“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz.

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. (Isaías 9: 6 y 7).

Este pasaje nos dice claramente que el celo del Señor de los ejércitos hará nacer un Hijo para que reine. Jesús, el Hijo encarnado de Dios, es ese niño de Belén, que nació para ser el Rey de Reyes y el Señor de Señores. Si vemos al niño Jesús como Salvador del mundo solamente, no hemos visto en realidad el propósito de Dios. El nacimiento de Jesús no fue una finalidad en sí, sino un camino hacia una meta: el gobierno del universo y de toda la creación.

Esto no es tan sorprendente para nosotros los cristianos, pero sí es devastador para mí, ver en las Escrituras que nosotros nacemos de nuevo para reinar con El. Vea lo que dice Romanos 5: 17: «Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.»

La Biblia dice que reinaremos en vida por medio de Él, es decir por medio de Su autoridad. Jesús tiene toda autoridad. Cualquiera que se manifieste a nosotros, sea como esposo, esposa, como pastor, o gobernador, o alcalde, opera únicamente por la gracia de Dios. Es asombroso pensar que Dios haya escogido a hombres para manifestar su autoridad para que hagan lo que Adán no pudo hacer. La Biblia dice que Dios creó al hombre y la mujer a Su imagen y les dio el dominio o el gobierno sobre toda la tierra. Cuando Adán y Eva desobedecieron al Señor, perdieron la administración de la creación. Pero en Cristo recobramos todas las cosas que perdimos en Adán y una de ellas es nuestra responsabilidad de gobernar sobre la creación.

En 1 Corintios 6: 1 al 3 alcanzamos mayor profundidad en este tema:

¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene algo contra su prójimo, a ir a juicio ante los incrédulos y no ante los santos? ¿O no sabéis que los santos juzgarán al mundo? Y si el mundo es juzgado por vosotros, ¿no sois pues competentes para juzgar los casos más triviales? ¿No sabéis que juzgaremos a los ángeles? ¿Cuánto más asuntos de esta vida?”  

Pablo reprende y corrige a la iglesia de Corinto por su incapacidad de resolver asuntos de esta vida y por tener que depender de las cortes civiles para solucionar los problemas de la Iglesia. Él dice: ¡»Es importante que aprendan a juzgar los casos de esta vida porque han sido llamados por Dios para juzgar al mundo y hasta a ángeles!» Dios nos ha escogido para reinar sobre los asuntos de Su creación.

Apocalipsis 2: 26 – 29 dice: Y al vencedor, y al que guarda mis obras hasta el fin, A EL LE DARE AUTORIDAD SOBRE LAS NACIONES; Y las regirá con vara de hierro, como los vasos del alfarero son quebrados en pedazos, como yo también he recibido autoridad de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana.”

El que tiene oído oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Jesús prometió dar, a todo aquel que venciere, la misma autoridad que el Padre le había dado a Él, para reinar sobre las naciones. Yo no creo que los vencedores sean un grupo especial dentro de la Iglesia. Creo que Dios quiere que cada cristiano sea un vencedor y participe de algún modo en este proceso de reinar. Apocalipsis 3: 21 di­ ce: «Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, así como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.» En otras palabras, los vencedores participarán en el reino y la autoridad de Dios.

Hebreos 2:6, 7 es otro pasaje que ilustra este punto: «Pero uno ha testificado en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él; o el hijo del hombre para que te intereses en él? les has hecho por un poco de tiempo inferior a los ángeles: le has coronado de gloria y honor y le has puesto sobre las obras de tus manos.» Noten esto: «Le has coronado … » es decir lo has hecho rey. ¿Rey sobre qué? «Le has puesto sobre las obras de tus manos» – sobre la obra de Dios o Su creación. La Escritura continúa en los versículos 9 hasta el 11 de este capítulo para decir que Jesús, no sólo cumplió con este proceso de reinar desde su nacimiento, sino que su intención fue la de llevar a «muchos hijos a la Gloria». Dicho más simplemente, a su lugar en el plan de Dios para reinar sobre la creación.

