Autor: Charles V. Simpson

Frecuentemente, la gente me pide que les recomiende una iglesia cerca del lugar donde viven. Si bien es cierto que siempre he apoyado los ministerios y las iglesias que conozco, por lo general soy un tanto reacio para recomendar una iglesia en particular porque estoy consciente de que quien ande en busca de una iglesia va a encontrar seres humanos allí igual que en la iglesia de donde viene. En este artículo no estoy escribiendo acerca de cómo encontrar una iglesia (con minúscula), sino cómo encontrar la Iglesia (con mayúscula) donde quiera que usted viva.

Confesaré también que no soy un experto en iglesias. Mi experiencia de 60 años de ministerio no me ha dejado una colección de reglas para la Iglesia. La Biblia llama a la Iglesia un «gran misterio» y, desde luego, he descubierto que para mí lo sigue siendo. Supongo que me identifico más con los que «buscan una ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hebreos 11:10).

La gran pregunta entonces es: ¿Qué es la Iglesia (con mayúscula) y cómo se define un misterio indefinible? No podemos, pero podemos decir algunas cosas que la Biblia dice acerca de ella. Como que es una reunión, que es el Cuerpo de Cristo, la Esposa del Cordero, una comunidad local de creyentes, y que es donde dos o tres se reúnen en su nombre. La Iglesia no es el lugar geográfico donde vamos los domingos, no es una dirección, ni un edificio o una organización. La Iglesia es un grupo de seguidores del pacto que hicieron con Jesús, que se aman, se apoyan y se edifican unos a otros y juntos extienden sus manos para tocar el mundo con el evangelio. Todo esto es sólo una descripción, no una definición.

En este escrito, hablaré de «la Iglesia», significando todo el cuerpo de Cristo en todo el mundo, y también de la «iglesia» que generalmente se refiere a una reunión local de creyentes.

¿Qué vio Jesús?
Jesús vio algo tan precioso que dio su vida por ella (ver Efesios 5:25). Aunque sólo habló de la Iglesia dos veces, él la amó y se convirtió en su fundamento. Vio a personas que se convertían en la expresión de su vida y ministerio en la tierra y está a la diestra de Padre intercediendo por ella. También oró por ella cuando estuvo en la tierra (Juan 17).

En Mateo 18:15-20, Jesús habla acerca de qué hacer con un hermano que está en pecado y sigue impenitente. Si después de amonestar repetidamente a esa persona ésta sigue sin arrepentirse, Jesús dice: «Hazlo saber a la iglesia”. Mi conclusión es que estaba hablando de la iglesia local. En el versículo 20 dice: donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» Esa me parece la descripción básica de la verdadera Iglesia, personas en comunión íntima con Jesús.

Esta descripción parece ajustarse también a los que se reúnen en las partes del mundo donde hay persecución feroz. En lugares donde los cristianos no pueden reunirse en gran número en lugares abiertos, pero disfrutan de la presencia de Jesús en entornos más pequeños. Creo que se trata de la presencia de Jesús que nos hace la Iglesia dondequiera que nos reunamos. Jesús se goza en la comunión, en la auténtica vida compartida ahí.

Lo que Jesús profetizó, él amó dando su vida y sigue dándole su vida. Él es el centro preeminente en la Iglesia. Es su Iglesia. No nuestra iglesia.

¿Qué vemos nosotros?
Jesús vio algo eterno y celestial. Lo que vemos nosotros es algo temporal y terrenal. La iglesia tal como la conocemos es, definitivamente, pre-resurrección y a menudo carnal. Cuando se utiliza la palabra «iglesia», algunos piensan inmediatamente en un edificio, una reunión, o una denominación. La palabra «organización» viene a la mente. No estoy criticando, solo diciendo que es la forma en que vemos la iglesia.

