra griega sumphoneo de donde se deriva nuestra palabra «sinfonía». No significa solamente acuerdo intelectual; significa una armonía musical. «Si dos de vosotros pueden armonizar sobre cualquier cosa que pidan, les será hecho». Esto quiere decir una armonía en el Espíritu, no sólo una decisión mental con respecto a cualquier petición en la lista de oración – “La hermana Ramírez en el hospital con cáncer». ¡Cuántas veces hacemos estas decisiones mentales para orar, sin tener una armonía verdadera y la hermana Ramírez no se sana!
Jesús continúa diciendo: «donde dos o tres se han reunido en mi nombre». El texto griego dice: «donde dos o tres han sido guiados para reunirse en mi nombre». yo uso la palabra «guiados» porque esto requiere que haya un líder. Este líder es el Espíritu Santo. «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios» (Romanos 8: 14). De manera que Jesús está hablando acerca de creyentes que han sido reunidos por el Espíritu Santo, alrededor de la persona de Cristo, representado por Su nombre. Él dice: «cuando ustedes son guiados por mi Espíritu a reunirse en Mi nombre y puedan armonizar, cuenten con mi presencia». En esto estriba la autoridad. Yo no creo que podamos separar el versículo 18 de los versículos 19 y 20. El ejercicio de la autoridad depende de la dirección del Espíritu Santo y de estar de tal manera relacionados con nuestros hermanos creyentes que podamos armonizar con ellos.
Ahora, el idioma griego es muy sutil y refinado en el uso del tiempo en los verbos. El siguiente ejemplo, tal vez un poco crudo, nos puede ilustrar esto.
El pasado simple diría, «La puerta fue cerrada ayer». En el presente perfecto, «La puerta ha sido cerrada». La diferencia es que el pasado simple no dice nada de la presente situación -la puerta fue cerrada ayer pero hoy pudiera estar abierta- no lo sabemos. Sin embargo, cuando usamos el tiempo perfecto, decimos algo con respecto a ambos el pasado y el presente «La puerta ha sido cerrada» implica que todavía continúa cerrada ahora.
De manera que el tiempo perfecto se refiere a algo que sucedió en el pasado pero que tiene aplicación continua hasta el tiempo presente, Jesús dijo, «Todo lo que desatéis en la tierra habrá sido desatado en los cielos». En cada caso, los efectos de la acción pasada continúan hasta el presente; siguen firmes e irrevocables.
Hay dos maneras de entender esto y usted puede hacer su elección. Una enfatiza la responsabilidad del hombre; la otra la soberanía de Dios. Este podría ser un punto de unidad teológica.
Si se desea enfatizar la responsabilidad del hombre, el versículo leería: «Todo lo que atéis en la tierra será atado en los cielos». En el momento en que lo haga en la tierra será hecho en los cielos. Su acción es decisiva y aunque se lleve a cabo en la tierra, sus consecuencias son efectivas en los cielos.
La otra interpretación dice, «Todo lo que atéis en la tierra será aquello que haya sido atado en los cielos». Únicamente se puede atar en la tierra lo que ya ha sido atado en los cielos, pero todavía sigue poniendo la responsabilidad sobre nosotros, porque hasta que no oremos, la acción no es efectiva. Se requiere la acción de la tierra para hacer efectivo el decreto del cielo.
Realmente estos son sólo dos enfoques distintos de la misma verdad. En cualquiera de los dos puntos de vista, se nos ha dado la responsabilidad de lo que suceda en el cielo. ¡Esto es absolutamente difícil de comprender! Hemos adoptado tan fácilmente una actitud de espera para que Dios actúe, pero muchas veces es Dios quien nos espera. ¡La verdad es, que Él nos ha estado esperando por mucho tiempo!
Permítame ofrecerle como ejemplo el dilema de un amigo mío, pastor en Dinamarca. Su problema era si aceptar o rehusar casar a personas divorciadas. Primero, rehusó casar a una pareja, pero más tarde accedió a casar a otra aun cuando uno de los contrayentes había sido divorciado. Hubo cierta reacción de desaprobación en la iglesia. Por lo tanto, se tomó un día para buscar al Señor, y tuvo dos encuentros distintos con El.
