Por Charles Simpson

Querido amigo en Cristo,

            Debemos enfrentar adecuadamente el pasado para tener un futuro mejor. Muchas personas intentan arrastrar las cargas del pasado a su futuro lo cual es contrario a los principios de la palabra de Dios.

            Hace poco trasladamos nuestra oficina a un espacio más reducido y eso nos dejó con muchas cajas de almacenamiento que contienen libros, grabaciones originales de audio y archivos de publicación que cubren más de 50 años. Además de la oficina, tenemos otras unidades de almacenamiento de cosas personales de nuestra familia. Algunos de nuestros familiares han fallecido y nos han dejado muchas de sus posesiones personales. Algunos eran coleccionistas de rocas, campanas, libros, antigüedades y varias pinturas. Además, hay piezas de muebles antiguos y otros artículos. ¡Algunas de estas cosas se remontan cinco generaciones! Tengo un hermoso armonio antiguo construido en la década de 1920.

 Algunas de estas cosas tienen valor monetario, pero la mayoría no. ¡Resolver lo que es valioso representa un gran desafío! Entonces, ¿qué hacer? El costo de llevar el pasado al futuro es demasiado. Y ese hecho nos lleva a un principio espiritual: tarde o temprano, debemos tratar con el pasado o su peso nos agobiará en el futuro.

El pasado de Pedro

El apóstol Pedro había sido un pescador comercial y, según admitió, un hombre pecador. Era un hombre indisciplinado para hablar, pero franco, armado de espada y un líder a su manera. Luego se convirtió en seguidor y discípulo de Jesús. Pero los errores de Pedro no se quedaron atrás. Él malentendió lo que era el reino de Dios y discutió con Jesús acerca de su lealtad. Luego, trágicamente, tres veces Pedro negó haber conocido a Jesús; ¡La última vez con un juramento! En ese momento crucial, Jesús lo miró y Pedro lloró amargamente.

            Por supuesto, Pedro no estaba solo en su fracaso. Todos los discípulos excepto Juan se fueron huyendo. Jesús fue crucificado, y después de tres días resucitó. Se había aparecido a las mujeres, a algunos de los discípulos más de una vez, y lo que pasó pasó, ¿verdad? No exactamente. Pedro y otros volvieron a Galilea y volvieron a pescar, ¡incluso después de la resurrección! ¿Por qué? Creo que fue porque no habían tratado con el pasado.

            Quizás Pedro y los demás pensaron que podrían regresar a algo que sí entendían. Pero después de pescar toda la noche, no pescaron nada. Cuando repuntaba el amanecer de un nuevo día, un hombre en la playa preparaba el desayuno y preguntó a los pescadores: —Hijitos, ¿no tienen nada de comer?Ellos contestaron: —No.Sin reconocer que era Jesús.

            Él les dijo: —Echen la red al lado derecho de la barca, y hallarán.Quizás ellos lo hicieron con renuencia, pero atraparon una gran cantidad de peces grandes. Sí, esto había sucedido en el pasado (ver Lucas 5). Entonces reconocieron que era Jesús.

            A veces es necesario ver a Jesús en nuestro pasado para poder ir adelante en nuestro futuro. Los discípulos desembarcaron rápidamente para comer de nuevo con Jesús. Creo que fue un desayuno tranquilo mientras reflexionaban sobre su jornada desde su llamado a seguir a Jesús, hasta los milagros y errores durante los 3 ½ años, y finalmente el trauma de la cruz y el asombro de la resurrección. Entonces Jesús rompió su silencio haciendo una pregunta simple pero penetrante.

 La pregunta

Jesús se estaba dirigiendo a Pedro, pero pudo haberse dirigido a todos ellos.

—Simón hijo de Jonás, ¿me amas tú más que estos?

Pedro le dijo: —Sí, Señor; tú sabes que te amo.

Jesús le dijo: —Apacienta mis corderos.

Le volvió a decir por segunda vez: —Simón hijo de Jonás, ¿me amas?

Le contestó: —Sí, Señor; tú sabes que te amo.

Jesús le dijo: —Pastorea mis ovejas.

Pero Jesús no se detuvo ahí, Le dijo por tercera vez: —Simón hijo de Jonás, ¿me amas?

Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: “¿Me amas?”. Y le dijo:

—Señor, tú conoces todas las cosas. Tú sabes que te amo.

Jesús le dijo: —Apacienta mis ovejas.

Creo que todos se entristecieron. Todos sabían que Pedro lo había negado y sabían que todos habían huido (con excepción de Juan).

            Se podría escribir mucho sobre esta simple pero vital pregunta, «¿Me amas?» y de las respuestas de Jesús. Debería ser evidente que de esta manera sencilla y sin condena, Jesús los enfrentó con el pasado. Lo que importa es que no solo se interesó en su pasado, también les presentó su futuro: si lo amaban, se preocuparían por cuidar su rebaño y así lo hicieron. Pero tuvieron que enfrentar su pasado para prepararse para su futuro. Amar a Jesús induce a cuidar sus ovejas.

            ¡Tratar con el pasado es un gran desafío! A veces tenemos que arrepentirnos de lo que hicimos. Hay cosas por las cuales debemos lamentarnos, y hay otras que debemos guardar. Afortunadamente para nosotros, Dios olvida nuestros fracasos: Tan lejos como está el oriente del occidente así hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Echanuestros pecados en las profundidades del mar. Incluso puede usar nuestros fracasos para recordarnos nuestra falibilidad sin comentarlos en nuestra contra. Nuestro Señor nos perdona si enfrentamos el pasado.

