Autor Derek Prince
Lo que Dios ve vs. lo que el hombre ve
Quinta parte en la serie: “Patrón para el Cuerpo”
La naturaleza humana tiene la extraordinaria peculiaridad de tomar un sencillo mandamiento o principio de Dios y cumplirlo exactamente al revés, ¡en nombre de la religión! Un ejemplo excelente es la asombrosa diferencia entre el patrón bíblico para la iglesia local y el patrón que el hombre ha desarrollado. Nuestro estudio lo demostrará.
La iglesia local es aquella parte de la iglesia universal residente en cualquier localidad dada. La membresía no se consigue firmando un contrato, empeñando su palabra de hacer o dar algo, ni suscribiéndose a ningún cuadro de doctrinas. Usted llega a ser un miembro de la iglesia local, primeramente, si está debidamente relacionado con el Señor Jesús -esto lo hace un miembro de la iglesia universal. Ya que la iglesia local es parte de la iglesia universal, es razonable que primero pertenezca a la iglesia universal.
El segundo requisito para pertenecer a la iglesia local, es sencillamente que sea residente en una localidad determinada. En otras palabras, todo miembro de la iglesia universal en una área delimitada es, por virtud de su residencia en esa área, también un miembro de la iglesia local en esa área. Dios no nos ha dado libertad para que tomemos decisiones en este respecto. La única decisión que tenemos que hacer es cómo nos vamos a relacionar con Cristo.
La iglesia en una área local crece a partir de una célula básica. Jesús define a este grupo en Mateo 18:20: «Donde dos o tres han sido guiados (por el Espíritu Santo) a reunirse en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.» Este es el significado literal de este pasaje. El nombre de Jesucristo es el centro de la comunión para aquellos que son guiados por el Espíritu. No hay límite para el poder y la autoridad divinos cuando esta pequeña célula está realmente en armonía.
En la segunda etapa del crecimiento, la célula, que es un grupo de discípulos, se convierte en una iglesia cuando su gobierno es constituído (Hechos 14:21-23). La constitución de ancianos, o pastores, capacitan a un grupo de discípulos para que sean reconocidos como una iglesia:
Filipenses 1:1 nos da un cuadro de una iglesia que ha completado la tercera etapa de su desarrollo; hay ancianos, diáconos y creyentes. El gobierno ha sido completado con la suma de los diáconos.
Hay todavía otra etapa de desarrollo; el ministerio completo. 1Corintios 12:28 nos da muestra de una iglesia local donde todos los ministerios espirituales están funcionando: «Y en la iglesia Dios ha designado a algunos, en primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como maestros (note la preeminencia de los ministerios de la palabra sobre los otros ministerios) esto se debe a la autoridad final que está en la palabra; luego milagros; después dones de sanidades, ayudas, administraciones (yo prefiero «guías»), diversas clases de lenguas.» No intentaremos analizar la naturaleza de estos ministerios que nos dan una figura de una iglesia completa con la función de sus ministerios.

LA DIRECCION DE LA IGLESIA

La dirección de la iglesia funciona en dos áreas: la espiritual y la material. Los líderes espirituales, llamados comúnmente «ancianos», tienen una doble función: gobernar y enseñar. Este cargo ha causado mucha confusión porque en el original griego se designa con tres nombres diferentes que en español se traducen anciano, obispo o supervisor y pastor. Algunos se preguntarán la razón por la que hay tres nombres para un solo cargo. La respuesta es muy sencilla; la tarea es la de un supervisor, los requisitos son los de un anciano y el ministerio es el de un pastor. Es, sin embargo, un solo cargo y no dos o tres como ha sido representado a menudo por la iglesia.
En la esfera material, la labor de los diáconos es sencilla: cuidar de las necesidades materiales de la congregación. Vea Hechos 6:2-4
Los requisitos para ancianos se encuentran principalmente en 1 Timoteo 3:1-7 yen Tito 2:5-9; para los diáconos en Hechos 6:3 y 1Timoteo 3:8-13.

LA IGLESIA LOCAL ES LA CORTE SUPREMA

A menudo se supone que la autoridad final en asuntos de la iglesia, está investida en algún grupo especial que funciona afuera o por encima de la iglesia local. Esto es incorrecto. La autoridad final está investida en la misma iglesia local que funciona bajo la dirección de los líderes que Dios le haya dado. El Nuevo Testamento establece claramente que la iglesia local es la corte suprema de apelación en toda cuestión de doctrina, ética y moralidad. Esto hace que el entendimiento de la operación correcta de la iglesia local sea de suma importancia, ya que solamente de esta manera el pueblo de Dios puede ejercer plenamente la autoridad bíblica aquí en la tierra.

