Autor John Wright Follette

En la época de Semana Santa nuestro énfasis suele colocarse sobre el hecho de que Cristo resucitó. Está centrado en la salida de este gran Conquistador del dominio de la muerte y del territorio del pecado y la devastación. Él ha hecho el trayecto y ha ganado esta gran victoria y la mañana del Domingo de Resurrección es la celebración de Su salida de la tumba. No es meramente la tumba labrada en la peña, sino que -figurativamente hablando- la totalidad de la creación y del género humano han sido sepultados en la tumba. La salida de Cristo de la peña labrada es la figura simbólica de un conquistador que ha ganado la victoria en los muchos campos de batalla sobre los cuales se tuvo que mover para poderla ganar. ¡Y Él realmente salió — es un hecho histórico! Él salió de este territorio -los dominios de la muerte, devastación, ruina- dejando atrás aquella región donde la muerte, la dolencia y la enfermedad reinan. Él salió fuera de todo eso triunfante y victorioso.
La escritura habla
Vamos a considerar una porción de la Escritura que, a primera vista, no parecerá ser pertinente a la Semana Santa. Pero que, yo creo, se relaciona completamente con el Cristo victorioso. Vamos a pensar en esta victoria tomando tres diferentes cam­ pos en los cuales Él es un Rey triunfante que sale ahora de Sus campos de conquista.
Escuchen esta porción del primer sermón de Pedro registrado en Hechos 2: 22-28:
«Varones israelitas. oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; «a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándale; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. «Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, y aún mi carne descansará en esperanza; «Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción. «Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu presencia”.
Pedro está citando de los Salmos, por supuesto. Yo me alegro que lo haga, porque así reconoce que la inspiración del Antiguo Testamento es auténtica. El Salmo 16 es una profecía Mesiánica concerniente al Cristo. Esto no pudo haberse cumplido literalmente en el corazón y la vida de David; más bien prefigura, es decir, habla de lo que sobrepasa a su propia experiencia y vida. Habla más que eso, sí porque a menudo habla con relación a misterios, las obras de Dios y de Cristo y Sus manifestaciones.
Ambas referencias hablan de un Rey triunfante quien ha encontrado un camino de vida de regreso otra vez a Dios. Y Cristo es triunfante, porque en tres campos Él ha hecho manifiestas Sus conquistas. En esta pequeña porción de la Escritura tenemos anotadas las avenidas que Cristo siguió al encontrar este camino de regreso a Dios. Note: «Veía al Señor siempre delante de mí… porque está a mi diestra, no seré conmovido… Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua; y aún mi carne descansará en esperanza.»
Primera conquista: recobrando la caída de lucifer
Justamente la primera frase, «Veía al Señor siempre delante de mí…» nos dice por qué Cristo hace su conquista en la primera región -Por Su posición.
Cuando tratamos con la redención de Cristo operada en el Calvario demasiadas veces pensamos de ella en su relación con nosotros personalmente y decimos: «Jesús murió por mí» – que es cierto – y «Jesús me libertó.», eso es cierto. Jesús ha ganado una victoria para nosotros en la humanidad. Pero si allí la deja la habrá limitado pues existe una amplitud en la redención. Sí. existe una amplitud en el plan de la redención de Cristo y una totalidad en la manifestación en cuanto a su identidad. Tenemos que ver que para que haya una redención que Dios pueda reconocer levantando a Su hijo de los muertos, entonces esa redención tiene que cubrir un vasto territorio. Tiene que satisfacer todas las demandas. Tiene que cubrir todo déficit que se haya producido por causa del pecado. ¡No únicamente el hombre pecando, pues ya existía el pecado antes de que el hombre fuese creado! ¡El mismo trono de Dios había sido insultado por el diablo! Así es que tiene que haber alguna reconciliación; algo tiene que ser pagado como una multa para corregir aquella cosa que ya ha sido hecha antes que el hombre fuera creado.