Logramos ver con toda claridad en las Escrituras que Jesús haya de reinar, pero un hecho igualmente claro que revelan las Escrituras y que se nos ha escapado a muchos cristianos es que El desea que nosotros compartamos también en el proceso de reinar bajo Su dirección. ¿Cuántos de nosotros creemos que vamos a reinar bajo Su supervisión? A simple vista este es un pensamiento muy emocionante. Pero prácticamente hablando, la mayoría de nosotros ya tenemos suficientes responsabilidades para querer reinar sobre otras situaciones.

Podemos trazar la jornada de Jesús entre Nazaret y el trono de la Gloria y ver el proceso que le llevó a tener toda la autoridad. De la misma manera, hay una jornada entre nuestro nuevo nacimiento y nuestro gobernar bajo Cristo. Jesús no nació y ocupó el trono al día siguiente. Tampoco nosotros, no nacemos de nuevo e inmediatamente recibimos grandes y pesadas responsabilidades espirituales. Aprender a reinar es un proceso y queremos examinarlo para poder entenderlo.

El proceso que nos lleva a reinar  

Hay una secuencia de cosas que necesitamos aprender antes de poder reinar en el mundo. Número uno, tenemos que aprender a gobernar nuestro propio espíritu. La Biblia dice que mejor es el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad. Muchas personas han tenido grandes oportunidades para reinar, pero lo han perdido todo porque no han tenido el control de sí mismos. Tenemos que aprender a gobernar nuestro propio espíritu.

En segundo lugar, tenemos que aprender a gobernar nuestra alma o nuestra mente: las emociones, la voluntad, y el intelecto. Gobernar sobre nuestros espíritus primero nos capacita para gobernar sobre nuestras almas, pero tendremos que conquistarla y allí esta nuestra batalla más grande.

Nuestros cuerpos con todos sus apetitos y tendencias son la tercera dimensión que debemos de gobernar. Tenemos que gobernar el espíritu, el alma, el cuerpo y en cuarto lugar en nuestra familia. Eso no significa el manejo arbitrario de nuestras familias, sino el gobierno en el lugar que nos corresponde dentro de la familia. Dios ha puesto a cada miembro en su lugar y cualquiera que este sea, allí está nuestra jurisdicción.

Hace varios años, recibí una ilustración práctica cuando comencé a estudiar el Reino de Dios y me di cuenta que antes de predicador yo era un administrador y un gobernador sobre ciertas cosas que se me habían confiado. Aunque éstas no cubrían una gran extensión, sin embargo, yo tendría que responder a Dios por ellas. Entonces comprendí que tendría que enseñar a cada miembro de mi familia a gobernar en su propio lugar. Un día llamé a mi hijo mayor, de diez años en ese entonces, y le dije: «Esteban, crees que Dios me ha puesto a mí como el líder de esta familia?» Él había aprendido su lección y contestó:

«Sí, señor.»

» ¿Sabes que, como padre y esposo, tengo que dar cuenta a Dios por todo lo que tú, tú hermano y tú hermana hagan y que tengo la responsabilidad de gobernar y supervisar esta familia?»

«Sí, señor.»

«Bien, Te diré lo que voy a hacer. ¡Te voy a nombrar sub-ejecutor en este gobierno, y por este medio te entrego la administración de tu dormitorio! Quiero que ordenes ese dormitorio y establezcas allí el gobierno de Dios. Quiero que haya justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Eso significa que los zapatos deben de estar en su lugar, la ropa en sus perchas, el tarro de la basura limpio y la cama hecha. Cuando hayas llevado el reino a tu dormitorio, vamos a ayudar a mamá para que lo haga en la cocina, y después comenzaremos con el patio de enfrente hasta llegar al patio de atrás y tendremos el reino de Dios en toda la casa.»

Esto es demasiado práctico para algunas personas que esperan reinar después cuando Jesús regrese. A través del trato práctico de Dios yo comencé a ver que, si habría de gobernar más tarde, tendría que comenzar a aprender ahora. La mejor preparación posible para el regreso del Señor es la obediencia ahora mismo. Aprender a reinar es un proceso y cuando lo hacemos en nuestra familia donde Dios nos ha colocado, entonces Dios nos enseñará la manera de reinar en el área de nuestra responsabilidad en la Iglesia. La Biblia dice que, si un hombre no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios? La experiencia práctica en nuestras familias nos dará autoridad en Su familia. Tendremos que hacerlo con éxito en Su familia antes de que Él pueda recomendarnos al mundo como un testimonio.

