Noviembre del 2021 –  Querido amigo en Cristo:

Vivimos en tiempos sorprendentes y mucho con lo que nos encontramos es inesperado. Hace poco, subí a un avión que me llevaría de regreso a casa. El avión estaba lleno, excepto el asiento que estaba a mi lado. Entonces llegó una joven y se sentó en el asiento de al lado justo antes de que el avión despegara.

Poco después, sentí que el Señor me decía algo sobre ella. Luché por un momento con lo que él me había dicho, preguntándome por qué lo sentía. Ciertamente, esperaba no tener que hablar con ella al respecto, temiendo que me malinterpretara o, peor aún, que pudiera estar equivocado. Me costó casi todo el viaje. Finalmente le pregunté si podía compartir algo con ella, y me dijo que sí.

Le dije: «A veces el Señor me dice algo acerca de otras personas y me cuesta compartirlo. Creo que él me dijo que usted tiene un buen espíritu, pero que necesita lo que él quiere decirle». Ella solo me volvió a ver. «Creo que Dios quiere que la anime en su comunión con él». Ella me contó sobre su trabajo que requería muchos viajes. Me dijo que ella y su marido eran creyentes y leen la Biblia juntos. Luego dijo: «Gracias por obedecer a Dios». Me sentí aliviado, pero le dije: «¡Fue difícil!» Mientras el avión aterrizaba, meditaba acerca de las veces que había perdido la oportunidad de obedecer.

Oral Roberts, un notable evangelista que ejercía el ministerio de sanidad, a menudo decía: «¡Espere un milagro!» El hermano Roberts tocó a cientos de miles de personas, a través de su ministerio con sanidades y milagros, porque él esperaba que sucedieran. Me pregunto cuántos creyentes esperan ver a Dios usándolos en la vida diaria. Me pregunto sobre nuestra falta de expectativa y sensibilidad al Espíritu Santo. Dios no quiere que su poder se quede encerrado en un edificio llamado iglesia. Él quiere que salgamos a la vida diaria.

Me impresiona el Libro de los Hechos porque el Espíritu Santo usó a los Apóstoles para hacer milagros en la vida cotidiana, en personas inesperadas y en lugares públicos. En Hechos 3:1-10, leemos que un día Pedro y Juan subieron al templo. A la entrada, se encontraron con un mendigo cojo que se sentaba allí todos los días. A diario, mucha gente se topaba con él pidiendo dinero.

Pero este día sería diferente. Cuando él pidió una limosna a los apóstoles, ellos se detuvieron y Pedro le dijo, «Míranos,” y el mendigo les miró esperando recibir dinero. Pero Pedro dijo: «No tengo oro ni plata, pero de lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!» Entonces lo tomó de la mano y lo levantó. Inmediatamente, el hombre recibió fuerzas, se levantó de un salto, entró al templo caminando y saltando y alabando a Dios. Fue un milagro asombroso.

Soy predicador, pero en mi opinión, la gente no anda buscando más sermones. Creo que muchas personas acuden a un servicio religioso por obligación, por costumbre o porque esperan recibir alguna verdad o bendición bíblica. Pero lo que realmente necesitan ver es la evidencia del poder de Dios.

Se dieron cuenta de lo que había pasado con el mendigo cojo y vinieron corriendo para verlo saltando y alabando a Dios. El milagro no ocurrió en una reunión; ocurrió en un lugar público. Lo vieron con sus propios ojos y se maravillaron.

La gente puede debatir sobre doctrina y cuestiones religiosas, pero una demostración pública del poder de Dios logra en un momento lo que una discusión no puede lograr en toda la vida. Vivimos en una cultura secular e incrédula que sólo una demostración del poder de Dios puede captar su atención. Recuerdo en los años de 1940 y de 1950 cómo la gente acudía a escuchar las «palabras de conocimiento» de William Branham cuando decía a la gente cosas que no podía saber de forma natural.

También recuerdo cómo varios creyentes viajaban por el mundo compartiendo sus testimonios del poder de Dios en sus vidas. Millones nacieron de nuevo, fueron llenos del Espíritu Santo y fueron sanados. Personalmente vi milagros mientras ministraba junto a Kathryn Kuhlman.

¿Qué habría pasado si Pedro hubiera empezado a predicar en la calle sin este milagro? Dudo que muchos hubieran escuchado. ¡El poder de Dios prepara a los oyentes para escuchar!

