La intolerancia de la verdad

Por el Dr. Michael Peters

Cómo abrazar la realidad y vivir en libertad.

EL MUNDO NO PUEDE tolerar la verdad y la verdad no puede tolerar al mundo. La creencia en la tolerancia ha formado nuestra cultura, pero lo único que la tolerancia no puede tolerar es la verdad. Durante años, enseñé “El pensamiento crítico y la cosmovisión bíblica” en una universidad y uno de los libros de texto que usamos era The Closing of the American Mind (El cierre de la mente norteamericana) de Allan Bloom.

La introducción de Bloom es acerca de cómo tener una mente «abierta» nos cierra a la “verdad”. En su libro él dice lo siguiente: Hay algo de lo que un profesor puede estar absolutamente seguro, que casi todos los estudiantes que ingresan a la universidad creen, o dicen creer, que la verdad es relativa.1 El profesor Bloom vio que el tener una mente abierta cierra a las personas a la verdad por temor a ser intolerantes. El mundo no puede tolerar la verdad y, al mismo tiempo, mantener su compromiso con ser abiertos.

Tener una mente abierta no es sólo un valor abrazado por los secularistas. Muchos cristianos también abrazan el valor de esta apertura. Es incontable el número de veces que un creyente se me ha acercado diciendo: «¿Está usted abierto a…?» Sólo para mencionar una extraña creencia a la que él esperaba que yo estuviera abierto. Antes de acercarse a mí creyendo que tengo una mente abierta, debe saber que no estoy abierto a tener una mente abierta. La apertura es un valor secular. Yo quiero la verdad.

Mi deseo de conocer la verdad se basa en la realidad de que la verdad es conocible. Las creencias no crean la realidad. Las creencias corresponden a la realidad si están basadas en la verdad. Ese es el poder de la verdad. Quienes conocen la verdad viven en la realidad. Si lo que usted cree no corresponde a la realidad, tiene que estar viviendo una contradicción. Sólo la verdad puede explicar cómo son realmente las cosas, y cuando uno descubre la verdad, eso le permite convivir con la realidad. La persona más segura del mundo es la que camina según la verdad.

Pero ¿qué es la verdad? Esa fue la pregunta que Pilato le hizo a Jesús en Juan 18:38. Esta es primero una pregunta sobre la naturaleza de la verdad antes de que se convierta en una pregunta sobre el contenido de la verdad. Una vez que entendamos la naturaleza de la verdad, veremos que sólo Jesús podía decir la verdad.

San Agustín explicó la verdad como lo que es.2 La verdad es la realidad eterna. No es la creación suya. Uno sólo puede dar testimonio de ella. Jesús dijo: “He venido al mundo para dar testimonio de la verdad” (Juan 18:37). La verdad existía antes de que Jesús viniera al mundo, y el vino a dar testimonio de ésta.

Sólo alguien que viniera de fuera de este mundo podría dar testimonio de la verdad en el mundo. El resto de nosotros que nacimos en el mundo somos como peces nacidos en el agua. Lo que un pez ve por encima de la línea del agua está distorsionado por el agua. No es culpa del pez. Es una condición cultural.

Una vez que usted se da cuenta de que la verdad es eterna, sabe que sólo Jesús puede dar testimonio de la verdad. Jesús es el único que pudo decir: «Hablo lo que he visto con mi Padre» (Juan 8:38). Es como un árbitro que pita como él ve el juego. Excepto que Jesús lo vio como realmente es. Es por eso que sus palabras son el árbitro final de lo que es verdad.

Jesús dio testimonio de la verdad. ¿Pero es conocible la verdad? La persona posmoderna no niega la existencia de la verdad. Lo que se cuestiona es si se puede conocer. El padre de la posmodernidad, Frederick Nietzsche, no negó que la verdad existiera. Negó la posibilidad de conocerla. Él dijo: «No tenemos ningún órgano con el cual conocer la verdad».

Esta bien pudiera ser la única cosa que Nietzsche dijo que está de acuerdo con Jesús, quien dijo: “A menos que nazca de nuevo, uno no puede ver el reino de Dios” (Juan 3: 3). A menos que nazca de nuevo, uno no tiene «ningún órgano con el cual conocer la verdad».

La cultura y la verdad

La filosofía ha buscado la verdad durante siglos, a través del razonamiento. Ya fuera en la caverna de Platón o en las formas de Aristóteles o, incluso la creencia de Descartes de ser una cosa pensante que piensa en Dios. La filosofía razona a Dios desde lo material hasta lo trascendental. Nietzsche, sin embargo, rechazó que pudiéramos conocer la verdad e introdujo un mundo más allá del bien y el mal el cual se basa en lo que es útil o conveniente.

Nietzsche escribió: «No poseemos ningún órgano para descubrir verdades, simplemente creemos o imaginamos encontrarlas en la medida en que la comunidad acepta ciertos referentes conceptuales puramente prácticos dentro del ámbito humano y por lo tanto son ilusorios.»3

Nietzsche imaginó un mundo basado en lo que era útil o conveniente, no verdadero. Esta es la base de la cultura emergente en la que vivimos. Si lee la decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos auspiciada por el juez Blackmun que legaliza el aborto o la decisión del juez Kennedy que legaliza el matrimonio gay, descubrirá que el razonamiento de ambos se basa en lo que es «conveniente, no en lo que sea verdad».

