Autor Bob Munford

La Segunda venida es más que una misión de rescate.

Cuando era un serio y afanoso seminarista se me dio la tarea de hacer un trabajo de investigación sobre el tema de La Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo. Cuál fue mi sorpresa cuando leí en uno de esos masivos volúmenes de referencia la siguiente declaración: «Todo serio estudiante de profecía hará bien en recordar que nadie aún ha interpretado correctamente las escrituras en lo concerniente a los acontecimientos del futuro!»

Las experiencias en los años que siguieron me probaron que esa amonestación sí era correcta. El resultado ha sido que he dicho poco con respecto a los acontecimientos proféticos sintiendo sobre todo la necesidad de no ser dogmático.

Debo asentar claramente sin embargo, que creo en un regreso literal y visible de Jesucristo en la gloria (Hechos. 1: 9-11). También creo que las usuales enseñanzas populares y dispensasionales con respecto al rapto, las bodas del cordero, la tribulación, etc. han sido enormemente mal entendidas y emocionalmente interpretadas. A medida que nos acerquemos al fin del siglo, las posiciones que sostienen que el rapto será antes, después o en medio de la tribulación, pasarán por un gran ajuste junto con las interpretaciones consiguientes. Habrá muchos factores, acontecimientos y textos que debimos haber visto pero que en realidad pasaron desapercibidos, y ellos modificarán mucho nuestro entendimiento con respecto a los sucesos proféticos. El profeta Oseas lo explica de la siguiente manera: «Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová» (Oseas 6:3).

Una ilustración sencilla de los eventos y profecías indicando la primera venida de Cristo nos servirá de ejemplo para explicar lo que quiero decir. Estaba escrito con respecto al origen del Mesías: «De Egipto llamé a mi Hijo» (Mat. 2: 15) … «Pero tú Belén Efrata … de ti me saldrá el que será Señor en Israel… » (Miq. 5 :2) «Será llamado Nazareno» (Mat. 2 :23). ¿Se da cuenta de la imposibilidad de interpretar con exactitud todos los hechos bíblicos en su perspectiva correcta antes de conocer las circunstancias de Su nacimiento?

¿Cómo podrían saber los que leían las profecías que Sus padres serían de Nazaret y que allí estaría Su hogar? Y que debido a un empadronamiento, José se llevaría a María a Belén donde nacería Jesús? ¿Y que habiendo sido advertidos en un sueño que no regresaran a Nazaret, la familia de Jesús huiría a Egipto de donde serían llamados más tarde? Qué claro es para nosotros ahora; pero, qué confuso para los profetas y los intérpretes de las profecías antes del desarrollo de los acontecimientos!

Cualquiera que leyese los títulos en una librería cristiana se daría cuenta de la abundancia de material escrito sobre las diferentes teorías tocantes al tema de la segunda venida de Cristo. ¡Hasta la misma actitud general y acercamiento de las Escrituras puede ser confuso!

El tiempo del regreso de Cristo nos es desconocido (Mat. 24: 36-42); pero el concepto de inminencia (que pudiera venir hoy) ha sido siempre una verdad que la Iglesia ha tenido muy cerca de su corazón (Sant. 5 :8).

Por otra parte, cuando examinamos otras escrituras, recibimos otro punto de vista: Que ciertos eventos, tales como la madurez de la Iglesia, la evangelización del mundo, el establecimiento de Su gobierno y reino, etc., deberán cumplirse antes de Su venida. Esto pareciera excluir la posibilidad de un regreso inmediato.

Las verdades bíblicas aparecen a menudo opuestamente entre sí como líneas paralelas que actúan como factores equilibrantes en la vida de la iglesia. «He aquí yo vengo pronto» (Apoc. 22:12) se equilibra con «Negociad con esto mientras regreso» (Luc. 19: 13). Estas líneas paralelas sólo se pueden encontrar en el Creador infinito.

El propósito de su venida   

No nos detendremos para examinar la realidad o las circunstancias de Su venida, sino que intentamos verter luz en cuanto a Su propósito. Tampoco podemos detenernos en un examen total de ese propósito, pero veremos una de las razones principales.