NUESTRO MENSAJE (HECHOS 3:11-26)

Los milagros son estupendos, pero no suficientes; las personas necesitan la verdad para salvarse. Después de este milagro, Pedro les dijo la verdad sin reservas a toda la gente que se había reunido; ¡no la endulzó! Estos son algunos de los puntos principales del mensaje en Hechos 3:

  1. No lo hemos hecho así. Los milagros son «elementos con gran fuerza cautivadora”. Es demasiado fácil atribuirse el mérito cada vez que Dios nos usa de alguna manera, y eso es peligroso (vea Hechos 14:8-18). El culto a los héroes es un problema en nuestras culturas y en la Iglesia. Los reconocimientos pertenecen a Dios. La carne se nutre de la aprobación, pero llevarse la gloria es peligroso. Cuando la autoestima anula nuestra estima por Dios, tenemos un problema serio.

Son pocas las estrellas del deporte sabias que dan crédito al equipo y al entrenador. Las que se quedan con la gloria son insensatas. Lo mismo ocurre con todos nosotros, especialmente si Dios ha hecho algo a través de nosotros.

  1. Pedro les recordó su pecado. Lo que les dijo en efecto es: «Ustedes mataron a Jesús, pero Dios lo resucitó de entre los muertos». Esa es la esencia del Evangelio; Cristo crucificado y resucitado de entre los muertos. La resurrección de Jesús es el milagro más importante de la historia.

Lo cierto es que todos nosotros matamos a Jesús. Fueron nuestros pecados los que lo clavaron en la cruz (ver Isaías 53, Romanos 3:19-26; Romanos 6:23). «Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29). Era fundamental que el pueblo entendiera lo que habían hecho. Y es fundamental que nosotros entendamos lo que hemos hecho. Si no nos damos cuenta de nuestro pecado y de su castigo, tampoco nos daremos cuenta de qué fuimos salvados.

El verdadero arrepentimiento se basa en ver el costo de nuestro pecado y el dolor que trae a nuestro Dios. No tratar con el pecado es minimizar nuestra gran salvación. Y comunica una «gracia barata».

  1. Pedro cuenta cómo ocurrió el milagro. El milagro ocurrió por la fe en el nombre de Jesús. Pedro y Juan conocían el poder del nombre de Jesús. Él comisionó a sus discípulos a hacer obras milagrosas en su nombre (ver Marcos 16:7; Mateo 28:18-19). Toda la autoridad está en él. ¿Por qué no vemos más milagros cuando invocamos su nombre? ¿Falta de fe? Sí, y, además, hemos dejado de santificar su nombre y lo hemos usado demasiado a la ligera.

El nombre de Jesús representa todo el poder y es más que la frase final de nuestras oraciones. La autoridad de los apóstoles se basaba en su comprensión del poder de su nombre, y ellos demostraron ese poder.

  1. Pedro les explicó el fundamento del perdón de Dios: Ellos habían hecho lo que hicieron a Jesús por ignorancia. Jesús los perdonó desde la cruz cuando dijo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (ver Lucas 23:34). No sabían quién era él, ni lo que estaba haciendo. La malicia y el pecado deliberado son diferentes a los pecados cometidos por ignorancia (ver Hebreos 10:26). Cuando Pedro les explicó lo que habían hecho, ellos se entristecieron profundamente.

Un aspecto fundamental en la ministración del evangelio es hacer que la gente sea consciente de su pecado. No es hacerla culpable; ya lo es. Lo que debemos decirles es cómo eliminar la culpa. Eso hace que la salvación sea un regalo glorioso. Les decimos cómo escapar de la muerte que trae el pecado, lo sepan o no. Por cierto, no se trata de la conciencia de los pecados de los demás, sino de los nuestros. La conciencia de nuestros propios pecados trae la humildad necesaria para la salvación.

  1. «Arrepiéntanse». El apóstol Pablo define el arrepentimiento de esta manera en 2 Corintios 7:9-10: «La tristeza que proviene de Dios produce arrepentimiento para salvación, y de ésta no hay que arrepentirse.» Tristeza antes de salvación, lágrimas antes de alegría. La tristeza piadosa es el propio dolor de Dios por nuestras transgresiones. Esa tristeza es un regalo, igual que el perdón. Cuando pedimos a alguien que nos perdone, le decimos: «Lo siento, por favor, perdóname», y esa es la base de su perdón. Lo mismo ocurre con Dios.

Creo que hay demasiada «gracia barata». La gracia barata es cuando se promete la salvación y las bendiciones sin arrepentimiento. Ningún gran avivamiento ha llegado así, ¡y necesitamos desesperadamente un avivamiento (ver 2 Crónicas 7:14-15)!

