Autor  Stephen Simpson

Una nueva canción para un nuevo día

Esperamos que esté teniendo un buen año y que usted y sus seres queridos estén disfrutando las bendiciones del Señor. Celebrar las bondades de nuestro Señor Jesús nos recuerda las promesas de Dios y su fidelidad para guardar su palabra.  Comencemos esta carta con dos preguntas: ¿Cómo podemos posicionarnos mejor para recibir su palabra para el resto de este año? ¿Podría Dios hacer algo nuevo en usted y en su iglesia?

Isaías 60 hace este llamado profético: “¡Levántate! ¡Resplandece! Porque ha llegado tu luz, y la gloria del SEÑOR ha resplandecido sobre ti.” La gloria de Dios es su bondad y misericordia que irradian de él y brillan sobre nosotros. Él nos llama de las tinieblas a su luz admirable (Lea 1 Pedro 2: 9). Cada vez que entramos en su gloria, somos transformados y reflejamos su luz en un mundo en tinieblas. Habiendo recibido libremente, ahora somos llamados, equipados y facultados para dar libremente.

Luego, en el capítulo 61, Isaías profetiza que Jesús traerá libertad a los cautivos, sanidad y consuelo a los afligidos y a los que están sufriendo. Según Jesús, esto no es sólo nuestra herencia, sino también nuestra misión hacia los demás. El Salmo 40: 1-3 nos da una imagen vívida del testimonio de liberación que compartimos:

“Pacientemente esperé al SEÑOR, y él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me hizo subir del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso. Puso mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto y temerán, y confiarán en el SEÑOR.”

Hay canciones que cantamos en el pozo y canciones que cantamos en la roca. Cuando estamos perdidos y sin esperanza, nuestro enfoque principal es nuestra propia situación y necesidad de salvación. Sin embargo, cuando el Espíritu del Señor nos da esperanza, nuestra perspectiva cambia. Con expectativa y fe esperamos que él venga; cuando recibimos nuestra liberación, tenemos un nuevo fundamento. Nuestra actitud cambia y también nuestra altitud.

La canción que cantamos ahora no sólo refleja lo que él ha hecho por nosotros, sino que testifica sobre la grandeza de lo que él es, y atrae a otros a él. El Salmo 96: 1-3, nos instruye a cantar de esta manera:

“¡Canten al SEÑOR un cántico nuevo! ¡Canten al SEÑOR, toda la tierra! Canten al SEÑOR; bendigan su nombre. Anuncien de día en día su salvación. Cuenten entre las naciones su gloria, entre todos los pueblos sus maravillas.”

Esta revelación fue para el pueblo de Israel en aquellos días y lo sigue siendo para nosotros hoy: la gloria de Dios y la salvación de Dios son para toda la gente, en todas las naciones; para los perdidos en tinieblas y los oprimidos que todavía anhelan escuchar el canto del Señor y ver su luz gloriosa. La Escritura dice que oremos sin cesar, pero también nos instruye a alabar sin cesar.

Isaías fue llamado a declarar fielmente la palabra de Dios a un pueblo que no quería escucharla; advertir a la gente, sabiendo que la mayoría de ellos lo rechazarían a él y a su mensaje. Lo que tenía que decir no lo haría popular entre ellos. Su mensaje era de reprensión a Israel por su corrupción y descarrío: que su pecado les traería un fuerte juicio de Dios. Pero Isaías también les prometió un Redentor que los sacaría del abismo, los limpiaría y los transformaría  en luz para iluminar a las naciones una vez más.

Aunque muchos rechazaron la palabra profética de Isaías, un remanente lo recordó. Les ofreció aliento en pasajes como Isaías 42: 9-10, diciendo:

“He aquí, ya sucedieron las cosas primeras; ahora les anuncio las cosas nuevas. Antes que salgan a luz, yo se las anuncio. Canten al SEÑOR un cántico nuevo, su alabanza desde el extremo de la tierra, los que navegan en el mar y su plenitud; las costas y sus habitantes.”

Como Isaías estaba en una postura de adoración ante Dios, fue elevado más allá de su propia circunstancia, perspectiva y sabiduría. Él entró en la eternidad y comenzó a ver y escuchar la verdad eterna. La verdadera adoración delante del Señor preparará nuestros corazones y nos llevará a ese lugar donde podemos escuchar la voz del Señor y ver Su propósito más claramente.

Verdadera adoración

El corazón de un verdadero adorador espera con expectación escuchar la voz de Dios y hacer su voluntad. Cualquier experiencia de adoración que no nos abra a escuchar la voz y la voluntad del Señor es incompleta. La adoración que no resulta en la obediencia a la voluntad de Dios no es adoración completa. Lo que algunos llaman un «servicio de adoración» es a menudo una producción de un concierto de teatro que produce poca adoración o servicio real. ¡Qué contraste es esto de lo que le sucedió a Isaías!

“En el año que murió el rey Uzías, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime; y el borde de sus vestiduras llenaba el templo. Por encima de él había serafines. Cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. El uno proclamaba al otro diciendo: ¡Santo, santo, santo es el SEÑOR de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!”

Los umbrales de las puertas se estremecieron con la voz del que proclamaba, y el templo se llenó de humo. Entonces dije: “¡Ay de mí, pues soy muerto! Porque siendo un hombre de labios impuros y habitando en medio de un pueblo de labios impuros, mis ojos han visto al Rey, al SEÑOR de los Ejércitos.

