Por Rodolfo Loyola

Rodolfo Loyola, poeta, escritor teatral y radiofónico, predicador apasionado y pastor entrenador de obreros cristianos. Después de 25 años de ministerio fructífero en diferentes países, escribe la obra EL MILAGRO DE LA REPRODUCCION. El presente artículo es parte de dicho libro.

A pesar de la cantidad de niños que nacen diariamente, y de los esfuerzos que se realizan para controlar la natalidad, sin embargo, hasta los mismos científicos siguen diciendo que la concepción es un milagro.

Si se tiene en cuenta que el espermatozoide es miles de veces más pequeño que la punta de un alfiler; que el recorrido que realiza desde la vagina hasta las trompas uterinas donde fecunda tarda unos tres días aproximadamente en llegar, que salen miles de millones y sólo llegan varios cientos; y más tarde ver cómo se forma un cuerpo con todos sus componentes, incluyendo el color de los ojos de un abuelo, las orejas grandes del padre, el cabello rizado de la madre, etc., no nos queda menos que repetir: El principio de la vida es un milagro y un misterio. ¡Es cosa de Dios!

Igualmente, el nacer del Espíritu es un milagro, un gran milagro. Jesucristo quiso simplificar un poco este hecho a Nicodemo, pero con todo y ser inteligente, viejo y maestro de la religión, no dio señales de haber captado el misterio. «No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que es  nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y dijo: ¿Cómo puede esto hacerse? .. «

Creo que nunca lo sabría, aunque llegara a experimentar el nuevo nacimiento.

Hay una gran diferencia entre el volumen de reproducción del mundo y el de la iglesia. La tierra está amenazada por el crecimiento demográfico, mientras que la iglesia sufre de esterilidad.

Leyendo el comienzo del primer libro de samuel, el Espíritu me llevó a hacer un paralelismo entre Ana y el creyente de cualquier tiempo y lugar. Permítaseme decir que no es una comparación forzada, puesto que es harto conocido que la mujer representa a la iglesia en múltiples lugares de las Sagradas Escrituras.

La mujer tiene el privilegio de reproducir la vida. No es casualidad que un buen número de mujeres escogidas de Israel fueran estériles, tales como Sara, Raquel, la madre de Sansón, Ana la madre de Samuel y hasta Elizabeth la madre de Juan el Bautista. Algunas lo fueron por desobediencia e incredulidad de ellas o de sus esposos, otras para que lo demandaran de Dios y a El dieran gloria.

La iglesia como cuerpo, y nosotros como miembros de ese cuerpo cuyo esposo y cabeza es Cristo, estamos llamados a tener hijos. (Efesios 4: 12-16.)

Es muy curioso que san Pablo llama hijo a Timoteo y a otros, pero nunca se presenta como padre. Aunque se deduce cuando refiriéndose a Onésimo dice: » … a quien engendré en mis prisiones», que el padre engendra, la madre concibe.

Pero en Gálatas 4: 19 dice: Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir de dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros. (Madre espiritual.)

Constancio Vigil escribió: «El arte es maternidad en el hombre». Pero seguramente él ignoraba que lo es también en el cristiano verdadero.

La iglesia como cuerpo viviente es la que concibe y cría hijos por medio de sus miembros. En la concepción y la crianza de un hijo toman parte todos los miembros del cuerpo de la madre.

En base a obtener una información correcta de un creyente, nunca deberíamos preguntar cuántos años lleva de convertido, si paga los diezmos, si canta con el coro, si es diácono o maestro de la escuela dominical. La pregunta clave y trascendental sería: ¿Tienes hijos espirituales? ¿Sufres de embarazo por las almas?

Mas, a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Juan 1:12-13.)

Después de este largo paréntesis, vamos a considerar ahora la interesante y sugerente actitud , de la madre de Samuel.

Doy por sentado que el lector conoce la historia, porque escribo pensando en conocedores de la Biblia. Leemos en el capítulo 1, versículo 5 del primer libro de Samuel: Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.

Sin embargo, esto no alegraba a Ana, porque no hay nada que pueda compararse con la alegría y el orgullo de tener un hijo.

Puede un creyente haber recibido muchas cosas por las cuales pudiera sentirse feliz, pero ninguna superaría a la inmensa, la infinita alegría que proporciona traer al mundo hijos de Dios.