Dios nos da una maravillosa promesa: Cuando nos arrepentimos y confiamos en Jesús, él borrará todos nuestros pecados. Será como si nunca hubieran existido (vea 1 Juan 1:9).

  1. Tiempos de alivio vendrán de la presencia del Señor. Cuando nos arrepentimos y confiamos en Jesús, ¡su presencia viene a refrescarnos! La presencia de Dios refresca, da energía como lo hace la lluvia con la tierra y la semilla (ver Salmo 16:8-11; Salmo 23:3, Proverbios 3:7-8; Romanos 15:13; Isaías 44:3; Joel 2:25-29; Santiago 5: 7-8).

Creo que habrá un gran «refrigerio» antes del regreso visible del Señor. Somos refrescados personalmente cuando nos volvemos a Cristo, pero Pedro parece indicar que un alivio refrescante precederá su regreso. Y nosotros decimos con Pedro, «¡Ciertamente, ven pronto, Señor Jesús!» (vea Apocalipsis 22:20).

  1. La restauración. Hay mucho que decir sobre Hechos 3:20-21. Creo que hay un tiempo de alivio y refrescamiento y una restauración personal cuando nos arrepentimos y confiamos en Jesús, el Ungido. Sin embargo, eso es sólo un tipo o comienzo de lo que trae el regreso de Jesús. Pedro está hablando de un refrescamiento y restauración mundial; un cumplimiento de todo lo que han dicho los profetas.

El regreso de Jesús traerá juicio, alivio, refrescamiento y restauración. Él cumplió todas las Escrituras que hablaron de su primera venida. Él cumplirá todo lo que prometió en su segunda venida. Su primera venida resultó en su muerte, resurrección y Pentecostés – «La lluvia temprana». Pero antes de su Segunda Venida, será “la Lluvia Tardía” para madurar la Cosecha. Esta segunda «lluvia» será mundial. Su regreso traerá la cosecha de todo lo que él ha plantado, y la «cizaña» será quemada.

MANTÉNGASE ALERTA

Debemos estar atentos a las oportunidades inesperadas para ministrar y esperar que Dios haga su poderosa obra en lugares y formas inesperadas. Cuando lo haga, debemos saber cómo presentar las buenas nuevas. Es vital que entendamos el Evangelio apostólico del arrepentimiento y la fe en el glorioso nombre de Jesús. Nuestra declaración de misión para CSM es «Abrazar la verdad con nuestras vidas». Estamos comprometidos a declarar el evangelio de Jesús y su reino, en palabras y en la demostración de su poder.

Cuando usted está con nosotros en su oración y en su donación, usted está tomando parte en esta misión mundial. ¿Consideraría un regalo especial este mes para apoyar nuestra obra entre las naciones? Visítenos en línea en csmpublishing.org.

También, asegúrese de marcar su calendario para nuestra Conferencia de CSM 2022 en Gatlinburg, que tendrá lugar del 10 al 12 de mayo el próximo año. Estamos deseando reunirnos, animarnos unos a otros, y refrescarnos juntos en el Espíritu Santo.

Mi deseo es que podamos ver las oportunidades en la vida cotidiana, obedecer al Espíritu Santo y ver el poder de Dios. Oro para que podamos salir de nuestra comodidad y entrar con denuedo en nuestro mundo que necesita desesperadamente ver lo que Dios y sólo Dios puede hacer.

Su hermano en Cristo Jesús,
Charles Simpson

Citas bíblicas: Hechos 3:1-26; Hechos 14:8-18; Isaías 53; Romanos 3:19-26; Romanos 6:23; Juan 1:29; Marcos 16:7; Mateo 28:18-19; Lucas 23:34; Hebreos 10:26; 2 Corintios 7: 9-10; 2 Crónicas 7:14-15; 1 Juan 1:9; Salmo 16:8-11; Salmo 23:3; Proverbios 3:7-8; Romanos 15:13; Isaías 44:3; Joel 2:25-29; Santiago 5:7-8; Apocalipsis 22:20; Hechos 3:20-21

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la Reina Valera Actualizada 2015.

Acerca del autor – CHARLES SIMPSON es un reconocido escritor y maestro de la Biblia que ministra extensamente en los Estados Unidos y otras naciones. Es el fundador de CSM Publishing, patrocinador de la revista Conquista Cristiana, escritor en la Carta Pastoral y en el 2015 celebró 60 años de ministerio.

Por Charles Simpson octubre 21, 2021 

Usado con permiso