No es mi intención tratar este tema escatológicamente. Hay mucho que no entiendo al respecto. Pero cuando sea y como sea que Jesús regrese y lo que sea que Él vaya hacer, no me puedo imaginar al Señor dándole el gobierno de toda la creación a personas que no hayan aprendido a conducir sus propios asuntos. Yo creo que, si vamos a reinar sobre todo el mundo, vamos a tener que aprender primero a gobernar nuestros propios espíritus, nuestra propia alma, nuestros propios cuerpos, y nuestras propias familias y en la Iglesia y entonces Él nos dará la tierra para reinar. Véalo como una jornada progresiva. Todavía no hemos alcanzado la meta de nuestra vida cristiana. Nuestro destino final en Dios es reinar. El proceso de crecimiento es aprender a reinar en las cosas naturales y eso simplifica las cosas para mí. Es cierto que no hace el proceso más fácil, pero lo simplifica para poderlo entender.

David en Belén   

Para tratar este tema de la fidelidad en las cosas naturales, quiero que examinemos el capítulo 16 de 1 Samuel, tomando a David como un tipo de Cristo. Jesús es llamado el hijo de David porque es de la simiente de David. Su linaje se traza hasta David. Aunque David fue uno de los gobernadores más extraordinarios en la historia de Israel, y aunque fue escogido por el Señor para gobernar, el no pasó inmediatamente después de su unción a reinar en Sion. Descubrimos que hubo un proceso y quiero que lo examinemos y lo apliquemos a nuestras propias vidas. Hay cuatro lugares en la vida de David que tiene un significado espiritual especial en su jornada hacia el gobierno: Belén, Adulám, Hebrón y Sion que representa nuestro reinar. Veamos 1 Samuel 16:11 al 13:

Entonces dijo Samuel a Isaí: “¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.

Envió, pues por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque este es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.

Saúl había perdido su derecho de continuar gobernando y Dios le dijo por medio de Samuel que el reino le sería quitado. Pero antes de que Dios lo reemplazara, tendría que preparar a alguien para gobernar y Dios se da a la tarea de hacerlo. Le dice a Samuel que deje de llorar por Saúl, que se levante y vaya a Belén, donde le mostrará al nuevo rey. Samuel tenía miedo, que Saúl lo supiera pues lo mataría. Así que Samuel se va para ofrecer sacrificio como excusa para ir a Belén. Llegó a la casa de Isaí, a dónde Dios lo había enviado para ungir al futuro rey de Israel. Samuel pidió ver a todos los hijos de Isaí, pero sobre ninguno sintió la elección del Señor y dijo: «¿Son estos todos tus hijos?» Isaí le respondió que quedaba uno más que era el menor que estaba apacentando las ovejas. Samuel envía por David y lo unge para ser rey.

Belén en la vida de David, representa la fidelidad en las cosas naturales. David no se destacaba por su espiritualidad cuando Dios lo llamó – pero era un hombre fiel en las cosas naturales. Muchas veces cuando descubrimos que Dios quiere usarnos, inmediatamente sentimos como si las cosas naturales no tuviesen ninguna importancia y las hacemos a un lado para tratar de ser espirituales. ¿Lo ha sentido así usted alguna vez? «Lavar los platos no es importante … cortar el césped no es importante. Aleluya, déjelo que crezca, gloria a Dios.» Puede ser que esa doctrina nos haga sentir bien, lo único malo es que no funciona. Dios hizo las cosas naturales también.

Lo natural es primero 

Hay una ley en la Biblia, que no descubrí sino hasta recientemente. Una razón por la cual este tema está tan presente en mi corazón es porque se aplica tanto a mi propia vida, pues yo era una de esas personas que sentían que «las cosas naturales no eran importantes.» Mi propósito no es imponernos un yugo o que caigamos en condenación, sino esclarecer este principio espiritual. Pablo habla del cuerpo en 1 Corintios 15: 44 – 49 y dice:

Se siembra un cuerpo natural, se resucita un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo natural, también hay un cuerpo espiritual.