Al principio el pastor oró de esta manera: «Señor, ¿por qué no hiciste que esto quedara bien claro en Tu palabra para que todo el mundo pudiera entender exactamente lo que quisiste decir con respecto al matrimonio y al divorcio?» El sintió que el Señor le contestó de esta manera: «Porque tú lo hubieras usado como una vara legalista para golpear a la gente».
Después de que se hubo recuperado, el pastor dijo, «Bien, Señor, muéstrame qué es lo que quieres que haga y lo haré». Pero el Señor le dijo, «Al contrario, tú dime a mí lo que tú intentas hacer y Yo lo aprobaré. «Ahí está exactamente -«Todo lo que atéis en la tierra habrá sido atado en los cielos». Dios dice, «la iniciativa es tuya. Has tú la decisión y yo la aprobaré».
La verdad es que tenemos una responsabilidad mucho más grande que la que estamos dispuestos a afrontar. (Ya que hemos tocado este asunto tan controversial del matrimonio, permítame ofrecerle mi opinión personal: cada situación dudosa de un matrimonio tiene que ser tratada individualmente por aquellos que tienen responsabilidades pastorales, no con base a un reglamento general).
Toda la esencia de la enseñanza en esta sección de las escrituras está en las relaciones justas. La autoridad es dada únicamente a aquellos que están bien en sus relaciones. Dios ha edificado un muro alrededor de Su autoridad delegada. Nadie que no esté bien en sus relaciones personales puede entrar.
Dios nos ha invitado a compartir el trono con El (Efesios 2:6), pero tiene que tomar algunas precauciones elementales para preservar la estabilidad. del universo. Tome por ejemplo a un bautista recién convertido, siéntelo en el trono y entréguele el poder de Dios y lo que hará es volar a todos los católicos fuera de este mundo. O viceversa. Así que Dios dice, «Puedes tomar el trono y el poder, pero primero tienes que llenar algunas condiciones personales». Sin embargo, una vez cumplidas, atar y desatar cubre esencialmente cualquier situación que se pueda encontrar. Usted puede atar cualquier fuerza maligna que le estorbe. Igualmente, si hay recursos o provisiones de cualquier clase que son necesitadas, y si hay personas que están en cualquier forma de cautiverio, las puede desatar. Y si hubiese alguna otra cosa que no haya sido incluido, Jesús dice, «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo aquí en la tierra sobre cualquier cosa que pidan, les será hecha». Estos dos versículos contienen toda la autoridad que jamás se pudiese necesitar en la oración.
Atando al hombre fuerte
Ahora quiero dirigirme a un tipo en particular de atar que va de acuerdo con nuestro tema. Jesús dijo en Mateo 12:28-29, «Pero si yo expulso demonios por medio del Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros. ¿Cómo puede alguien entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus bienes, si primero no lo ata? y entonces saqueará su casa. (Es decir, le quitará sus bienes)». Necesitamos examinar también el pasaje paralelo de Lucas 11: 20-22:
Pero si yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el Reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros. Pero cuando alguno más fuerte que él le ataca y le domina, le quita toda su armadura en la cual había confiado, y distribuye su botín.
Hay dos maneras de aplicar esta Escritura. La primera se relaciona directamente con Jesús y el Diablo. Satanás era el hombre fuerte, bien armado, que custodiaba su palacio. Todas las cosas marchaban según su deseo; nadie podía resistirle. El mundo estaba bajo su control. Pero Jesús, más fuerte que él le atacó, y le quitó toda su armadura en la cual había confiado. Esto concuerda con la declaración de Pablo en Colosenses 2: 15 donde dice que Jesús despojó a las autoridades y poderes de Satanás. Haga nota de este hecho: Satanás es un enemigo desarmado. Nosotros somos los que tenemos la armadura, una vez vencido Satanás, Jesús distribuye ahora Su botín. Señala todo lo que tenía Satanás en su palacio y nos dice, «tomen lo que quieran».
