Autor Hugo M. Zelaya

“Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” – Mateo 24:14

 Introducción

El reino de Dios o de los cielos se menciona 83 veces en el Nuevo Testamento. Los evangelios comienzan con la predicación de Juan el Bautista y de nuestro Señor acerca del reino de Dios o de los cielos. El evangelio anunciado por los apóstoles es también del reino de Dios. El Nuevo Testamento comienza y continúa con la proclamación del reino de Dios y termina con la victoria del reino de Dios sobre el reino de las tinieblas.

Veamos algunas Escrituras claves sobre el tema:

En aquellos días Juan el Bautista se presentó predicando en el desierto de Judea, y decía: Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 3.1-2).

          “Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo (Mateo 4.17).

Muchos hombres y mujeres se bautizaron cuando creyeron a Felipe y a las buenas noticias que les anunciaba del reino de Dios y del nombre de Jesucristo (Hechos 8:12).

Durante tres meses Pablo estuvo yendo a la sinagoga, y allí predicaba sin ningún temor, y trataba de convencer a sus oyentes acerca del reino de Dios (Hechos 19:8).

                  ¡Aquí están ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo! ¡Ya ha sido expulsado el que día y noche acusaba a nuestros hermanos delante de nuestro Dios!  (Apocalipsis 12:10).

Significados del reino de Dios

Por definición “un reino es una monarquía y ésta una organización del Estado en la que la jefatura y representación supremas son ejercidas por una persona que, a título de rey, ha recibido el poder por vía hereditaria y puede transmitirlo del mismo modo. Una monarquía absoluta es un régimen político en el que todos los poderes corresponden al rey, sin limitaciones”.1 De manera que no hay reino sin rey. El significado primordial del reino de Dios es el “gobierno absoluto en el que todos los poderes corresponden a Dios, sin limitaciones. El reino le fue heredado a Jesús el Cristo, su Hijo hecho hombre.

Un reino es también un orden, una esfera y un conjunto de condiciones que rodean algo o a alguien. El reino de Dios es entonces el orden, la esfera, el conjunto de condiciones que rodean al monarca Jesús. “El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres; me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a proclamar el año de la buena voluntad del Señor” (Lucas 4:18-19).

          Las expresiones “el reino de Dios se ha acercado” y “está entre ustedes” se refieren, en primer lugar y directamente, a la presencia o cercanía del soberano del reino y, por relación, al conjunto de condiciones que lo rodean.

        En síntesis, el evangelio del reino de Dios son las buenas noticias del gobierno soberano de Jesús, que está sentado a la diestra del Padre, expresión explicativa de tener toda la autoridad para cumplir con la segunda parte de su misión todavía por terminar. La vida y sacrificio de Jesús en la cruz cumplió con todos los requisitos de Dios para la redención de la humanidad, sin violentar su justicia. Por medio de Jesús tenemos el perdón de pecados y una relación personal con Dios. Era la primera parte de su misión de encarnación. 

Dios tenía un doble propósito cuando envió a su Hijo al mundo: redimir la relación del hombre con su creador, que perdió con su desobediencia, y restaurarlo a su posición original de gobierno de la creación cuando fue formado. El rey Jesús se mueve hoy a través de personas que lo han dejado entrar en sus corazones y le permiten establecer en ellos y a través de ellos su reino. El Señor dijo, entendemos que para esta dispensación, que su reino no es de este mundo (ver Juan 18:36). Ern Baxter, el finado maestro de la Biblia y contribuyente de la revista Vino Nuevo, lo explica de esta manera:

“El Reino de Dios del que estamos hablando no es algo místico eufórico y etéreo. Estamos hablando de orden. Estamos hablando de que el hombre entra en la plenitud de su auto-realización, en su destino final como la imagen de Dios, funcionando en las relaciones interpersonales y en la comunidad hasta que un universo en espera ve a Dios proyectándose a sí mismo fuera de la eternidad de su Persona en una comunidad de hombres y mujeres redimidos que serán para siempre para la alabanza de su gloria2.”

Esto quiere decir que hoy, en nuestra dimensión natural, el reino de Dios también está presente cuando alguien o algo manifiestan la naturaleza del rey Jesús. Pedro dice en 1 Pedro 1:4 que somos partícipes de la naturaleza divina. No obstante, viene el tiempo cuando Jesús regirá todos los entornos, esferas y conjuntos de condiciones (ver Hebreos 2:8).

 El reino y la Iglesia

Otra definición. El reino es la operación del gobierno soberano de Jesús y la Iglesia es el fruto de esa operación.