Ahora, si quisiera hacer el análisis más sencillo del terreno que abarca este plan de redención, es necesario ir bien atrás hasta sus mismos inicios. Allí. delante de Dios, en los lugares celestials, todo era puro, perfectoy armonioso, y todo se movía de la manera en que Dios lo había diseñado. Los ángeles y todas las huestes del cielo fueron creados por Dios y allí encontramos al ángel Lucifer, el querubín protector.
El cargo de Lucifer consistía en dirigir la adoración celestial. La adoración delante de Dios fue dada a él como su recinto o territorio. ¿Qué pasó allí? Debemos recordar que allí no hay diablo para tentar al diablo. ¿Se ha detenido usted alguna vez a pensar cómo fue tentado Lucifer?
En la creación, aun de los seres angelicales y en la creación del género humano, hay una voluntad -una posibilidad de elegir- la capacidad de permitir al deseo que pudiera estar en sus corazones de moverse en un campo distinto del que Dios les había ordenado. Ahora bien, allí no existía lo externo, es decir, no había influencia de afuera para dirigir a Lucifer. Entonces. ¿Qué fue? En Santiago 1:14-15 encontramos un análisis del pecado:
«Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupisconcia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, des­ pués que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado siendo consumado, da a luz la muerte.»
Observe que no se dice ni una palabra acerca del Diablo, no es cierto? Por qué? ¡Porque es muy posible, y todos lo sabemos, que está dentro del corazón humano el pecar aunque el diablo ande en la China! No piense que cada vez que hay pecado es por causa del diablo. No, en absoluto. No fue así con el enemigo mismo. Había dentro de él, en su ley estructural creada, en su constitución, una cualidad que podía dar libre curso a su deseo en otros patrones y diseños para los que fue hecho.
¡Lucifer fue hecho para dirigir la adoración de Dios! Allí no hay nada de lo externo para moverlo, pero tenía aquella cosa sutil dentro de él que podía escoger y escogió desviar para sí mismo la adoración que le pertenecía a Dios. Este es el origen dcl pecado. Es por eso que en la última de las tres tentaciones de Jesús el diablo buscó desviar a Jesucristo para que no siguiera el patrón designado en Dios para alcanzar aquello que Dios deseaba que Él tuviera. Y en la última tentación, cuando el diablo se dio cuenta que estaba derrotado en las primeras dos, finalmente viene con furia en contra de Jesús y le dice:
«Póstrate y adórame y yo te daré todas estas cosas» ¿Por qué? ¡Porque eso es lo que él siempre ha deseado desde el principio! El quería esa adoración y atención que pertenecían a Dios, las cuales buscó desviar de Dios y hacerlas venir a su propio dominio. El todavía lleva consigo eso. El desea que la gente le adore, no cayendo de rodillas, sino desviando la devoción de todo lo que hay en sus corazones y vidas que deben estar enfocados en Dios, a algo menos que Dios. Y a él no le importa la forma que tome con tal de conseguir esa adoración y esa atención. ¡Porque a quien Ud. sirve a ese adora; y a quien adora a ese sirve! No los puede separar. ¡Van juntos y Jesús lo sabía! Por eso es que Él lo derrotó. «Es a Dios a quien debemos adorar y servir!» El diablo nunca le mencionó esa parte. Y tampoco se lo dice a la gente hoy.
Mientras haya una detlexión y desvío que culmine en quitarle aquello que le pertenece -aquello por lo cual fuimos hechos- no importa la forma que puede tomar, si es menos que la cosa que Dios quiere, eso es lo que persigue el enemigo. El desvió esa atención en la adoración y al instante se rompe estrepitosamente y arrastra con él un tercio de las huestes celestiales y cae.
Es el diablo quien cayó pero el hombre murió. Hablamos de la «caída del hombre». No, no hay nada en las Escrituras que hable acerca de la «caída del hombre». Ese es un término teológico usado como un atajo para decir que el hombre murió en su separación de Dios. Pero Dios no dice que el hombre cayó; ¡Dios dice que murió! Al hombre moderno le gusta pensar que el hombre solamente se cayó y se lisió, pero aunque esté impotente, si podemos tomarlo y darle unas cuantas inyecciones de educación, finura y cultura, podríamos reavivarle. Pero no hay resucitación posible: él está muerto en delitos y pecados.
