Autor Bob Munford

Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira; porque el cáliz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos.

De todos los hijos que dió a luz, no hay quien la guie; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que crió.

Estas dos cosas te han acontecido: asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ¿Quién se dolerá de tí? ¿Ouién te consotará? Tus «hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como antitope en la red, llenos de la indignación de Jehová, de la ira del Dios tuyo. (ls.51: 17-20).

Necesitamos hombres que puedan guiar a otros en Dios.

Por Bob Mumford

Hace un tiempo, me reuní con un grupo de líderes cristianos en Australia y ellos me pidieron que les dijera en una frase cuáles eran las metas de mi ministerio. Quedé en silencio por un momento pensando qué decir y siento que Dios me dio una palabra de conocimiento, cuando les respondí: «La reproducción de nuevos líderes». Había siete hermanos maduros y muy listos en esa sala, y ellos respondieron de esta manera: «Realmente que ese es el punto en cuestión».

El versículo 18 de Isaías 51 es una descripción de una nación sumida en un problema espiritual:

«No hay nadie que la guíe «. Repito: «No hay nadie quien la guie». No hay nadie que sepa el camino – nadie que conozca dónde está el sendero, mucho menos la manera de caminar en él! No es suficiente estar dispuesto a venderlo todo por el reino. ¡Es necesario saber dónde está la perla!

«No hay quien la tome de la mano». De todos los hijos que crió no hay un guía ni un líder. Hay una diferencia muy grande entre un señalador y un líder. Por muchos años éramos señaladores. Decíamos a la gente: «No me mires a mí. No mires a los hombres. ¡Pon tus ojos en Jesús! Lo que hacíamos era señalar.

Lo que decíamos en realidad era que nosotros no podíamos lograrlo, pero que ellos sí. La necesidad es de líderes, no de señaladores. Necesitamos hombres que puedan tomar a otro de la mano y guiarlos en Dios.

El versículo 20 dice que todos sus hijos eran como antílopes salvajes en una red. Estaban enredados en toda suerte de cosas que producían ineficiencia y frustración continua. ¿Se puede imaginar usted a un animal luchando en una red? Esa es una descripción de la manera en que yo me sentía con respecto a mi vida, mi ministerio, la voluntad de Dios y todo lo que intenté hacer por tantos años! Me sentía como un toro salvaje atrapado en una red.

No era por falta de consagración o de dedicación, Tampoco por falta de compromiso o por no estar dispuesto a sufrir. Pero allí estaba atrapado literalmente en una red espiritual de la que no podía librarme.

Control de calidad  

El problema que tenemos ahora no es el de tratar que las personas acepten el mensaje de la necesidad de gobierno, autoridad y de estar debidamente relacionados. (Hay más personas que quieren relacionarse con nosotros que hombres que puedan pastorearles y cuidarles). Nuestro problema es mantener un control de calidad. Esto significa que el mensaje tiene que ser aplicado, y administrado de manera que produzca la clase de fruto que el Señor espera.

Yo le pedí a un profesor de un instituto bíblico que viniera a quedarse un tiempo conmigo. Le dije, «Quiero que lo examine todo y vea si encuentra dominación, abuso o la aplicación errada de la verdad en la fibra de lo que estamos haciendo».

Después de cuatro o cinco días con nosotros, le pregunté: «¿Qué es lo que haz visto?»

Sus ojos se llenaron de lágrimas y me dijo:

«Bob, lo que veo alrededor tuyo de tus hermanos es lo que más se acerca a lo que he conocido como la «Visitación de Gales».

En los primeros días de esta visitación, cuando aún era un muchacho de tierna edad, un hombre vino a nuestra casa. Era un hombre con autoridad apostólica. Durante su visita se sentó con mi padre y le dijo: «Señor Edwards, su ministerio es necesitado en el sur de Inglaterra». Y no dijo más que esto.

Mi padre contestó: «Sí señor, le oigo. Haremos los preparativos inmediatamente». Yo supe entonces lo que era la autoridad. La autoridad apostólica había venido a mi padre y con esa palabra mi padre empacó sus cosas y mudó a toda su familia»,

No es nada nuevo lo que estamos haciendo.

Está en el corazón de Dios, pero antes que nada, necesitamos este control de calidad.

Para que podamos tener flexibilidad, profundidad y claridad de vida, tenemos que librarnos de todo lo que compita con la voluntad de Dios. Eso es precisamente lo que yo he querido hacer desde el día en que conocí al Señor. ¿Y usted? Todo lo que quiero hacer es su voluntad. «Dios múestrame dónde está tu voluntad!»

La preparación   

Recientemente oí una excelente ilustración con respecto a este control de calidad. Leamos Isaías 28: 23-28 para saber lo que Dios dice con respecto a la preparación del suelo para controlar la calidad del fruto.

Estad atentos, y oid mi voz; atended, y oid mi dicho.

El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? Rrornperá y quebrará los terrones de la tierra? Cuando ha igualado su superficie, ¿no derrama el eneldo, siembra el comino, pone el trigo en hileras, y la cebada en el lugar señalado, y la avena en su borde apropiado?

Porque su Dios le instruye y le enseña lo recto; que el eneldo no se trilla con trillo, no sobre el comino se pasa rueda de carreta; sino que con un palo se sacude el eneldo, y el comino con una vara.

El grano se trilla; pero no lo trillará para siempre, ni lo comprime con la rueda de su ca  rreta, ni lo quebranta con los dientes de su trillo,

«Necesitamos lideres, no apuntadores.

Necesitamos hombres

que puedan tomar a otros de la mano

y guiarlos en Dios».

Hemos cambiado nuestra actitud con respecto al propósito de Dios. Hemos dejado de querer sembrar la semilla en el concreto. Esto significa que estamos permitiendo que Dios sea Dios en lo que hacemos y estamos dejando que El sea quien vuelva a tomar la iniciativa. No sólo hemos dejado de querer sembrar la semilla en el concreto sino que hemos comenzado a tratar con el suelo: la preparación del hombre, con el arado, con la grada de dientes y el disco.

La lección es muy profunda e importante. El agricultor no ara continuamente. Tampoco se pasa el día gradando la tierra. ¡Dios no disfruta en ararlo a usted continuamente! Después de 23 años de caminar con el Señor, he visto la manera en que Dios ha tratado severamente con hombres y mujeres; también lo he experimentado personalmente, y puedo testificar que jamás he visto a Dios tratar a un hombre con mayor dureza de la que sea absolutamente necesaria.

Si usted cree que Dios ha estado tratando con usted demasiado severamente, recuerde que El es como el agricultor que sabe cuando necesita el arado, el disco, o la grada. El sabe cómo preparar la tierra.

¡Como pueblo de Dios necesitamos recibir y aceptar los tratos de Dios con alegría! No los rehuse ni los reprenda. Tómelos como si fueran una naranja y sáqueles todo el jugo que tengan. Aprenda todas las lecciones que hay en su trato, cualquiera que sea el implemento de labranza que use. El no solamente sabe arar la tierra, también conoce la manera de obtener el grano.

¿Usted sabe lo que es eneldo? Es esa semillita redonda que se ve en los encurtidos. El Señor sabe que no hay que usar un trillo para obtener el eneldo.

El sabe usar la vara en el comino y lo hace porque es más saludable. Con una vara sacude el comino que es una especie. También sabe que hay que aventar el trigo. Después lo muele para hacer pan.

El Señor sabe cuándo arar y cuándo dejar de hacerlo. También sabe cómo moler el trigo para hacer pan. Sabe cuánta fuerza usar. Yo fui maestro en un colegio bíblico y solía decirles a mis estudiantes: «No se preocupen con respecto a la profundidad de su mensaje. El Señor siempre les permitirá a cada uno de ustedes una cantidad proporcional de sufrimiento para profundizar su mensaje».

Una parte de este control de calidad es el de oir La Palabra de Dios a como está escrita realmente. Y la Palabra nos habla de precio. No sólo de lo que Dios pueda hacer por nosotros, sino que al fin oímos que hay algo que nosotros podemos hacer por Dios. El cambio ha llegado. El arado ha cesado. La semilla está adentro. Las primeras cosechas comienzan a aparecer.

Aprendiendo a caminar en el Espíritu   

Dios le mandará, si no lo ha hecho ya, a un hombre con un arado en su mano. No es algo soberano o místico; es un hombre con un arado o con una grada o con un disco y él sabe como usarlo en usted.

Veamos Isaías 50:4-7

Jehová el Señor me dió lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.

Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás.

Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.

Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado.

