En la carta de este mes voy a abrir las Escrituras y mi corazón, para que conversemos sobre el amor y la presencia incondicionales de Dios. Para ello, aplicaré un ejemplo muy particular usando a mi perro, Esparti, que falleció hace unos días a la edad de 13 años, después de una vida asombrosa. ¿Podrá realmente un perro viejo enseñarnos algo sobre la vida, el amor y las relaciones? Yo creo que sí.

Al igual que mi esposa, mi padre y mi abuela, nuestro perro nació en Luisiana. Tenía seis semanas cuando, fuimos a recogerlo. Tuvimos que pasar por pantanos y conducir por una tranquila carretera secundaria rodeada de árboles cubiertos de musgo hasta desviarnos por un camino de tierra pasando por un gran cañaveral. El aire de agosto estaba cargado de calor, humedad y la brisa salada del cercano Golfo de México.

Esparti era un pequeño cachorro con una gran sonrisa, una determinación obstinada y un instinto juguetón y aventurero. Él se mostraba encantado de su primer paseo en auto hasta su nueva casa. Nos saludó con besos y abrazos e inmediatamente se acomodó feliz en el regazo de mi esposa durante las cuatro horas que duró el viaje. Cuando llegamos, mi padre y mi hija estaban allí para recibirnos. Mi hija le puso por nombre Espartaco Máximo, (o Esparti) pues ya intuía la grandeza de esa pequeña bola de pelo.

Nos admiraba cómo un ser tan pequeñín pudo ocupar tan rápidamente una parte tan importante de nuestras vidas. Nos seguía a todas partes. Cuando hacía travesuras, que eran constantes, no podíamos enfadarnos con él más de unos segundos. Comía como un caballo… un caballo hambriento con dos estómagos. Pronto pesó más de 40 kilos y galopaba como el viento.

Esparti vino a nosotros durante una prolongada y especialmente difícil temporada en nuestras vidas. Siempre he dicho que los perros son una de las formas en que Dios nos demuestra que nos ama. Esparti fue sin duda un regalo del Señor para nosotros. Durante días de pérdida de seres queridos, enfermedades y profundo desánimo, fue un consuelo constante. Y cuando algunas personas nos abandonaron, difundiendo rumores y hablando duramente contra nosotros, Esparti se quedó con nosotros y mostró un amor incondicional. Si Susana lloraba, él siempre estaba allí para secarle las lágrimas y darle abrazos. Cuando estaba enferma, era un enfermero atento. Tan amable como era, también era un feroz perro guardián, dispuesto a defendernos con su vida.

Por la noche, insistía en subirse a nuestra cama para dormir. Luchamos contra él, pero su obstinada insistencia en estar cerca de nosotros y abrazarnos, superó nuestras objeciones. Revolvía las sábanas, acaparaba el espacio, roncaba y pataleaba mientras dormía. Pero cuando apoyaba su cabeza amistosa en mis pies, siempre me hacía sonreír con su caluroso apego.

También estaba muy apegado a mi padre y a mi hija. Incluso después de que mi hija se mudara a su propio lugar, seguía buscándola, y saltaba de alegría cada vez que ella lo visitaba. Se llevaba de maravilla con papá, a quien conocía como «abuelo». Papá le tenía mucho cariño y le divertía jugar a la pelota. Papá también mimaba a Esparti, preparándole el desayuno todos los días, que incluía unos bocados de buñuelo de manzana. Muchas de las cartas, sermones y artículos escritos por papá, fueron preparados con Esparti tumbado a sus pies mientras él trabajaba.

Esparti se hizo famoso con nuestros seguidores en las redes sociales. Siempre que viajábamos por motivos de trabajo, la gente preguntaba por él. Nuestra familia y el equipo de Charles Simpson Ministries también lo querían y eran sus amigos. Esparti siempre quería participar cuando la gente que venía a visitar a mi padre nos uníamos en un círculo de oración. ¿Puede acaso un perro tener sensibilidad espiritual? Este pudiera ser un tema de debate para los teólogos, pero yo ya sé la respuesta.