I. QUERELLAS ENTRE CREYENTES

Jesús indica en Mateo 18: 15-17 que la iglesia local es la corte final de apelaciones en todas las disputas entre creyentes.
(15) «Y si tu hermano peca (contra ti), ve y repréndele a solas (entre tú y él solos); si te escucha, has ganado a tu hermano.
(16) «Pero si no te escucha, lleva a uno o a dos más contigo, para que toda palabra pueda ser confirmada por boca de dos o tres testigos.
(17) «Y si rehusa escucharlos, dilo a la iglesia; y si rehusa escuchar aún a la iglesia, considéralo como al gentil y al publicano.»
Jesús dice primeramente: «Si tienes disputa con otro creyente, ve a él solo.» Son pocos los cristianos que siguen este procedimiento. Si tienen desacuerdos con otro creyente, generalmente se van a todos los otros individuos en la congregación buscando quienes tomen su lado y nunca se confrontan con la persona involucrada. Esta es una fuente de gran dolor y de división en el cuerpo de Cristo y está en contra del claro mandamiento bíblico. Si usted tiene disputa con su hermano, vaya a él solo y primero.
Si usted va y él rehusa oírlo, entonces tiene el derecho y la obligación bíblicos de llevar a dos más para que sean testigos y mediadores en la discusión.
Si todavía persiste en no oírlos, la única ruta que queda es llevar el asunto delante de la iglesia local. Esta es la Corte Suprema y su decisión es terminante. Si rehusa acatar la decisión de la iglesia local, será tratado como un incrédulo y estará fuera de la comunión de los creyentes hasta que se arrepienta, regrese y se someta.
De acuerdo con la enseñanza de Jesús en Mateo 18. Pablo dice en 1Corintios 6:1: «¿Se atreve alguno de vosotros, cuando tiene algo contra su prójimo, a ir a juicio ante los incrédulos y no ante los santos?» Si dos creyentes tienen una disputa, está mal apelar a una corte secular de justicia.
El asunto debe ser decidido delante de la iglesia. Algunos dicen que es malo que un creyente acuda a la ley. Pablo no dice eso. Lo que dice que está mal es que un creyente lleve ante la ley a otro creyente; no dice nada de llevar a un incrédulo ante la ley. Todas las disputas entre creyentes deben ser resueltas por la iglesia. –
Me asusta pensar que Dios haya depositado tanta autoridad en la iglesia local y que a la vez, la mayoría de las congregaciones locales no estén en condiciones para ejercer esta autoridad.

II – PARA ASUNTOS DE DOCTRINA

La segunda área en la cual la iglesia local tiene autoridad terminante es en asuntos de doctrina. Encontramos un caso ilustrativo en el capítulo 15 de los Hechos. Pablo y Bernabé han visto a un gran número de gentiles venir a Cristo y los han bautizado. Estos conversos no son judíos y no se les pide que guarden la ley de Moisés o que reciban el rito de la circuncisión que era el «rito de iniciación» en la fe judaica.
Cuando los cristianos judíos en Jerusalén se dan cuenta de esto, muchos de ellos dijeron: «Esto está mal. Si esta gente quiere tener comunión con nosotros tendrá que circuncidarse y guardar la ley de Moisés.» Esto causó una gran disensión entre ellos. El futuro del cristianismo gentil estaba en disputa.
Para resolver el asunto, Pablo y Bernabé van a Jerusalén y se reunen con los líderes de la iglesia. Cuando este grupo llega a un acuerdo, hace su recomendación delante de toda la iglesia y ésta la ratifica finalmente.
¡Imagínese esta escena! Se calcula que había por lo menos 20.000 creyentes judíos en Jerusalén para este entonces; es posible que el número fuera el doble. Esta no era una pequeña reunión de comité; ¡era una gran asamblea! No puedo evitar maravillarme de la gracia de Dios que varios miles de creyentes judíos llegaran a una decisión tan vital como esta y lo hicieran en unanimidad. «Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia (los líderes no actuaron independientemente, toda la iglesia los respaldaba), escoger de entre ellos hombres para enviarlos a Antioquía». (Hechos 15:22).
Estos hombres habrían de llevar la decisión de la iglesia de Jerusalén en una carta. Veamos lo que decía esta carta desde el verso 25:
(25) «Nos pareció bien, habiendo llegado a un común acuerdo (por favor tome nota de esto), escoger hombres para enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo.
(26) «Hombres que han arriesgado su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo .»
(27) «Por lo tanto, hemos enviado a Judas y a Silas, quienes también os informarán las mismas cosas verbalmente.»
(28) «Porque pareció bien al Espíritu Santo ya nosotros no imponeros mayor carga que estas cosas esenciales …
¿Quién hizo la decisión final? El Espíritu Santo, pero se la reveló a toda la iglesia local reunida en una asamblea oficial. Pablo dice: «Nosotros tenemos la mente de Cristo. «En asuntos como este, ningún creyente por su propia cuenta puede decir «Yo tengo la mente de Cristo». Es el cuerpo colectivo que tiene la mente de Cristo a través del Espíritu Santo.
Como resultado de este concilio, a los cristianos gentiles se les pidió que guardaran solamente cuatro puntos en la ley de Moisés. Verso 29: «Que os abstengáis de cosas sacrificadas a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de fornicación.» Este es un evento muy importante en la historia de la iglesia que ha dado como resultado que ni a usted ni a mí se nos requiera guardar la ley de Moisés.