Tenemos que comprender que todo esto no se puede reducir a un juego de reglas. No podemos usar una metodología. No es un proceso legalista de lo que estamos hablando, sino de cómo aprender a caminar en el Espíritu.

Jesús sabía caminar en el Espíritu. Jesús sabía obedecer. No fue rebelde ni tuvo lástima de sí mismo. Tampoco se preguntó por qué esas cosas le estaban sucediendo a él. No pasó por la vida como un niño lloriqueando, sino que».puso su rotro como pedernal, dando siempre gracias a Dios por el privilegio de haber caminado con El. Su actitud fue la de recibir el arado cuando era necesario, el disco, y la grada cuando así lo veía el Padre.

Si no estamos de acuerdo con esto, estamos en peligro de perder lo que Dios nos está diciendo de fracasar en el cumplimiento de su propósito y de endurecernos bajo el trato de Dios para finalmente ser rechazados. Hay una sola cosa que debemos temer: no estar dentro de su voluntad.

Prisioneros de guerra   

El arma máxima que usa Dios es el soldado de infantería con su rifle. No son los acorazados, ni las bombas atómicas que hacen el trabajo finalmente. El elemento esencial en toda guerra ha sido y siempre lo será el soldado. La intención de Dios es la de preservar a este tipo de hombre que ha sido tratado, disciplinado, arado, gradado, y quebrantado con el disco.

Yo llevo una carga muy profunda que Dios me ha dado por lo que he llamado «prisioneros espirituales de guerra». Hombres y mujeres que son salvados, llenos del Espíritu Santo, y con un puñado de tratados son enviados al frente de batalla y terminan cayendo prisioneros.

El «Movimiento de Jesús» en California se está desintegrando tan rápidamente que da miedo. Muchos de estos jóvenes están volviendo atrás, cayendo de nuevo en las drogas y negando la realidad de su experiencia con Cristo. ¿Y saben ustedes por qué? ¡Porque a ellos se les enseñó que Jesús vendría la semana entrante o que podría ser mañana mismo y que no necesitaban estudiar ni hacer nada!

Han pasado unos años, Jesús no ha venido. Y estos jóvenes se encuentran sin ningún fundameto, ninguna dirección, ninguna ubicación, ni relación. Entonces, cuando van a retar al diablo en su propio territorio, ellos resultan capturados por la misma cosa que intentan destruir. Los hábitos de los que se habían visto libres por un tiempo, los tienen de nuevo prisioneros – drogas, sexo, lujuria, apatía, presiones, sectas, confusión y todo tipo de engaño espiritual.

¿Me entendería si le digo que un hombre hecho prisionero de guerra en Viet Nam por siete años es todavía un ciudadano de su propio país? ¿Sabía usted que las fuerzas del infierno tienen a muchos de nuestros soldados que han capturado? Son prisioneros espirituales de guerra – hombres que han sido salvos y tienen un corazón para Dios, pero que están atrapados por todo tipo de hábitos, sentimientos, rechazos, reincidencias y confusión religiosa.

El clamor de sus corazones es por alguien quien les guíe. Alguien que sepa el camino. Alguien que les tome de la mano.

Algunos dirán: que «Nadie necesita que otro le tome de la mano. Pon tu mirada en Jesús. No nos mires a nosotros».

«Así lo hicimos y estamos aquí», dicen estos prisioneros. «¿Cómo he de interpretar todo esto? ¿Cómo puedo conocer la voz de Dios? ¿Cómo entender los sentimientos, la voz de Dios y su  enseñanza? ¿Qué debo hacer para entenderlo?»

¿Ha ido alguna vez de cacería a un lugar desconocido? ¿Le gustaría adentrarse en la selva sin un guía? Usted solo se perdería totalmente.

Yo no me atrevería a hacerlo. Yo quiero viajar con alguien que sepa donde está el sendero de regreso .. No hay sentimiento más agradable cuando termina la cacería que oir decir al guía: «vengan por aquí, les llevaré por el camino de regreso».

Hay muchos cristianos que no saben dónde está su casa. Aman al Señor con todo su corazón y con toda su mente, pero están sin dirección; no saben quienes son; ni a dónde van y su clamor es: ¡Muéstrame, oh Señor, tus caminos!»

Yo no hablo de ningún impedido mental o de alguien con medio cerebro entorpecido. Hablo de hombres saludables que se han graduado de universidades y seminarios, que han conocido a Dios, predicado, todas sus vidas, que quieren saber cómo relacionarse y caminar con Dios.