Blackmun, siendo un discípulo involuntario de Nietzsche, escribió: «No necesitamos resolver la difícil cuestión de cuándo comienza la vida». La verdad de la vida, sobre la cual se debería haber tomado la decisión, fue descartada por irrelevante. Lo que le importaba al juez Blackmun era lo que era «útil o conveniente». El juez Kennedy hizo lo mismo con el matrimonio gay.

Hicieron esto porque no creían que la verdad fuera conocible. Sea la Corte Suprema o las juntas escolares, se nos dice una y otra vez que nadie puede conocer la verdad. Este «absoluto del relativismo» (note la contradicción) se extiende incluso a las instituciones de enseñanza religiosas. Uno de mis profesores en el departamento de teología histórica de la Universidad de Saint Louis dijo: «Huyo de cualquiera que diga conocer la verdad».

Debo confesar que conozco la verdad. Por favor no huya. También usted puede conocer la verdad. La verdad es conocible. Jesús dijo: «Si alguien está dispuesto a hacer Su voluntad (la de Aquel que me envió), conocerá si mi doctrina proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta» (Juan 7:17).

Quien esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios, conocerá la verdad. El verdadero problema no es si uno puede encontrar la verdad, sino si después de encontrarla, está dispuesto a hacerla.

La verdad reclama a la persona

Aquellos que creen en el relativismo hablan de la verdad como si fuera algo de ellos. Hablan de mi verdad y de su verdad como si dependiera de uno reclamar una verdad. Pero nadie reclama la verdad. La verdad lo reclama a uno. La verdad de que Dios es nuestro Creador reclama nuestra obediencia. Si Dios me creó, él tiene el derecho de mandarme. Del mismo modo, la verdad de la Cruz hace un reclamo a mi fe.

Hace unos años, enseñé una clase en la iglesia sobre el tema de la Vida Triunfante. Trataba de una mirada profunda a la cruz de Jesús. Fred, uno de mis amigos más cercanos en la iglesia, me pidió permiso para que su padre tomara la clase. Su padre estaba muriendo de cáncer y no era creyente. Aunque la clase estaba dirigida a creyentes, el padre de Fred se unió a nosotros. Al final de la clase, pedí a todos que escribieran una de las verdades que habían aprendido y que había cambiado sus vidas. El padre de Fred respondió: «Ahora sé que debo enfrentar los reclamos de la Cruz».

Se salvó semanas antes de pasar a la eternidad. Fred organizó una fiesta de salvación como lo hizo Mateo cuando eligió seguir a Cristo. Amigos y familiares se reunieron para celebrar la salvación del padre de Fred que enfrentara los reclamos de la Cruz.

Pero en verdad, no fueron los reclamos de la Cruz los que salvaron al padre de Fred. Los reclamaos de la Cruz orientaron su atención al Salvador que murió en la Cruz. La verdad es más que palabras. La verdad es una persona. Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14: 6).

En Cristo es donde se encuentran los reclamos de la verdad. ¿Qué va a hacer usted con los reclamos que la verdad impone sobre usted? El relativismo busca aislar al individuo que cree esos reclamos. Los reclamos de la verdad no se pueden alejar de aquellos que creen. La verdad es universal. Se aplica a todos, incluyéndolo a Ud. Reciba a Cristo y sígalo, y conocerá la verdad y la verdad lo hará libre (Juan 8: 31-32). Rechace a Cristo, y él no lo juzgará, pero sus palabras si lo juzgarán en el día final (vea Juan 12: 47-48). De cualquier manera, la verdad de Cristo lo reclama.

Que yo sepa, esto no me hace intolerante con el mundo. Me hace compasivo, porque Dios en su compasión ha dado al mundo tiempo para ponerse de acuerdo con Cristo. Pedro escribió: «El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; más bien, es paciente para con ustedes porque no quiere que nadie se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pedro 3: 9). Pablo escribió: » Dios nuestro Salvador, quiere que todos los hombres sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Timoteo 2: 4). María dijo: «y su misericordia es de generación en generación, para con los que le temen» (Lucas 1:50).

¡Usted puede confiar en las palabras de Pedro, Pablo y María! San Pedro, el apóstol Pablo y la Virgen María conocían la verdad y amaban a todos.

Notas

1 Allan Bloom, Closing of the American Mind (El cierre de la mente norteamericana), 25-26

2 Soliloquios de San Agustín

3 Frederick Nietzsche, Beyond Good and Evil (Más allá del bien y del mal), 211

  1. MICHAEL PETERS es pastor principal de la Iglesia de Cristo Rey en St. Louis, MO. Para más información: thecellchurch.com

Tomado con permiso de One-to-One Magazine edición de Verano de 2018

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de Reina Valera Actualizada 2015.