También así está escrito: «El primer hombre, Adán, vino a ser un alma viviente. El último Adán vino a ser un espíritu que da vida.

Sin embargo, el espiritual no es primero, sino el natural; luego el espiritual.

El primer hombre es de la tierra, terreno; el segundo hombre es del cielo.

Como es el terreno, así son también los que son terrenos; y como es el celestial, así también son los que son celestiales.

Y tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.

El versículo 46 dice: «Sin embargo, el espiritual no es primero, sino el natural; luego el espiritual.» La ley es esta: «Lo natural primero, luego lo espiritual.» Dios escoge deliberadamente las cosas naturales para enseñar al hombre antes de llevarlo a lo espiritual. Lo natural es muy importan te. Es el primer grado antes de pasar al segundo grado.

La aplicación se hace de varias maneras. En este pasaje, Pablo dice que tenemos un cuerpo natural antes de obtener un cuerpo espiritual. Dice también que el hombre natural (Adán) vino antes que el hombre espiritual (Jesús). El Antiguo Testamento fue antes del Nuevo Testamento, la ley antes de la gracia, está el gobierno en su casa antes de gobernar en la casa de Dios, la Iglesia. En síntesis, lo natural es la parábola que descubre lo espiritual. Por ejemplo, la familia natural es una parábola. Si usted nunca desarrolla su capacidad para entender la familia natural, jamás sabrá cómo funciona la familia de Dios. La Escritura está repleta de este tipo de parábolas. Jesús enseñó por medio de parábolas. Para enseñar una verdad espiritual, usó una lección natural, de modo que, si echamos fuera las cosas naturales, jamás comprenderemos la verdad espiritual. Necesitamos pedirle a Dios que nos amplíe la habilidad de comprender mejor las cosas naturales porque hasta entonces podremos entender mejor las espirituales.

La fidelidad de David en las cosas naturales 

David fue fiel en las cosas naturales cuando vivió en Belén. No existe ninguna evidencia que diga que durante ese tiempo jamás pensara en ser rey. Por lo que sabemos, él estaba contento con ser un buen pastor. En esta etapa de su vida sobresale primeramente, su fidelidad como pastor.

David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.

Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba: y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.

Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo. (1 Samuel 17: 34 – 37).

Este incidente con el león sucedió antes que David fuese ungido rey. Un día, mientras cuidaba las ovejas de su padre, fue confrontado de pronto por un león. Permítame recordarle que las ovejas que cuidaba eran naturales, no espirituales, y que el león que lo encaró era natural no espiritual. (Tenemos que encarar nuestros «leones» naturales antes de que estemos listos para los espirituales.) Cuando David vio al león no tuvo alternativa alguna, porque el buen pastor da su vida por las ovejas y le dijo: «león, yo no quiero hacer esto, pero esas son las ovejas de mi padre.» David lo persiguió con santa intrepidez y Dios que le observaba se volvió a uno de Sus ángeles y le dijo: «Me gusta ese muchacho. Cuídalo.»

No sólo mató al león; también hizo lo mismo en un oso. Era un buen pastor que sabía lo que tenía que hacer y su tarea era natural y física y la hizo bien. Repito, esto sucedió antes de que fuese ungido para ser rey. Muchos de nosotros tenemos nuestros ojos puestos en ser reyes, pero no estamos dispuestos a enfrentarnos al león y al oso y a las ovejas. La fidelidad en las cosas naturales significa hacer el trabajo esforzadamente sin ningún pensamiento de si trae o no una recompensa espiritual.

En 1 Samuel 17: 17 – 22 vemos otro aspecto de las habilidades naturales de David.

“Y dijo Isaí a David su hijo:

Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévala pronto al campamento a tus hermanos.

y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos.

Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.

Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate.

Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército.

Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien.”