Isaías 51: 11 es la promesa de Dios para estos prisioneros de guerra:

Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.

Ahora vea lo que dice el versículo 14: «El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan».

¿Es o no es esa una promesa de Dios? El dice que los presos no morirán en la mazmorra. El cautivo será liberado y regresará a Sion. Verá el gobierno de Dios. Verá el orden del pueblo de Dios. Verá que hay dirección, propósitos, vida con energía, y sobre todo verá a personas normales. «No morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan». «Porque yo Jehová que agito el mar y hago rugir sus ondas, soy tu Dios, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos». (vs. 15).

Cuando hayamos preparado la tierra, el mar podrá rugir y las olas romperse sobre la arena pero nosotros estaremos en paz. Dios tendrá que traer olas muy grandes para que la iglesia pueda oirlas y creo con todo mi corazón que ya vienen. No disturbemos al maestro en la barca. El sabe lo que está haciendo aunque esté dormido.

Estrategia para la iglesia  

Dios tiene una estrategia para su iglesia: Primero, tenemos que empezar por adiestrar guías.

Alguien dice: «Consigamos algunas cintas y comencemos un ministerio».

Otro dice: «Ya sé lo que debemos hacer. Debemos meternos en la montaña, buscar una cueva y guardar comida allí».

Para mi eso no tiene nada de emocionante. Yo no quiero que me encuentren en una cueva, comiendo comida añeja. Yo quiero morir con las botas puestas.

Segundo, necesitamos líderes, no apuntadores. Los líderes del cuerpo de Cristo necesitan dejar de apuntar hacia los lugares donde quieren que la gente vaya. Si los líderes no les guían no debieron de apuntar.

Hay cosas interesantes que están sucediendo con el evangelismo. Un hombre vino a un hermano de una comunidad para preguntarle lo que estaban haciendo.

El hermano le dijo: «Ven conmigo y te lo mostraré». Primero fueron y cortaron la grama de otra persona y después fueron juntos a comer. Por dos días lo trató como si fuera uno de los hermanos.

Finalmente, después del segundo día, aquel hombre le preguntó al hermano: ¿»No es verdad que tengo que hacer algo para nacer de nuevo?»

El hermano le dijo: ¡»Sí, es cierto!» Después de dos días el hombre quería lo que teníamos y estaba dispuesto a pagar el precio.

Yo no creo en la necesidad de ser llevado de la mano toda mi vida, pero sí hasta que esté bien seguro de cuál es la dirección de Dios para mi vida; y aún después, siempre estaré en necesidad de liderazgo.

Tercero, es tiempo que rompamos la red. Es igual que preparar la tierra, liberar a los cautivos, romper las ataduras. Debemos de liberarnos a nosotros mismos y a otros para que hagan la voluntad de Dios.

Cuarto, es tiempo de tomar la ofensiva y descansar la defensiva. Dios quiere que dejemos de poner «curitas» en la sociedad y comencemos a ejercer una verdadera influencia en este mundo. La iglesia trastornó al mundo en el primer siglo, y entendemos que lo que ellos hicieron nosotros lo haremos también.

Quinto, prepare la tierra. No trate de sembrar la semilla en el concreto. Prepare la tierra. Dios es el que riega y da el crecimiento – pero El nos ha llamado para que le ayudemos a preparar la tierra tratando con los hombres de una manera profunda y real.

Sexto, confiemos en la semilla del reino. No solamente en el hombre o en la preparación de la tierra, sino en la semilla. La semilla contiene todo lo que es el reino de Dios. La preciosa semilla del reino tiene la capacidad de crecer debajo de cualquier roca y romperla. ¿Lo cree usted?

¿Sabe usted por qué hay hombres que se levantan en Dios hoy? Porque una vez en su pasado fueron tocados por la semilla del reino. Entró en sus espíritus y aunque ellos intentaron arrancarla, la semilla creció hasta que rompió todo lo que estaba encima para salir. Yo tengo plena confianza en esta semilla y sé que Dios ha comenzado una obra y con toda seguridad la llevará a una conclusión gloriosa.

Tomado de la  Revista Vino NuevoVol 3 Nº 3 -octubre-1979

  1. La visitación de Gales fue un gran avivamiento que sucedió al principio de este siglo.