El tercero de seis artículos en la serie «Patrón para el Cuerpo».

El plan de Dios para completar la Iglesia está revelado en Efesios 4:1-16. Después de asentar la base para la unidad del Cuerpo de Cristo, Pablo introduce los cinco dones diversos de ministerios – apóstoles, profetas, evangelisas, pastores y maestros – necesarios para equipar a los creyentes para sus ministerios individuales, a fin de que todo el Cuerpo de Cristo pueda edificarse hasta llegar a la madurez.

Se hace una distinción entre la iglesia universal, que se compone de todos los verdaderos creyentes alrededor del mundo y la iglesia local, que es el Cuerpo de Cristo en una localidad dada.

Los peritos arquitectos en el plan de Dios son los apóstoles, que son comisionados y enviados por una iglesia local y que normalmente operan en equipos. El «sello» de un apóstol es una iglesia local completa, que él mismo ha establecido; y las señales» del apóstol son (1) la perseverancia y (2) los milagros que prueban su ministerio.

Dios ha colocado ciertos ministerios en el Cuerpo de Cristo que yo llamo universales o ministerios móviles. Son universales en el sentido que funcionan en todo el Cuerpo de Cristo y móviles en el sentido que no son limitados a una sola localidad.

En Efesios 4:11 leemos, «Y Él dio a algunos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros como pastores y maestros. Dentro de éstos hay cuatro que son considerados ministerios móviles: apóstol, profeta, evangelista y maestro. El ministerio del pastor es normalmente confinado a una iglesia local.

Consideremos ahora tres de éstos ministerios; el profeta, el evangelista y el maestro.

El profeta: el Hombre con un Mensaje

La palabra profeta se deriva de la palabra griega prophétés, que significa «Uno que PREDICE». El profeta proclama un mensaje especial que ha recibido directamente de Dios para un tiempo y lugar especiales. Es apartado por la naturaleza de su mensaje.

Jonás era un profeta. Si hubiera ido a Nínive meramente como un predicador, y no como un profeta, él pudiera haber dicho:  «¡Si no se arrepienten. – Dios los juzgará!». Ese es un mensaje general. Pero Jonás declaró, «De aquí a cuarenta días Nínive  será destruida». Su mensaje contenía una revelación especial para un tiempo y lugar en particular. Eso lo distinguía como profeta.

Juan el Bautista predicó el arrepentimiento, como todos los predicadores deberían hacerlo, pero Juan era más que un predicador. Él decía, «El que viene depués de mí es más poderoso que yo … «. Había un factor especial de tiempo en su mensaje que solamente pudo haberlo recibido por revelación directa de Dios. Esto lo distinguía como profeta.

En Amós 3:7 hay una declaración extraordinaria: «Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto (consejo) a sus siervos los profetas». Yo creo que esto es la figura bíblica de un profeta. Es uno que está en el consejo íntimo del Señor. Allí, recibe el mensaje de Dios, que se relaciona a un tiempo, situación, grupo y generación en particular.

Elías era uno de estos individuos. En I Reyes 17: 1 leemos: «Entonces Elías tisbita … dijo a Acab (Acab era rey de Israel en este tiempo en particular): Vive Jehová Dios de Israel, en cuva presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra». Elías, el profeta, estaba en el consejo del Señor y recibió un mensaje de Él. Entregó ese mensaje a Acab como el Señor le había mandado y después de dar el mensaje, se retiró.

Ya hemos visto que hay apóstoles falsos, así como apóstoles verdaderos. Los mismo se aplica a los profetas.

Un profeta falso hace exactamente lo opuesto que el verdadero. Jeremías 23: 16 hablando de los profetas falsos, advierte: » … No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan: os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová.» Están profetizando algo de su propio corazón y no de Dios.

Continúa en el verso 18: «Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra?… » Este es el profeta verdadero; está en el consejo del Señor y escucha lo que Dios diría. Y en el verso 21 dice: «No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban». Los falsos profetas tienen un mensaje pero no proviene de Dios.

Ahora, mire el versículo 22, «Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oir mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino … «. Dios pide al profeta que esté en Su consejo y que entregue el mensaje como Él lo dirija. Esta es la responsabilidad del profeta.

Profeta o profetizador

Muchas personas creen que un profeta es un individuo que profetiza mucho. Esto no es cierto necesariamente. Las Escrituras hacen una distinción entre el ministerio de un profeta y el don de profecía.