Ahora, en cuanto a Lucifer: él cayó… de su lugar privilegiado, delante del trono de Dios, a otra región. Esta región está encima de nosotros todavía es -uno de los lugares celestiales- y es la fortaleza de Lucifer. Está en su silla donde reina y se mueve. El no está en el infierno. No hay nadie en el infierno todavía. ¡Ese es un lugar preparado que se espera; pero él no está allí, no se preocupe! No, él está atrincherado en las regiones celestiales -en lugares de poder y autoridad con sus huestes de demonios y ellos tienen acceso a la tierra. Y ellos vienen realmente -y el viene- pero él no ha sido derribado aún de su lugar de autoridad. ¡Pero un día será! De modo que la situación tiene que ser arreglada para que Dios pueda ser vindicado en todo el arreglo.
Cristo encarnado: un siervo
En el segundo capítulo de Filipenses leemos del descenso de Jesucristo en su humillación -la humillación de lo que llamamos la encarnación. ¿Qué es lo primero que menciona? «Él estaba en forma de Dios» (v.6) La palabra usada es «morphe», y esto significa «todo lo esencial de esa forma» no similar sino la esencia. ¡Él era Dios! Él tiene todo el lugar, poder y dignidad, honor y gloria que pertenecen a Dios porque Él es Dios el Hijo!
En el verso siguiente, leemos que «él tomó sobre sí la forma de siervo.» Él toma «la «morphe» de un siervo -no sólo que actuó como un siervo­ sino que se convirtió en un siervo. Él, quien tenía el lugar de toda la soberanía y todo el poder, toma el lugar que es menos -que es el de un siervo. ¿Puede ver ahora por qué Jesús dependía de Dios continuamente? Él dice, «el Padre puede enviar más de doce legiones de ángeles si lo desea». Él no dice, «yo puedo decir… ángeles.» ¡No! Él dependía contínuamente de la autoridad y poder de Dios Su Padre sobre El. Él depende porque Él ha tomado el lugar menor.
Cuando uno piensa que Jesús tomó el lugar de un siervo, esto 1o lleva a uno de regreso al lugar que el enemigo tenía. Satanás era un siervo de Dios. Dios lo hizo y lo creó para su glorioso trabajo de adoración y para llevar al universo entero al lugar delante de Dios en la alabanza, la adoración y la gloria que a El pertenecían. Aunque no había nada tocante a Lucifer que se pareciera al diablo, existía en él la posibilidad latente de poder trastornar esto.
De manera que cuando Jesús se convierte en el siervo, cabe también en Su poder como siervo el desobedecer. ¿Por qué le tienta el diablo si no hay tentación posible? ¿Por qué Jesús se tiene que convertir en el vencedor en todos estos campos si no hay allí un poder sobre los cuales tiene que ganar Su victoria y tener la autoridad y posición? De modo que la primera victoria que Jesús gana -antes de llegar a la cruz- es el hecho que Él tiene autoridad, poder, conquista sobre la posibilidad de que esa criatura provoque pecado en si misma. Jesús obtuvo la victoria sobre la posibilidad -antes de que haya cualquier acercamiento externo con el enemigo. ¡ Y Lucifer es derribado!
¡Aquí hay uno que puede tomar ese lugar y hacerlo perfectamente! ¿Hacer qué? Caminar con el poder dentro de Él y no consentir en su uso para Su propia promoción o Su propio placer en nada concerniente a Sí mismo. ¡El nunca lo hizo! Antes de que llegue al Calvario, antes de que toque la humanidad, hay una perfecta victoria en la región de Su naturaleza. Esa es Su primera victoria -en el control, en el dominio y la autoridad absolutos en relación a Su voluntad, que estaba eternamente centrada en Dios, hasta tal grado que la voluntad de Dios era Su comida y bebida. Ese es su primer campo de victoria.
