Jesús es la vida de la Iglesia

Autor Hugo M. Zelaya

Hace mucho tiempo, solíamos cantar en nuestras iglesias un corito que dice:

      Cristo no está muerto, él está vivo.

      Lo siento en mis manos,

      Lo siento en mis pies,

      Lo siento en todo mi ser.

He oído a personas debatir si la sensación que se tenga en los miembros físicos del cuerpo sea una manifestación del Cristo resucitado, pero la realidad es que él está vivo y él es la vida de su Iglesia. No sólo eso, él anhela con todo su corazón darnos su vida. Juan 5 del 24 en adelante dice lo siguiente:

      El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal… ha pasado de muerte a vida… 25 Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oyen vivirán. 26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo…39 Escudriñen las Escrituras, porque les parece que en ellas tienen vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mí. 40 Y ustedes no quieren venir a mí para que tengan vida.

La condición de toda persona sin Cristo es de muerte. Si bien es una muerte espiritual, también se descompone y despide un olor que le causa náuseas a Dios. La muerte espiritual afecta la vida natural con enfermedades de todo tipo. Con la vida del Señor viene la salud en todas las dimensiones humanas: espirituales, corporales, mentales, emocionales, relacionales, etc. Con la vida de Jesús, el hombre recupera todo lo que Dios le dio en el momento de su creación y que perdió por su desobediencia.

Las dos verdades excluyentes son que quien tiene a Jesús tiene vida y quien no lo tiene está muerto. ¿Será posible entonces perder la vida que recibimos con él? Algunos dicen que sí y otros que no. La respuesta a esta pregunta quizá no sea la más importante, sino la realidad de lo que estemos manifestando. Si un cristiano no manifiesta la vida del Señor no se diferencia, por lo menos en esto, con el que tiene muerto su espíritu.

Otra realidad es que no manifestamos continuamente la vida del Señor, y cuando la manifestamos, no lo hacemos plenamente a pesar de que somos parte de su iglesia y de que él nos pusiera en su cuerpo para hacer precisamente eso.

Juan 3:16 dice cómo obtener la vida de Dios: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna.

Juan 14:6: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.

Hace mucho tiempo estaba leyendo un libro sobre las diferentes filosofías en el mundo que abordan el tema de Dios y la salvación del hombre (no recuerdo el nombre del libro ni del autor). En este libro el autor decía que todos los caminos conducen a Dios y daba la ilustración de una rueda de bicicleta donde la rueda representaba a Dios y los rayos las diferentes religiones.

Esto no sorprende porque el autor no confesaba ser un cristiano nacido de nuevo. Todo lo contrario en su libro intentaba convencer a sus lectores que no importaba la percepción religiosa todas las religiones llevan a Dios. Pero qué de algunos predicadores de hoy que, por no ser “negativos”, no declaran abierta y contundentemente que Jesús es el único camino a Dios, aunque quizá crean lo que dice la Biblia y tengan una relación con Jesús. El asunto es que el positivismo no manifiesta la vida del Señor.

Todo lo que no se usa se pierde

Tal vez esta no sea una frase bíblica, pero, sin embargo, es una verdad universal. Una manzana que no se come se pudre. La ropa que no se usa, se apolilla o con el tiempo nos queda apretada o floja. El conocimiento que no se usa se olvida. Y me atrevo a decir que la vida que no se usa se pierde.

En Mateo 25 hay tres parábolas del Señor. La segunda es la parábola de los talentos (monedas) que un hombre dio a sus siervos para que las invirtieran y se fue de viaje. Los primeros dos duplicaron lo que recibieron, pero el tercero no las usó, sino que las enterró. Cuando el hombre regresó, premió a los primeros dos siervos por haber usado sus monedas con utilidad, pero al último le quitó la moneda que había recibido, le quitó su puesto de siervo y lo echó “en las tinieblas de afuera.” No usó la moneda y lo perdió todo.

Colosenses 3.2-4 dice: Ocupen la mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra; porque han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. Y cuando se manifieste Cristo, la vida de ustedes, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria.