III. CONDUCTA MORAL

La tercer área de la jurisdicción de la iglesia local está en la conducta moral. Nuestro ejemplo es un caso que ocurrió en la iglesia de Corinto. Pablo escribe en 1 Corintios 1:2: » … a la iglesia de Dios que está en Corinto … » Note que Pablo está escribiendo a la totalidad de la iglesia en Corinto – a toda la asamblea.
En el capítulo 5 encontramos que uno de los problemas de la iglesia era extrema inmoralidad: incesto. Alguien estaba viviendo con la mujer de su padre. Leamos:
(1) «De hecho, se informa que entre vosotros hay inmoralidad, y una inmoralidad tal como no existe ni siquiera entre los gentiles: que uno tiene la mujer de su padre.
(2) «Yos habéis vuelto arrogantes (con todos sus dones espirituales), en lugar de haberos entristecido para que el que de entre vosotros ha cometido semejante acción pueda ser expulsado de en medio de vosotros, (no hay lugar en la comunión del pueblo de Dios para tal persona).
(3) «Porque yo, por mi parte -aunque ausente en el cuerpo pero presente en el espíritu- como si estuviera presente, ya he juzgado al que cometió tal acción.
(4) «He decidido en el nombre de nuestro Señor Jesús, cuando vosotros estéis reunidos (toda la iglesia), -y yo con vosotros en espíritu- y con el poder de nuestro Señor Jesús,
(5) «entregar al tal a Satanás para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu pueda ser salvo en el día del Señor Jesús …
Era la responsabilidad de la asamblea entera decidir el curso de acción que se tomaría; no de un comité o grupo de ancianos. El nuevo Testamento requiere que no se disimule la inmoralidad en la iglesia, sino que se denuncie abiertamente y se confronte debidamente. La Escritura es franca en asuntos como estos; llama al pan pan y al vino vino.
El culpable debía ser entregado a Satanás para la destrucción de su carne -no su espíritu. Este era un acto de la gracia de Dios, traerlo a juicio en ese momento para evitarle así el juicio eterno.
En los últimos dos versos de este capítulo, Pablo dice que no es nuestro lugar juzgar a los incrédulos; Dios lo hará, pero que sí es nuestra responsabilidad, colectivamente, pasar juicio sobre la conducta de otros creyentes. Muchos cristianos conocen sola­ mente la escritura que dice: «No juzguéis para que no seáis juzgados.» Cuando hay muchas más que hablan de la responsabilidad de la iglesia local, como un todo, de mantener la pureza moral y ética de sus miembros.