Segunda conquista: recobrando la pérdida de Adan
Nos movemos ahora de la región de lo interno y pasamos a lo externo. Cuando Jesús toma la forma de este siervo y está en la «skherna» -la hechura, la manera en que un hombre vive- existe la posibilidad de un ataque desde afuera porque el enemigo ha sido destronado y derribado. Ha llegado a su Habit -el principado en los lugares celestiales­ y ahora tiene acceso a la tierra. El puede acercarse y atacar a cualquiera de nosotros.
El enemigo atacó a Adán. Adán no pecó por causa de algo adentro. Adán pecó porque ya hay pecado en el mundo -en el diablo. Y pecó a causa de un ataque desde afuera. Es el acceso externo a Adán -no la cosa interna sobre la que tiene que ganar su victoria. Adán no originó el pecado. Existía el pecado antes de que Adán fuese creado y de eso es lo que Dios ve que es necesario ocuparse. Así es que para aquellas personas que tienen un Cristo pequeño que tan sólo murió por ellos en el Calvario, yo digo, «Misericordia!» Sáquenlo en claro hasta que le puedan ver en conquista sobre cada departamento del mal -sobre todas las cosas que están en rebelión contra Dios- sobre el diablo y su campo. ¡Todo eso!
Ahora Jesús tiene que ganar una victoria en la forma de la humanidad. De modo que toma en sí mismo la forma de la humanidad. Esa es la encarnación. ¿Qué fue lo que se asaltó en la tentación de Jesús? Fue Su humanidad. La Divinidad no puede ser tentada. ¡Dios no puede ser tentado -y Dios no le tienda a Ud. ni a mí! Dios puede probarnos, pero El nunca nos tienta. ¡Entiéndalo bien! Una tentación es siempre para aflicción, destrucción, muerte. Una prueba produce siempre una libe­ ración y un crecimiento. Él nos prueba como cristianos a fin de que podamos crecer bajo la prueba. El diablo usa la misma cosa como una tentación para destruirnos. Así que cuando Jesús avanza encarnado en su humanidad, asume el papel de Segundo Adán y se limita a Sí mismo al Segundo Adán. ¿Por qué? Para que el enemigo pueda tener acceso a Él. ¡Para que Cristo pueda tener la victoria que Adán perdió! ¡Cristo, en la forma del Último Adán, gana la victoria! Ahora tiene una victoria no solamente en su propio corazón y vida, al moverse continuamente en Dios, sino que también tiene la victoria sobre los poderes del enemigo desde lo externo.
Es una conquista doble -triple en realidad- como vamos a ver más adelante.
Enfocado: “contemple su rostro”
¿Cómo es que Jesucristo pudo ganar su victoria en ese primer campo? Lo dice el Salmo 16. Acuérdese de la frase: «A Jehová he puesto siempre delante de mí.» La victoria de Cristo en el primer campo fue posible gracias al enfoque de su ser bajo la figura típica de un «rostro». «Yo he puesto siempre delante de mí…» Ahora, eso es ajuste espiritual. Este es el enfoque correcto de toda esa interioridad en la cual vivimos. Jesucristo en ese primer movimiento y durante el período total de su vida era en conquista eternamente victorioso. ¿Por qué? Porque siempre mantuvo delante de Él el rostro de Dios. Caminó con el presente Eterno. Nunca estuvo descentralizado. Caminó a través de situaciones pero nunca resolvió por sí solo ningún asunto. Nunca tomó una decisión, nunca hizo cosa alguna que no fuera a la luz del Eterno.
¡Cuántos problemas evitaríamos si nosotros pudiésemos hacer eso! Pero perdemos de vista al Eterno. Nos quedamos absortos en lo presente y local: aquello que toca nuestra carne. ¡No viva así! Las cosas que se ven son perecederas, pero las que no se ven son eternas. Son para siempre; permanecen. Si su visión se llena allí, se convertirá en un conquistador allí porque mantuvo su rostro eternamente en dirección a Dios.