Imperceptiblemente la Iglesia ha ido perdiendo la vida de Jesús y recobrando su vida anterior. En la mayoría de los casos, no es algo que sea deliberado, ni que se haga con la consciencia de que se esté rechazando el mandamiento de Dios, ni mucho menos que se le esté dando la espalda a él personalmente. No obstante, esto es precisamente lo que muchas “iglesias” están haciendo para crecer en número.

Cosas aparentemente buenas han ido desplazando la vida de Jesús en estas iglesias hasta que llegan a depender más y más de “cosas externas” que de la vida de Jesús ministrada por el Espíritu Santo. Dentro de la interminable provisión de cosas sugeridas por el enemigo de Dios y de su pueblo, encontramos la aplicación de equipos de personas entrenadas para realizar tareas con conocimientos y capacidades naturales. Esto desde luego, prescinde del Espíritu Santo para el ejercicio espiritual de los ministerios dados por Jesús cuando ascendió a la diestra del Padre (ver Efesios 4:11) y hace caso omiso a la dirección de Jesús cuando dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta ser investidos del poder de lo alto (ver Lucas 24:49).

Esta capacidad natural depende más de manuales, métodos y estrategias que del poder del Espíritu Santo. Dedica más tiempo a lo que alguien ha llamado “cosas externas” como el éxito, la prosperidad, el poder y la victoria que terminan siendo ambiciones personales que el hombre puede alcanzar sin Dios. El afiche de un motivador del mundo lo dice muy claramente: Está demostrado que los métodos de formación práctica de (el motivador)… mejoran las habilidades de los participantes, convirtiéndose en personas entusiastas, satisfechos de sí mismos y de sus éxitos.

Como muchas otras cosas, esta modalidad copiada del mundo ha penetrado en la iglesia. Hay motivadores cristianos que devengan elevados honorarios para enseñar a la iglesia a crecer en número y en finanzas, todo basado en el desarrollo personal y la autoayuda.

¿Ha oído usted a alguien decir “Dios te ayudará a realizar tus sueños”? ¿Dónde está eso en la Biblia? Lo que sí está en la Biblia es que “Dios es el que produce en vosotros tanto el querer como el hacer, para cumplir su buena voluntad” (Filipenses 2.13). Toda la creación, asimismo la vida cristiana, tiene a Dios como centro de su existencia. El enemigo de Dios y de su pueblo es el que ha intentado desplazar a Dios para poner al hombre en su lugar, pero nunca lo logrará impunemente.

Tampoco, la vida de la iglesia depende de Jesús más “estas cosas”. Es importante probar el origen de nuestra motivación.       Si se origina en la vida de Jesús producirá la vida de Jesús. Si la motivación es mi desarrollo personal, lo que produce es muerte.

Por otra parte, muchos en la iglesia no saben que todo lo que necesitan está incluido en Jesús. El resultado es que hay cristianos débiles, fracasados y desanimados. Sus vidas son un desastre; su servicio totalmente nulo. No porque no anhelen ser fuertes, exitosos y animados, sino porque no han sido discipulados ni enseñados en que todas estas cosas vienen incluidas en la vida de Jesús. 2 Pedro 1:3 dice: Su divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad por medio del conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia.

Si lo tenemos a él y vivimos por él – lo tenemos todo.          Aparte de su persona nada de lo que proviene de Dios se puede tener o conocer. Dios nunca cambiará la intención de darlo todo con su hijo. Si alguno ha logrado algo sin Jesús, no es de Dios.

En 2 Corintios 11:3 Pablo dice: Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, de alguna manera los pensamientos de ustedes se hayan extraviado de la sencillez y la pureza que deben a Cristo.