El camino a casa

El año pasado, Esparti empezó a ralentizarse notablemente y a tener problemas de salud. El veterinario lo quería mucho, al igual que todo el personal de la veterinaria y compartían nuestra preocupación por el estado de salud de Esparti. El pasado mes de julio le diagnosticaron un cáncer inoperable que se extendía rápidamente. Le colmamos de cariño e hicimos todo lo posible para que estuviera cómodo. Comía más buñuelos y se acurrucaba con sus peluches, sobre todo con su tiburón azul, que le había regalado papá.

Y entonces, hace unos días, tuvimos que tomar la difícil y desgarradora decisión de «ponerlo a dormir». Estaba sufriendo mucho y por fin se rindió. Lo llevamos en una manta y lo acostamos delicadamente en la parte trasera de mi auto. Como era fin de semana, tuvimos que llevarlo a un veterinario de emergencias. El viaje era corto, pero me pareció mucho más largo. Apenas podía ver la carretera entre lágrimas.

La hermosa canción «Thy Will» (Tu voluntad) de Hillary Scott y la Familia Scott sonó en la radio: Que difícil es pensar, con tanta confusión, quiero yo creer, en tus promesas descansar, tengo que parar, recordar que eres Dios, y yo no soy… Su voluntad, mi Dios hará1

Era un canto que Esparti escuchaba a menudo con Susana mientras ella trabajaba; le encantaba la música. La paz de Dios inundó nuestro auto mientras recorríamos las silenciosas calles ese sábado. Esparti venía tendido en la parte de atrás, apenas capaz de levantar la cabeza. Pero nuestra ruta nos llevaba por el consultorio de su veterinario y, cuando pasábamos por ahí, Esparti se incorporó de repente y miró lastimeramente por la ventana y por última vez durante unos instantes. ¿Cómo sabía dónde estábamos?

Su muerte fue pacífica y sin dolor, excepto por el peso aplastante en nuestros corazones. Sin embargo, incluso en ese momento, nos invadió un sentimiento de gratitud a Dios por compartir a Esparti con nosotros. Le pedí al Señor, como he hecho otras veces: «No sé si hay un cielo para perros, pero si lo hay, por favor, lleva ahí a «Esparti.»

Creo que Dios ama a los perros. Creo que ama a todas las criaturas que creó, (no estoy seguro si a las hormigas rojas que actualmente infestan nuestra casa). Sorprendentemente, Él valora aún más a los seres humanos, creados a Su imagen sobre toda Su creación, aunque seguramente no lo merezcamos. Puedo entender por qué Dios ama a los perros, pero a veces me desconcierta su amor por mí, o incluso por la humanidad.

Amor incondicional
En Romanos 5, el apóstol Pablo dice algo asombroso sobre el amor incondicional de Dios en Cristo Jesús. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación” (Romanos 5:6-11).

«Mientras aún éramos pecadores», dice Pablo. No después de habernos enderezado, después de habernos limpiado, de habernos hecho amables y deseables. No cuando tuvimos algo que ofrecerle. No. Cuando todavía éramos totalmente despreciables y antipáticos, Jesucristo nos amó y dio su vida por nosotros, para que pudiéramos reconciliarnos con él y para liberarnos del pecado; para que pudiéramos ser sanados en nuestro quebranto y recibir gozo en lugar de tristeza.

Él vino a nosotros movido por su propia gracia e iniciativa soberanas. Y aún entonces, fue su propia misericordia y amor que extendió su mano de salvación. El Señor habló a través del profeta Jeremías, diciendo: “Con amor eterno te he amado, y con misericordia te he atraído» (Jeremías 31:3). Su amor eterno nos llamó, incluso antes de que supiéramos quién es él; cuando aún estábamos en rebeldía a sus caminos.

Cuanto más reconozcamos y recordemos su gracia para con nosotros, más nos veremos impulsados a demostrar esta clase de amor a los que nos rodean… incluso a algunos que consideramos enemigos. Ciertamente, esta revelación cambia nuestra perspectiva sobre los que aún no le conocen y no siguen sus caminos; sobre los que pudieran tener un aspecto diferente, pensar de forma diferente, adorar de forma diferente (o no adorar en absoluto), votar de forma diferente o tener prioridades vitales diferentes.