No obstante, como ya lo hemos visto, somos responsables de administrar la victoria que Jesús ganó sobre Satanás. Tenemos la participación de atar al hombre fuerte. Esta responsabilidad la enfatiza la versión de Mateo: «¿Cómo puede alguien entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus bienes, si primero no lo ata? » Es mi impresión, que el Espíritu Santo quiere enseñamos que mucha de nuestra actividad, aunque buena, no será totalmente efectiva en cualquier situación, hasta que no hayamos confrontado al hombre fuerte. Estamos tratando de quitarle sus bienes sin atarle primero. Por consecuencia, empleamos mucho de nuestro tiempo y energía rechazando sus ataques y esto nos impide llevamos sus bienes o liberar a sus cautivos. Hay algunos resultados, pero jamás se podrían comparar con la victoria que podríamos ganar una vez que atemos al hombre fuerte.
De manera que en cualquier situación donde Dios nos ponga con la responsabilidad de ministrar, la primera cosa que necesitamos hacer es la de encararnos con el hombre fuerte, eso es el representante delegado por Satanás que vela por sus intereses allí. Por ejemplo, en Daniel 10, antes que él pudiera recibir la respuesta de sus oraciones por Israel, tuvo primero que luchar y vencer «al príncipe del reino de Persia» -el «hombre fuerte» representante de los intereses de Satanás en el Imperio Persa, que en ese tiempo dominaba al pueblo de Israel en su tierra.
Yo creo que hay diversos rangos en el reino de Satanás -muchos niveles de autoridad. Por ejemplo, no hay duda que todavía hay un hombre fuerte sobre Persia y sobre Grecia- los mismos que se mencionan en Daniel 10. Pero nosotros no estamos viviendo en Grecia o en Persia. Estamos viviendo en las Américas y no dudo que Satanás tiene sobre ellas a «hombres fuertes» de diferentes rangos en niveles ascendentes de autoridad -sobre una comunidad, una ciudad, un estado o provincia y sobre toda la nación. También creo que existen diferentes fuerzas satánicas sobre los distintos grupos étnicos. Por ejemplo, los pueblos de América descendientes de España tienen un tipo de hombre fuerte; los pueblos de raza negra de origen africano tienen otro tipo; los indios americanos otro. Igualmente sucede con todos los grupos étnicos.
Por supuesto, que no tengo todas las respuestas, pero me gustaría adelantarles a ustedes, verdaderos guerreros en oración, que Dios va a comenzar a revelarles el tipo en particular de hombre fuerte que domina la situación que usted confronta. Podría ser sobre una familia, sobre una pequeña área en la ciudad, sobre algún tipo de empresa de negocios o, sobre algo mucho más grande. Cada uno de nosotros tiene un área de conflicto que se nos ha entregado.
El nombre del hombre fuerte
Antes de poder tratar efectivamente con el hombre fuerte, necesitamos conocer su identidad. Para eso dependemos mayormente de la revelación -no sólo de la revelación bíblica en general, sino específicamente, la palabra de conocimiento. Pablo dice en 1 Corintios 9:26, «De esta manera peleo, no como dando golpes al aire». En otras palabras, «Yo no tiro golpes al aire esperando que peguen en mi oponente y donde más le duele». Eso es lo que tenemos que hacer con el diablo. Los siguientes tres ejemplos breves lo ilustrarán.
Desde hace algún tiempo, he estado relacionado muy de cerca con una comunidad -un grupo de cristianos que viven dentro de una relación de pacto- a la cual, por espacio de dos o tres años, he visto crecer y florecer con un éxito inusitado y, de repente, desmembrarse de una manera increíble. Dos de los ancianos se volvieron en contra del anciano que les presidía, lo condenaron por brujería y lo excomulgaron. Todo esto sucedió en unos pocos días.
Inmediatamente después, y en otra ciudad, me reuní con un grupo de hermanos para tomar consejo sobre la manera de tratar en esta situación. Mientras hablábamos, alguien mencionó casi sin darle importancia, que hacía unos pocos meses un miembro de esa comunidad había tenido una visión de un hombre armado y vestido con una cota de malla y parado sobre la comunidad. Apenas lo oí, algo dentro de mí me dijo, «ese es el hombre fuerte», y lo identifiqué como el hombre de hierro del legalismo acerbo. Compartí esto con los hermanos y oramos y atamos al hombre fuerte allí mismo donde estábamos.