            Hay cosas que deberíamos conservar, como la experiencia adquirida, la sabiduría, la humildad y la gracia que hemos recibido y que debemos dar a los demás. Debemos guardar todo eso para prepararnos para el futuro que Dios nos tiene. Creo que los discípulos lo hicieron. Pudieron perdonarse a sí mismos, a los demás y a sus perseguidores. Finalmente estuvieron unánimes y preparados para recibir el Espíritu Santo. La gracia y el poder que recibieron, lo pasaron a otros.

            Hoy almorcé con alguien de quien había estado distanciado. Tratamos con el pasado e intercambiamos gracia. ¡Fue un tiempo maravilloso! La reconciliación es algo hermoso, pero requiere sinceridad, amor y gracia. Esos tiempos nos liberan del pasado y nos preparan para el futuro.

Correr para obtener el premio

            El escritor de Hebreos aborda algunos temas muy importantes en el capítulo 12: dice que la historia y el cielo nos observan cuando nos despojamos de todo peso y pecadoinnecesarios que tan fácilmente nos enredan, cuando corremos con perseverancia, cuando mantenemos el paso, puestos los ojos en Jesús(no en la gradería). Él nos recuerda que Jesús es el autor y el consumadorde nuestra fe y que por el gozo que tenía delante de él sufrió la cruz.

            Los atletas corren con ropa ligera; no con abrigos y zapatos pesados. Se quitan lo innecesario. Corren por el premio, no por la multitud; están viendo la potencial alegría que tienen adelante. Se preparan para alcanzar la meta. Podemos aprender mucho de los corredores. Pregúntese, ¿de qué necesito despojarme en mi carrera espiritual? ¿Adónde o a quien debería estar mirando? ¿Cuál es la alegría que está por delante? El pasado ya pasó, pero el futuro está por venir; ¿estoy listo para correr?

            Si no abordamos el pasado con Jesús, no estaremos preparados para lo que está por venir. Recuerde, Jesús nos ama y quiere aligerar nuestra carga para que podamos correr sin peso innecesario. También recordemos que si lo amamos, cuidaremos de sus ovejas. No se trata de nosotros solamente.

Todas las cosas ayudan para bien

Este no es el único ejemplo de enfrentar el pasado; mencionaré uno más. En Génesis capítulo 50, dice que Jacob, el padre de José, había muerto y los hermanos de José tenían miedo de que José los odiara y les hiciera pagar por el mal que le habían hecho. Recuerde que lo habían vendido como esclavo y dijeron a su padre y a su madre que lo único que quedaba de él era la «túnica de muchos colores» manchada de sangre. Jacob asumió que José había sido atacado y matado por una bestia salvaje. Jacob no se pudo consolar.

            ¡El dolor y la agonía causados por los celos de los hermanos eran incalculables! Por otro lado, José había pasado de esclavo a ser el administrador de la casa de su amo, cuya esposa había hecho que lo encarcelaran mintiendo al decir que la había tratado de abusar, pero finalmente se convirtió en el segundo al mando de Faraón. ¡Ahora tenía el poder para castigar!

            Pero, ¿cómo enfrentó el pasado? Sus hermanos estaban a su merced y se postraron ante él. José dijo: ¿Estoy yo acaso en el lugar de Dios? Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien”(ver Génesis 50: 19-20). Hace casi 4000 años que José entendió lo que Pablo luego escribiría en Romanos 8:28: Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que lo aman; esto es, a los que son llamados conforme a su propósito.

¡Qué diferencia hace si podemos librarnos del pasado, ver la visión de Dios a largo plazo y la alegría que tenemos por delante! José sabía de qué despojarse. Sabía dónde poner sus ojos. Conocía la gracia de Dios que lo había llevado a través de todo, y dio esa gracia a sus hermanos. Cuando nos encontramos con Jesús, ¡Él pone el pasado, el presente y el futuro en una perspectiva mucho mejor!

Amor eterno

            Todos, como los discípulos y los hermanos de José, tenemos una historia que desearíamos no estuviera allí. A veces simplemente la «archivamos» y la guardamos para otro día. Ninguno hemos «alcanzado la gloria de Dios«. Pero nuestro Señor no es como sucede en Internet. Él borrará todos nuestros pecados de la historia. Si lo amamos no nos eliminará de la red de amigos como en un sitio de redes sociales, porque él nos amó antes de que lo conociéramos, y nos ama a pesar de todo. Él ha visto el final desde el principio con amor ETERNO. Nada de lo que hemos hecho lo ha sorprendido.

            El problema es si podemos enfrentarnos con el pasado. ¿Podemos recibir su gracia? ¿Podemos despojarnos de algunas cosas? ¿De nuestros fracasos? ¿Del rechazo de los demás? ¿Podemos correr con ropa ligera? Si podemos, hay un gran gozo ante nosotros. «Lo mejor está por venir», solía decir mi padre. A veces lleva tiempo adquirir la perspectiva correcta. El pasado está hecho; deseche lo que no necesita. El futuro está ante nosotros si podemos mirar hacia adelante, no hacia atrás, y confiar en nuestro fiel Señor como lo hicimos al principio. La realidad es que él nos trajo aquí y quiere llevarnos más allá, pero un poco más ligeros, un poco más sabios, mucho más humildes y más dependientes de él.

            Por cierto, no obtenemos nuestra fe y nuestro valor para avanzar de los «noticieros». Lo   obtenemos de las «¡buenas nuevas!»

En Cristo,

Charles Simpson

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CHARLES SIMPSON es el Editor en Jefe de One-to-One Magazine y el escritor de la Carta Pastoral. También ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones.

Tomado con permiso de la Carta Pastoral de julio – 2019

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de Reina Valera Actualizada 2015.