Queremos restaurar el puente generacional durante nuestra vida. ¿Cómo podremos hacerlo? Sugiero dos pautas sencillas:

Amor incondicional – Comienza con el amor como motivo de su corazón. Pídele a Dios que le dé el mismo amor que él tiene por otras generaciones. Nuestro objetivo no es «ganar» a alguien a la fuerza en un debate o en una conversación, sino demostrar auténticamente su amor; compartir pan con el hambriento como un testimonio y no como un señuelo manipulador para atraerlo hacia nuestra agenda o programa. Alégrese de servir a alguien que no puede servirle a usted. Cuando amemos con el amor de Dios, veremos el milagro de lo que el amor de Dios puede hacer.

Presencia – Sea intencionado a la hora de iniciar momentos de compañerismo. Puede suceder durante una comida, o en el camino, o haciendo una tarea juntos. Tal vez sea un acto de bondad o simplemente ofreciendo un “hombro para llorar”. La presencia del Señor puede ocurrir de uno a uno o en un grupo pequeño. Y no tiene por qué significar necesariamente que hablemos e impartamos instrucciones; a menudo, significa escuchar atentamente con el corazón y la mente abiertos. El silencio compasivo es más eficaz que sermones. Usted tiene que estar ahí.

El Señor Dios, Creador del Cielo y de la Tierra, nos ofrece estos dones. Quién sabe si el querido y viejo Esparti, en su manera imperfecta, ofreció estas bendiciones a nuestra familia. ¿Qué pasaría si ofreciéramos esto a un mundo perdido y desesperado? ¿Qué pasaría si los cristianos se dieran a conocer como un » refugio seguro » en el que la gente puede confiar y encontrar descanso y consuelo? ¿Nos ve así el mundo en estos días? Yo creo que no. Tenemos trabajo que hacer.

Quizá nos haga falta decirle menos a Dios lo que tiene que hacer o incluso decirle al mundo lo que creemos que debe hacer, a cambio de más humildad, gracia y bondad. Debemos preparar el camino del Señor en nuestros propios corazones. El verdadero avivamiento comienza con el arrepentimiento.

Seguimos trabajando aquí en Charles Simpson Ministries y en todo el mundo para hacer brillar la luz del Amor de Dios y de su Palabra entre las naciones. Permítame pedirle que recuerde al CSM en sus oraciones y en sus donaciones de este mes (vea la información más abajo y en la tarjeta adjunta. Muchas personas estarán bajo una intensa presión para donar a campañas políticas y a otras causas. Nuestro corazón no es presionar a nadie, sino invitar a quienes se sientan guiados por el Espíritu Santo a apoyarnos. Si usted no puede dar en este momento, puede orar por nosotros e invitar a otros a hacerlo. No es necesario dar nada para recibir nuestro ministerio. Pero si lo hace, eso nos capacita para alcanzar a muchas otras personas. Visítenos en línea en csmpublishing.org, en nuestra página de Facebook Charles Simpson Ministries, nuestro canal de YouTube CSM Publishing, o en X (Twitter) @CSMinPublishing.

Haga planes ahora para asistir a nuestra Conferencia anual del CSM en Gatlinburg, Tennessee del 30 de abril al 2 de mayo de 2024; Tema; «Restaurando el Puente Generacional». ¡Más información próximamente! ¡Gracias por su amistad!

En Cristo Jesús,
Stephen Simpson
Presidente

STEPHEN SIMPSON es Editor de One-to-One Magazine y Director de CSM Publishing. Además de su ministerio editorial, Stephen fue pastor principal de Covenant Church de Mobile, Alabama (2004-2013) y ha servido en la capacitación de líderes de iglesias y ministerios en Costa Rica, Florida, Mississippi, Texas y Michigan, y continúa viajando en el ministerio a través de América del Norte y en otras naciones

Notas:

Usado con permiso de Ministirial Letter de octubre de  2023

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son de Reina Valera de 1960

 1 https://lyricstranslate.com/en/thy-will-t%C3%BA-voluntad.html