En menos de 24 horas, los dos ancianos telefonearon, sin habérseles confrontado dijeron: «Reconocemos que hicimos algo totalmente equivocado. Lo sentimos y nos hemos arrepentido. Queremos corregir lo que hemos hecho». ¡Casi no lo podía creer! si yo hubiese ido y por una semana tratado de convencerlos no los hubiera persuadido. Pero una vez que se ató al hombre fuerte en la situación fue sólo asunto de entrar y quitarle sus bienes.
El otro ejemplo sucedió en un consejo de ministros en Oklahoma City. Éramos cerca de cuarenta ministros y líderes carismáticos reunidos para una confrontación muy tensa -el asunto: el discipulado; el vórtice de la tormenta: Ft. Lauderdale.
La primera noche que nos enfrascamos en el asunto, Dios le enseñó a un hermano la figura de un jabalí salvaje. Esto fue confirmado por otros dos hermanos que no estaban directamente relacionados con el primero. Sin entrar en mucho detalle, toda la compañía de ministros de distintos fondos religiosos, llegamos al convencimiento que el jabalí era nuestro problema y tendríamos que confrontarlo. Sin embargo, cuando hicimos el intento, el Espíritu Santo nos hizo ver con claridad que no podríamos contra el jabalí entre tanto nuestras relaciones personales no fuesen arregladas -exactamente como lo dice Mateo 18. Después de aproximadamente cuarenta y ocho horas intensas de zanjar nuestras diferencias espirituales, sentimos que habíamos roto las barreras que impedían nuestras relaciones justas. Después, nos reunimos en una sala para enfrentarnos al jabalí salvaje. Uno de los hombres -un líder carismático muy conocido y a quien tengo en gran estima- dijo, «Dios me ha revelado la identidad del jabalí. Es el espíritu de la controversia religiosa».
Armados con esta revelación, nos tomamos de las manos, unimos nuestros espíritus y atamos al jabalí.
El mismo hermano que lo había visto al principio lo vio ahora en otra visión, tirado en el suelo y sin vida. Desde ese momento hemos experimentado un mejoramiento continuo en las actitudes y las relaciones que se están extendiendo en todas las áreas del Cuerpo de Cristo. Reconozco en forma retrospectiva que esta es una clara ilustración de que no estamos luchando con «personas con cuerpo». Únicamente cuando identificamos y nos enfrentamos a las fuerzas espirituales invisibles detrás de las personalidades humanas, podremos entrar en los propósitos que Dios tiene para nosotros.
La siguiente ilustración me la contó un amigo. Dice que una vez se comprometió en un proyecto de grandes magnitudes para el Señor el cual todo el consejo de la iglesia había acordado apoyar. Sin embargo, cuando comenzó a hacer los planes y los arreglos financieros, el consejo de la iglesia comenzó a titubear y a mostrar indecisión -un día lo apoyaban, el próximo no y finalmente dijeron: «Queremos que descontinues este proyecto». Pero él contestó, «Ya estoy comprometido y no puedo abandonarlo porque hay muchas otras personas obligadas por causa de mi compromiso».
Así que él y su esposa en una condición de desesperación espiritual, fueron a visitar a otra pareja cristiana amigos suyos y miembros de la misma iglesia. Comenzaron a orar por la situación y su amigo vio una figura mental, de la iglesia en que eran miembros y en la aparecía el consejo reunido y pequeñas cuerdas que salían para arriba de algunos de sus miembros hacia una región desconocida. La figura era de personas como marionetas que se movían según eran tiradas por las cuerdas. Entonces él dijo, «Bien, la única cosa por hacer es cortar esas cuerdas en el nombre de Jesús». Así lo hicieron y al día siguiente el consejo se reunió y sin mayor argumento o discusión unánimemente votaron para apoyar el proyecto.
Lo que estoy diciendo es que nos ahorraríamos gran trabajo si nos confrontáramos primero con el hombre fuerte y lo atáramos. Ese es el primer tipo de oración.
Las oraciones que da el Espíritu Santo
Consideremos ahora el otro tipo, que son las oraciones específicas y persistentes, dadas y dirigidas por el Espíritu Santo. Voy a tomar dos ilustraciones del Antiguo Testamento. La primera está en Josué 8 y trata de la captura de la ciudad de Hai por el pueblo de Israel. En medio de toda esta operación militar, Dios le dijo a Josué que hiciera algo que no tenía ningún significado militar.