Pablo compara esta tendencia de buscar la vida de la iglesia en cosas separadas de Jesús con una persona que se ha “extraviado”, que se ha perdido en el camino señalado por Dios en las Escrituras. Significa que no llegará al destino establecido por Dios. También la relaciona con el engaño de la serpiente a Eva, de manera que el resultado será el mismo que tuvieron Adán y Eva que en representación de toda la humanidad fueron expulsados del huerto creado por Dios para ellos. El precio que pagaron es la ausencia de la vida que Dios había establecido para ellos.

Lo tenían todo mientras dependieran de Dios. Lo tenemos todo mientras dependamos de Jesús. Su dependencia de Dios los hubiera engrandecido más. Adán y Eva nunca desarrollaron todo el potencial con el que Dios los había hecho. Sin el Hijo nosotros, como individuos y como iglesia, nunca alcanzaremos la capacidad con la que Dios nos creó.

El engaño siempre será que nosotros podemos tomar el control de Dios al decidir lo que es bueno y lo que es malo. Pero Dios nunca cederá el control al hombre si éste no manifiesta dependencia total en él. El Padre le confió el dominio sobre todas las cosas a Jesús, porque él manifestó dependencia absoluta en su Padre

Tal vez alguien podría desafiar esta aseveración declarando que la dependencia absoluta para un descendiente de Adán sea prácticamente imposible. Pero Dios siempre tiene la última palabra. 1 Pedro 2.3 asegura categóricamente: Su divino poder nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad por medio del conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia

Lo que perdimos en Adán, lo recobramos en el Señor Jesús. El dominio sobre todas las cosas incluye las obras del diablo. Así lo declara 1 Juan 3.8: Para esto fue manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo.

Pliegues en la manguera

Hace poco tuvimos en la iglesia la visita del hermano Keith Curlee. Keith es un ministro ungido que tiene una manera muy particular de ministrar las verdades bíblicas. Estaba hospedado en nuestra casa y en una oportunidad que conversábamos de la vida del Señor, Keith dijo que la vida del Señor es semejante al agua que fluye en una manguera. Mientras no haya pliegues en la manguera, el agua fluye sin interrupción, pero que a veces cuando regamos el jardín, la manguera se dobla y detiene el fluir del agua. Cuando nos damos cuenta, vamos y arreglamos el pliegue y el agua vuelve a fluir.

Si aplicamos esta metáfora a las relaciones de compromiso en la Iglesia, entonces los pliegues o dobleces son los rencores, antipatías, aversiones, decepciones y disgustos en general por algo que nuestro hermano o hermana hizo o dijo. Esto es algo que suele suceder con frecuencia en nuestras iglesias y si no las arreglamos, poco a poco la vida del Señor se va perdiendo hasta que deja de llegarnos y ya no somos como antes. Ya no deseamos estar en la presencia del Señor o si lo deseamos, nos cuesta entrar.

¿Se puede no amar a los hermanos y tener el fluir de la vida del Señor? Definitivamente no. 1 Juan 4:20 lo expresa de esta manera: Si alguien dice: “Yo amo a Dios” y odia a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.

1 Juan 3.14: Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama a sus hermanos permanece en muerte.

En conclusión, Dios resumió en la persona de su hijo Jesús todo lo que pertenece a la vida cristiana. No son credos, doctrinas, prácticas, formas ni ritos. La salvación, regeneración, santificación, el reino, no existen como cosas separadas de Jesús.

Romanos 8:32: El que no eximió ni a su propio Hijo sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará gratuitamente también con él todas las cosas? 

Hay otros dobleces y arrugas en el conducto que nos trae la vida de Dios. Para la carne son muy difíciles de conciliar y hasta imposibles sin su ayuda. Pero Dios siempre nos manda a hacer lo imposible. Dios no nos manda a hacer algo porque nosotros podemos, sino porque él puede. Si lo pensamos mucho no haremos nada. La desobediencia es quizá el doblez más grande que elimina el fluir de la vida de Dios.

Notas:

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de Reina Valera Actualizada 2015.

Hugo M. Zelaya es fundador de las Iglesias de Pacto en Costa Rica. Él y su esposa Alice viven en La Garita, Alajuela, Costa Rica