David había recibido un mandamiento de su padre. No se detuvo a orar para ver si iría. Había recibido órdenes del cuartel general. Tenemos que ver la diferencia entre la necesidad de ser guiados por el Espíritu y la necesidad de obedecer sencillamente. Cuando estamos bajo autoridad y se nos dice que debemos de llevar a cabo nuestras responsabilidades, no hay. por qué ponernos «espirituales» para orar a ver si lo haremos o no – tenemos que obedecer eso es todo. Complicamos las cosas demasiado.

Después que su padre le dijo que llevara el queso, los panes y el grano, el versículo 20 nos dice esto: «Se levantó, pues, David de mañana (eso habla de su diligencia) y dejando las ovejas al cuidado de un guarda (eso habla del esmero en sus responsabilidades).» La Escritura continúa diciendo que «se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate.» Me imagino que cuando David oyó ese grito, su corazón comenzó a latir rápidamente y su interés pasó del queso y los panes, a la batalla. Sin embargo, note lo que di­ ce el versículo 22 con respecto a su diligencia: «Entonces David dejó su carga en manos del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien.» A pesar de su excitación, David se aseguró que su carga estuviese asegurada con la persona apropiada, y saludó a sus hermanos según las instrucciones de su padre. Primero se levantó temprano en la mañana; después dejó a las ovejas bajo cuido y dejó las provisiones en el lugar apropiado. Yo veo en David un esmero por las cosas pequeñas y una diligencia tal para obedecer a su padre que ni aún su entusiasmo pudo desviar su obediencia. Era un pastor fiel y un siervo fiel y diligente, y la fidelidad siempre trae el aumento de las oportunidades.

Cuando David entra a la línea de batalla, vemos la aprobación de Dios por su fidelidad en lo natural cuando mató al león y al oso. Cuando David vio al gigante Goliat, ridiculizando y blasfemando a los ejércitos de Dios, no tuvo miedo como todos los de­ más, porque había sido preparado en lo natural para este momento. Dios le había dado oportunidad de practicar con el león y con el oso. Cuando este gigante de tres metros de alto salió vociferando y maldiciendo a los soldados de Israel, todos se pusieron nerviosos. No así David, que había sido preparado.

Dios tiene una manera de prepararnos para los desafíos del futuro. David dijo con sencillez: «Bueno, es sólo un gigante. Yo maté a un león y a un oso y él no será diferente», y con esa confianza y valentía, descendió al arroyo y escogió cinco piedras. Alguien ha dicho que escogió las cinco piedras porque tenía temor de fallar. En realidad, eso no es verdad. Si usted lee las Escrituras, encontrará que Goliat tenía cuatro hermanos y David estaba preparado para enfrentarse a todos ellos. «Tu vienes a mí con espada y lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos el Dios de los escuadrones de Israel, a quién tú has provocado.» Con esto David echó mano de una piedra y derribó al gigante. Cuando Goliat cayó David tomó su espada y le cortó la cabeza.

Todo eso sucedió en la dimensión de lo natural – fue hecho por el poder del Espíritu Santo, pero todo era natural. Si nosotros hubiéramos estado allí hubiéramos sido probados también en las cosas naturales. David fue un buen pastor, un buen siervo y su fidelidad le trajo crecientes oportunidades. No debemos de buscar las oportunidades – sino ser fiel en las que ya tenemos y Dios nos dará el crecimiento. ¡La fidelidad produce crecimiento!

La norma en la vida de Jesús   

La persona fiel que es responsable en las cosas naturales, refleja el corazón de Dios. Así es la naturaleza de Dios. Él dijo: «Estoy buscando a un hombre como Yo y lo he encontrado – David. Su corazón es como el mío.» Si vamos al Nuevo Testamento, en Lucas 2 vemos un patrón similar en Jesús. Hay ciertos períodos en la vida de Jesús que se llaman los años silenciosos, porque las Escrituras no dicen mucho con respecto a ellos. La razón, creo yo, es porque no hay mucho que decir. ¿Se ha preguntado usted por qué las Escrituras hablan acerca de Su nacimiento, de un breve incidente en Su vida a la edad de 12 años, y de su ministerio después de los 30 y no dice nada con respecto a los otros años? Lucas 2: 51 y 52 vierten cierta luz:

Entonces descendió con ellos, y vino a Nazareth, y continuó sujeto a ellos. Y su madre atesoraba todas estas cosas en su corazón.

