Autor Hugo M. Zelaya

Apocalipsis 3.14-22

14“Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el testigo fiel y verdadero, el origen de la creación de Dios, dice estas cosas: 15Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! 16Así, porque eres tibio, y no frío ni caliente, estoy por vomitarte de mi boca. 17Ya que tú dices: ‘Soy rico; me he enriquecido y no tengo ninguna necesidad’, y no sabes que tú eres desgraciado, miserable, pobre, ciego y desnudo, 18yo te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se descubra la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que veas.

19“Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Sé, pues, celoso y arrepiéntete. 20He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.21Al que venza, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo también he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.

22“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.

Introducción

Los comentaristas dicen que la carta de Juan a las siete iglesias de Apocalipsis fue escrita alrededor del año 94 o 95 d.C. durante su exilio a la Isla de Patmos y que estas estuvieron al cuidado de Juan después de la muerte de Santiago (hijo de Zebedeo), de Pedro y de Pablo.

El mensaje escrito a cada Iglesia es de Jesús. Juan fue comisionado a escribirlas bajo la inspiración del Espíritu Santo (ver Apocalipsis 1:10-11). De manera que no trata de la intención natural del apóstol de corregir lo que él vio durante su tiempo con ellos. Es la realidad del conocimiento de Dios de cada iglesia. Así lo confirma la sentencia: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. La intención del Señor no es solo “reprender y disciplinar” las iglesias. También es despertarlas a la realidad de lo que Él está viendo frente a lo que ellos no ven.

La tibieza en la iglesia es un vomitivo para Dios

Aparentemente Laodicea no estaba metida en ninguna herejía ni tenía miembros en conflicto con la sana doctrina como las otras iglesias. No se menciona ningún “pecado” en particular. Su problema es que era apática, estaba estancada, en el mismo lugar; su relación con el Señor no le provocaba mayor fervor. Eso la hacía creer que no había de qué arrepentirse ni nada malo que cambiar. Apocalipsis la describe como “ni fría ni caliente”. No obstante, lo que ellos creían de sí mismos era muy diferente a lo que Dios estaba viendo. Su condición produjo indiferencia, pasividad y falsa seguridad. Eso les impedía  percatarse de su verdadera condición de pobre,desnudo yciego. Aparentemente tenían todo bajo control.

Laodicea es la última de las siete iglesias que se menciona en los capítulos dos y tres de Apocalipsis. Algunos ven en estas iglesias una descripción del tipo de iglesia en tiempos más recientes, siendo Laodicea la que corresponde a la iglesia en nuestros días. Por más defensivos que queramos ponernos no podemos menos que concordar en que, la mayoría de las iglesias en nuestro tiempo cumplen con la descripción de Laodicea: están contentas como son y no ven lo que Dios ve ni consideran ser ofensivos al Señor. Pero ese es precisamente el diagnóstico del Espíritu Santo y la ofensa, no ver su necesidad. No aspirar a nada más produce tibieza y esta produce náuseas.

La Biblia usa muchas figuras para describir la Iglesia verdadera. Ninguna de estas figuras es suficiente para conocer su identidad. Todas ellas, y más, se requieren para darnos una idea. Podemos hacernos una idea de cómo nos ve Dios meditando en las figuras que la Biblia usa para describir la Iglesia:

  • El cuerpo de Cristo – 1 Corintios 12:24-25, 27
  • El templo del Señor – Efesios 2:20-21
  • La novia, la esposa del Cordero – Apocalipsis 21:9
  • La familia de Dios – Efesios 3:14-15
  • El rebaño de Dios – 1 Pedro 5;2
  • El ejército del Señor – 2 Corintios 10:3-4
  • La luz del mundo – Mateo 5:14
  • La sal de la tierra – Mateo 5:13

Es obvio que la figura del cuerpo de Cristoes la que más se acerca a la realidad de su identidad espiritual. Como tal, la Iglesia debe tener su imagen y semejanza. Como se ha dicho muchas veces, este es un proceso que todavía no ha terminado. Estar complacido con lo que ya tenemos nos impide recibir más de él. Por eso la tibieza es más repugnante para Dios que la frialdad. Es más fácil para el frío reconocer su condición. Reconocer la necesidad es el primer paso para recibir lo que necesitamos.  Hay más esperanza para el libertino degenerado que para el buenazo que cree estar bien con Dios. 

Indefinida e indecisa

Un siervo de Dios del siglo pasado, Austin Sparks, dice que “el problema fundamental de Laodicea es que no estaba biendefinida.Era una iglesia rica y próspera en recursos naturales”. Su confesión era: “Soy rico; me he enriquecido y no tengo ninguna necesidad”. Lo mismo pasa con la iglesia de hoy, particularmente en los países industrialmente desarrollados que hacen demasiado énfasis en el llamado “evangelio de la prosperidad” (como si hubiera más de un evangelio) y que también se ha filtrado en nuestros países de Latinoamérica. Dios prospera a sus hijos, pero esa no debe ser la motivación para servirlo.

La falta de una definición clara de nuestra identidad lleva a la indecisión, la indecisión nos impide ir más allá y caemos en un punto muerto. Esto se aplica a individuos y a grupos de cualquier tamaño. La persona o grupo que tiene una identidad bien definida tiene un curso de acción bien marcado, pero el indeciso no cumple el propósito de Dios. La falta de definición no es solo de la iglesia de hoy, también afectó a Israel en tiempos antiguos:

Josué 24.15: “Si no les parece bien servir al Señor, escojan hoy a quién han de servir: si a los dioses que sirvieron sus padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los Amorreos en cuya tierra habitan. Pero yo y mi casa, serviremos al Señor.”