Efesios 4: 11 dice que Cristo da el ministerio de un profeta. Este ministerio es esencialmente una extensión del ministerio que Cristo mismo tuvo como un profeta mientras estuvo en la tierra. Cristo, el profeta dentro de un hombre, da a ese hombre un ministerio profético.

La profecía, sin embargo, es un don del Espíritu Santo. En 1ª Corintios 12, vemos que el Espíritu Santo se manifiesta a través de un creyente por medio de un don particular. Un profeta es la manifestación de la persona de Cristo; mientras, que el profetizar es la manifestación de la persona del Espíritu Santo.

Un hombre de Dios puede tener un don ministerial válido tal como el de evangelista o maestro, sin ser bautizado en el Espíritu Santo. Hay muchos hombres que tienen el ministerio de evangelista dado por Dios, que no son bautizados en el Espíritu Santo. Yo tuve considerables problemas con esto hasta que vi la diferencia entre los dones ministeriales, que son una extensión del ministerio de Cristo y, los dones espirituales, que son manifestaciones de la Persona del Espíritu Santo.

Esto, por supuesto, se aplica muy directamente a la diferencia entre un profeta y uno que profetiza: el profeta es una operación del ministerio de Cristo y el don de profecía es una operación del Espíritu Santo.

Esta distinción se saca a relucir cuando se comparan dos declaraciones de Pablo. En Efesios 4:11 dice: «Él dio a algunos como profetas» no todos, sólo algunos. Pero en 1ª Corintios 14:31, Pablo dice: » … todos podéis profetizar, uno por uno». Todos pueden ejercer el don de profecía, pero esto no quiere decir que estén operando en el ministerio de profeta. Este ministerio es dado sólo a algunos dentro del Cuerpo de Cristo.

La distinción entre el ministerio de Cristo y el del Espíritu Santo, no presenta a una Persona de la Trinidad en contraposición con la otra sino que observa sencillamente la distinción que es básica para toda la revelación de la Escritura.

Seguridad en la Pluralidad

Como con el ministerio del apóstol, los que tienen el ministerio de profeta normalmente operan en equipos.

En 1ª Corintios 14:29, Pablo dice, «Y que hablen dos o tres profetas (plural) y que los demás (estos por implicación son otros profetas) juzguen. «Pablo indica que los profetas deben operar en equipos. Ningún hombre ha de operar como un dictador y demandar aceptación de su mensaje meramente porque dice: «Así dice el Señor … «, entonces los otros profetas tienen el derecho de decir: «Esto es de Dios» o «No podemos aceptar eso como una palabra del Señor». El ministerio del profeta, así como toda la profecía en el Cuerpo de Cristo, está sujeto a juicio – éste es el patrón bíblico.

Hay por lo menos diez profetas mencionados en el Nuevo Testamento. Mirémoslos cómo operaban. Primero– Hechos 11: 27 -30.

(27) «Por aquellos días unos profetas (plural) descendieron de Jerusalén a Antioquía.»

(28) «Y uno de ellos, llamado Agabo, comenzó a dar a entender por el Espíritu, (esto fue una revelación directa de Dios) que ciertamente habría una gran hambre en toda la tierra. Y esto ocurrió durante el reinado de Claudio.

(29) «Y los discípulos, conforme a lo que cada uno tenía, determinaron enviar una contribución para el soco­rro de los hermanos que vivían en Judea. «

(30) «Y así lo hicieron, mandándola a los ancianos por mano de Bernabé y Saulo».

Observe los detalles de este incidente. Un grupo de profetas, Agabo y por lo menos dos más que vinieron, diría yo, de Jerusalén. Agabo recibió una revelación de Dios que dio a la iglesia.

Está claro según el orden neotestamentario de la Iglesia que los otros profetas aprobaron la revelación como de Dios, o la iglesia no hubiera respondido a ella. Esta es la salva­guardia de la pluralidad. Aquí hay, entonces, por lo menos tres profetas del Nuevo Testamento.

Más tarde, en Hechos 13:1, Bernabé, Simón, Lucio, Manaén y Saulo son llamados «profetas y maestros». (Estos dos ministerios están relacionados muy de cerca). Hasta aquí tenemos ocho profetas del Nuevo Testamento.