Y Jesús seguía creciendo en sabiduría, en estatura, y en gracia para con Dios y para con los hombres.

Jesús seguía creciendo porque estaba sujeto a sus padres. Eso es todo lo que la Biblia dice con respecto a ese tiempo hasta que cumplió los 30 años de edad: hizo lo que Sus padres le mandaron.

En estos versículos puedo ver la fidelidad de Jesús en las cosas naturales y nada particularmente fascinante de qué escribir. No existe ninguna evidencia de que haya hecho milagros durante ese tiempo o de que haya tenido algún ministerio. Lo único que se nos dice es que estaba bajo disciplina y hacía todo lo que se le mandaba. Yo creo que El ayudaba a su padre en el taller de carpintería barriendo las virutas, haciendo mesas y sillas, y mandados y las mismas cosas que todo hijo fiel hacía. Por eso, cuando El vino y predicó Su primer sermón bajo la unción del Espíritu, todos se sorprendieron y rehusaron creer que Él era el Mesías. Ellos decían: «¿No es este el hijo de José? ¿No es el mismo hombre que todos conocimos estos años, que hacía las mismas cosas que todo el mundo hacía?» Y por eso lo rechazaron. Pero sobre esa misma base Dios le dio Su ministerio. Ellos esperaban a alguien del tipo súper espiritual, y anormalmente religioso. Y aunque El nació siendo el Hijo de Dios, fue fiel en las cosas naturales que se le confiaron.

El testimonio de nuestra conducta  

Me doy cuenta que la fidelidad en las cosas naturales no es el tema que nos emocione o nos haga querer ir por todo el mundo a predicar el evangelio, pero sé que es la preparación de un fundamento firme para el ministerio cuando Dios lo dé. 1 Pedro 2: 12 dice: «Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquellos que os calumnian como malechores, puedan ellos – por razón de vuestras buenas obras. al considerarlas – glorificar a Dios en el día de la visitación». Pedro le habla a los cristianos: «Pórtense bien para que los incrédulos, aunque les odien, tengan que glorificar a Dios cuando vean la evidencia de sus actos.» La gente en el mundo no puede ver las cosas espirituales. El hombre de mundo no se impresiona con las cosas espirituales. Si usted les dice a ellos: «¿Sabes lo que el Señor me ha dicho?» ellos dirán: «Estás loco pensando que Dios te habla.» Las cosas espirituales no pueden darse al mundo directamente; tienen que ser traducidas a un lenguaje que ellos puedan entender. ¿Cuál es ese lenguaje? la conducta – sus actos.

«¿Sabes una cosa?, ese hombre está loco. Lo oigo decir aleluya de vez en cuando, pero ¿sabes algo? su jardín siempre está limpio y su casa es impecable.» Ahora, yo sé que eso no suena a nada super-espiritual, pero creo que es lo que la Biblia llama ser un testigo. El señorío de Jesús tiene que ser evidente en su vida. Muchos cristianos pierden su testimonio porque son demasiado espirituales, y na prestan atención a las cosas que el mundo entiende, como pagar las cuentas y mantener el patio limpio. Lo que el mundo ve es su conducta. Una cosa es que nosotros glorifiquemos a Dios y otra que el mundo lo glorifique cuando nos vea a nosotros.

Muchos de nosotros hemos puesto demasiada atención a la teología, sin darnos cuenta que Dios nos va juzgar, no por nuestras teologías sino por lo que hacemos con ella. Por años, los cristianos han creído en el cielo y en el infierno, en la sangre de Jesús, la Biblia. como la Palabra de Dios y en todas las doctrinas correctas, pero se han comportado como diablos. Pero Dios está tratando con nosotros: «No es sólo qué creer – es creer lo suficiente para obedecer y hacer lo que Yo digo lo que me interesa.» Si usted tiene fe verdaderamente, va a ser demostrada de una manera que el mundo lo pueda ver para que glorifique a Dios como resultado de sus buenas obras. Ese es el mensaje de David en Belén: fiel en las cosas naturales.

