Por T. E. Whitmore 

En los días de nuestro Señor, cuando la vinicul­tura era una ocupación común, y el vino un artí­culo corriente, la mayoría de las personas estaban familiarizadas con las prácticas de la poda necesa­rias para mantener produciendo a los viñedos con fruta abundante y de alta calidad.

Hoy, sin embargo, pocas personas tienen cono­cimiento de lo que es la poda de viñedos. Debido a la diversidad de la vida y a su ajetreo, aun perso­nas que viven en áreas donde se cultiva la uva, ra­ras veces si acaso, han considerado la severidad con que las vides se podan regularmente. Menor es el número aun de los que lo han meditado a la luz de Juan 15.

Para el que no ha sido informado, la poda pare­ce obrar contra los procesos normales del creci­miento. Al contrario, la poda realmente beneficia a la vid modificando su tamaño y forma, hacién­dola así más productiva de fruto, de mayor tama­ño y de alta calidad. Además, la poda ayuda a mantener suficiente vigor vegetativo en la vid pa­ra que dé un rendimiento más elevado en cosechas futuras.

Antes de la poda, la vid madura tiene varios cientos de retoños, de los cuales más de la mitad tienen capacidad de producir vástagos que den fruto. (Un vástago crece de cada retoño y cada vástago produce de uno a tres racimos de uvas.) Si las vides no se podaran y se dejaran todos los retoños, las vides sobre producirían, resultando en dilación en la madurez del fruto y en una fruta muy pequeña. De mayor importancia es, que las vides sin podar no producen buena madera sufi­ciente para el fruto del siguiente año, cuando la cosecha será de poco rendimiento.

Por otra parte, si las vides se podan en exceso, la cosecha del año presente se reduce y el creci­miento de las ramas nuevas será demasiado vigoroso. Este crecimiento en extremo vigoroso tam­bién produce mala madera para la fruta de la si­guiente estación.

Vides con vigor excesivo producen un porcentaje más elevado de hojas sobrepobladas, con de­masiada sombra, resultando un fruto de baja ca­lidad, bajo contenido de azúcar y de gran acidez. Vides con muy poco vigor también pueden pro­ducir uvas con poca azúcar, debido a la falta de crecimiento de las hojas que no son adecuadas pa­ra sostener la cantidad de fruta que lleva la vid.

Por lo tanto, una poda apropiada es la clave para un crecimiento equilibrado. Cortar demasia­do o muy poco causará una deficiencia o un ex­ceso de madera para el fruto, que a su vez afecta­rá adversamente la producción de las uvas.

Cada vid es un individuo que tiene que ser po­dado de acuerdo con su potencial para dar fruto. Es necesario una evaluación del rendimiento del año anterior, tamaño del fruto, madurez y calidad, caracterís­ticas de la madera productora del fruto. Y además, la posición y calidad de las cañas (tallos gruesos y leño­sos de la vid.) Todo esto indica al viñador cuántos sar­mientos debe dejar. El resto son podados.

Las cañas fuertes con buenas características de crecimiento que se originan cerca de la cepa prin­cipal y que están en posición para que crezcan las parras y las hojas expuestas a la luz del sol al má­ximo, producirán fruto abundante y de buena calidad. Y también gran cantidad de madera para la cosecha del año siguiente, proveyendo que sean podadas adecuadamente.

La poda, en el aspecto espiritual como en el viñedo, es …. vital.

Una característica importante en las plantas es que tienen la habilidad de podarse ellas mismas. Las plantas no desperdician su energía en partes que ya no funcionan para prestar apoyo. Cuando una hoja se enferma exageradamente, demasiado infestada con plagas, o excesivamente dañada o sombreada, la planta forma lo que se llama una «capa absiciva» o tejido de células. Esto separa el pecíolo de la rama o del vástago, cortando así el suministro de alimento. La hoja entonces muere y cae al suelo.

De la misma manera, la planta dejará de susten­tar a una rama o vástago que esté excesivamente sombreado o dañado. Quedará cortada desde una rama principal y con el tiempo caerá a tierra.

Todavía no se ha encontrado uso para las ra­mas que se podan de una vid. Como dijo el Señor a través del profeta Ezequiel:

Hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid más que cualquier otra madera? ¿Qué es el sarmiento entre los árboles del bosque?

¿Tomarán de ella madera para hacer alguna obra? ¿To­marán de ella una estaca para colgar en ella alguna cosa?

He aquí, es puesta en el fue­go para ser consumida; sus dos extremos consumió el fuego, y la parte de en medio se quemó; ¿servirá para obra al­guna?

He aquí que cuando estaba entera no servía para obra alguna; ¿cuánto menos después que el fuego la hubiere consu­mido, y fuere quemada? ¿Ser­virá más para obra alguna? (Ez. 15:2-5).

Para concluir, queda bien claro que la poda, en el aspecto espiritual como en el viñedo, es bene­ficioso – hasta vital. Queda bien claro también que nosotros como cristianos debemos esforzarnos pa­ra dar fruto y madurar en el Señor. Necesitamos abrazar la poda por amor al fruto que seguirá, no sea que nosotros, como las ramas que se cortan, nos encontremos desechados e inútiles ante Dios.

  1. E. Whitmore es graduado de la Universidad de la Florida con un título en agricultura. Es re­presentante técnico de ventas de una compañía de fertilizantes y trabaja con agricultores de frutas y vegetales. El y su esposa Joy son miembros de la Comunidad Agape en Kalamazoo, Michigan.

Reproducido de la Revista Vino Nuevo Vol. 4nº 2 -agosto 1981