Entonces Jehová dijo a Josué: extiende la lanza que tienes en tu mano hacia Hai porque yo la entregaré en tu mano. Y Josué extendió hacia la ciudad la lanza que en su mano tenía (Josué 8:18).
La lanza extendida no tenía ningún valor militar; su importancia era espiritual. Los versículos que siguen dicen que los israelitas capturaron y destruyeron a la ciudad totalmente. Entonces el versículo 26 hace este comentario:
«Porque Josué no retiró su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los moradores de Hai».
Josué había extendido su lanza cuando la batalla había comenzado y la mantuvo en la misma posición, dirigida específicamente contra Hai, hasta que la victoria había sigo ganada. La lanza no hizo nada militar, pero en el ambiente espiritual, Josué estaba contando con la promesa de Dios de entregarle a Hai, y la reclamó hasta que fue completamente cumplida. Esta figura es una hermosa representación de la oración persistente y resuelta, dada y dirigida por Dios. Muchas personas agitan sus lanzas hacia todo el horizonte cuando oran: «Dios bendice a todos los misioneros», ¡Yo no sé si alguien siente los efectos de una oración como esa o no! La que opera con seguridad es la oración específica. Se tiene un objetivo y se determina tomarlo y no se va a retirar la lanza hasta que la obra esté completa.
Hay un gran énfasis, especialmente en los Salmos de David, de destruir al enemigo, consumirlo y no dejarlo que se levante, El Salmo 18 dice, «Los molí delante del viento. Los herí de modo que no se levantasen». Dios no aprueba las victorias parciales. Muchas veces los cristianos ganamos victorias a medias en la oración y entonces retiramos la lanza para más tarde tener problemas con el objetivo que debimos haber tomado.
El segundo ejemplo del Antiguo Testamento se relaciona con la escena de muerte del profeta Eliseo. Cuando Eliseo estaba en su lecho de muerte, Joás, rey de Israel, vino a verlo. Eliseo le dijo que hiciera algo en relación con la situación de guerra en que se encontraba Israel en ese entonces. Israel había sido amenazada en el oriente por Siria y antes de morir Eliseo deseaba hacer alguna provisión para contrarrestar la amenaza de ataque de Siria.
«Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, le dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!
Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas.
Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey, y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de Salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque heriréis a los Sirios en Afec hasta consumirlos.
Y le volvió a decir: Toma las saetas. y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. y él golpeó tres veces, y se detuvo. Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria. « (2 Reyes 12: 14-19).
La ventana abierta hacia el oriente habla de dirección -el ataque Sirio vendría del Este. De igual manera la saeta tirada por la ventana. ¿Qué significado tiene que el rey haya tomado el arco y el profeta haya puesto su mano sobre las manos del rey? Que la fuente de la autoridad del profeta -el Espíritu Santo- le estaba dando poder al rey al tirar la saeta hacia Siria. El significado de golpear el suelo es la persistencia en la oración una vez que la hallamos recibido del Espíritu Santo. Joás no golpeó lo suficiente. Si lo hubiese hecho cinco veces, su victoria hubiera sido total. Sus golpes determinaron el límite de su victoria. (Vea 2 Reyes 12: 25).
Dicho de otra manera, el éxito en la región natural depende de las fuerzas espirituales. Si se gana la victoria en el espíritu, se manifestará en el aspecto militar, político, social o económico. La decisión se hace en el reino espiritual y nuestra arma principal es la oración persistente, dirigida y fortalecida por el Espíritu. El fracaso parcial de Joás se debió a su falta de determinación en la región espiritual. En el otro caso, Josué mantuvo su lanza firme hasta que la victoria fue total.
El poder aplicado de la oración
Los siguientes tres ejemplos de mi experiencia personal los puede encontrar en mi libro Shaping History Through Prayer and Fasting.