EL VALLE DE LA DECISION

Hay dos alternativas para el desarrollo de la iglesia local y debo agregar que ambas se excluyen mutuamente: está el patrón existente y generalmente aceptado de muchas iglesias locales en una área determinada, cada una con un líder o pastor. Por otra parte, está el patrón de Dios con una iglesia local y muchos líderes. El hombre ha tomado el orden de Dios y lo ha invertido simplemente. El patrón del Nuevo Testamento es la unidad de la iglesia dentro de una área determinada y pluralidad de liderazgo. El hombre ha levantado una pluralidad de iglesias dentro de una are, cada una bajo un solo líder. ¡Totalmente opuesto al patrón de Dios!
El profeta Joel nos da la secuencia de eventos que llevarán a su conclusión esta presente era. Las tres fases son: Desolación (Capítulo 1); Restauración (Capítulo 2); Juicio (Capítulo 3). La escena del juicio está descrita en Joel 3:4: «Muchos pueblos (muchedumbres, muchedumbres) en el valle de la decision…» Todos los que entran en el «valle de la decisión» están obligados a hacer una decisión: decir «Sí» o «No» a Dios. No hay una tercera alternativa ni modo de salir del valle hasta que hayan hecho su decisión.
Dios está llevando ahora a toda la iglesia de Cristo que se declara así, al valle de la decisión. La iglesia deberá decidir: continuar en su propio camino, haciendo sus propias reglas y siguiendo sus propios planes, o arrepentirse y someterse al patrón de Dios que está claramente revelado en la Escritura. No podemos ir en ambas direcciones. Se acabaron los tiempos para ejercicios espirituales. Es hora de bajar a la realidad y de tomar acción.

LA PERSPECTIVA DE DIOS
VS.
LA PERSPECTIVA DEL HOMBRE

Me gustaría ilustrar la manera en que estas dos perspectivas se ven en la práctica. Primero, queremos ver a la iglesia en su actual situación local. La ilustración de abajo nos muestra a la iglesia en una área local-el tamaño no es importante para el presente estudio- es solo una sección representativa. Las letras representan a personas de diferentes afiliaciones deno­minacionales esparcidas al azar a través de una área local. La denominación es el factor del vincula, de modo que debemos de reunirlos en una relación de «iglesia» con base en la denominación.

1-18 w
Las letras representan afiliaciones a algunas de las denominaciones. B-Bautista, C- Católica, E- Episcopal, P- Presbiteriana, Pt- Pentecostal. Por supuesto que estas son solamente unas pocas de las muchas diversas denominaciones que se encuentran generalmente en una área.
Dos letras lado a lado representan a marido y a esposa. Por ejemplo BC representa a un bautista casado con una católica; PtP representa a un pentecostal casado con una presbiteriana
Para señalar «la Iglesia Bautista» en el área, debemos trazar una línea que incluya a todas las Bes y excluya todas las otras letras. En el caso de Be, la esposa quedaría «afuera». El diagrama N°. 2 muestra «la Iglesia Bautista» en el área.

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Para señalar «la Iglesia Católica, debemos trazar una línea de igual manera que incluya todas las Ces, pero que excluya todas las demás otras. El diagrama N°. 3 muestra «la Iglesia Bautista» y «la Iglesia Católica» en el área.

3-iglesia local

Para señalar «la Iglesia Episcopal», «la Presbiteriana» y «la Pentecostal», debemos trazar líneas alrededor de las Es, las Pes y las Ptes. El diagrama N°. 4 muestra la perspectiva del hombre de la «iglesia» total en el área. Dicho en lenguaje sencillo es un «lío».

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EL PATRON DE DIOS

¿Cuál es la otra alternativa que queda? Me gustaría sugerir lo que a mí me parece que es una alternativa razonable. Permítame enfatizar que este es un patrón elemental e idealista. No estoy sugiriendo que llegue a operar de esta manera en particular -no me preocupan tanto los detalles; estoy buscando principios y patrones que puedan adaptarse a las diferentes situaciones según la necesidad.
Me imagino a una ciudad dividida en cuatro áreas principales y cada una de estas en cuatro subdivisiones marcadas por las líneas de puntos.

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El Espíritu de Dios se mueve en la ciudad y muchos nacen de nuevo en todas las áreas de la ciudad. Estos son representados por círculos – cada círculo es un creyente. Los grupos hogareños comienzan a desarrollarse y en cada subdivisión tenemos a uno o a dos hogares en donde se reúnen estos grupos o células (Mateo 18:20). Estos son grupos de «discípulos»; no hay líderes todavía. Son grupos de oración y de estudio de creyentes comprometidos unos a los otros en toda la ciudad.

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De estos grupos el Espíritu Santo levantará líderes. Siempre sucede en todos los grupos. Hay algunos que madurarán más rápidamente que otros y al aceptar mayores responsa­bilidades, emergerán como líderes. Ellos no se nombran a sí mismos; se reconocen cuando el Espíritu Santo los coloca en lugares de liderazgo.
La esposa del hermano Roberto se enferma en medio de la noche y él casi automáticamente llama al hermano Guillermo para que venga a orar por ella, indicando que el grupo está empezando a considerar a Guillermo corno a un anciano. Guillermo muestra otras cualidades de dirigente y llega a ser reconocido como uno de los líderes del grupo. De esta manera emergen líderes en cada grupo, a quienes indicaremos con un punto. Note que surgen del grupo mismo; salen de los rangos de los discípulos. En cada subdivisión tenemos ahora a dos líderes.