Tres principios para el progreso espiritual 

Examinemos el pasaje de Lucas 16: 1 – 12. Encontramos allí tres principios para el progreso espiritual que Jesús nos da a través de la parábola del mayordomo infiel que derrochó los bienes de su amo. Es una parábola muy fuerte y muy difícil de entender. Pareciera como si Jesús estuviese elogiando al mayordomo infiel, porque cuando este se da cuenta que va a ser despedido, va a todos los deudores de su amo rebajando sus cuentas, ganando de esa manera, la simpatía de los deudores de su amo. Jesús parece elogiar al hombre por su sagacidad y allí nos detenemos diciendo: «No lo entiendo», y perdemos completamente lo que Jesús quiere enseñarnos con esa parábola. Hay tres lecciones que El deduce.

La primera lección está en el versículo 10: «Aquel que es fiel en lo muy poco, fiel es también en lo mucho, y el que es injusto en lo muy poco, injusto es también en lo mucho.» A modo de ilustración, tomemos un hombre que tiene la tarea de limpiar su departamento en la escuela dominical; de ver que las sillas estén alineadas y que los himnarios estén en orden. Aunque el pastor y los diáconos se lo han pedido, él siente que el trabajo no es de gran responsabilidad y es tan difícil sentir el Espíritu Santo mientras se barre el piso y se ordenan las cosas. ¿Qué hace este hombre entonces? Dice:

«Yo sé que el Señor quería que fuera el superintendente de este departamento y aquí me tienen barriendo el piso y yo no siento ninguna dirección del Espíritu para hacerlo. ¡Que lo hagan ellos si quieren!» Alguien viene y le dice: «Hermano, creí que le habíamos pedido que limpiara el departamento de la escuela dominical. »

«Pues no lo haré, Dios me ha llamado para enseñar.»

¿Se da cuenta que él jamás llegará a ser un buen maestro con esa actitud? «El que es injusto en lo muy poco, injusto es también en lo mucho.» ¿Debiéramos darle a un hombre algo mayor, porque no le guste hacer algo pequeño? No. Si usted espera que Dios le confíe lo mucho, no se preocupe por lo mucho. «Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas» (Eclesiastés 9: 10). Si se trata de poner las sillas en orden y de limpiar el piso, hágalo para que esas sillas sean las más ordenadas y los pisos más limpios de la ciudad. Ore y ayune para que Dios le ayude a hacerlo. Ponga cada himnario derecho sobre el asiento, con el título hacia arriba, y donde se pueda ver. ¡Hágalo bien! Mostrando su diligencia en estas cosas tan pequeñas, usted se estará preparando para responsabilidades mayores. Nuestro primer principio es: fiel en lo muy poco, fiel en lo mucho; injusto en lo muy poco, injusto en lo mucho.

La segunda lección la encontramos en el versículo 11: «Por tanto, si no habéis sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas?» ¿Qué son las riquezas verdaderas? Las riquezas verdaderas se refieren a las cosas espirituales. Nuestro segundo principio es: quien es fiel en el uso del dinero, recibirá las riquezas espirituales. Dicho de otra manera, si no puedes manejar bien el dinero, ¿cómo te dará Dios las riquezas eternas del Reino? Si no sabes qué hacer con cinco pesos ¿por qué habrás de recibir una gran revelación? No es sólo del diezmo de lo que estoy hablando – sino ¿qué haces con todo lo que Dios te ha dado? ¿Sabes gobernar sobre ella? ¿Manejas bien lo que Dios te ha dado? ¡Quien es fiel en el uso del dinero, recibirá las riquezas verdaderas! Si un hombre no es fiel en el uso de las riquezas injustas, ¿cómo podrá recibir las riquezas verdaderas que son las cosas espirituales?

La tercera lección está en el versículo 12: «Y si no habéis sido fieles en el uso de lo que pertenece a otros, ¿quién os dará lo que os pertenece a vosotros? Aquí está el tercer principio: quien es fiel en el uso de lo que pertenece a otros, recibirá lo suyo propio. En otras palabras, sirve en la viña de otro hombre antes de plantar la tuya. Fiel en el uso de lo que pertenece a otros. Usted dirá:

»’Pero si yo no siento la carga que siente él.» Si no sirves bajo un supervisor, jamás estarás listo para supervisar tú mismo. Las implicaciones de esto son tanto seculares como espirituales. Si una persona nunca ha sido un buen seguidor, jamás llegará ser un buen líder.