Dos profetas más son mencionados en Hechos 15:32 «Y Judas y Silas, siendo también profetas, exhortaron y alentaron a los hermanos con un largo mensaje». Note que la exhortación es parte del ministerio profético. Judas y Silas hacen un total de diez profetas mencionados en el Nuevo Testamento.

El Espíritu de Gracia

Contrario a la mayor parte del pensamiento popular de nuestro tiempo, el profeta no es todo juicio y fuego. Para ilustrarlo, considere un incidente en la vida de Pablo registrado en Hechos 21:8-11:

(8) «Y al día siguiente partimos y llegamos a Cesarea, y entrando a la casa de Felipe, el evangelista, quien era uno de los siete, nos quedamos con él.

(9) «Este tenía cuatro hijas doncellas que eran profetizas (Ellas ejercían el don de la profecía pero no eran profetizas necesariamente). *

*»N. del T. La versión inglesa y la revisada en español de 1960 dicen «que profetizaban».

(10) «Y deteniéndonos allí varios días, descendió de Judea cierto profeta llamado Agabo.

(11) «Quien vino a vernos, y tomando el cinto de Pablo se ató las manos y los pies, y dijo: Así dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles».

La mayoría de la gente hubiera atado a Pablo diciendo: «¡Pablo, esto te va a pasar!». Agabo se ató a sí mismo y dijo: «Pablo, si puedes aceptarlo, esto es lo que te va a pasar». Qué lleno de gracia es el Espíritu Santo. Nunca actúa como un dictador.

En esta ocasión Agabo estaba operando aparte de los demás profetas. A primera vista nos parece cotrario al principio de la pluralidad. Sin embargo, el Hechos 20:22-23, leemos que Pablo dijo a los ancianos de Éfeso, “Y ahora, he aquí que llevado por el espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que allí me sucederá, salvo que el Espíritu Santo solemnemente me da testimonio en cada ciudad, diciendo que me espera cadenas y aflicciones.”  Dondequiera que Pablo había visitado, el Espíritu Santo habñia dado testimonio por medio de creyentes que le esperaban cadenas en Jerusalén. Por lo tanto cuando Agabo vino con esta revelación, no era una palabra totalmente nueva, sino más bien era una confirmación de lo que ya había sido hablado muchas veces.

Déjeme expresar aquí una advertencia solemne: Nunca permita que alguien use su revelación personal para dictarle a usted. Yo he visto vidas, familias e iglesias destruidas por revelaciones directivas que no fueron probadas ni confirmadas lo suficiente antes de actuar por ellas. Para mí este es uno de los asuntos más serios en la Iglesia de hoy.

El Profeta en la Iglesia

Zacarías, un profeta del Antiguo Testamento, nos da por medio de una visión un hermoso cuadro del lugar que ocupa el profeta en la iglesia, (Zacarías 4). El profeta vio un candelabro de oro de siete lámparas y junto a él dos olivos, uno a cada lado. De los olivos salían dos tubos a través de los cuales fluía una provisión constante de aceite como oro para las lámparas del candelabro.

Zacarias le pregunta al mensajero angelical en la vision lo que rerpesentan las dos ramas de olivo y el angel le contest: “Estos son los dos ungidos (literalmente, hijos de aceite), que están delante del Señor en toda la tierra.” Esa es la posición profética, estar delante del Señor en la tierra.

Apocalipsis 11:4 vierte más luz acerca de los dos olivos. El Revelador habla de dos profetas que vendrán en el fin de los siglos, y dice, «Estos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Señor de la tierra». Esta es una referencia directa a la visión de Zacarías.

Los olivos son pues una figura del ministerio profético. El candelabro en la Escritura, siempre con siete lámparas, es una figura de la iglesia. Los olivos están a cada lado del candelabro y descargan en el candelabro una provisión constante de acei­ te fresco de olivos. El aceite, como usted sabe, es una figura del Espíritu Santo. Los ministerios proféticos tienen la responsabilidad de suplir una revelación fresca a la Iglesia para mantener sus luces alumbrando brillantemente. Un profeta está en el consejo de Dios e interpreta para la Iglesia los propósitos presentes e inmediatos de Dios, que se aplican particularmente a esa edad, grupo o situación.

Proverbios 29: 18 proclama: «Sin profecía el pueblo se desenfrena … «. El pueblo no puede vivir en la bendición espiritual sin una revelación directa de las Escrituras que es pertinente a su edad y situación.

No podemos vivir sin una revelación fresca, ni tampoco podernos sobrevivir con la revelación pasada. Wesley exteriorizó lo que estaba pasando en su tiempo, Lutero manifestó lo que estaba sucediendo en su tiempo, pero esto no significa que lo que ellos dijeron en su día sea necesariamente pertinente a lo que está aconteciendo en nuestro tiempo. Por lo tanto, debe continuar un fluir fresco de la revelación de Dios. Esta es la función esencial del ministerio profético.

El Evangelista Portador de Buenas Nuevas

El Evangelista es también uno de los ministerios móviles. La palabra evangelista viene de la palabra griega euaggelion que significa «buenas nuevas». El evangelio es «buena nueva», y si lo que usted oye no es buena nueva no es el evangelio.

Con frecuencia recuerdo a una admirable señora que mi esposa y yo conocimos en una ciudad del norte. Su esposo era diácono de una iglesia bíblica muy conocida, cuando ella se enfermó de un mal incurable. Ella fue entonces a la librería de la iglesia para buscar algunas enseñanzas sobre la sanidad. Después de una búsqueda diligente, salió con catorce libros sobre cómo sufrir pero ni uno solo de cómo ser sanada. Definitivamente estas no eran buenas nuevas. Eventualmente la señora conoció a un sacerdote Espiscopal que había sido bautizado en el Espíritu Santo. Por medio de su ministerio ella también fue bautizada en el Espíritu Santo, luego fue ungida con aceite y sanada milagrosamente. ¡Esas eran buenas nuevas!

La comisión del evangelista es contarle a todos las buenas nuevas- las buenas nuevas que Dios quiere perdonarle, quiere sanarle y quiere prosperarle. Esta es la pasión consumidora del evangelista. Es un hombre en marcha que no puede descansar hasta que todos hayan oído su mensaje. Su comisión es presentar el pecador al Salvador.

Felipe es nuestro patrón para el evangelista. Es el único hombre en el Nuevo Testamento que es llamado específicamente un evangelista. (He­ chos 21 :8).

Después de que Esteban fue apedreado se desató una gran persecusión en contra de la Iglesia y en Hechos 8 encontramos el resultado de esa persecución:

(4) «Por tanto, los que habían sido esparcidos, iban predicando la palabra». Sería mejor traducir esta última frase «evangelizando». Esto es lo que dice el griego literalmente. Este verbo es usado aproximadamente cincuenta veces en el Nuevo Testamento y es traducido en la mayoría de los casos «predicando el evangelio». La forma sustantiva de la palabra «evangelista» es usada sólo tres veces: Hechos 21 :8, Efesios 4: 11 y II Timoteo 4:5.

(5) «Y Felipe descendió a la ciudad de Samaria. y comenzó a proclamarles a Cristo». Note que Felipe descendió solo. Esto me fascina. No hubo un comité de bienvenida … ni publicidad avanzada. (El evangelista, por la naturaleza de su ministerio, no tiene que funcionar en pluralidad necesariamente. El no está involucrado en el orden de la iglesia y ésta es el área donde la necesidad de la pluralidad es más importante). Felipe fue solo a una ciudad extranjera que odiaba al pueblo judío y empezó a predicar. Su mensaje era lo más sencillo que se pueda imaginar. Está resumido en una palabra: «Cristo».

¿Por qué escucha el pueblo un mensaje tan directo y sencillo? Es por la confirmación divina que acompaña al mensaje: Milagros. Hechos 8:6 nos suple esta información: «Y las multitudes unánimes prestaban atención a lo que Felipe decía, al escuchar y ver las señales que hacía». ¡Sencillo, pero efectivo!

Cuando estuve en Africa como misionero conocí a un evangelista joven que siguió el patrón de Felipe. Él había estado en una cruzada de T.L. Osborn y había visto los milagros de sanidad y liberación. Él dijo, «Si el hermano Osborn lo puede hacer yo también puedo». ¡Y lo hizo!

Cuando entraba a un pueblo africano, preguntaba si había allí enfermos. Nunca hacen falta los enfermos en los pueblos de África. Él oraba por los enfermos y Dios los sanaba. De esta manera se juntaba inmediatamente una congregación. Este es el patrón sencillo del Nuevo Testamento.

