Por Charles Simpson

Querido hermano en Cristo:

Gracias por tomarse el tiempo de leer esta carta. Procuraré compartirle lo que creo que el Señor me está diciendo ahora, ya que es muy relevante saber cómo debemos responder a nuestra cultura en nuestros días. Efesios 4:15 enseña que crecemos en Cristo hablando la verdad en amor. La mayoría de la gente puede decir que ama, pero no habla la verdad. La gente puede hablar la verdad, pero no amar a quienes les habla. El Dios que adoramos es verdad y es amor. Es un reto para nosotros, los humanos, mantener las dos cosas juntas.

Dios es bueno y justo, y ha reservado el cielo para algunos y para otros el infierno. El mismo Dios da ambos. 1 Corintios 10 y Romanos 11 enseñan que Israel es un ejemplo bíblico para nosotros. En Israel, Dios hizo maravillosos milagros, derramó bendiciones y les dio prosperidad. Pero también les mandó un castigo devastador. Debido a que Dios es Dios y muy complejo para nuestro pensamiento natural, sus caminos están más allá de nuestra comprensión.

Yo no puedo explicar a Dios (nadie lo puede), sin embargo, creo en Dios. No sólo creo en Dios, sino que creo lo que él dice en las Escrituras por el Espíritu Santo. Por lo que me siento animado, y también advertido. Debemos abrazar ambas cosas. Los buenos padres animan y advierten a sus hijos. Uno sin el otro hace que el crecimiento del niño no alcance la madurez. Los niños quieren lo positivo, pero reaccionan de forma negativa. Necesitan ambas cosas, y nosotros también. Una cosa sin la otra distorsiona la verdad. El amor es la puente sobre el que pasa la difícil verdad.

El Espíritu Santo

En 1964, fui bautizado en el Espíritu Santo, y hablé en lenguas en mi vida personal de oración. Al pasar los años, me volví extremadamente controversial con mis amigos que eran bautistas del sur. Por algunas buenas razones, los bautistas temen el fanatismo y la confusión. Yo había sido secretario de la Conferencia Local de Pastores Bautistas cuando tenía 27 años y tenía un programa de televisión. Hubo muchas discusiones entre los pastores de mi tiempo en torno a este asunto del «pentecostalismo», aunque yo no era pentecostal.

En 1965, unos 80 o más pastores bautistas del sur de nuestra zona, se reunieron para deliberar sobre el tema. Un funcionario jubilado de la Convención Bautista del Sur, que vivía en nuestra zona, dijo en sus declaraciones que: «El amor es el más excelente de los dones», y después pasó a restarle importancia a los demás dones. No había amor en su voz. Por supuesto, dirigía sus palabras a mí sin llamarme por nombre. Cuando concluyó, otro pastor preguntó: «Si el amor es el don más excelente, ¿dónde está?». Se hizo silencio. Nunca olvidaré esa pregunta, ¿dónde está? Había algo de verdad en los comentarios anteriores, pero no había amor. Podemos escuchar mucho mejor cuando la verdad viene acompañada de amor.

El apóstol Pablo era sumamente culto e inteligente, y tuvo como mentor a Gamaliel, miembro del Sanedrín. Sin embargo, Pablo era severo en la aplicación de la ley, y fue uno de los que consintió la lapidación de Esteban, y persiguió a los cristianos para que los sentenciaran a muerte. Pero cuando conoció a Jesús en el camino de Damasco, ¡todo cambió! Sus enemigos se convirtieron en sus amigos. Más tarde, escribió gran parte del Nuevo Testamento, incluyendo ese gran capítulo sobre el amor, 1 Corintios 13, y termina ese capítulo enumerando las tres grandes virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Luego, Pablo dice: «La más excelente de ellas es el amor».

Fe y amor

La fe es vital para nuestra salvación y para tener una jornada espiritual saludable en nuestra existencia en este mundo. La fe es creer y avanzar hacia lo que aún no se ve (vea Hebreos 11:1). Por la fe, nuestros antepasados lograron grandes cosas. Por supuesto, Pablo mismo fue salvado por la fe y predicó a otros sobre la fe salvadora (ver Hechos 16:31). Cuando alguien pierde la fe, se ha descarriado, está desalentado y puede volverse cínico y escéptico. Sin embargo, el apóstol Pablo fue inspirado para decir que el amor es más excelente que la fe. ¡Esta es una afirmación sorprendente!

La esperanza es esencial para la perseverancia y ésta para obtener las promesas de Dios (ver 1 Tesalonicenses 1:3). Los que pierden la esperanza desisten en su caminar con Dios y no alcanzan la meta. En Lucas 21:19, Jesús dijo que en los últimos días necesitaríamos mantenernos firmes (ver también Mateo 24:13). Al retorno de Jesús y la resurrección de los muertos se les llama «La bendita esperanza» (Tito 2:13). El tema de la esperanza no es insignificante, pero Pablo dice que el amor es más excelente. ¡Asombroso!

Pablo no está minimizando la fe ni la esperanza, ya que escribe mucho sobre ambas. Está maximizando y elevando la necesidad del amor. Jesús dijo a sus discípulos que serían conocidos como sus discípulos por su amor el uno por el otro (vea Juan 13:34-35).

¿Dónde está el amor?