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Ahora tenemos a numerosos grupos en cada área de la ciudad que se reúnen, digamos, martes por la noche. Me gustaría sugerir que se tengan todas las reuniones de oración en una ciudad durante la misma noche. Esto evitará que muchos anden de grupo en grupo y demandará que la gente haga su compromiso y llegue a formar parte de un grupo de comunión donde ellos sientan que el Señor los ha ubicado.
La clave para que todo esto calce y opere, viene en este punto. ¿Se unirán los diferentes líderes y tendrán comunión entre sí? Esta es la pregunta crítica. Si los líderes locales se reúnen para tener comunión con regularidad, entonces no habrá barrera para la comunión entre los creyentes en toda el área.
Supongamos que los líderes de cada área de la ciudad se reúnan una vez a la semana para tener comunión y vengan sin reservas, abiertos y sinceros. Comparten sus problemas personales y los de sus rebaños. Oran por las necesidades de cada uno. Intercambian las revelaciones y verifican con sus hermanos lo que cada uno está haciendo en sus diferentes grupos. Talvez no necesite decir que esto es sumamente idealista; es solamente una idea de la manera en que realmente podría hacerse. Todos los lunes por la noche los líderes se reúnen y sus necesidades son satisfechas; entonces, los martes por la noche, pueden a su vez llenar las necesidades de sus propios rebaños.

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Ahora estarnos al punto de dar un paso más. En el centro de la ciudad dibujamos un cuadro más grande. Digamos que en el primer lunes de cada mes todos los líderes de la ciudad se reúnen. Comparten lo que Dios está haciendo; están en comunión; reconocen la autoridad de cada uno. Ahora no hay ninguna barrera para que la ciudad entera tenga comunión porque todos los líderes están en comunión.

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Lógicamente, no hay límite al número de patrones similares que se puedan agregar a todos lados de éste, o, al número de grupos hogareños que pudieran existir en cualquier subdivisión. Sólo las consideraciones prácticas de transporte y acomodo limitan el tamaño del área total que puede cubrirse.

LA UNIDAD DEPENDE DE LOS LIDERES

Cuando todos los líderes en una ciudad perseveren en comunión, podrán hablar con una misma voz. Estarán abiertos para la dirección del Espíritu Santo para toda la ciudad. Juntos podrán invitar a ministerios móviles… tales como a un evangelista, o a un maestro, si sintiesen la necesidad en su área. También y no menos importante, podrían colectivamente rehusar cualquier ministerio. Los líderes locales son la puerta del redil. Uno de afuera tiene que entrar a través de ellos.
Cuando un grupo de líderes habla en conjunto, entonces hay verdadera autoridad. Pero cuando cada uno es un papa en su propio grupo no hay autoridad colectiva. Entretanto que los líderes continúen aislados, los lobos continuarán rondando libre­ mente y devorando el rebaño. Un líder que esté solo, sin comunión ni cobertura, será, casi inevitablemente, abatido por los disparos certeros del enemigo.
He aquí el punto fundamental en torno del cual giran los tratos de Dios en esta hora. ¿Se unirá el liderazgo de la iglesia? Un día que estaba meditando sobre esto, el Señor me preguntó: «¿Con quién tuve más problemas, con la ciudad de Nínive o con el profeta Jonás?» «Señor,» le respondí, «cuando pusiste a Jonás en su lugar, no tuviste ningún problema con Ninive.» Sucede exactamente igual hoy. Una vez que el liderazgo esté en orden, Dios no tendrá grandes problemas con el resto del cuerpo de Cristo.
La iglesia necesita una revolución divina y ya viene de camino. Si existen aquellos en mi generación que no estén dispuestos a responder al estímulo de Dios y prefieren perecer en el Valle de la Decisión, entonces hay una nueva generación que está dis­puesta a oír y obedecer. El lema de la nueva generación es: «Dígalo tal y cual es». Esta es la actitud de la apertura y la disposición que Dios requiere hoy.

En el próximo número, en su artículo final de esta serie, Derek Prince desarrollará el tema del Ciclo Reproductivo de la Iglesia.

Derek Prince, de origen inglés, fue convertido de la filosofía al Cristianismo mientras servía como soldado en la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces dedicó su vida al estudio y exposición de la Biblia.