Desafortunadamente, gran parte de la enseñanza popular que se centra en los acontecimientos mundiales que precederán a la venida de Cristo (como por ejemplo, guerras, hambres, desastres naturales, la aparición del anticristo y las actividades satánicas) nos han dado la tendencia de creer que ¡Cristo va a regresar para sacar a la iglesia del mundo antes de que este se destruya a sí mismo! Para los creyentes que ponen su mente en los cataclismos, la segunda venida de Cristo se ha convertido en una misión de rescate para salvar a la perseguida iglesia antes de que expire su último aliento.

Si estudiamos la segunda venida a la luz del propósito de la iglesia, la novia de Cristo, y su misión en la tierra, encontraremos un significado diferente.

La venida del Señor Jesús es la consumación o acto final del plan de Dios para la Iglesia a través de los siglos. ¡Es una celebración de victoria y no una misión de rescate!

El apóstol Pablo escribe en 2 Tes. 1 :8-9 del juicio de fuego que vendrá sobre el mundo cuando el Señor venga de nuevo. Entonces, en el versículo 10 habla de cómo será con la Iglesia en aquel día: «Cuando El venga para ser glorificado en sus santos.» La mayoría de la gente pasa por alto el concepto de una venida espiritual en los santos antes de Su retorno físico. Pablo enseña claramente que Jesús viene por una iglesia «en toda su gloria … sin mancha, ni arruga, ni otra cosa semejante» (Ef. 5 :27). Esto es, Cristo revelado en los santos.

Este mismo tema es tocado en Gálatas 4:19: «Hijitos míos por quienes de nuevo estoy con dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros». Hechos 3:21 dice: «A quien el cielo debe recibir hasta el día de la restauración de todas las cosas, acerca de lo cual Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos.» Y Santiago 5:7 y 8 nos hace la siguiente amonestación: «Por tanto, hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, siendo paciente en ello, hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Sed también vosotros pacientes; fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.»

A muchos de nosotros se nos ha dado la idea que la venida de Cristo es lo que derrotará a los enemigos y establecerá Su reino. Sin embargo, Jesús dijo que toda potestad (autoridad) le ha sido dada en los cielos y en la tierra: y que por eso deberíamos ir a todas las naciones para hacer discípulos de ellas. En vez de pensar en la venida de Cristo como el acontecimiento que realizará Su propósito en la tierra, considerémoslo como la consumación de Dios de Su eterno propósito.

El Diccionario Teológico de Baker dice lo siguiente de la venida de Cristo:

«La parusía (venida) de Jesús no es el acontecimiento decisivo del evangelio; es más bien la secuela inevitable (el énfasis es mío) del acontecimiento decisivo que se llevó a cabo con Su muerte y resurrección. ¡El tiempo del suceso no importa tanto como el hecho de que su ocurrencia está asegurada!»

Secuencia de eventos   

Es esta inevitable secuencia de eventos que comienza con Su muerte y resurrección y lo ve establecer un reino sobre la tierra (Su revelación en los santos) que es consumado por Su regreso visible por los santos.

Ahora mismo El está en proceso de establecer ese reino espiritual sobre la tierra.

El Salmo 110:1 es uno de los versículos más citados por los escritores del Nuevo Testamento. *Hasta el lector más distraído se da cuenta que existe un propósito en el hecho que Cristo esté sentado a la derecha de Dios el Padre y allí se sentará «hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. «Este mismo tema trasluce a través del Nuevo Testamento. » … hasta la redención de la posesión adquirida de Dios» (Ef. 1: 14) «hasta el día de Jesucristo» (Fil. 1:6) «hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo» (1 Ti. 6: 14) … «hasta la siega» (Mat 13 :30) … «hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe» (Ef. 4: 13).

El mimo Salmo se cita en Hechos 2: 35: «Hasta que convierta a tus enemigos en un estrado para tus pies,» que expresa el entendimiento de Pedro del Salmo 110: 1. La ascensión de Jesús a la derecha del Padre continuará hasta que algo se aproxime a la victoria de Cristo en la situación humana se cumpla aquí en la tierra.