Y Elcana su marido le dijo: Ana ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos? (1 Samuel 1:8.).

Estaba equivocado el esposo de Ana cuando – al verla llorando y sin comer la interrogó así. Ningún otro amor sustituye al de los hijos. Es como si el pastor de una iglesia llegara donde está un cristiano que tiene pasión por las almas, que anhela reproducirse, y le dijera: ¿No te es suficiente que tengas un pastor como yo? ¿No estás contento con los cargos y privilegios que te he dado? ¿No te sientes orgulloso del hermoso templo que hemos construido? Lo más seguro es que este creyente, madre en potencia, salga como salió Ana, con amargura de alma. (Versículo 10): Y ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.

Versículo 12. – «Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí el sacerdote estaba observando la boca de ella.»

Es muy significativo que oraba largamente y tenía una sola petición: Señor, dame un hijo; Señor, dame un hijo. Similar a ésta fue la petición de Raquel la esposa de Jacob (Gén. 30:1) ) cuando suplicó: … dame hijos o si no, me muero. La gran diferencia consistía en que Raquel se los. pidió a su marido, mas Ana se lo pidió a Dios. Muchos años pasaron hasta que Raquel parece que clamó a Jehová y entonces tuvo dos hijos.

Aquí está la clave del asunto. ¿A quién clamamos, y delante de quién derramamos nuestra alma si queremos reproducirnos? La misma Ana lo dice cuando dio a luz: … Por cuanto lo pedí a Jehová. (Versículo 20.)

¿Hemos pedido insistentemente y con lágrimas a Dios que nos dé hijos espirituales? Si lo hacemos, quizás el propio líder de la congregación o grupo si nos ve llorando y en un insistente y suplicante movimiento de labios, hasta podrá pensar que estamos ebrios, pero el Señor lo verá de otra manera.

Anna estaba borracha, pero no de vino, como pensó el sacerdote, sino borracha de fe, borracha de esperanza, borracha de Dios. Tan es así que cuando terminó aquella desacostumbrada oración, ella comió y no estuvo más triste. (Versículo 18). O sea, que dio por otorgada su petición.

La actitud desinteresada de Ana es muy elocuente también. Versículo 22: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allí para siempre. Esto queda confirmado más tarde (Vers. 27-28) : Por este niño oraba y Jehová me dio lo que le pedí, yo pues lo dedico también a Jehová todos los días que viva, será de Jehová …

Ana no buscó excusas para retener al niño, ella lo prometió a Dios y daba por hecho que no le pertenecía.

Tener un solo hijo pequeño, y desprenderlo del calor del hogar, de la vista y el mimo de los padres, para llevarle a vivir con un sacerdote ventrudo y falto de visión, era argumento más que suficiente para decir: Esperaremos mejores condiciones, le daré un tiempo más el pecho, ¡el crío está tan pequeño!

Pero no le pertenecía a ella elegir las condiciones. Muchos de nuestros fracasos consisten en elegir demasiado las condiciones. Me dan envidia los misioneros como Abraham. El no argumentó nada sobre las condiciones, sino que salió sin saber a dónde iba.

En el corazón de Ana no quedó ni sombra de queja o de temor por el niño, su cántico es un himno de gratitud. Con esto cesó la competencia con Penina. Ella no fue a humillarla ni a ofenderla, la alabanza a Dios aleja de la intriga o la envidia.

Ya sabemos que hay quienes tienen hijos espirituales como propiedad suya, y no quieren destetarlos. Bien pudieran aprender de la samaritana, que llevó a Jesús para presentarlo a sus conciudadanos, pero luego se quitó de la escena para que continuaran con El. (Juan 4:39-42.)

San Pablo los destetaba cuando recién habían creído. Los dejaba suficientemente desarrollados como para que se reprodujeran. No había razón para seguirlos cuidando y amamantando.

1 Samuel 2:19. – Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año; cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado.

Ana no dejó de amar a su hijo y de tener atenciones con él, cada año le hacía una túnica pequeña y se la llevaba al ternpo. Le hacía un regalo adecuado a su tamaño. Primero le daba el pecho, pero cuando fue destetado le hacía un vestido sacerdotal.

Es bastante triste y lamentable que muchos, pero muchísimos que deberían ya vestir túnicas para ministrar al Señor, están pegados de los pechos. Pudiendo ser sacerdotes de Dios, viven entre biberones, pañales y arrullos para dormir.

Y por último, como premio a su desinterés y confianza en Dios, El la visitó, y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. y el joven Samuel crecía delante de Jehová. (1 Sam. 2:21.)

Mientras Samuel crecía, la reproducción continuaba. Para uno hacía túnicas, para los recién nacidos que iban llegando tenía otros cuidados.

Mientras la iglesia está perfeccionando a unos, debe tomar el germen del Espíritu para concebir nuevos hijos.

Cuando la mujer y la iglesia no se reproducen

Ahora quiero señalar algunas razones por las que una mujer no tiene hijos, que a la luz de la Palabra y de la experiencia son las mismas por las cuales la iglesia no se reproduce a través de sus miembros.

  1. Por no haber alcanzado la madurez

Toda criatura hembra es una madre en potencia. Toda niña sueña con ser mamá. A un varón se le da un muñeca para que juegue, y casi seguro termina arrancándole la cabeza y los brazos para ver cómo está hecha; pero la niña le pone un nombre, la viste, la quiere alimentar y llevarla a dormir con ella, porque piensa que es su hija. Mas, con todo sus sueños no llegará a ser madre hasta después del último período de desarrollo de sus células sexuales: la maduración.

Sucede igual con el creyente. Si él mismo no está desarrollado, si todavía es un niño fluctuante, si reacciona puerilmente frente a las pruebas que lleva implícito ser cristiano; si no tiene una experiencia profunda con el Señor, de nada le valdrán sus sueños y el mucho deseo de hacer. «Dios está más interesado en lo que somos que en lo que hacemos.» (Body Life.)

Muy poco éxito como ganadores de almas tuvieron los discípulos antes de Pentecostés. Para que estos hombres, bien intencionados seguidores de Jesús se desarrollaran plenamente, precisaron reveses, duros ejemplos del Señor, pruebas de su poder y carácter, además de otras muchas cosas.

Para tener una idea de cuán inmaduros estaban los hombres sobre los cuales iba a reposar la responsabilidad de llevar el Evangelio al mundo, demos una mirada al capítulo 9 de san Lucas: Entonces entraron en discusión sobre cuál de ellos sería el mayor … (Ver. 46.) Qué distinta: es la actitud de una madre que siempre quiere el mejor lugar para sus hijos y no para ella. Son comunes las discusiones y problemas que surgen en las iglesias por ocupar un mejor lugar en la denominación, en el comité, en la junta directiva, y mientras tanto la reproducción del cuerpo es nula. No nos engañemos, nadie tiene mejor lugar que el que da a luz hijos para Dios. El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio. (Proverbios 11:30.)

Más adelante dejan ver la tendencia sectaria que tenían cuando le dicen a Jesús: Vimos a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. (Lucas 9:49-50.)

Como quiera que lo veamos la prohibición es un infantilismo espiritual. El discípulo desarrollado busca la convicción. La primera secta del cristianismo pudiera haberse llamado NOSOTROS, si Cristo no llega a estar presente.

En nuestros días, aunque este letrero no figure al frente de ningún templo, sin embargo, al oír hablar adeptos de tal o cual grupo, todo parece indicar que pertenecen a la secta denominada NOSOTROS. Cuando en realidad, el nombre que debe ser motivo de inspiración es OTROS, que, como dijo alguien, es sinónimo de amor.

Mucho se ha hablado de la dictadura del proletariado, de las dictaduras oligárquicas y otras, pero la «dictadura de los santos» ha traído irreparables tropiezos al establecimiento del reino de Dios.

Cuando los samaritanos vieron que la intención de los discípulos y de Jesús era ir a Jerusalén, no les recibieron. Entonces ofendidos, Jacobo y Juan le diíeron: Señor, ¿quieres que oremos para que descienda fuego del cielo y los consuma, como hizo Elías? (Lucas 9:54.)

Qué lejos estaban de comprender que más bien tenían que orar para que descendiera fuego sobre ellos, fuego que les quemara los viejos resentimientos, que eliminara el espíritu de venganza; para entonces llenar las ciudades de AMOR, de ese amor de Cristo que edifica la vida y no la destruye.

A prepararse para la reproducción fueron al Aposento Alto; no solamente los apóstoles; allí había 120 discípulos, incluyendo a la madre de Jesús. Producto de esta reproducción surgió Felipe, quien después en la misma Samaria prendió, el fuego que salva.

Podemos ilustrar con palabras del mismo Cristo los pasos a la madurez en el reino de los cielos. » … Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.» (Marcos 4:26-29.)

Seria interesante seguir este proceso con creyentes o en la iglesia en general, para tratar de saber con qué potencial de procreación contamos: 1) Brota. 2) Crece. 3) Hierba. 4) Espiga. 5) Grano lleno. 6) Maduro. 7) La siega.

Probablemente encontremos mucha hierba, hierba movida por los vientos del conformismo, hierba que sólo aspira a ser refrescada por la primavera de las promesas bíblicas, hierba que ni siquiera intuye que su propósito final es tener espiga, grano lleno y maduro.

Triste sorpresa nos llevaremos al descubrir que algunos nunca llegarán a la madurez por haber sido cogidos tiernos.

  1. Por estar separada del marido

Si estando separada del marido la mujer tíene hijos, éstos no son legítimos.

Tener programas humanos, esfuerzos humanos, el uso de medios y talentos naturales sin la participación del Esposo, es, además de una tarea penosa y cara, el engendro de fenómenos a imagen y semejanza del que los incuba.

“Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí, nada podéis hacer.” (Juan 15:1-5.)

El párrafo anterior es una advertencia de Jesús lo suficientemente elocuente como para hacernos abandonar la idea de que podemos llevar fruto (tener hijos espirituales) separados de El.

Los hijos se producen en el acto de intimidad entre los esposos. La oración, la adoración, la alabanza y la dependencia de la voluntad del Esposo de la iglesia, deben ser el lecho secreto donde se reproduce la familia espiritual.

Me dejaron a mí, fuente de agua viva y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. (Jeremías 2:13.)

Es una tendencia humana el cavar sus propias cisternas, dejar el agua viva para luego morir de sed.

En la visión de Isaías profeta, capítulo 4: 1 leemos lo siguiente: Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permitenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio.

Presumo que habrá buenos comentarios de este pasaje, pero creo que nunca como en nuestros días las mujeres (iglesias) han echado mano de este solo hombre: Jesús, para ‘Ilevar su nombre y que quite el oprobio; pero comiendo el pan de las conveniencias propias, de las interpretaciones heredadas, de las doctrinas de hombres; y llevando también el vestido cortado al gusto del mundo, con un Evangelio a la moda, que más que dar honra a Dios lo rebaja. ¡Ay, el vestido de las apariencias externas!

De esta manera lo extraño es que nazcan hijos espirituales. Si lo que se busca son rníembros, asociados, informes, dinero, etc., habrá de todo, menos discípulos que se reproduzcan, hijos de Dios que no pierdan el contacto con el Esposo.

La amonestación dada al ángel de la iglesia en Efeso es muy elocuente. Le enumera todo lo bueno que ha hecho, pero le objeta: … tengo contra ti que has dejado tu primer amor. (Apoc. 2:4.)

Cuando Cristo resucitado comisiona a Pedro, le hace pasar por la tremenda prueba del amor a El. Bueno sería que de vez en cuando nos situáramos en el lugar de Pedro para oír a Cristo preguntar: «¿Me amas?» Si la respuesta no es : categóricamente afirmativa, no estamos preparados para la maternidad espiritual.

  1. Por ser estéril

Todo creyente en sí es estéril, para que tenga que demandar del Señor el milagro de multiplicarse. Toda organización llamada iglesia es estéril en sí misma. No hay medios humanos capaces de traer a la luz a los que no han nacido de nuevo.

He visto a muchas mujeres preocupadas por el hecho de no poder tener hijos. Van a uno y otro médico, intentan uno y otro tratamiento, casí no se resignan. Pero lo triste es que hay una sorprendente cantidad de cristianos estériles que no se preocupan en lo más mínimo por este hecho. Pasa un año y otro año sin una gestación, y a lo sumo se dan por bien pagados cuando el pastor predica y se sienten alentados a seguir viviendo.

En el Cantar de los Cantares (4:2 y 6:6) el esposo celebra distintas partes del cuerpo de la esposa; y cuando habla de sus dientes los compara con ovejas que batan del lavadero, todas con crías gemelas, y ninguna entre ellas es estéril. Además de que regresan limpias del lavadero, traen, crías gemelas. Se ha dicho que esto es poesía, alegoría y hasta profecía, pero de cualquier forma estas oveias con crías gemelas me apasionan. y dice TODAS.

En el capítulo más mesiánico del profeta Isaías, el 53 dice de Iesús: … Y su generación ¿quién la contará? Después, en el capitulo siguiente, hay algo que debemos meditar a la luz de lo anterior. «Regocíjate oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hlios de la desamparada que los de la casada,  ha dicho Jehová. Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa: alarga tus cuerdas, y rfuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la izquierda: y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas.

No temas, pues no serás confundida; no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. Porque tu marido es tu Hacedor: Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado.

Es obvio que Israel como nación o raza es fácil de contar, pero el Israel espiritual, si toma la promesa profética se hará incontable como la arena del mar.

Hay un llamado del mismo Dios para hacer que la estéril dé a luz; una atmósfera de procreación, de ensanchamiento, de extensión, de abundancia, de fortaleza, de heredad de nacíones; y todo ello resumido en esta declaración divina: Porque tu marido es tu Hacedor, Jehová de los ejércitos es su nombre.

Algunos justifican su esterilidad alegando que no tienen talentos: Eso es desmentir a Dios. Es como si la esposa le dice al marido: No me das hijos, yo no tengo condiciones, estoy incapacitada para la maternidad. Pero él le responde: Claro, mujer, si vivimos separados. ¿No sabes que los hijos tienen que venir por un acto de amor entre tú y yo?

El Señor dijo que todos habían recibido, unos más, otros menos, pero con el mismo privilegio de negocíar, de reproducirse. (Mateo 25:15.)

Amado Nervo, el gran poeta mejicano dice de Jesús: «Hasta muriéndote me hiciste bien … «. Jesús ganó en la cruz al ladrón como ejemplo de compasión por los perdidos. Saulo de Tarso, no me cabe duda, fue tocado por el heroico testimonio de Esteban, cuando cubierto de piedras y moribundo oró por los que le mataban.

Más de una vez hemos escuchado esto: Yo no canto en el coro, no sé hablar en público, no memorizo las Escrituras, así que no tengo talentos. La mujer samaritana no cantaba en ningún coro, no tenía siquiera un poco de prestigio; pero cuando descubrió la verdad, se fue con toda sencillez a comunicarla. Y se me antoja que aquella que había tenido cinco maridos, y quizá ningún hijo, cosa común entre las prostitutas, ahora encuentra al Esposo del espíritu y comienza a tener hijos espirituales.

En mi libro BOCADILLOS PARA EL ALMA, hablando de un gran evangelista, hago referencia a Enrique, «el ciego de Altea», como le suelen llamar.

Este hombre vive en un pequeño pueblo de la provincia de Alicante junto al Mediterráneo.

No puede leer un pasaje de la Biblia, no tiene una persona en su casa que le ayude ni siquiera a hacer su comida. Pero él no se preocupa de sí mismo. Tiene un grabador cassette, y cada predicación, cántico o testimonio que suele haber en la iglesia a la que él asiste y pertenece, lo graba, para más tarde llevarlo a sus amistades, que lo escuchan con respeto por su buen testimonio, por su carácter alegre y por su condición de ciego.

A la vista de un creyente que trate de justificar su esterilidad, podríamos preguntarle: ¿Qué tiene este ciego que te falta a ti?

En agosto de 1974 escuché el testimonio de un hombre de Dios que venía a Madrid después de haber participado en un hermoso culto de bautismo. Se bautizaron 8 personas de una misma familia. Cuando el padre fue a ser bautizado el primero, contó la historia de su conversión y la de los suyos. El se encontraba ingresado en el hospital de la Seguridad Social para ser intervenido quirúrgicamente. De compañero de cama tenía a un hombre que se veía en estado de gravedad. Sin embargo, se daba cuenta que cada vez que este enfermo se recuperaba un poco como para poder hablar, alababa a Dios y oraba.

También pedía a algún familiar de visita que le leyera la Biblia. Un día, como avisado por el Señor de la proximidad de su partida, se dirigió a su compañero de sala y le dijo: Como ya no vaya necesitar más mi Biblia, porque me voy con Cristo, te la dejo como un gran regalo para que encuentres la verdad. Unas horas después murió, o más bien durmió. Pero sus obras siguen. Este hombre salió del hospital con su Biblia, contó la historia a su familia, comenzaron a leer el libro, y el resultado inmediato ha sido este parto de ocho vidas rendidas a Cristo.

Estos son los llamados canales naturales pero por los cuales tiene que pasar el agua viva. Juan el Bautista relacionó a sus discípulos con Jesús. Andrés comunicó el hallazgo a su hermano Simón. Felipe a su amigo Natanael. La samaritana a sus coprovincianos. Pablo, en la prisión a su compañero de infortunio, Onésimo. A un joven que queda ser misionero en China, su pastor le dijo: si tanto amas a los chinos, háblale a esos dos que tienen una tienda en la esquina que al menos te quedan más cerca.

Es bueno que pensemos que en nosotros mismos no hay nada que valga, para que la gloria de cuanto hagamos sea para Dios, y para que podamos regocijarnos en el milagro de ver nuevas criaturas, producto del regalo del Esposo a la iglesia.

  1. Por estar enferma del interior

«Enferma del interior» es una expresión que ( usan las campesinas de Sudamérica para nombrar algún trastorno en los órganos reproductores internos.

Estas muieres a veces salen en estado, pero suelen malograr la criatura.

De igual manera una iglesia donde hay contienda, amargura, rivalidades, doctrinas de error e indulgencias con el pecado … , está «enferma del interior», y aunque el germen prenda por un buen testimonio, por un sermón inspirado, en el contexto del cuerpo no hay el calor y la salud suficiente para un alumbramiento normal.

Muchos que hoy, desgraciadamente son un aborto espiritual, fue el ambiente del cuerpo quien los echó fuera; y estos fetos evangélicos, sin tamaño, sin salud, sin vida, siempre han olido más a cementerio que a cuna.

Una iglesia que no trabaja en armonía como un cuerpo saludable, apenas puede abrir el apetito a los de adentro a testificar, y menos a los de afuera a participar.

No será difícil darse cuenta que no hay cuerpo que soporte más enfermedades que un cuerpo enfermo. Casi nos resistimos a creer cuando alguien nos dice: Estoy fatal de los riñones, el problema circulatorio me sigue, pero ahora estoy teniendo malas digestiones, y de los nervios no mejoro. Por el contrario, un cuerpo saludable echa fuera los gérmenes patógenos, porque está dotado de vigorosos anticuerpos que lo defienden.

Me atrevería a decir que una iglesia que goza de buena salud no tendría que hacer nunca una reunión para expulsar a alguien que está deshonrando a la misma, porque lo echaría fuera el ambiente del cuerpo, esa persona se marcharía sola por no encontrar condiciones donde acomodar su mal espíritu.

Si no estamos a gusto con el Esposo, si no hay victoria como miembros del cuerpo, muy poco deseo tendremos de que otros vengan a ser lo que nosotros somos.

Veamos cómo era el cuerpo que se reproducía cotidianamente en el principio del cristianismo.  Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. (Hechos 2:42, 46, 47.)

Nadie puede negar la salud de la iglesia que partió de Pentecostés. El escritor sagrado presenta a estos cristianos primitivos como un cuerpo al que todos nos sentiríamos orgullosos de pertenecer. No es de asombrarse de la fecundidad de aquellos pioneros del Nuevo Pacto; gozaban de la mejor salud espiritual; estaban de luna de miel con el Esposo.

¿ Cuáles eran sus métodos? La respuesta es: Ninguno. La fecundación no comienza fuera, sino dentro. El reproducirse no procede de cosas aprendidas, sino de la manifestación normal de un organismo interiormente saludable.

Cuando mi esposa salió en estado de nuestra primera hija, nos compramos un libro grande basado en el embarazo, el parto y cuidados del bebé.

Lo estudiábamos juntos y llegamos a creer que sabíamos bastante del tema. En nuestra mente teníamos previsto cómo iba a suceder todo, y también cómo íbamos a actuar. La ciencia no falla, esto sucederá así, nos decíamos orgullosos.

Pero llegó la hora del alumbramiento. Los primeros dolores sorprendieron a mi esposa que creía que eran distintos. Comenzó a clamar por mí y por la madre. Era en un pueblo de campo y la comadrona vino a casa. La reconoció y se marchó alegando que todavía le faltaba bastante.

Llenos de angustia y nerviosismo nos dimos cuenta que nada de lo que habíamos aprendido en el libro nos servía por ser aquella una experiencia singular. En los partos siguientes fue distinto, la escuela de la realidad nos ayudó mucho más que una teoría escrita.

Siempre recuerdo la anécdota de un joven que le dieron un cursillo acelerado para hacerlo evangelista. Le dieron una Biblia y lo mandaron a un pueblo distante. Unos meses después mandó una carta al director de equipos diciéndole:

Por favor, mándeme otra Biblia, que con la que me dieron terminé ya.

Una vez al llamarle la atención a una campesina que acababa de dar a luz a su décimo hijo en el sentido de que no deberían tener más familia, ella me respondió: Pedro y yo somos jóvenes, nos queremos y tenemos salud: no podemos dejar de tener hijos.

Creo que algo similar a ésta fue la razón que dieron los apóstoles cuando los intimidaron a que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús: No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oírlo. (Hechos 4: 18-20.)

  1. Por viudez

Si una viuda se mantiene como tal, no tiene hijos. Le falta el esposo.

Es vergonzoso que ha sido un teólogo el que ha dicho que Dios ha muerto. Alguien ha comentado: «Dios no ha muerto, lo que sucede es que hay quienes pretenden enterrarlo vivo».

Una llamada iglesia que sostenga el criterio de que Dios ha muerto, es viuda; podrá engendrar miembros, socios, adeptos, y hasta religiosos; pero jamás hijos de Dios y para Dios.

Otros hay que sin confesarlo han sepultado a Dios en el cementerio de las tradiciones, en la tumba de las filosofías humanas, y en vez de tener olor de vida, hieden, como Lázaro, pero sin ninguna esperanza de resurrección.

Se cuenta que en cierta ciudad había un mendigo que aburrido de estar solo en el parque se dio a caminar. Andando lentamente vio las puertas de un gran templo abiertas, y entró. Pronto se sintió halagado por las notas y acordes que salían de un órgano gigantesco instalado en lo alto. Pasados unos minutos comenzaron a llegar señoras y señores. Vestían elegantemente y llevaban delicados perfumes. Un ujier se acercó al mendigo para decirle que se sentara más atrás mientras iba acomodando a los recién llegados. Así, una y otra vez, el inoportuno visitante se tuvo que cambiar de sitio hasta verse de pie detrás del último asiento. Todavía llegaban damas y caballeros cuando el pobre hombre decidió marcharse. De nuevo en el parque comenzó a llorar. Mientras lloraba se le apareció el Señor y le preguntó: ¿Por qué lloras? A lo que él le respondió: Porque estuve en el templo y no había lugar para mí. No te preocupes, le dijo Jesús, para mí tampoco hay lugar allí.

Concluimos que esa llamada iglesia era una viuda enriquecida.

Qué distinta es la iglesia que ve Isaías cuando dice: » … y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria, porque tu marido es tu Hacedor … «

Me parece oportuno insertar aquí otra porción tomada del libro BOCADILLOS PARA EL ALMA, titulada: «Del Génesis a Nosotros».

«En el principio creó Dios la iglesia, y la iglesia estaba desordenada y vacía, aunque el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de los fieles.

«Y dijo Dios: Sea la luz. Y vino Cristo. Y dijo Cristo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Y fue la iglesia un huerto de prodigios y bendiciones.

«Y dijo el hombre: Hagamos organizaciones, consejos. federaciones y sectas. Y creó el hombre los grandes monstruos religiosos, con programas, directivas, presupuestos y todo árbol delicioso a la mente humana y bueno para esconder la desobediencia.

«Y vio el hombre a que era buena la Torre de Babel de la autosuficiencia que había edificado; a pesar de la confusión y la falta de entendimiento por haber dejado el idioma del amor.

«Y la serpiente que era astuta como al principio, escondía su identidad.

«Pero en medio del gran diluvio universal de herejías, inmoralidad y crisis espiritual, volvió la paloma a batir sus alas, y a llenar el corazón de los humildes con el divino  aviso: Hay seguridad eterna en el arca universal de Cristo y su Palabra.»

Preguntémonos honestamente: ¡Es mi iglesia una viuda millonaria que ha matado al Esposo para vivir en libertinaje?

Cuando no somos un organismo con fruto, entonces somos una religión de luto.

En Apocalipsis 18 la gran Babilonia es tratada como una ciudad, pero también como una mujer, como una iglesia. En el versículo 7 dice: Cuando ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto.