Satanás tenía su posición con su rostro en dirección a Dios para la adoración. Esa era su posición. En Judas verso 6, dice que los ángeles perdieron su principado y fueron derribados. La palabra en el Griego es «morada». Satanás tenía un principado: un lugar donde podía moverse y funcionar. ¿Cómo lo podía mantener? Lo podía mantener siempre que su rostro contemplase a Dios el Eterno. ¡Pero cuando Satanás tuvo algo más que ocupara su atención y su espalda es dada al Eterno, entonces no hay seguridad para él! Ha abandonado el lugar de seguridad. Así que Judas dice que los ángeles abandonaron su morada. Esta pérdida no era su castigo. Ese fue el pecado que los trae al castigo -el cual es, esclavitud con cadenas en las regiones de las tinieblas. Ese es su castigo.
Presencia que permanence: “Él está a mi diestra”
Hemos visto cómo Jesús ganó la victoria en el primer campo de conquista. ¿Cómo ganó Su victoria en el segundo? En la región de lo externo leemos: «Porque está a mi diestra, no seré conmovido.» En la región de la carne -lo natural- Dios el Señor siempre estaba a su lado. Estaba seguro en esa voluntad de Dios. Estaba seguro en la conciencia de que Dios estaba con El. Él dice: «Ahora he encontrado algo más … Él está a mi diestra… Él es mi fuerza. Él es todo lo que necesito.» y hace una conquista. Igualmente, Ud. tendrá una conquista en su segundo campo.
Tercera conquista: llevando el pecado
Nos movemos al tercer campo y, ¿Cuál es? «Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua.» ¿Por qué? A causa de las dos grandes victorias ya ganadas. Ha ganado la victoria en la región de lo interno -que el primer Lucifer debió haber ganado- y de lo externo -que Adán debió tener. Le oímos decir: «Y aún mi carne descansará en esperanza.» ¿Por qué? A causa de la autoridad de la doble victoria que ha ganado. Ahora dice: «Ya que la pena del pecado es la muerte y el Hades, tendré que enfrentarme con eso. ¿Y cómo lo puedo hacer? En el poder y autoridad de lo que he ganado en mi conquista» Su corazón está lleno de gozo, fe y victoria, sabiendo que aunque lo lleven al Calvario, 1o maten y Él baje hasta lo profundo del Hades… «¡DIOS NO ME ABANDONARA!» ¿Cómo puede tener esta seguridad? Porque Él ganó la victoria eterna y Dios es justo. Cuando revisa su patrón de vida, Él baja a la tumba en victoria.
En la Cena de la Pascua, cuando Él y Sus discípulos salieron al jardín, Jesús sabía que el jardín estaba allí, y que el Hades lo estaba esperando. ¡ Él salió con un canto de victoria en su corazón! Se nos dice: » … se pusieron de pié y cantaron un himno.» ¿Cómo lo puede hacer? Porque ya tiene la victoria en su corazón. Dependía en el Eterno para lograrlo. El Eterno Le ha dado el
testimonio por todo el camino. Desde Belén, cuando la estrella fue puesta en los cielos, hasta las dos veces cuando Dios abrió los cielos y dijo: «Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia.»
Victoria en la vida y en la muerte
Con todo esto dándole un sentido de seguridad, Jesucristo puede pararse, partir el pan y decir: ¡»Este es mi cuerpo»! ¡Sólo el poder de Dios puede capacitar a un hombre para que haga eso! ¿Piensa usted que Él tuvo fe cuando levantó a los muertos e
hizo crecer brazos en las personas? Sí, eso fue maravilloso. ¡Pero vea, por favor, el lado espiritual de la cosa! Vea la necesidad de la fe en la región del espíritu, no en la de la carne. En esta región del espíritu Él tiene que tener fe para atreverse a decir: «Este es mi cuerpo … » ¡Cuando él sabía que la tumba le estaba esperando! ¿Cómo puede entrar en la tumba? ¡Va en fe majestuosa sabiendo que Dios no lo puede dejar allí! ¿Por qué se alegra su corazón y por qué puede cantar en la Fiesta de la Pascua? Porque Él sabe que Dios es justo y que cuando Dios mira al diseño y patrón de ese Hombre, Cristo Jesús, Dios verá que en Su vida y en Su muerte, Él es victorioso.