En 1941-42 yo era un soldado con las fuerzas británicas en África del Norte y tomé parte en la retirada más larga de la historia del ejército británico. Cuando se está en retirada continua por más de 1.200 Kms. sin saber por qué o qué sucederá después, puede ser muy desmoralizador. Yo sentía que uno de los problemas más grandes era el egoísmo y la falta de disciplina de los oficiales que, por lo tanto, carecían de la confianza de los hombres. Por ejemplo, el agua era uno de los artículos más escasos en el desierto en ese entonces y al soldado común se le daba una botella militar de agua para todas sus necesidades por dos días -para beber, para lavar, para cocinar, etc. Nosotros solíamos lavar nuestras camisas en gasolina de alto octanaje porque era más fácil de obtener que el agua. Durante ese período, sin embargo, en el comedor de los oficiales, se mezclaba el whisky con más agua de la que los hombres usaban para todos los otros propósitos. ¡Eso no estaba calculado para producir una moral alta entre las tropas!
Yo estaba recién convertido y acababa de recibir el bautismo en el Espíritu Santo. Sentía que debía orar, pero me preguntaba a mí mismo, «¿Cómo puedo orar por un liderazgo tan indigno – cómo puedo pedirle a Dios que lo bendiga?» Finalmente decidí que Dios tendría que enseñarme la manera de orar. Después de un tiempo sentí que Dios me dio esta oración específica: «Señor, danos líderes que sean para Tu gloria al damos la victoria por medio de ellos». De ahí en adelante hice esta oración casi todos los días. Fue hasta después de que la guerra terminó que conocí la historia completa de lo que había sucedido. Poco tiempo después de que comencé a orar, el gobierno británico decidió trasladar al comandante militar en el Medio Oriente y reemplazarlo con otro. Eligieron a un hombre que estaba sirviendo en el desierto y lo trajeron por aire hasta Cairo para que tomara el mando. Su avión se estrelló al aterrizar, fue lanzado fuera del aparato, se le quebró su cuello y murió. En este momento crítico en el teatro de guerra más activo, las fuerzas británicas quedaron sin un comandante.
En este punto, Winston Churchill, entonces Primer Ministro de Inglaterra, escogió a un hombre poco conocido para que tomara el mando. Su nombre era Bernard Montgomery. Nosotros no sabíamos nada respecto a él en ese tiempo, pero yo diría ahora basado en mi experiencia y conocimiento personal que Montgomery era un cristiano intenso, comprometido y testificador -un hombre de integridad y de gran disciplina. ¡Montgomery llegó y volvió aquellos oficiales al revés! en dos meses había cambiado totalmente la disciplina y la moral de sus fuerzas. Entonces se peleó la batalla de El Alamein, la primera victoria aliada de valor que cambió completamente el curso de la guerra en África.
Dos días después de la batalla, yo estaba en el desierto, a la par de un camión, escuchando las noticias en un pequeño radio portátil. El comentarista estaba describiendo la escena que se había desarrollado la noche anterior a la batalla en el puesto de mando; narraba la manera en que Montgomery había salido, llamado a sus oficiales y hombres alrededor suyo y había dicho:
«Roguemos al Señor, Poderoso en batalla, que nos de la victoria». Cuando escuché esas palabras, la electricidad del cielo – ¡si usted sabe lo que es! -pasó a través mío desde mi cabeza hasta la planta de mis pies y el Señor me dijo quietamente pero con claridad. «Esa es la respuesta a tu oración».
De esta manera aprendí, desde el principio de mi experiencia cristiana, que la historia puede ser cambiada por la oración. Pero usted es responsable de extender la lanza. Una vez que lo haya hecho, no la retire. ¡Manténgala extendida!
En 1950, cuando servía como pastor en Londres, Inglaterra, se me ocurrió que la alianza de las dos naciones más grandes y los dos poderes comunistas más fuertes – Rusia y China- no podía ser sino un estorbo para el progreso del evangelio en el mundo. Yo no tengo inclinaciones políticas en especial, ni tampoco soy un anticomunista furibundo, pero sentí que Dios quería que orara. Una vez más dije, «Señor, si quieres que ore dame la oración». En esta ocasión sentí que el Señor me había dado una oración de David que se encuentra en los Salmos y que dice: «Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos» (Salmo 55:9). El poder de la gente es reducido cuando Dios confunde sus lenguas y los vuelve uno contra el otro. Por espacio de dos o tres años, casi todos los días, ciertamente todas las semanas pronuncié esa sencilla oración con respecto a Rusia y China: «Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos». ¿Y qué hizo el Señor? Justamente lo que estaba pidiendo. Hasta el día de hoy estos dos poderes más que ningún otro son probablemente los más hostiles y los que más temor se tienen entre sí. En sus fronteras Rusia mantiene a un millón de hombres sumamente armados y China a dos millones. No importa la amenaza que sean en otras partes del mundo, gran parte de su poder para hacer daño está neutralizado por su mutua actitud.