Existe un reino presente; tan real como el reino futuro y el reino de Dios deberá ser predicado, recibido y establecido hasta cierto grado antes de la venida del Rey de ese reino para gobernar (Mat. 24: 14). ¿Es acaso impropio pensar que el cuerpo, que es Su iglesia y su novia, tendrá que ser conquistado, santificado y preparado antes que El venga por ella? ¿No es lógico asumir que el reino, en su forma espiritual, sea establecido, literalmente, en los santos sobre la tierra antes de que Dios revele Su Rey y Su reino? (Apoc. 5: 10).

La gramática del Nuevo Testamento nos enseña que Su venida (Parusía) será una revelación (quitar el velo) de Jesucristo. De alguna manera, Dios revelará a Jesús, Su reino, Su iglesia y Su novia, por los acontecimientos de Su parusía.

El lugar de la iglesia   

Cualquier cosa que Dios tenga que hacer aún en la tierra, ¡El se propone hacerlo a través y por medio de una iglesia militante, un reino que avanza, un cuerpo unido que se está levantando a enfrentar el desafío! «Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder,» dice el salmista en el Salmo 110:3. Los años de lucha espiritual, de evangelismo, de esfuerzo misionero, combinado con el presente derramamiento global del Espíritu Santo, me hace saber que Dios está preparando el escenario para consumar Su propósito en la tierra por medio de la revelación y el regreso de Su Rey – que ha sido retardado . . . hasta que estas cosas acontezcan.

Echemos un vistazo en Apocalipsis para ver algo de lo que trato de expresar. «Mirad, viene con las nubes, y todo ojo le verá, aún los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra se lamentarán por El.» (Apoc. 1 :7).

Este es el regreso literal de Aquel que fue recibido por la nube (Hech. 1 :9-11). ¡Entonces se quitará el velo del propósito eterno de Dios en Cristo, Su Hijo! ¡Entonces vendrá la consternación y la vergüenza sobre el mundo que rechazó al Hijo de Dios y abusó de Su iglesia! ¡Qué gozo y qué triunfo para aquellos que son de El – para los llamados conforme a Su propósito!

Como dice el escritor de Hebreos: «Así también Cristo … aparecerá por segunda vez, no para llevar pecado, sino para salvación de los que ansiosamente le esperan». (Heb. 9 :28).

Cualquiera que sea el desarrollo de los acontecimientos proféticos en la iglesia o en las naciones, aquellos que han logrado captar el propósito de Su venida, no se preocuparán tanto por fechas, señales o diagramas dispensacionales, o con intentos de catalogar al anticristo en cada una de las figuras mundiales. En Apocalipsis 22: 17 encontramos estas palabras: Y el Espíritu y la esposa dicen: «Ven.» Y el que oye diga: «Ven.» y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente el agua de vida.

Los que esperan Su venida, pero que también ven el propósito de Su tardanza comprenderán algo más en este versículo.

Cuando el Espíritu y la esposa digan: «Ven … Ven Señor Jesús,» es porque Su venida está muy cerca.

El Espíritu y la esposa están diciendo ahora: «Unidad pluralidad de gobierno … sujeción obediencia.»

El Espíritu nos está juntando en una especie de comunidad espiritual en la que podamos sentirnos que pertenecemos.

Todo esto más el paso acelerado del dolor y del peligro del día en que vivimos, alerta los oídos para escuchar un cierto gemido no sólo en la enseñanza – sino más bien un gemido en el Espíritu, un suspiro que salga del pecho de la amada, diciendo: «Ven . . . ven, Señor Jesús. El Espíritu y la esposa están listos. «¡Ven, Señor Jesús!»

Cuando oigamos esto, lo sintamos y lo percibamos en el pueblo de Dios, podremos saber que el propósito de Su tardanza está casi por terminar. La esposa se ha preparado (Apoc. 19:7). El Espíritu Santo que fue enviado para presentársela a El resplandeciente y sin mancha en su vestido de bodas los confirmará diciendo: «¡Sí, ya está lista! ¡Ven, Señor Jesús!».

El que testifica de estas cosas dice: «Sí, yo vengo pronto.» Amén. ¡Ven, Señor Jesús! (Apoc.22:20).

* cf. Mat. 26:64; Hech. 2:34; 1 Cor 15:25, Co1.3:1; Heb. 12:2.   Vino Nuevo Vol 2 #3