Es Su vida victoriosa que conduce a la muerte que le presenta como el Cordero sin mancha y sin contaminación. Cuando usted lo ve en el Monte de la Transfiguración, Él es un Cordero sin mancha y sin contaminación. ¡Pero es como un Cordero que tiene que ser inmolado! ¡No somos salvos por Su vida, somos salvos por Su muerte! La vida es ejemplar … bella … pero él no vino a lucir un gran carácter. ¡El vino a morir! Le vimos en el Monte esperando su muerte a fin de dar la redención al universo. ¡Vea la victoria que «mirando su rostro eternamente» obtuvo! ¡Observe la segunda victoria que, «Yo estaba conciente de su brazo a mi lado», logró! Ahora Él puede decir: «Mi corazón se regocija.» «Mi gloria canta», es otra traducción. Él dice:
«No tengo temor de hacerme responsable por los pecados de aquellos por quienes muero.» ¿Cuál es Su tercera victoria? Tiene la victoria en asumir los pecados del mundo y los deja que sean puestos sobre Él y se convierte en esa cosa detestable llamada pecado. ¡Que está maldita! ¡Lo hace! Se atreve a tomar la responsabilidad de todo eso -las cargas del pecado dondequiera que fueron … lo que el pecado haya hecho … 1o que el Hades haya sido por el poder del diablo- El dice: «Lo llevaré. ¡Para eso es que he venido!»
Por supuesto que Él llevó nuestros pecados que son todos espantosos. ¿Pero le puede ver llevando algo más que sólo eso? Tengamos un Cristo amplio y profundo en Su alcance … ¡Cuyos brazos de la cruz alcancen alrededor del mundo y a través del universo! ¡Allí está la tercera conquista!
El Cristo todo-comprensivo
La primera conquista se basa en el hecho de que Él tiene victoria sobre todo aquello que está adentro -la victoria que el diablo perdió. En la segunda conquista Él lleva la forma de un hombre y con Dios a Su diestra, Él se mueve a través de ese período de manifestación y lo lleva victoriosamente hasta que Dios lo acepta. Tercero, Él dice: «Ahora tomaré la carga, el pecado del mundo y todas sus consecuencias, del trono de Dios que ha sido insultado.» ¿Quién va a cuidar de eso? ¿Podríamos usted y yo? ¿Podría cualquier hombre moral aquí abajo que diga: «Yo nunca he hecho nada malo»? Oh, yo quiero decirle: «Querido hombre, ¿no está usted conciente del hecho del pecado y del infierno en el mundo? ¿Quién contestará eso? ¿Lo contestará su diminuta piedad? ¡No!» Tiene que ser algo fuerte y poderoso. Eso es lo que se tiene que mover hasta el trono de Dios que ha sido insultado -la voluntad de Dios que ha sido ignorada, quebrada y rebajada.
Alguien tiene que tomar eso y corregirlo hasta su plenitud. Por eso es que necesitamos a un Cristo tan tremendo.
¡Quisiera poder hacerle ver cuán maravilloso es Él! Quisiera que Dios le diera a usted una visión interna de este Hombre maravilloso a quien honramos hoy porque Él se presenta en victoria. Él desciende a la tumba en perfecta victoria, gozoso en este hecho: «Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción. Me hiciste conocer los caminos de la vida.»
¿Cómo? El camino de la vida es a través de una región de muerte. Y Jesús entra en esa región de muerte y, fuera de esta región de muerte está el camino de la vida. Él dice: «Tú me lo has mostrado. Tú me has mostrado a Mí el camino de la vida.» ¿A dónde le condujo? Le condujo al Calvario, a la tumba y al Hades. Era el camino de la vida y Él lo siguió.