Por supuesto, la Iglesia primitiva no era perfecta, ya que, también, se componía de seres humanos. Había ejemplos de mentira, deshonestidad respecto al dinero, inmoralidad, embriaguez, división, y otros problemas que tuvieron que ser enfrentados. (Los medios actuales de comunicación parecen disfrutar cuando descubren y señalan esos problemas.) La Biblia no oculta que la iglesia de entonces tenía esos problemas, pero también dice que fueron confrontados y corregidos, no fueron tolerados. Jesús y los apóstoles cuidaban celosamente la pureza y la sinceridad de la Iglesia.

Lo que vemos a menudo hoy es un teatro bien administrado. El edificio de la iglesia se construye como un lugar para dar funciones y actuaciones, y la idea es contratar a los mejores actores, para el espectáculo semanal. Esto ha creado una gran cantidad de «público pasivo” que viene en busca de inspiración, información y a veces entretenimiento. Sin embargo, sentados en un teatro viendo la misma “película” no hace a la audiencia hermanos y hermanas de pacto ni la hace el cuerpo activo de Cristo.

Tal vez la mejor manera de medir la Iglesia es su impacto en la cultura en el mundo cotidiano. Podríamos cuestionar con razón el impacto real que la iglesia tiene sobre la cultura occidental. No obstante, si bien nuestra cultura ha caído en el secularismo, nosotros los cristianos seguimos presentando el mismo espectáculo todas las semanas, intentando presentar mejor el nuestro que el de la iglesia de la otra denominación. Por lo general, las iglesias más grandes, son las que lo hacen mejor.

¿Qué ve el mundo?
Tal vez la iglesia moderna ha pasado por alto una pregunta importante: ¿Cómo nos ve el mundo? Por supuesto que varía de persona a persona. Lo que es innegable es que cada día hay un número creciente de personas que «solía ir a la iglesia.” Esto, junto con la realidad de los jóvenes que se vuelven cada vez más desinteresados, es motivo de preocupación. La generación más joven valora la autenticidad y, a menudo, no ve a la iglesia como auténtica, incluso cuando lo es. La edad promedio de los cristianos devotos que se mantienen fieles al Señor se está haciendo cada día mayor.

No hay duda de que muchas iglesias están tratando de ser más relevantes para la juventud y algunos están teniendo éxito en forma limitada con programas, eventos, música y otros medios. Pero la deserción sigue siendo un problema. «Comunidad» es una aspiración importante para los jóvenes, especialmente entre los huérfanos, y nos ayuda a definir el desafío de la iglesia. Recientemente, un amigo me manifestó que muchos «yijadistas» se unen el terrorismo con el fin de tener una causa y una comunidad. Los jóvenes que se unen a las pandillas lo hacen por la misma razón. Ellos no ven la iglesia como la respuesta a esas necesidades. Yo creo que esto se debe a que la relación con Jesús y su Iglesia no se ha hecho personal en demasiados casos. Nuestro modelo de persuasión no siempre es atractivo para aquellos que se enfrentan a muchos desafíos prácticos, personales y de enormes proporciones en su vida cotidiana. Ellos están buscando soluciones reales, no mejores reuniones. Para ellos, Jesús es una religión, no una solución.

De regreso al libro
A pesar de sus problemas, la Iglesia primitiva creció rápidamente, incluso en medio de persecución implacable. Sus «buenas nuevas» eran acerca de morir a sí mismo, tomar su cruz y seguir a Jesús. No era un curso de superación personal, o de «Puedes hacerlo si lo intentas.» Era una elección madura, y lo que prometía no era mejorar la vida temporal, sino ganar la vida eterna. La Iglesia era temida y respetada por los tiranos; perseguida, pero productiva, conforme el Señor añadía diariamente (no sólo los domingos). Ese es el «ADN» de la Iglesia y, al igual que el hijo pródigo, algún día la iglesia pródiga regresará a la casa del Padre.

