Por Keith Curlee
Alabaré tu misericordia y tu justicia; cantaré, Señor, salmos a tu nombre. Quiero entender tus perfectas enseñanzas. ¿Cuándo vendrás a mi encuentro?
Así me conduciré con rectitud en mi hogar, y no pondré los ojos en la injusticia. Odio a los que actúan de manera torcida; no permito que ninguno de ellos se acerque a mí. Mantengo alejados a los de intenciones perversas; no tengo nada que ver con los malvados.
Destruiré al que con malicia deshonre a su prójimo; no toleraré a los de mirada altanera y vanidosa. Me fijaré en los que son fieles, y conmigo vivirán; sólo me servirán los que vayan por el buen camino.
No habitará en mi casa quien cometa fraudes, ni se presentará ante mí ningún mentiroso. Por las mañanas borraré del país a todos los impíos, y expulsaré de la ciudad del Señor a todos los malvados. Salmo 101:1-8
Hay de 10 a 12 resoluciones que nos ayudan a mantenernos irreprensibles en el camino de la vida. Pablo usa la palabra, irreprensibles, unas 13 veces en sus cartas a los santos. Veamos tres de estas confesiones.
1 Corintios 1:6-8:
Así se ha confirmado en ustedes el testimonio acerca de Cristo, de tal manera que nada les falta en ningún don, mientras esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, el cual también los confirmará hasta el fin, para que sean irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.
1 Tesalonicenses 5:23:
Que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que guarde irreprensible todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Filipenses 2:14,15:
(…Ocúpense en su salvación con temor y temblor, v.12) Háganlo todo sin murmuraciones ni peleas, para que sean irreprensibles y sencillos, e intachables hijos de Dios en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo…”
Después de que Adán comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal, en su manera de justificarse cuando Dios los enfrentó, la carne se manifestó inmediatamente en ellos: “No fui yo, fue la mujer, fue la serpiente, no fuimos nosotros.” O tal vez pensaran: «¿Por qué tuvo que poner este árbol en el huerto? David no fue así. En el Salmo 51:10 él dijo por inspiración del Espíritu Santo, “Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! ¡Renueva en mí un espíritu de rectitud!» Toda acusación de culpa es de un espíritu demoníaco.
David escribió este Salmo después que Natán el profeta lo enfrentara por causa de su adulterio con Betsabé. David no culpó a nadie, sino que reconoció su pecado, se arrepintió y decidió andar rectamente en y fuera de su casa. Su canto comienza diciendo, cantaré de quien eres: misericordioso, bondadoso e impecable («por tu gran misericordia…por tu infinita bondad (v.1), porque tu juicio es impecable… (v4)). David conocía el camino para entrar en la presencia de Dios, sabía lo que le llamaba su atención y lo que le agradaba.
Alábelo sencillamente, por lo que es y por quién es él. Alábelo continuamente, alabe al Señor. Exáltelo con voz de júbilo. Confronte al enemigo con alabanzas; hay poder ilimitado en la alabanza.
Así es como debemos empezar cada día, sin culpa y sin culpar a nadie, y desde antes que salgamos de la casa. Determine que su casa será conocida como casa de alabanza. Alábelo cada mañana. Así se empieza a enfocar el camino que lo llevará a ser irreprensible. Mucha de la culpa que nos agobia se origina en nuestros hogares y en nuestras relaciones familiares.
Los conflictos familiares sin resolver, las discusiones y las quejas entre sus miembros, se alimentan de la culpa y pueden persistir a través de generaciones de relaciones familiares, sin mencionar a hermanos y hermanas en Cristo. Él o ella hizo esto o aquello, el juego de la culpa no tiene límite de tiempo, a menos que extingamos el fuego del acusador.
Esta primera parte del Salmo 101 es una decisión de alabar a Dios por sus atributos; de cantarle alabanzas y considerar cuidadosamente el camino sin culpa. El salmista pide que el Señor “venga a su encuentro,” que le ayude a enderezar los caminos de su corazón, para poder vivir con rectitud en y fuera de su casa.
Cantemos alabanzas, a quien es capaz de llevarnos por el camino irreprochable. ¡Aleluya!
En este salmo vemos cómo David va directamente al pecado que tan fácilmente lo asediaba desde la ventana de su propia casa y toma dos decisiones pertinentes: «…me conduciré con rectitud en mi hogar, y no pondré los ojos en la injusticia.» Rectitud es integridad, plenitud, entereza en un estado ininterrumpido del ser. Es una brújula interna que apunta a la rectitud. Es pureza, estado genuino del alma, no adulterado, sin obstáculo para permanecer en la verdad.
La realización de la vida y la muerte están en el poder de la lengua (Proverbios 18:21), las palabras están llenas de poder e intención. Construimos nuestras casas hablando la verdad en amor, o las derribamos con la contención, la querella y la acusación. El estado apropiado de interacción es someterse unos a otros en el temor del Señor. Es en el temor de Dios, donde comienza la sabiduría (Proverbios 9:10), cuando hablamos unos con otros en integridad, en gracia y en verdad. Nuestro modo de hablar nos expone mucho antes que nuestro comportamiento. Jesús dice en Mateo 12:37: “Por tus palabras serás reivindicado, y por tus palabras serás condenado.”
David continúa diciendo, “y no pondré los ojos en la injusticia.” Fue en su casa, cuando la vio bañándose, que él comenzó a desear a Betsabé. La codicia por lo que no era suyo, lo llevó al adulterio y al asesinato. Cuando yo reflexiono en esta época del año acerca de mi caminar, veo que la tentación es cómo la levadura, comienza con un pequeño comportamiento y empieza a estropear toda la masa. Con la mirada en programas de televisión, la transmisión por internet, y las películas de Hollywood, los hogares de nuestro país se han vuelto inservibles para el reino de Dios.
Hay un constante lenguaje sucio y una seducción sexual e inmoralidad que muchas veces no tienen nada que ver con la historia del programa. Para los hombres que son estimulados visualmente, eso los sumerge en las tinieblas y embota los sentidos espirituales. Para las mujeres que son estimuladas por las palabras, es más sutil y engañoso. Nuestros ojos son las ventanas de nuestra alma y la embestida pornográfica impide que la luz ilumine nuestros corazones.
Debemos estar decididos a mantenernos alejados de lo que no tiene valor, lo que no es beneficioso para nuestra relación con nuestro Señor. Es interesante que David, dice que no pongamos nada delante de nuestros ojos como el televisor.
Ahora, con el internet y nuestros dispositivos personales, somos engañados a pensar que lo estamos haciendo en secreto, transmitiendo cosas sin valor para nuestras almas. No estoy diciendo que no vea la programación, pero dice que no ponga ninguna cosa que no tenga ningún valor de carácter o ninguna virtud, ningún valor relacional. Solíamos cantar con nuestros hijos un corito que dice: «Cuidado mis ojitos lo que ven». Ir por el camino irreprochable está muy obstaculizado por la falta de integridad y por contaminar nuestra mente con cosas sin valor. “Hay caminos que el hombre considera rectos, pero que al final conducen a la muerte” (Proverbios 14:12). Limpie su casa de la vieja levadura. ¡Aleluya!
Notas
Keith Curlee es el presidente y fundador de Triumphant Mercy Ministries, con un alcance global, particularmente en México, Centroamérica y el Medio Oriente. Keith y su esposa viven en Mobile, Alabama.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la Reina Valera Contemporánea.
Usado con permiso