A Juan le llaman el «discípulo amado» porque estuvo muy cerca de Jesús. 1 Juan 4:16 dice que Dios es amor. Él no sólo ama, sino que él es amor. Juan también nos dio el evangelio de Juan que dice en el capítulo 3, versículo 16: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito…»

El amor se originó y sigue originándose en Dios; cuanto más nos acercamos a él, más amamos como él. Él amó a toda la humanidad. Jesús dijo que amáramos a nuestros enemigos y a los que nos persiguen. Resumió la ley diciendo «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente. “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. (Mateo 22:37-40).

Cuando le preguntaron «¿quién es mi prójimo?», Jesús contó la historia del buen samaritano. Los judíos odiaban a los samaritanos, pero Jesús los amaba; eran «su prójimo”. Cuánto más amemos a Dios y conozcamos su amor, más amaremos a otros que pudieran ser difíciles de amar.

Mi himno favorito es «El amor de Dios» de Fredrick Lehman. Lo animo a que busque su historia en Internet. Este himno tiene una historia milagrosa de cómo se originó. Mi hermano, mi hermana y yo solíamos cantarla en la iglesia cuando éramos adolescentes, y eso lo aprendimos de a nuestros padres. Ellos están ahora con el Señor.

¡Oh amor de Dios! Su inmensidad, el hombre no podría contar

Ni comprender la gran verdad, que Dios al hombre pudo amar.

Cuando el pecado entró al hogar de Adán y Eva en Edén;

Dios les sacó, mas prometió un Salvador también.

Coro:

¡Oh amor de Dios! Brotando está,

Inmensurable eternal;

Por las edades durará,

Inagotable raudal.

El verso final tiene un significado poderoso:

Si fuera tinta todo el mar, y todo el cielo un gran papel,

Y cada hombre un escritor, y cada hoja un pincel.

Nunca podrían describir el gran amor de Dios;

Que al hombre pudo redimir de su pecado atroz.

Es una descripción, no una definición

Ese himno es una poderosa descripción del amor de Dios, pero no puede definir su amor. Ninguno de nosotros puede definirlo. El amor se demuestra mejor que como se define. Dios demostró su amor enviando a Jesús, que murió en la cruz por nuestros pecados.

El apóstol Pablo demostró su amor, como lo hicieron otros apóstoles, dando su vida como mártir. En Primera Epístola a los Corintios, capítulo 13, Pablo describe maravillosamente el amor: Dice que los dones sin amor son solo ruido. “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.  El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”  Sólo Dios podría tener y darnos tal amor y así es como el mundo nos reconocerá somos discípulos de Jesús.

Por lo tanto, la fuente del amor de Dios es Dios mismo. No busquemos simplemente el amor, busquemos a Dios. Los grandes avivamientos se convierten en avivamientos de amor. Se extienden porque el amor se extiende. Necesitamos desesperadamente el amor de Dios en nuestra cultura dividida, en nuestras familias destrozadas y en nuestras iglesias moribundas. El debate y los insultos no propagarán el evangelio, pero el amor sí lo hará. Como dije anteriormente, «El amor es el puente sobre el que pasa la verdad».

Debemos convertirnos en constructores de puentes. Eso no significa que nos volvamos pasivos o transigentes; debemos aferrarnos a la verdad y decir la verdad. Debemos defender la fe de nuestros padres, pero ¡amar el puente! Estamos perdiendo el «civismo», la base de la civilización. Sólo Dios puede volver a «civilizarnos.»

Testimonio personal

Ahora, para que no piensen que sólo soy una buena persona, un santo predicador, quiero compartir una pequeña parte de mi historia. En mi adolescencia, fui el líder de una pandilla que peleaba con gente que no me gustaba. Llevaba una navaja, que afortunadamente sólo saqué una vez. Conduje un camión a los 13 años y aprendí a ser carnicero a la misma edad. Fui boxeador, pero finalmente, tuve que decidir si seguir boxeado o predicar cuando escuché que el Señor me llamaba al ministerio.

Aun así, me metí en una pelea en un partido de baloncesto después de obtener la licencia para predicar a los 18 años. Llamaron a la policía y el partido se suspendió. Podría seguir. No estoy tratando de proyectar una imagen ruda; estoy diciendo que tenía mal carácter y poco amor -excepto para «mi grupo». El amor de Dios tardó demasiado en crecer en mí. Doy gracias a Dios por los que no se dieron por vencidos conmigo. ¡No se rinda con los que en este momento le parecen antipáticos! Dios puede cambiar a las personas, como a nosotros, con su amor.

Estoy orando por un despertar transformador dirigido por el Espíritu Santo en todo el mundo. ¿Se quiere unir a mí en esta oración? Gypsy Smith, un evangelista inglés, dijo: «¡Si quieres un avivamiento, dibuja un círculo y métete en él y ora por un avivamiento en ese círculo!»

Al principio de esta carta, dije que esto es lo que Dios me está diciendo. ¿Qué le está diciendo a usted? Me gustaría saber de usted este mes.

Su hermano en Cristo,
Charles Simpson

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Acerca del autor: CHARLES SIMPSON es un reconocido escritor y maestro de la Biblia que ministra extensamente en los Estados Unidos y otras naciones. Es el fundador de CSM Publishing, patrocinador de la revista Conquista Cristiana, escritor en la Carta Pastoral y este año de 2022 celebra 67 años de ministerio.

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A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la Nueva Versión Internacional

Usado con permiso.