Aquí vemos a una viuda engañada en su maldad, diciendo que tiene al esposo legítimo y que no verá llanto, mientras el juicio divino está cayendo sobre ella.

  1. Por ser muy anciana

Siempre recuerdo que mi abuela por parte de padre, para hacer reír a sus nietos nos decía que estaba en estado. Solamente en las páginas de la Biblia encontramos que por un milagro de Dios las ancianas llegaron a tener hijos.

Cuando una iglesia se anquilosa, se institucionaliza, se enorgullece de su pasado, de su tradición, y no se renueva espiritualmente, se convierte en una pieza de museo, en un fósil, en un asilo de ancianos y hasta se arruga y encanece.

Hace algunos años llegué a una ciudad donde por la noche hablaría en una de las iglesias más grandes de la región. Mi propósito era desafiar a los creyentes para la distribución personal y gratuita del Evangelio según san Juan. Por el día el pastor nos llevó al templo. Nos contó el tremendo impacto que había hecho su iglesia en aquella ciudad medio siglo atrás; del valor que mostraron en los llamados años duros de España, y hasta el privilegio de haber tenido al alcalde sentado en la plataforma. Nos mostró con orgullo cómo habían construido el magnífico edificio y las reformas posteriores que habían llevado a cabo. Según él, toda la ciudad estaba evangelizada por su iglesia. Confieso que le dejé con ganas de seguirme contando las glorias y  memorias del pasado.

Con muchos deseos de ver el resultado presente de la obra allí asistí animadísimo al culto de la noche. Eramos 8 en total. La familia del pastor no estaba. Tenía que haber venido un domingo, me dijo excusándose. Cantamos como obligados por una ley inexorable. Dos ancianos oraron como de seguro lo habían hecho por muchos años. Prediqué tratando de levantar el ánimo, hablando de la eficacia de la Palabra escrita, etc. Llevaba 500 Evangelios disponibles para dejarlos allí si eran capaces de distribuirlos. Les invité a que tomaran los que ellos fueran a usar legítimamente. Simplemente, no entendieron. Unos 20 libritos me fueron pedidos.

Creo que les inspiré lástima. Les había estado hablando de amor, de tener hijos, a una anciana moribunda.

Esto era en España, donde lo viejo, por ser viejo ya tiene sobrada fama. Aquí son viejos los gobernantes, sin excepción; viejos los lugares turísticos, viejas las costumbres y adornos, viejo el orgullo imperial y vieja la religión oficial. Alguien ha dicho: En España se prefieren cien mentiras viejas a una verdad nueva. No obstante, pienso que el caso que he contado es bastante común en cualquier parte del mundo.

Si san Pablo viniera a este siglo XX con la mentalidad que tenía o recibió de Cristo hace cerca de dos mil años, no cabe duda que todavía sería un gran revolucionario.

Basta por ahora con leer Romanos 12:2: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Pero reflexionemos: Como Cristianos unidos al Esposo, es bien distinto. Dice el profeta Jeremías: Bendito el varón que confía en Jehová y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a las corrientes echará sus raíces y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. (Jeremías 18:7-8.)

Aun en la vejez fructificarán, estarán vigorosos y verdes. (Salmos 94: 14.) ¿ Quiénes? Los que están plantados en la casa de Jehová.

Pero lo más desafiante y alentador que podemos encontrar al respecto se halla en la carta que el apóstol Pablo envía a Filemón desde la cárcel.

«Más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora además, prisionero de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésirno que engendré en mis prisiones … «

Ni la vejez, el encarcelamiento, las cadenas o la sentencia de muerte eran obstáculo a la reproducción, Cristo vivía en Pablo y por lo tanto seguía trayendo hijos a la luz.

En el sur de España se ha levantado una residencia de ancianos evangélicos digna de todo encomio. Los ancianitos salen a caminar por el pueblo. Toman contacto con los grupos de viejecitos sentados en las calles y parques y les hablan de Cristo. Ya han ganado a otros ancianos para el reino de Dios. Bien pudieran ellos decir: … aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. (2 Corintios 4:16.)

Tomado del libro EL MILAGRO DE LA REPRODUCCION de Rodolfo Loyola, Editorial CLlE Moragas y Barret, 113 TARRASA, (BARCELONA) ESPAÑA.

Reproducido de la Revista Vino Nuevo Vol 3-Nº 1 Junio 1979