Entonces voló hacia mí uno de los serafines trayendo en su mano, con unas tenazas, un carbón encendido tomado del altar.  Y tocó con él mi boca, diciendo: He aquí que esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido quitada, y tu pecado ha sido perdonado.

Entonces escuché la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros? Y yo respondí: Heme aquí, envíame a mí.  Y dijo: Ve y di a este pueblo… “

Lo que Dios dijo a Isaías que dijera a la gente era una palabra dura, pero para Isaías, el problema no era la dificultad de la Palabra, sino la dignidad del Señor y la misión del Señor. La adoración de Isaías ante el Señor que leemos en Isaías 6, dio este resultado:

Revelación de posición y condición

Arrepentimiento del pecado

Limpieza de la injusticia

Capacidad de escuchar la voz de Dios

Capacidad de responder a la voluntad de Dios

Encargo de la misión de Dios

Parecía una «misión imposible» porque los corazones de la gente eran duros y estaban embotados. Sin embargo, Dios habló a través de Isaías y dijo: “He aquí que yo hago una cosa nueva; pronto surgirá. ¿No la conocerán? Otra vez les haré un camino en el desierto, y ríos en el sequedal. (Isaías 43:19).”

Nada es imposible 

¿Hay algo imposible para el Dios que habló el universo en existencia? Incluso el pecado del hombre no pudo opacar la gloria de Dios, ni pudo detener la inexorable e inevitable expansión de la gloria de Dios cubriendo la tierra como las aguas cubren el mar. Cuando Isaías estaba en el Espíritu, vio más allá de la dureza de las circunstancias actuales y el glorioso plan de redención de Dios. Vio un nuevo día y un Mesías que haría un Nuevo Pacto que traería refrescamiento entre las naciones. Por el Espíritu Santo, Isaías vio un camino donde ninguno había existido antes. Vio un río brotando en el desierto que fluiría hasta los confines de la tierra.

El mismo Dios que hizo a la humanidad, y la vio caer, también tenía un plan redentor. En Jesús, Dios hizo un camino para que nosotros fuéramos restaurados; para ser hechos nuevos y completos nuevamente. Esto significa que no podemos juzgarnos a nosotros mismos ni a nuestros hermanos y hermanas por lo que fuimos en la caída, sino por lo que somos y lo que seremos en el Espíritu. Vea lo que el apóstol Pablo dijo a los cristianos en Corinto:

“De manera que nosotros, de aquí en adelante, a nadie conocemos según la carne; y aun si hemos conocido a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos ha dado el ministerio de la reconciliación: que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones y encomendándonos a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo; y como Dios los exhorta por medio nuestro, les rogamos en nombre de Cristo: ¡Reconcíliense con Dios!” (2 Corintios 5:16-20)

¿Tenemos todavía que lidiar con la carne? Sí, hasta el día en que finalmente morimos, o hasta que Jesús regrese, todavía tenemos que «crucificar la carne» todos los días; «morir a nosotros mismos» y vivir para él. Pero la Buena Nueva es que cuando nos identificamos con él en su muerte en la cruz somos resucitados a una nueva vida con él. Esto no es sólo para el día que lleguemos el cielo, sino incluso ahora podemos tener esa vida abundante. Ya no somos esclavos del pecado y la muerte. No sólo estamos perdonados, sino que estamos empoderados. El pastor John Piper dice: «La gracia es el don capacitador de Dios para no pecar. La gracia es poder, no solo perdón. »

Para aquellos que están sedientos, hay un profundo río que fluye del agua viva más dulce y refrescante. Nos llevará a través de los desafíos que se avecinan en este año y, algún día, nos llevará a la gloria eterna con nuestro Padre celestial; nuestro Padre, cuyo deseo desde la fundación de la tierra ha sido disfrutar de la comunión con su pueblo y hacer su morada con nosotros. Juan, el discípulo de Jesús, recibió esta hermosa revelación:

Oí una gran voz que procedía del trono diciendo: “He aquí el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él habitará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. No habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas ya pasaron”.  El que estaba sentado en el trono dijo: “He aquí yo hago nuevas todas las cosas”. Y dijo: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.” Me dijo también: “¡Está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, yo le daré gratuitamente de la fuente de agua de vida.” (Apocalipsis 21:3-6).

Hora de cantar 

Dios nos ha dado una nueva canción; ahora es el momento de cantarla. Al igual que el carcelero y con él todos los ciudadanos de Filipo escucharon a Pablo y a Silas cantando en la cárcel a la medianoche, la generación de hoy está desesperada por escuchar nuestras canciones de libertad. Tenemos una nueva canción para un nuevo día. La canción de Pablo y Silas no sólo les abrió las puertas de la liberación, sino a todos los prisioneros; a una familia, a una ciudad, y a millones más que todavía leen su historia hoy. ¿Quién escuchará su canción? ¿La cantará usted?

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Notas:

Tomado de la Carta Pastoral de enero de 2018

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la versión Reina Valera Actualizada 2015.

STEPHEN SIMPSON es el Editor de One-to-One Magazine y el Director de CSM Publishing. Además del ministerio editorial, Stephen fue el pastor principal de Covenant Church de Mobile, Alabama (2004-2013) y ha servido en capacidad de líder en iglesias y ministerios en Costa Rica, Florida, Mississippi, Texas y Michigan, y continúa viajando en el ministerio a través de América del Norte y en otras naciones.