La Biblia es un libro sorprendente y a menudo se dice que es nuestra «norma de fe y práctica”. Esta sería una buena declaración, si entendiéramos que el Libro y la Iglesia están indisolublemente unidos. Pero la interpretamos de acuerdo con nuestras propias doctrinas y prácticas. Cuando buscamos y encontramos a la Iglesia en las páginas de la Biblia, seremos hallados culpables por el Espíritu Santo y cambiados por la Palabra.

Recientemente le pregunté a un pastor, ¿Qué está haciendo usted que Jesús no hizo y qué hizo Jesús que usted no está haciendo? Él sólo me miró sin responder. Esas son preguntas que yo me hago a mí mismo.

Advertencia
De manera que todos queremos mejorar la forma en que vemos y hacemos el papel de iglesia, ¿verdad? No estoy seguro de que en realidad queramos, pero si fuera cierto, les advierto que las «mejoras» no siempre mejoran y por lo general son motivo de división. Así es como hemos llegado donde estamos, después de miles de «mejoras». Y si intentar “mejorar” el concepto bíblico de la Iglesia puede causar división, ¿qué hacemos? Esa es una buena pregunta. No sugiero una gran cantidad de cambios o la búsqueda de una mejor iglesia. Buscar la Iglesia no significa nada de eso.

La búsqueda consiste de una revelación más clara de lo que es la Iglesia y, sea lo que es sea, si usted es un seguidor de Jesús, usted es parte de ella. Buscar la Iglesia es buscar esas cualidades que se encuentran en los evangelios y las epístolas. La «Ciudad de Dios» está descrita allí y usted la puede encontrar donde quiera que esté, si sabe lo que está buscando: El fundamento de la «ciudad» es Jesús, no un conjunto de otras cosas. Él es la luz y el gozo de la ciudad. La ciudad se centra en Jesús, no en la Iglesia. (Eso es lo que hace que sea la verdadera Iglesia.)

La ciudad o la iglesia es comunidad, vida compartida; puede ser tan pequeña como dos o tres. No es malo que sea grande, siempre y cuando haya verdadera comunidad en grupos pequeños que tienen comunión con Cristo, comparten Su vida, y las necesidades de esa vida. La comunidad se caracteriza por la apertura, la franqueza, el amor, la honestidad y la rendición de cuentas. Cuando ese grupo se hace demasiado grande para proporcionar esas cualidades, otro grupo debe nacer de éste. Las células vivas se multiplican.

La verdadera comunidad de Cristo cumple el mandamiento del Señor: “Vayan y hagan discípulos y enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado». Nuestra comunión es alrededor de Jesús y de su misión. No podemos tener verdadera comunión con Jesús sin recibir su pasión por hacer discípulos como Él los hizo. Este mandamiento nos lleva más allá de nosotros mismos y de nuestro grupo, a involucrarnos en la vida de otros. Nuestro objetivo va más allá de hacer prosélitos para nuestro grupo; es discipular a otros para Jesús. Eso se logra en las relaciones personales.

Buscando la ciudad
Nuestra búsqueda de la Iglesia comienza en Cristo mismo, nos une en comunión con otros nacidos del espíritu y nos lleva al mundo, donde la Iglesia está llamada a estar. Nuestra motivación no es criticar lo que otros hacen o cómo ven a la iglesia, sino buscar la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. Podemos hacerlo sin andar brincando de iglesia en iglesia o sin calificar iglesias, si escuchamos al Espíritu Santo y vemos lo que él ve cuando estudiamos la Palabra de Dios. Eso es emocionante y vigorizante. Si usted está aburrido con la iglesia como la ve y la conoce, trate de ver lo que él ve, ¡Él ama su Iglesia!

Parte de este ministerio es fortalecer y animar a las iglesias y a los líderes locales. Este es un tiempo de ataques importantes para muchos. Usted puede tomar parte con nosotros en oración y apoyo financiero para poder hacer llegar estos recursos y “tiempos de refrigerio” a líderes cristianos de todo el mundo.

Referencias bíblicas: Hebreos, Efesios, Juan, Mateo

CHARLES SIMPSON es el escritor de la Carta Pastoral. También ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones.