Por Charles Simpson

Carta pastoral enero 2021

El personal de Charles Simpson Ministries le desea un ¡Feliz Año Nuevo! Le agradecemos su amor, fidelidad y oraciones en el 2020. Oramos para que el Señor lo sostenga, lo guíe y lo refresque desde el inicio del año.

Hace años he observado que somos probados en todo lo que escribimos en nuestras cartas y revistas. Un miembro del personal me dijo en relación con esto: «¡Renunciaré si alguna vez publicamos una edición sobre el tema de la enfermedad mental!» Esta carta no será sobre eso, pero estoy seguro de que seremos probados sobre el tema de la humildad. Cuando recién comenzaba mi ministerio, alguien me dio una placa que decía: «¡Es difícil ser humilde cuando uno es tan genial!» Supuse que la placa había sido solo una broma, pero no que “es difícil ser humilde”. La humildad no es una broma; es la clave del favor de Dios.

En el versículo 14 del capítulo 18, Lucas anota lo que dijo Jesús: “Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.» Antes de esa declaración, Jesús cuenta la historia de un fariseo que oraba con palabras de justicia propia que declaraban sus buenas obras. Jesús dijo que “oraba consigo mismo» (vs. 11). Entonces Jesús habla de un publicano (recaudador de impuestos) que confesaba con gran remordimiento que era un pecador. Jesús dijo que ese hombre «Volvió a su casa justificado» (vs.14). La humildad ante Dios fue la clave para su justificación.

Tenga en cuenta que la humildad es lo que hacemos nosotros y la justificación es lo que hace Dios. El enfrentamiento con nuestro ego es un asunto personal muy serio. Esta carta no trata sobre «la humildad y cómo la logré». Trata de nuestra humildad vista por el Señor y por otros.

Nuestro enemigo conoce el problema del ego mucho mejor que nosotros; fue expulsado del cielo por orgullo. Cuando fue expulsado del cielo y vino a la tierra, sedujo a Adán y a Eva con su propia caída cuando les dijo: «Coman esto y serán como Dios». Ellos “comieron” de la trampa del orgullo. Siglos más tarde, intentó el mismo ardid con Jesús: «Inclínate y adórame y te daré todos los reinos de este mundo y su gloria». Jesús “no” se lo tragó. Si Satanás se atrevió a intentar engañar a Jesús con la trampa del orgullo, no titubeará en intentarlo con nosotros. La humildad es la clave para evitar sus peligrosas trampas.

¿Qué es la humildad?

Diré primero lo que no es. No es debilidad, miedo, timidez o pasividad. Jesús era humilde, pero no era débil. Muchos ven la humildad de esa manera. La humildad es ver lo que somos frente a un Dios soberano. Es entender que él es el Creador de todo, incluyéndonos a nosotros. Es saber que sus caminos son más altos que los nuestros como los cielos son sobre la tierra. ¡Todo encuentro con Dios nos mostrará la inmensa diferencia entre él y nosotros!

Jacob salió cojeando cuando luchó con Dios (Génesis 32:22-32). Todo encuentro con Dios producirá la consciencia de nuestra debilidad y esta nos seguirá hasta cuando caminamos con otros. La salvación de Jacob, y la nuestra, no estaba en sí mismo; estaba en el Señor. “Toda buena dádiva desciende de lo alto” (Santiago 1:17). El conocimiento de esto produce humildad en nosotros.

Para un vistazo más claro de la humildad, lea el capítulo dos de Filipenses. Jesús se humilló aunque era igual a Dios. Jesús escogió un lugar más bajo y tomó forma de siervo. Escogió nacer de una virgen humilde de una aldea humilde y que lo acostaran en un pesebre en la pequeña Belén. No hay manera de describir o apreciar plenamente la humildad de Jesús. Fue él quien dio: “El que sea más importante entre ustedes, sea siervo de todos” (Mateo 23:11). ¡Nada ilustra mejor su humildad que su crucifixión entre dos ladrones que soportó por todos nosotros!

¿De quién es la responsabilidad?

Jesús se humilló. El publicano se humilló. Nosotros podemos pedir la ayuda de otros en el proceso de humillarnos: de nuestros padres, nuestros maestros, entrenadores, amigos y críticos, pero finalmente nosotros mismos tenemos que aceptar la responsabilidad de humillarnos ante Dios y ante otros. Las circunstancias y la gente pueden humillarnos, pero ser humillados no es humildad. La humildad es aceptar nuestra debilidad y nuestras limitaciones ante Dios. Sí, todo lo podemos en Cristo. Sí, somos más que vencedores por medio de él que nos ama. Pero recuerde, es por medio de él. La clave para la victoria es humildad ante él.

Se cuenta entre las muchas anécdotas de Winston Churchill que una vez dijo de Clement Atlee1: “ Atlee es un hombre muy modesto. Y con razón.” Todos tenemos muchas razones para ser humildes. Pero hay quienes son orgullosos sin ninguna razón aparente. Proverbios 16:18 advierte que “La soberbia precede al fracaso; la arrogancia anticipa la caída.”

La humildad comienza donde Dios comienza

Desearíamos que nuestra nación, la cultura y otros fueran más humildes, pero Dios no comienza ahí. 1 Pedro 4:17 dice que el juicio “comienza por la casa de Dios.” Comienza conmigo y sigue con el pueblo de Dios. Sabemos que 2 Crónicas 7:14 se ha vuelto más predominante en estos tiempos turbulentos. Comienza con “Si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos…”

Antes que Dios trate con los políticos, con nuestros adversarios o en otra parte, él comienza por su casa. Rara vez Jesús mostraba enojo; pero la vez que lo hizo fue cuando expulsó del templo, la casa de su padre, a los cambistas. Tenía que limpiar la casa del Señor antes de enfrentar al resto del mundo. Dios opera de adentro para afuera, no de afuera para adentro; primero el individuo, la familia, la iglesia, después el vecindario, la nación, el mundo.

Es como dice el viejo canto espiritual; “No es mi hermano, ni mi hermana, soy yo oh Señor el que necesito oración”2 No son los Republicanos ni los Demócratas, somos nosotros los que necesitamos oración. De seguro que todos necesitamos oración, pero empieza con nosotros su pueblo. Si cumplimos su condición de humildad y arrepentimiento, él demostrará su poder. Todos los grandes avivamientos comenzaron así.

Filipos

La carta de Pablo a los filipenses es breve pero formidable. Pablo constituyó muchas iglesias, pero parece haber tenido una relación especial con los filipenses. Tan magnánima como era la iglesia, había un conflicto entre dos mujeres importantes (Filipenses 4:2). Pablo aprovecha la carta para exhortar a la unidad, a la manera pensar de sí mismos y de otros, y promete considerables resultados si obedecemos.

Mi respuesta al llamado de Dios al ministerio fue una lucha. Cuando finalmente obedecí, él me dio la promesa de Filipenses 4:19 de suplir todas mis necesidades. Mi primer mensaje a la pequeña iglesia que comenzaba a pastorear se basó en Filipenses 3:13: “Olvidando lo que ha quedado atrás.” Era una iglesia de solo 32 miembros, pero también estaba dividida.

Pablo aborda el tema de la unidad con diferentes enfoques: “Sientan una misma cosa.” Perseveren unánimes.” “No hagan nada por contienda o por vanagloria.” “Considere cada uno a los demás como superiores a sí mismo.” “Busquen el interés de los demás.” Después les refiere el ejemplo de Jesús que se despojó de su condición de Dios para humillarse, servir a todos y sufrir la vergüenza de su muerte en la cruz.

Hay problemas hasta en las iglesias más sobresalientes, pero la mayoría se pueden resolver con la humildad. Nuestra cultura ha oído mucho de la auto-estima, pero muy poco de la estimación de otros. Necesitamos oír más acerca de estimar a otros, especialmente de aquellos que han perdido tanto. ¿Resolverá la humildad muchos de nuestros problemas? ¿Causa el orgullo muchos de nuestros problemas? Yo así lo creo. ¿Cómo ve la cultura del mundo a la iglesia? ¿Humilde? ¿Sirviendo? O ¿nos ve menospreciando a los pecadores? ¿Enviaría nuestra humildad un mensaje a la cultura? Hay gran poder en la humildad.

El poder de la humildad

  • Agrada a Dios que tiene TODO el poder.
  • Libera la sanidad.
  • Nos capacita para escuchar a Dios (ver Salmo 34: 2, Hebreos 4:12, Isaías 61: 1-3).
  • Nos lleva al arrepentimiento y en la dirección correcta.
  • Evita la auto-justificación que conduce a una caída.
  • Nos mantiene en la realidad, en ser vigilantes y la dependencia de Dios.
  • Promueve la unidad y la armonía necesarias para la obra del Espíritu Santo.
  • Nos prepara para ser promovidos (ver Mateo 23:12; Salmo 75: 6-7).
  • Pasa la gloria a Dios donde pertenece.
  • Demuestra nuestra relación con Jesús.

Otro aspecto de la humildad es que todos moriremos si Jesús demora su venida y no podemos levantarnos de la tumba; solo Jesús puede. La muerte es humillante, a pesar de todos nuestros instintos de vivir y de todos nuestros esfuerzos por luchar contra ella. Somos mortales, pero la vida eterna es un regalo, ¡no algo que podamos ganar! Nos corresponde aceptar que, tarde o temprano, enfrentaremos nuestros límites y agradeceremos a Dios por su poder de resurrección.

Auto-examen

  • ¿Estoy consciente de mi propia debilidad y fracaso?
  • ¿Estoy más consciente de las faltas de los demás?
  • ¿Estoy dispuesto a escuchar a los demás, incluso a los críticos?
  • ¿Entiendo que mi justificación es solo por la fe en Jesús?
  • ¿Me apresuro en defenderme o confío en Jesús como mi defensor?
  • ¿Puedo dar gracias independientemente de las circunstancias?
  • ¿Estoy dispuesto a servir a los demás, incluso a aquellos que no muestran aprecio?

Estas preguntas no están diseñadas para traer condenación, sino para ponernos en posición para recibir la gracia y el poder de Dios. Se trata de él, no de nosotros.

Un año nuevo

Mirando hacia atrás a casi 84 años de vida, ahora sé que con frecuencia me he quedado corto. Una vez tomé una prueba de personalidad y la «reprobé» porque cuando el instructor me dijo que yo tenía baja autoestima yo le respondí: «Claro, crecí siendo bautista, ¿qué esperabas?» La verdad es que a menudo sucumbí al orgullo, ¡y sin que hubiera una buena razón! Quizás estaba orgulloso de mi humildad. ¡Estoy profunda y eternamente agradecido por tanto que Dios ha hecho! Estoy agradecido con Jesús sobre todo, agradecido por haber tenido padres temerosos de Dios, una buena familia y amigos, y por ustedes que oran por mí. Sin la bondad de Dios y su respuesta, no podríamos hacer lo que nos apasiona. ¡Gracias!

En Cristo,

Charles Simpson

P.D. ¿Consideraría una ofrenda especial para apoyar la continuación del ministerio? También puede compartir sus peticiones de oración con nosotros, y será un honor para nosotros ponernos a su lado. ¡Gracias de nuevo!

Acerca del autor: Charles Simpson es un autor, maestro de la Biblia y pastor de aceptación internacional, que se desempeña en el ministerio desde 1955. También es editor en jefe de la revista One-to-One y ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones.

Tomado con permiso de Charles Simpson Ministries

Nota 1. Wintston Churchill y Clement Atlee – Dos líderes del Parlamento Inglés durante la Segunda Guerra Mundial

Nota 2: Traducción libre del canto Espiritual, Standing in the need of prayer.”

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de Reina Valera Contemporánea.

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