El tercer y último ejemplo es el siguiente. Cuando llegué a los Estados Unidos en 1963, mis Intenciones eran visitar al país y quedarme por seis meses. Sin embargo, sucedieron cosas que yo no había planeado. Terminé como emigrante y en 1970 un ciudadano. Poco tiempo después de haber llegado, parece que Señor comenzó a hacerme responsable por el gobierno de los Estados Unidos. En cierto modo yo me resistí, pues en ese tiempo, ni siquiera era un ciudadano americano y mi razonamiento era: «Vaya estar aquí por un corto tiempo nada más ¿Por qué yo? » Pero el Señor comenzó a mostrarme que la responsabilidad principal del cristiano de orar específicamente es por su gobierno. Nuevamente le pedí al Señor que me diera la oración específica que representare su voluntad -la lanza que pudiera extender.
La oración que el Señor me dio fue muy sencilla (como lo es casi siempre): «Levanta al justo y sofoca al malvado». Tenía una base bíblica:
«Porque ni de oriente ni de occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento. Más Dios es el juez; a éste humilla, y aquel enaltece (Salmo 75:6-7).
Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos.
El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con Él mora la luz» (Daniel 2:21-22).
Hice esta oración personalmente, y la comencé a compartir con mis amigos, uno de los cuales era un hermano carismático católico. Seguí orando por varios años de esa manera. Entonces cuando la crisis de Watergate estaba en su apogeo me encontré con mi hermano católico; él me miró a los ojos y me dijo: «Hermano Derek, lo hago a usted personalmente responsable de lo que está sucediendo en Washington». A lo que yo repliqué, «¡Gustosamente acepto la responsabilidad! «
Finalmente, permítame sugerirle dos oraciones que pueden ser usadas en el futuro. La primera está basada en Proverbios 10: 9 -«El que camina en integridad anda confiado; más el que pervierte sus caminos será quebrantado». Podemos usar esa segunda parte del versículo para desarraigar la perversión y la corrupción en el gobierno. Eso no sería un desastre: sería la respuesta a la oración. Tenemos que seguir orando hasta que Dios haya purgado completamente la estructura gubernamental de la nación.
La otra oración que sugiero tiene que ver con las fuerzas del comunismo mundial, que ahora dominan cerca de dos terceras partes de la superficie de la tierra. No estoy diciendo que yo tenga toda la fe en este momento para hacer esta oración, pero pudiera ser el objetivo de la fe que Dios quisiera darnos. En Job 28:8-11 tenemos una revelación de la manera en que Dios controla y limita los grandes poderes del mar.
¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno, Cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad, Y establecí sobre él mi decreto, le puse puertas y cerrojo, Y dije: Hasta aquí llegarás y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas?
El Señor establece un límite para el mar y no importa cuánto ruja y retumbe, no irá más allá de lo permitido por Dios. El pensamiento me vino que Dios también puede poner límites al comunismo ateo diciendo, «Hasta aquí llegarás y no pasarás adelante, y allí parará el orgullo de tus olas». Si Dios le alienta, tal vez usted sea quien deba hacer esta oración.
Estos son los dos tipos de oración -la específica, persistente, autorizada y dada por el Espíritu- y la oración que ata y desata con las que podemos administrar efectivamente la victoria que Cristo ganó en el calvario. Tengamos confianza en la totalidad de su triunfo previo y de su declaración que las «puertas del infierno no prevalecerán contra» nosotros; y avancemos hacia la derrota final de las fuerzas de Satanás que se han formado en contra nuestra.
El libro de Derek Prince mencionado en este artículo, Shaping History Through Prayer and Fasting, puede ser pedido a la siguiente dirección:
Christian Growth Ministries P. O. Box 9199, Ft. Lauderdale, Florida 33310.
Reproducido de Vino Nuevo marzo-abril 1978.