Autor Charles V. Simpson

¡Feliz Año Nuevo de todos nosotros! Deseamos que usted su familia y la iglesia donde se congrega hayan tenido una maravillosa Navidad. Al entrar al 2017, quiero dar una palabra de revelación que espero sea un estímulo para usted en estos tiempos de incertidumbre. Comienza con una historia personal…

Era el año de 1963, y yo me encontraba sentado en mi coche en el carril izquierdo, esperando que la luz del semáforo con flecha verde se iluminara para señalar que era mi turno de doblar la esquina. Los que estaban en el carril a mi derecha se estaban moviendo, después los que estaban en el carril que cruzaba mi autopista se movieron. Pensé que yo sería el siguiente. ¡Pero, mi luz verde no se encendió! Con poca paciencia esperé el proceso de nuevo. Las luces de los otros carriles se volvieron a encender para dar paso a los autos en ese carril y de nuevo yo estaba listo para dar la vuelta. Pero, ¡otra vez me pasó por alto y no se encendió! Impaciente, comencé a mirar a mi alrededor para ver si había un policía cerca para dar vuelta sin que se encendiera mi luz. ¡Contra la fuerte tentación de doblar en rojo, esperé y la luz verde de mi carril por fin se iluminó!

Cuando doblé y me puse en marcha, oí: “¡Levántate, resplandece! ¡Tu luz ha llegado! Al principio, me reí, pero casi inmediatamente me pregunté, «¿Estará diciéndome algo el Señor?» Isaías capítulo 60 estaba adquiriendo un nuevo significado. El Señor habla en momentos y maneras extrañas. No mucho después de eso, mi vida tomó un curso dramáticamente diferente. En lo natural y en lo espiritual es mejor esperar y no seguir adelante sin que la luz se encienda.

Hablemos sobre la luz

«¡Tu luz ha llegado! ¡Ya la gloria del Señor brilla sobre ti!» La luz sigue siendo un misterio para mí, aunque puedo decir algunas cosas al respecto. Las palabras “luz», «visión», «revelación» o «revelado» se mencionan miles de veces en la Biblia. No hay visión sin luz. Ambas, la luz y la gloria son luz; siendo la gloria mucho más intensa. Las dos, la natural y la espiritual pertenecen a Dios; y las dos vienen de él. La Biblia dice en Isaías 50.11: «¡Ay de los que andan a la luz de su propia chispa!» (Parafraseado)

El primer mandamiento de Dios fue: « ¡Que haya luz!». La luz fue la prioridad de Dios y precedió al resto de su creación y ordenamiento. La luz está hecha de energía y energiza; es viva y aviva. La velocidad de la luz se mide en años luz. Un año luz equivale a 9.6 billones de kilómetros. La luz va a la luna y regresa en 2,5 segundos. Es silenciosa pero poderosa y penetra la oscuridad, incluso penetra nuestra carne hasta los huesos. Expone lo que está en la oscuridad, corta y cura, guía, lleva información, da vida y despierta la vida.

Sin luz sólo hay oscuridad. Ande sin ella por tiempo suficiente y la ceguera o la depresión vendrán sobre usted. Cuando yo tenía cinco años, mis padres me llevaron a las Cavernas de Carlsbad en Nuevo México. Las cavernas estaban iluminadas, pero en un momento dado, el guía nos ordenó que nos mantuviéramos sin movernos en el estrecho sendero, porque apagaría las luces. La obscuridad era tan densa que casi se podía tocar. El menor brillo de una esfera de reloj de pulsera podía verse a la distancia. ¡Esa vez nos dijeron que la vida prolongada en tal oscuridad causaría ceguera! Pero que la luz nos da imágenes de galaxias distantes.

El Telescopio Hubble lanzado al espacio hace varios años nos ha mandado impresionantes imágenes de galaxias, cada una en variados colores. Los colores dicen mucho. Un color indica alejamiento. Otro color indica acercamiento. ¡Es asombroso! Por cierto, hay rayos de luz que no son visibles a nuestros ojos, como la radiografía. Si nuestros ojos fueran expuestos a la totalidad de la luz, nos dejaría ciegos. Pero lo más importante es saber que la fuente de la luz es Dios.

JESÚS ES LUZ

Es una declaración misteriosa decir, como Juan capítulo uno y otros pasajes, que Jesús es luz. Él hace todo lo que la luz hace: da vida, despierta, expone, corta, sana, guía y muchas acciones más. De hecho, Jesús creó la luz. Juan 1: 3 y Colosenses 1:16 dicen que él creó TODAS las cosas, incluyendo la luz, y esa luz nos lleva a Jesús si la seguimos.

Los sabios encontraron al niño Jesús siguiendo la luz de una estrella especial. La luz de la estrella los condujo a la fuente de su luz. Muchas otras personas debieron haber visto la estrella, pero estos hombres sabios la siguieron. Muchas personas reciben destellos de la luz, pero algunos la siguen hasta llegar a su origen.

Isaías 9: 2 y Mateo 4:16 dicen: «El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz”. Muchos la vieron, pero los que la siguieron fueron transformados en su luz. Él hizo la luz; él es luz, y él les dio luz. Los despertó, les dio vida y expuso su oscuridad. Guió a los que la siguieron y que pasaban por un tiempo muy oscuro. Él fue su estrella. Eran hombres comunes, con variedad en sus orígenes, pero tenían un amor poco común por la luz y la verdad. Con el tiempo, ellos mismos se convirtieron en luces que todavía brillan en todo el mundo, incluso hasta en este día.

El Salmo 36:9 dice, «Por tu luz podemos ver la luz.» Esa luz es la fuente de vida. Hay vida en la luz como en el principio. La luz y la vida hicieron de hombres comunes luces y testigos de la luz. Siguieron a Jesús cuando otros se alejaron. Cuando Jesús dio a sus discípulos la opción de irse como los otros, Pedro respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” (Juan 6:68). A veces no entendían, pero no dejaban de seguirlo. Se sentían energizados e iluminados alrededor de Jesús. ¡En su luz vieron la luz y la amaron!

Fue la luz que los atrajo a Jesús y unos a otros. La luz se convirtió en el ligamen que los mantuvo unidos. Así es con nosotros. Encontramos nuestra comunión duradera con aquellos que aman la luz y la verdad.

COMUNIÓN EN LA LUZ

Me sorprende la diversidad de los que siguen la luz, todas las razas y clases sociales. Muchos, que en su estado natural no se quieren entre sí, encuentran vida compartida y amor en la luz.

1 Juan 1:5-7 habla de este fenómeno: «Dios es luz, y en él no hay tiniebla alguna… Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado.” Hay limpieza en la comunión en la luz y la verdad. También hay plenitud de gozo en esa comunión (ver 1 Juan 1: 4).

Esa luz es la misma de la cual Dios dijo: “¡Que haya luz!”. Es la misma que encontró Moisés en la zarza ardiente e hizo su rostro radiar en el monte Sinaí. Es la misma luz que transfiguró a Jesús, que brilló en el rostro de Esteban mientras era apedreado hasta morir, y que cegó a Pablo en el camino a Damasco. Es la luz del Cielo donde el sol y la luna son innecesarios. Esa luz es el tesoro que llevamos en nuestros vasos de barro (ver 2 Corintios 4:5-6). Es tan apreciada que estamos dispuestos a dar incluso el vaso en favor del tesoro, como muchos lo han hecho. Lo que más sorprende es que cuando el vaso es perseguido o destruido, esa luz parece ser más brillante y sigue atrayendo a hombres y mujeres. La luz cortante también atrae, como Jesús dijo: “Y cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.” (Vea Juan 12:32). En la cruz es donde la luz de Dios fue más brillante.

LA LUZ ES CONTAGIOSA

Volvamos a Isaías 60: «¡Levántate, resplandece! ¡Tu luz ha llegado! ¡Ya la gloria del Señor brilla sobre ti!». Si continuamos leyendo, vemos que la oscuridad está cubriendo la tierra, pero la gloria de Dios se ve sobre su pueblo y las naciones vienen a la luz. Reyes vienen con abundancia de recursos. ¡Hijos e hijas vuelven a la luz y son un motivo de orgullo perdurable y de alegría sin fin! (vs.15)

Los años sesenta fueron, en muchos sentidos, un período oscuro de nuestra historia. La guerra de Vietnam, las manifestaciones en las calles, los asesinatos y la cultura parecían estar fuera de control. Me había unido a una organización política muy conservadora, pero no encontré ninguna esperanza allí. Mi candidato presidencial conservador fue derrotado. Yo estaba muy decepcionado, pero oí al Señor decir: «¡Levántate, resplandece! ¡Tu luz ha llegado!» Era de noche, pero la luz y solo la luz podía penetrar la oscuridad.

A los pocos meses de seguir la luz que vi en la Biblia y en los testimonios, recibí el bautismo en el Espíritu Santo. ¡Fue dramático! ¡Mi luz y la luz de muchos otros había llegado! ¡Alabado sea el Señor! Muchos de mis antiguos amigos huyeron, pero muchos otros de diferentes razas, clases y denominaciones vinieron. Los recursos llegaron, al igual que muchas oportunidades. La luz atraía a otros que habían caminado en la oscuridad.

Cuando la luz llega, quizá nosotros nos volvamos ruidosos, pero la luz brilla silenciosa y hace su trabajo. No somos la luz, como dice Juan el Bautista en Juan 1: 6-8, pero podemos llevar la luz que expone, penetra, energiza y revela. ¡La luz del favor de Dios es contagiosa! ¡No es un programa, es energía!

¿Sigue siendo contagiosa la luz? ¡Absolutamente! Recuerde que esto no es un método, habilidad o moda; Esta es la luz eterna, la misma luz que siempre ha brillado. Atraerá a naciones, recursos y atraerá a nuestros hijos de regreso a Jesús. ¡Sólo necesitamos entrar en la luz, orar en la luz, creer en la luz, seguir la luz, y verla funcionar! Todo lo que el Espíritu Santo de la verdad dice, hágalo.

Una pequeña vela que brilla en una noche oscura y clara se puede ver por más de 16 kilómetros. Una vela tiene mucho poder y energía. La oscuridad no puede apagarla. ¿Cuánto más no hará la Luz Eterna? Los siglos no la han debilitado. La persecución no la ha apagado. El enemigo la odia, pero aquí está, brillando, penetrando, energizando, guiando y atrayéndonos, y a naciones, recursos e hijos, a Jesús.

Espero más y más testimonios de quienes han visto «la luz.» Si usted tiene uno, por favor envíemelo, esto animará a otros. Mi testimonio podría ser que he seguido la luz, pero la verdad es que ésta me siguió y me encontró. ¡Alguien oró y Dios respondió! Silenciosa, invisible, pero poderosa, llegó la luz y oí: «Levántate, resplandece. Tu luz ha llegado».

LA LUZ ETERNA

¿Ha llegado su luz? ¿Llegó hace años y ahora se pregunta si podría volver? ¡Absolutamente! La luz nunca se ha ido. Nosotros podríamos haber dejado la luz y tropezado, pero mire, ¡la luz todavía está aquí!

Si hemos visto la luz o si estamos viendo más luz, revelación y percepción, sabemos que hay más. Si amamos la luz y el camino que ella revela, debemos continuar buscando la fuente. «La senda de los justos es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que es pleno día.» (Proverbios 4:18 – RVA 2015). El pleno día es cuando el sendero finalmente nos lleva a Jesús, el Autor de la luz eterna y la vida.

Lo animo a buscar y seguir buscando; la encontraremos. Pida y siga pidiendo; la recibiremos. La oscuridad no puede extinguirla. ¡Cuanto más oscuro se pongan los tiempos, más brillante es su resplandor! Gracias por ayudarnos a llevar la luz en el 2017. Por favor continúe recordándonos en sus oraciones y en sus donaciones. Las oportunidades siguen viniendo, al igual que la oposición. Confiamos en Dios por la sabiduría, los recursos y la fuerza para satisfacer las necesidades que él nos pone por delante. Muchas vidas están en la balanza. La luz es un asunto de vida o muerte. Apreciamos profundamente su amistad durante estos momentos trascendentales.

Notas:

Tomado de la Carta Pastoral de Enero de 2017

CHARLES SIMPSON es el escritor de la Carta Pastoral. También ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones.

Referencias bíblicas: Isaías 50.5-11; Colosenses 1:16; Juan 1: 3; Isaías 9: 2; Mateo 4:16; Salmos 36: 9; Juan 6:68; 1 Juan 1: 5-7; 1 Juan 1: 4; 2 Corintios 4: 5-6; Juan 12:32; Isaías 60; Proverbios 4:18

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de la Reina Valera Contemporánea.

Si está interesado en la educación, le recomiendo, Humanizing the Education Machine (Humanizando la Máquina Educativa) por nuestro buen amigo Rex Miller. Su libro vierte luz sobre este asunto crítico.