 El intercambio entre Jesús y sus discípulos respecto a quién era él produjo esta revelación:

     « ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!» Entonces Jesús le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, [Petrus] y sobre esta roca [petra]3 edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no podrán vencerla. A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos (Mateo 16:16-19).

En los evangelios hay sólo tres menciones de la iglesia y éstas en boca de Jesús, la mencionada arriba que es una declaración y la otra en Mateo 18:17 que es una instrucción acerca de qué hacer cuando un hermano no acepta la corrección de otro hermano. Jesús dice: “Si no te hace caso, hazlo saber a la iglesia; y si tampoco a la iglesia le hace caso, ténganlo entonces por gentil y cobrador de impuestos.

 Quizás a algunos parezca extraño que Jesús no dijera más respecto de la iglesia. Y hasta desearían que les hubiera dejado un “manual para edificar iglesias”. Pero no es necesario porque Jesús categóricamente dijo que él es quien edificaría su iglesia. Cuando el hombre en su arrogancia quiere edificar algo semejante, no la podemos llamar su Iglesia. Además cualquier cosa edificada por el hombre es incapaz de contener “las puertas del Hades”. A Jesús le corresponde edificar la iglesia; a nosotros proclamar el evangelio del reino.

Iglesia y reino ¿lo mismo o diferentes?

Hay quienes ven el reino y la Iglesia como entidades diferentes y separadas sin posibilidad de juntarse en esta dispensación. Ciertamente, vivimos en la dispensación de la gracia o de la Iglesia y hay un reino por venir. Pero no debiéramos de ser demasiado dogmáticos haciendo divisiones extremas porque si bien las Escrituras revelan aspectos excluyentes, hay otros en los que el reino y la iglesia interactúan tan íntimamente que no se distingue diferencia. Veamos algunas de estas interacciones del reino y la iglesia.

La actividad del reino en el mundo es a través de la iglesia. Mateo 24:14 dice: “Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.” La Iglesia es la llamada a proclamar el evangelio del reino de Dios. No que haya otro evangelio dice Pablo en Gálatas 1:7. Cuando el apóstol dice “mi evangelio” en algunas de sus epístolas, está advirtiendo contra, algunos que quieren pervertir el evangelio de Cristo (ver Gálatas 1:6-8 y Romanos 1:1 donde él expresa que “su evangelio” es el evangelio de Dios para el que fue apartado.

                 El evangelio del reino es dinámico y demanda una respuesta de quien lo oye. En Romanos 10:17 el Espíritu Santo dice a través de Pablo que la fe que necesitamos para responder viene oyendo la proclamación del evangelio del reino de Jesús; a quien el Padre (por su vida sin pecado y obediencia al Padre de morir por los pecados de toda la humanidad) lo sentó a la derecha de él (Mateo 22:44) con toda autoridad para salvar a quienes respondan a la predicación de la Iglesia, que Jesús es el Señor (ningún término de cortesía). El evangelio del reino es el único evangelio que el Espíritu Santo unge y cuando entra en acción en las almas receptivas que lo oyen, produce la fe necesaria para que lo crean y las capacita para que hagan todo lo que Dios requiere para ser salvas. Es decir, reconocer y confesar sus ofensas contra Dios, arrepentirse, pedir perdón y aceptar el sacrificio de Cristo en la cruz.  

Así nació la Iglesia en el día de Pentecostés y así la sigue edificando el rey Jesús. La Iglesia es el fruto de la proclamación del reino de Dios; es la asamblea de quienes aceptan el gobierno soberano de Jesús; es la encarnación del evangelio del reino; es la colectividad de peces puestos en la canasta de Mateo 13:49; son los elegidos juntados por sus ángeles en Mateo 24:30-31; son los bautizados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo en 1 Corintios 12:13.

La iglesia y el reino se distinguen en que el rey del reino ha sido desde y hasta la eternidad, y la Iglesia nació en el día de Pentecostés. La Iglesia en esta dispensación representa el gobierno de gracia del rey. En una dispensación futura, cuando él venga por segunda vez (ver Juan 14:1-4; Hechos 1:10-11), el rey vendrá como juez y quienes no aceptaron su sacrificio tendrán que dar cuenta de ello al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos (ver 1 Pedro 4:5 y 2 Timoteo 4:1).  

La Iglesia y el reino se funden en que el rey del reino es la cabeza de la Iglesia. Se funden en cuanto el gobierno soberano de Jesús está en el centro de la Iglesia y en cuanto el Espíritu Santo la invistió con el poder de Dios. Yo voy a enviar sobre ustedes la promesa de mi Padre; pero ustedes, quédense en la ciudad de Jerusalén hasta que desde lo alto sean investidos de poder  Lucas 24:49). Se funden cuando la iglesia va en la autoridad de Jesús, rey soberano del reino (ver Mateo 28:16-20) y cuando el poder de la iglesia es la manifestación del poder de Jesús rey soberano, como en la curación de un cojo a través de Pedro y Juan en Hechos 3:6, 16:

En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! … por la fe en su nombre… por la fe en Jesús, Dios lo ha sanado completamente en presencia de ustedes.”

Se funden cuando la iglesia se conduce en el orden de Dios y el corazón (de los incrédulos) queda al descubierto, y… se postran ante Dios y lo adoran, y reconocen que Dios está realmente entre ustedes [(la Iglesia)1 Corintios 14:24-25].

Las parábolas en Mateo 13

Todas estas parábolas explican en términos naturales cómo es el reino de Dios. Jesús dice en el versículo 11 que el reino de los cielos es un misterio. De manera que su comprensión viene por revelación del Espíritu Santo, no por deducción humana. Si bien la cristiandad ortodoxa reconoce ciertas reglas de interpretación para la parte natural, para el “es cómo” y el “es semejante”. La regla principal es que hay una verdad espiritual que el Señor quiere enseñar y debemos apegarnos ella; que no es conveniente alejarse de esta verdad espiritual con los detalles de la parte natural y conocida, tratando una parábola como si fuera una alegoría3. Aunque, comentaristas muy conocidos, como Adam Clarke y Mathew Henry se apoyan en los detalles de la historia natural en sus comentarios de estas parábolas.

Hay quienes también hacen diferencia entre “el reino de Dios” y el “reino de los cielos”, pero realmente es uno solo. Mateo lo llama el reino de los cielos (Mateo 13:11) y Marcos el reino de Dios (Marcos 4:11), refiriéndose a la mismas parábolas del sembrador y de la semilla de mostaza.

Hay verdades espirituales muy evidentes en estas parábolas, sustentadas por otros pasajes en el Nuevo Testamento. Algunas de éstas son: Que hay otro reino de tinieblas diametralmente opuesto y dedicado a obstaculizar el propósito del reino de la luz. Que hay una lucha a muerte entre los dos reinos, pero que el rey Jesús ya lo venció y un día echará a su rey maligno y a sus seguidores en el lago de fuego preparado para ellos (ver Apocalipsis 19:20; 20:10; 20:14; 20:15). Que entretanto, el rey Jesús hace que la oposición sirva a su propósito. Que no sólo hay trigo en la Iglesia – también hay cizaña, pero no se nos permite arrancarla porque no sabemos quién es trigo ni quien es cizaña, pero que un día el Señor del reino enviará a sus ángeles y ellos recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen lo malo, 42 y los echarán en el horno de fuego (Mateo 13:41-42). Que la Iglesia es la cesta donde es echado el buen pescado. Que vale la pena dar todo lo que un hombre tiene para que Jesús reine en su vida.

Hay aspectos que parecen negativos en el reino en esta dispensación, como el sufrimiento y la persecución, pero no se comparan con las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman (ver 1 Corintios 2:9).

 Conclusión

La Iglesia triunfa sobre la oposición enemiga porque Jesús, su arquitecto la construyó para que las puertas del Hades no puedan vencerla (Mateo 16.18). La diseñó para expresar su naturaleza. Al final Jesús y su Iglesia destruirán el reino satánico y la Iglesia y el reino se fundirán en una sola entidad y reinará con Cristo para siempre.

“No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”  (Apocalipsis 22:5).

Notas

  1. Diccionario de la Real Academia Española.
  2. Ern Baxter – Conferencia de Pastores, Kansas City, 1975.
  3. Contraste entre una piedrita y una roca

4.http://comentariobiblicoexpositivoexhaustivo.blogspot.com/2014/11/interpretacion-de-las-parabolas.html

  1. Artículo basado en artículos publicados en las revistas Vino Nuevo y Conquista Cristiana a través de los años y en las enseñanzas de Watchman Nee.
  2. A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la Reina Valera Contemporánea.

Hugo M. Zelaya es fundador y pastor de la Iglesia de Pacto Nueva Esperanza en Costa Rica. Él y su esposa Alice viven en La Garita, Alajuela, Costa Rica.