Sin embargo, los milagros por sí solos no producen fe. No convierten a la gente. Atraen a la gente para oir la palabra de Dios. Después la Palabra de Dios produce fe y la gente viene a Jesús. Los milagros atraen su atención.

¿Cuál fue el resultado del ministerio de Felipe? Vea Hechos8:12: «Pero cuando creyeron a Felipe que predicaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Cristo Jesús, comenzaron a ser bautizados, tanto hombres como mujeres». Felipe los trajo a la conversión y al bautismo en agua. Nunca dejó a sus conversos sin bautizarlos en agua. Es el patrón del Nuevo Testamento. Jesús dijo: » … el que ha creído y ha sido bautizado será salvo». Y también dijo: «Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos … «

Felipe dejó a los samaritanos sin verlos bautizados en el Espíritu Santo; pero Pedro y Juan descendieron. y por sus ministerios los recién convertidos recibieron el Espíritu Santo. Pero Felipe nunca dejó a un convertído sin el bautismo en agua. No hay autoridad en el Nuevo Testamento que lo permita.

Más tarde, cuando Felipe se encontró con el eunuco su mensaje fue igualmente sencillo (Hechos 8:26-39). Le predicó a «Jesús». El eunuco, después de haber oído el mensaje de Felipe, dijo, «Aquí hay agua, quiero ser bautizado». Esto muestra que el bautismo en agua estaba incluído en la presentación que hizo Felipe de «Jesús».

El carruaje paró y Felipe y el eunuco descendieron al agua juntos. Tan pronto como el eunuco había sido bautizado, Felipe fue arrebatado por el Espíritu Santo. Su trabajo allí había terminado .Y. fue trasladado al próximo lugar donde lo necesitaban.

El evangelista es el «paracaidista» de Dios. El desciende del cielo sobre la gente; y así de pronto, cuando su trabajo es terminado, Dios lo pone en movimiento. En los últimos años ha habido casos de personas transportadas sobrenaturalmente, como fue con Felipe. Esta no es ninguna pauta, por supuesto, pero el punto es, que el evangelista hace su labor y se pone en marcha para predicar las buenas nuevas en otra parte.

El Maestro- Hombre de la Palabra

El maestro es el cuarto en la lista de los grandes ministerios móviles. Su ministerio es la interpretación sistemática de las Escrituras.

Encontramos que hay dos niveles de enseñanza en el Cuerpo de Cristo, y es necesario que entendamos la diferencia. Primero, está el expositor público de la Palabra; el ministerio universal de maestro para todo el Cuerpo de Cristo, que menciona Efe­ sios 4:11.

Está también el ministerio local de maestro que es llevado a cabo por el anciano o pastor local. Pablo escribe a Timoteo en I Timoteo S: 17: «Que los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor (doble honor incluye la porción financiera), particularmente los que trabajan con afán predicando y enseñando». Los deberes del anciano o pastor son dobles: gobernar o pastorear y enseñar la Palabra. Este pasaje indica que cuanto más tiempo emplea el anciano o pastor en ministrar la palabra, tanto más sostén debe recibir. Es uno de los principios básicos de la provisión de Dios.

Pablo, hablando de los ancianos locales, descubre en Tito 1:9, la naturaleza del ministerio local de maestro: «Reteniendo la palabra fiel que es conforme a la doctrina, para que pueda exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen». El anciano debe haber sido enseñado por los que son más maduros en la palabra; después él debe ser apto para enseñar al resto del rebaño lo que fue encomendado a él. Es enseñado primero y después enseña.

El proceso de la enseñanza es claramente presentado en Il Timoteo 2:2 Pablo está escribiendo a Timoteo, quien es responsable de poner en orden una iglesia local: «Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que serán idóneos para enseñar a otros.» Pablo había enseñado a Timoteo; Timoteo debía enseñar a los ancianos locales y los ancianos, a su vez, se encargarían de preparar a otros ancianos.

Este versículo contiene cuatro generaciones de enseñanza.

Note que es a «hombre fieles» (plural) y no a un hombre fiel. Otra vez, vemos la salvaguardia de la pluralidad en el grupo de hombres que son responsables de la congregaci6n local. La responsabilidad de este grupo de hombre fieles es de transmitir la Palabra en una forma pura a otro grupo que procurará alcanzarlos. La Palabra se conserva para solamente cuando es transmitida de grupo a grupo de hombres fieles.