1 Reyes 18.21: ¿Hasta cuándo vacilarán entre dos opiniones? Si el SEÑOR es Dios, ¡síganlo! Y si Baal, ¡síganlo!

El salmista considera infidelidad el no definirse con Dios:

Salmo 78.8: Una generación porfiada y rebelde, generación que no preparó su corazón, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios.

Sparks sugiere la razón de esta ambivalencia: “El día que parecían andar bien con Dios es porque habían recibido ánimo de alguien o porque las condiciones naturales les eran propicias. Igual pasa a muchos en la iglesia. Su conducta se debe a la influencia de algo o alguien; porque oyeron un buen sermón o leyeron un artículo desafiándolos a acercarse a Dios, los hace querer entrar en fuego por un momento. Cuando no están cerca de personalidades y otras influencias fuertes, comienzan a razonar y analizar las cosas, a dudar de la palabra de Dios y aceptar la mentira del diablo. Es muy fácil dejarse mover por cosas naturales como el pensamiento positivo, la forma de expresión del predicador, las interpretaciones naturales, y no la cercanía con Dios. Nada natural es duradero. Israel vivía en el alma – El alma se siente realizada haciendo “cosas”. No siempre lo ´espiritual´ que estamos haciendo determina fuerza espiritual. La fuerza espiritual se demuestra por la perseverancia  en permanecer firmes en la palabra que Dios dio.”  

Si quiere saber qué no hacer, observe lo que hace el mundo y haga usted lo contrario. Lightfoot dice que la tendencia de las cosas en el mundo es en la dirección opuesta a Dios y que la intención de las fuerzas que dominan al mundo es para detenernos o para empujarnos hacia atrás, o para que nosotros mismos decidamos dar marcha atrás y de alguna manera evitar que Dios cumpla su plan para su Iglesia. Estas fuerzas están siempre presentes, y nos detendrán o nos harán dar marcha atrás si dejamos de resistirlas.

La gracia de Dios

Con todo el asco que la tibieza le provoca a Dios, él siempre está listo a ofrecer su gracia y la salida del estancamiento.

 “Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se descubra la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que veas” (Apocalipsis 3:18).

Pero aceptar el consejo de Dios no viene sin una lucha. Si el diablo no logra que usted dé la espalda a Dios  o lo paraliza con la indecisión, intentará hacerlo creer que lo que todo lo que está haciendo es en obediencia total a Dios, logrando el mismo efecto. Tenemos un ejemplo en el caso de Moisés.

En Éxodo 17 el pueblo pide agua con quejas y ofensas a Moisés por haberlos sacado de Egipto. Dios le dice “golpearás la peña” y Moisés hizo exactamente lo que Dios le ordenó. En Números 20 el pueblo vuelve a pedir agua de la misma manera ofensiva y la dirección de Dios es diferente. Dios le orden que hable a la roca, pero Moisés no sigue la dirección al pie de la letra. Toma ofensa del pueblo, habla al pueblo, dice que él sacará agua y golpea la roca. No “trataron a Dios como santo” y él no le permitió introducir al pueblo en la tierra prometida, que equivale a no ir adelante para cumplir con el plan de Dios. El razonamiento de Moisés sobre el pueblo no era equivocado, Israel era un pueblo caprichoso y rebelde, pero su acción fue motivada por su alma y no por el Espíritu de Dios.

Tenemos que llegar al punto de cortar con toda influencia natural: juicio de otras personas, consideraciones terrenales, intereses personales, todo lo que pertenece al viejo hombre. Tenemos que morir a todo eso y ser gobernados enteramente por el Espíritu de Dios. Solo así seremos útiles a Dios.

«Tienes el nombre de estar vivo y estás muerto» (Ap. 3: 1). La indiferencia es muerte espiritual: Otra vez Sparks dice: “Una persona indiferente suele ser sorda a las preocupaciones y peticiones de Jesús. Sólo un corazón radiante de amor puede percibir tales preocupaciones. Quien no está encendido por Su reino, no se sacrifica en la obra del Señor.”

Conclusión

La indiferencia hacia Dios es un pecado muy grave. Tenemos que considerarla como nuestro peor enemigo, y luchar continuamente contra esta para no ser expulsados de su presencia. Vivir en el orden natural sin tomar en cuenta a Dios produce enfriamiento. Quizá no lo suficiente como para que nos demos cuenta que ya no hay comunión íntima con él ni aquel fuego ardiente que tuvimos una vez. Aceptemos su reprensión y su disciplina, y arrepintámonos de nuestra parálisis espiritual.

La carta termina con esta invitación:20 “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo. 21Al que venza, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo también he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.”

Dios es inaccesible al esfuerzo humano. Por eso él viene a nosotros. El Hijo vino encarnado en Jesús y sigue viniendo para seguir dándonos la oportunidad de tener comunión con él. Jesús está continuamente a la puerta del corazón de todos los hombres. Si usted ha perdido el fervor en su relación con él, abra su corazón y déjelo entrar. Él tomará lo nuestro y nos dará lo suyo. ¿Será este el significado de Juan 21:9, 10, y12?

22“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.  

Notas:

Hugo M. Zelaya es el fundador de las Iglesias de Pacto en Costa Rica y hasta septiembre del 2017 fue el pastor general de la Iglesia de Pacto Nueva Esperanza en San José. Él y su esposa Alice viven en La Garita, Alajuela, Costa Rica.

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de Reina Valera Actualizada 2015.

Obras consultadas:

Comentarios de Adam Clarke y Mathew Henry – Power Bible CD

Austin Sparks y Joseph Barber Lightfoot The Message to Laodicea – Internet.