Dirás: «No me gusta la manera en que Federico hace las cosas. Es un hombre muy duro. Ya verán cuando yo entre en mi ministerio.  Les enseñaré como se hace.» ¿Cree usted que Dios le permitirá hacerlo con esta actitud? No, tendrá que servir a otros hasta que este principio haya operado en su vida. Dios lo resistirá totalmente. Pero si puede decir: «Señor, gracias por permitirme servir a Federico, aunque el no sea perfecto, me alegro de lo que estoy aprendiendo de él», un día Federico le ascenderá porque puede confiar en su actitud de siervo.

«Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo.» (1 Pedro 5:6). «Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes» (1 Pedro 5:5) Federico no es el que asciende – es Dios. Pero El usará a Federico para hacerlo, si puede ver que Dios te ha puesto bajo su autoridad para aprender esa tarea y para servirle como al delegado de Dios. Quien es fiel en el uso de lo que pertenece a otro, recibe lo suyo propio. Injusto en el uso de lo que pertenece a otro, ¿quién os dará lo que os pertenece a vosotros? Es una lección muy sencilla, pero de vital importancia. (Considere el caso de José en Egipto, Daniel en Babilonia y Mardoqueo como ejemplos de servir aún bajo reyes impíos.)

De manera que estos son los tres principales que tienen que ver con las cosas naturales: (1) Quien es fiel en lo muy poco, recibe mucho; (2) Quien es fiel en el uso del dinero, recibe las riquezas espirituales; (3) Quien es fiel en el uso de lo que pertenece a otros, recibe lo suyo propio. Yo creo a Dios absolutamente en estas cosas.

¿Religiosos o fieles?   

Una de las tretas más grandes que el enemigo ejecuta sobre las personas que han dedicado sus vidas al servicio de Dios es que las hace religiosas en vez de fieles. Cuando entregan sus vidas a Dios, una de las mentiras que les dice es que ahora deben de aprender a actuar religiosamente. De esa manera se vuelven anormalmente superespirituales; adoptando un tono de voz religioso; tratando de exhibirse con todos los dones y ministerios. Pero esa no es la realidad.

En vez de tratar de ser espiritual cuando no se es, sea usted mismo y sea fiel en lo que tenga que hacer. Una vida dedicada a Dios significa que hay que hacer muchas cosas naturales. La obediencia en las cosas naturales pone a la carne bajo una disciplina verdaderamente espiritual. Podría decir: «Yo pensé que iba a salvar al mundo y aquí estoy barriendo pisos. Lo reprendo y no me gusta para nada.» Dios le dará una oportunidad de salvar al mundo después de que haya pasado el examen de los pisos. Es un principio invariable en los planes de Dios.

Dios no quiere que seamos anormales o religiosos – Él quiere enseñarnos la normalidad y la naturalidad mientras le servimos, y mientras aprendemos a ser fieles en las cosas naturales. Si somos fieles y diligentes en las cosas naturales, Dios las usará para enseñarnos los misterios espirituales. Cuando Jesús barría las virutas en el suelo, y cuando caminaba por los campos, un joven obediente, el Padre le decía: «¿Ves esas ovejas? Quiero enseñarte algo con respecto a mi rebaño. ¿Ves a ese hombre sembrando por allá? Quiero enseñarte como se aplica el proceso de sembrar y cosechar en el Reino de Dios.» Cuando uno comienza a practicar la fidelidad, el Espíritu Santo, quien es el maestro comenzará a rebelar los misterios eternos que están en esas cosas naturales, y cuando crecemos en nuestra diligencia al ejecutar las cosas pequeñas que Dios nos da, Él nos instruirá y nos preparará para administrar fielmente mayores porciones de Su Reino sobre la tierra.

Tomado de la Revista Vino Nuevo Volumen 2-Nº 8 1978