Para el Cuerpo

He escogido a Apolo como un ejemplo de un expositor para todo el Cuerpo de Cristo. Lo conocemos en Hechos 18:24. «Llegó  entonces a Efeso cierto judío llamado Apolo, natural de Alejandría, y hombre elocuente; y era poderoso en las Escrituras.» Apolo era un hombre con una personalidad de púlpito, un hombre que podía apelar a una congregaci6n grande con su habilidad expositiva. Un anciano local no necesita esto en su enseñanza- su ministerio de enseñanza opera en su mayor parte en grupos pequeños o en consejo personal. Pero en el ministerio universal se necesita una «personalidad de púlpito» .

Durante esta época Apolo no estaba al tanto de todo lo que Dios estaba haciendo. Estaba familiarizado con el ministerio de Juan el Bautista, pero no había sido introducido al ministerio de Jesús o del Espíritu Santo. Priscila y Aquila, una pareja de justos que vivía en Efeso, lo acogieron en su hogar y lo pusieron al día con lo que había sucedido desde Juan el Bautista.

Después de haberse quedado algún tiempo en Efeso, la Escritura dice en el verso 27: «Y cuando él (Apolo) quiso pasar a Acaya (una provincia de Grecia), los hermanos (en Efeso) le animaron y escribieron a los discípulos (en Corinto) que le recibieran: (un ministro tenía que ser recomendado por un grupo para ser recibido por otro.) Y cuando llegó ayudó mucho a los que por la gracia habían creído, (28) porque refutaba poderosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Mesías».

La frase: » … ayudó mucho a los que por la gracia habían creído … » es de gran significado. Los creyentes en Corinto habían salido de la ignorancia y la superstición y venido a Cristo. Era una revelación sobrenatural de Jesús que les había permitido creer en el evangelio -un acto de la gracia de Dios. Pero no tenían fundamento en las Escrituras y no continuarían creciendo hasta no ser fundados en la Palabra. Apolo era el hombre que les ayudaría; él conocía las Escrituras y podía enseñarles los grandes principios básicos de evangelio. El alimentó en la Palabra a los creyentes de Corinto por medio de la exposici6n sistemática de las Escrituras. Esta era la naturaleza del ministerio público de Apolo.

En Corinto el ministerio de Pablo habla sido primordialmente evangelístico. En 1ª Corintios 3:6 él contrasta esto con el ministerio subsiguiente de Apolo, diciendo: «Yo planté, Apolo regó, pero Dios producía el crecimiento». Esta es la relación entre el evangelista y el maestro. El evangelista planta la Palabra de Dios, el maestro riega lo que es sembrado, y Dios da el crecimiento. Normalmente el ministerio de un maestro está unido con uno u otro de los ministerios móviles, como lo estaba en este caso.

De igual manera, el ministerio de la enseñanza es ejercido a menudo por alguien que también ocupa uno de los otros cuatro ministerios. Pablo dice de sí mismo en 2ª Timoteo 1: 11, que él había sido constituído apóstol y maestro. Él podía desempeñar cualquier papel que la ocasi6n requiriese.

Ya nos hemos referido a Hechos 13:1 donde habla de los hombres en Antioquía que eran profetas y maestros. El ministerio profético algunas veces necesita ser complementado por la enseñanza expositiva y el profeta debiera estar capacitado para llenar este papel.

Jesús mismo como patrón de los ministerios llenaba más de una posición singular a la vez. Lucas 20:1 dice que él estaba «evangelizando y enseñando. Un ministerio complementaba al otro. Estos ministerios eran combinados a menudo. Sin embargo, el ministerio del maestro es un ministerio específico y distinto.

El Plan Maestro de Dios para el Cuerpo está siendo revelado a la iglesia hoy. Es un tiempo de madurez y crecimiento en el Cuerpo de Cristo.

Las verdades que estamos tratando de entender son de suma importancia para el día en que vivimos. Cuando la superestructura de mucho de lo que por tantos años hemos llamado la iglesia se está desplomando, el edificio de Dios va a ser revelado y por Su gracia nosotros seremos una parte activa de él.

E n el próximo artículo de «Patrón para el Cuerpo», se discutirá la estructura y dirección de la iglesia local.