“He encontrado un camino”
¿A dónde más le llevará? Le llevará de nuevo de regreso al trono de Dios -al lugar que Él había dejado años antes. ¿Cómo obtiene eso? Lo obtiene porque la vida tiene que venir a través del proceso de la muerte. Esa es una enseñanza dura pero esa es la filosofía de nuestra fe cristiana. No hay Domingo de Resurrección a menos que tenga la tragedia del Calvario y una Tumba en la que entró en fe sublime. Entonces, cuando Dios ve la obra que ese Hijo ha llevado a cabo -el ministerio satisfactorio del Hijo en Su vida santa … Su muerte victoriosa, en Su conquista- cuando Dios ve eso, Dios siendo justo dice: «Es suficiente. Ha respondido a cada pregunta concerniente a la muerte, el infierno, la enfermedad, la dolencia.» Todo ha sido contestado.
¿Qué hará Dios? Puso un sello sobre esta triple victoria. ¿Cómo? Cuando Jesús bajó a esa fosa Él estaba muerto. Ahora, no piense que existía algún poder en Él para que Él pudiera levantarse y romper los barrotes. No, Él descendió como un hombre muerto, en fue creyendo que saldría por el poder expreso de Dios, quien lo daría como un testimonio. Él da un testimonio a los cielos, a la tierra y a los infiernos -todos los poderes de las tinieblas, del diablo. ¡Dios da un testimonio levantando al Hijo a través del poder del Espíritu Eterno! ¡Jesús responde al toque de ese Espíritu y se levanta!
Este era un evento tan sublime que Dios veló hasta al universo para que no lo viera. Yo me alegro que Dios el Padre en los cielos podía verlo -ese cuerpo muerto yaciendo allí. Ya ve que Su espíritu está separado de Su cuerpo y Su espíritu está separado de Dios porque tiene que descender hasta las tinieblas -una separacion doble. ¡Sin embargo, Dios sopla sobre ese cuerpo, por medio del Espíritu Eterno, y hay vida! Es bueno creer en la resurrección. Pablo nunca lo explicó. El dice. “¡He aquí, os digo un misterio!» ¡Qué bueno de Pablo… «un misterio»!
El conquistador regresa a casa
Hay algo más que siempre me ha gustado pensar en relación con esto. Usted sabe, yo pienso que tal vez los ángeles le escoltaron de regreso al Cielo. Espero que sí. Los ángeles ministraron en Su nacimiento, cuando este Santo Hijo de Dios se dignó ser envuelto por un concepto humano de vivir y nacer de la Virgen María. Y yo creo que ellos ministraron cuando Él se fue a Casa. Me gustaría pensar que ellos estaban esperando su regreso. Él había estado aquí, ahora Él se va a casa como un poderoso conquistador. Ha conquistado en cada campo: sobre el pecado, el diablo y la muerte.
A mí me gusta siempre leer el Salmo 24:9-10 cuando vengo a esta idea de Su Regreso a Casa, este conmovedor … «Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de Gloria. ¿Quién es este Rey de Gloria? El Señor de los ejércitos, Él es el Rey de la Gloria.» Y nuestro Cristo triunfante se mueve de la tumba de regreso a los cielos. El Victorioso llevó con Él hasta la presencia de Dios una victoria para usted y para mí.
Sí, nosotros estábamos en Su corazón. Nosotros estábamos sepultados en su corazón y, al irse de regreso y Dios aceptarle, nosotros somos aceptos en el Amado. ¿Le puede ver usted en Su poder y en Su Gloria? ¿Le puede ver usted cuando se mueve sobre los tres grandes campos? Él ha ganado la victoria eterna, y al salir de la sepultura, no es únicamente una sepultura para el cuerpo -es una sepultura en verdad­ una tumba de la que sale Vencedor -una tumba que ha mantenido en su esclavitud a toda la creación desde el tiempo de Satanás. Pero eso es solucionado. ¡Y tenemos hoy, delante del trono de Dios, un victorioso y RESUCITADO SEÑOR!
Acerca del autor: John Wright Follete, afiliado con las Asambleas de Dios hasta su muerte en 1966, enseñó la Palabra de Dios con una profundidad sencilla que dejó una impresión duradera en el Cuerpo de Cristo.