Búsqueda de Dios

Autor Charles Simpson

La salvación viene cuando más desesperados estamos

Dar consejo no cuesta nada, mas, el éxito en Dios puede ser muy caro. No obstante, al final, muy gratificante. Todos quisiéramos alcanzar nuestros propios sueños en pocos y fáciles pasos, pero en el Reino de Dios, el camino es estrecho y él se nos interpone en el trayecto. Si hemos de cumplir la visión que Dios tiene para nosotros, debemos presentarnos cara a cara ante él con un corazón sincero. Esta es la lección de Jacob antes de convertirse en Israel.

            Jacob se encontró con Dios en un lugar al que llamó Betel, «Casa de Dios». Sucedió de esta manera: Jacob había robado los derechos de primogenitura de su hermano gemelo Esaú, engañando a su padre Isaac que estaba ciego. Le hizo creer que él era Esaú, quien, en virtud de ser el mayor, tenía derecho a una mayor parte de la herencia y a convertirse en el patriarca de la familia tras la muerte de Isaac. Pero Esaú no mostraba interés en tomar su lugar y le vendió la primogenitura a Jacob por un plato de lentejas. Engañó a su padre Isaac quien bendijo a Jacob con la bendición de la primogenitura.

            Cuando Esaú descubrió que su padre no tenía otra bendición para él, se enojó en extremo y Jacob tuvo que huir hacia al este donde vivía la familia de su madre. Agotado y asustado, se acostó para dormir con una piedra por cabecera. En la noche, el Señor le dio un sueño en el que vio una escalera que se extendía hacia el cielo con ángeles que ascendían y descendían sobre ella. El Señor estaba en lo alto de la escalera y habló a Jacob prometiéndole que regresaría a su tierra natal, y que Jacob tendría descendientes que se extenderían sobre toda la tierra, y que de su descendencia vendría uno que bendeciría a todas las familias de la tierra (véase Génesis 28:10-22).

            Cuando Jacob despertó, nombró el lugar «Betel», ungió la piedra con aceite y prometió que, si Dios cumplía todas sus promesas, él serviría a Dios y apartaría para él el diezmo de todo lo que le diera. Luego partió en su viaje buscando cumplir su sueño.

Itinerario formativo de Jacob

El itinerario formativo de Jacob lo llevó al este, a la casa de su tío Labán, al matrimonio y al servicio de su tío. Es una historia de arduo trabajo, desilusión, conflicto y eventual riqueza. Detallar su experiencia no es nuestro propósito aquí, pero el Señor estaba con él mientras luchaba con Labán (que también era tramposo y exigente). Después de muchos años, el Señor dijo a Jacob que regresara a su casa. Para entonces, había adquirido esposas, concubinas y mucho ganado. Pero ir a casa no sería fácil: Esaú no lo había olvidado, y Esaú era un hombre fuerte.

El propósito final de Dios es llevarnos a un enfrentamiento con nosotros mismos y con él para que podamos cumplir su propósito.

            El itinerario formativo de Jacob nos recuerda que Dios cumple su palabra y está con nosotros incluso cuando andamos en “tierras lejanas.” Su fidelidad no nos evita las dificultades, pero nos ayuda a superarlas incluso cuando no somos conscientes de que él está con nosotros. El propósito final de Dios es llevarnos a un enfrentamiento con nosotros mismos y con él para que podamos cumplir su propósito.

Volviendo en sí

            Oímos mucho sobre el «yo», la «autoestima», «la realización personal, y otros esfuerzos orientados hacia uno mismo. Pero la Biblia no pinta una imagen bonita del sí mismo. El humanismo ha entronizado al yo corrupto. Jeremías dice: “Engañoso es el corazón, más que todas las cosas, y sin remedio. ¿Quién lo conocerá?” (Jeremías 17: 9). E Isaías 53: 6 dice: » Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino.» En Romanos 3:23, vemos que “todos hemos pecado.» Las Escrituras están llenas de pasajes que nos dicen que debemos ser salvos de nosotros mismos. El itinerario formativo de Jacob fue un viaje para descubrirse a sí mismo y, finalmente, para ser salvo de sí mismo.

            En Segunda Crónicas 6:36-39, dice que cuando el pueblo de Dios sea llevado cautivo a un país lejano, vuelvan en sí y se vuelven a Dios con todo su corazón, él escuchará su oración. Me he preguntado si Jesús tenía este pasaje en mente cuando contó la historia del hijo pródigo que fue a una región lejana, perdió todo lo que tenía, y mientras alimentaba a los cerdos «volvió en sí» (vea Lucas 15:17). Volver en sí es el comienzo del arrepentimiento y la restauración. La visión de Dios para nosotros se basa en la muerte a sí mismo para que él pueda cumplir su voluntad en y por medio de nosotros.

Muchos cristianos que han estado en la presencia de Dios, lo han escuchado prometer que él los va a bendecir. Pero ellos en realidad nunca han vuelto en sí. Todavía se esfuerzan por abrirse camino por sí mismos, o para hacer que suceda en su propia fuerza. Una cosa es ver a Dios en el cielo en lo alto de «la escalera.» Es muy distinto cuando baja de la escalera para luchar con nosotros cara a cara.

A solas con Dios

            Jacob regresaba a casa después de muchos años dedicados al cumplimiento de su sueño. Pero primero tenía que verse con Esaú, a quien había engañado. Jacob significa «agarrador de talones o suplantador», porque al nacer venía con su mano asida al talón de Esaú. Desde su nacimiento y a lo largo de su vida, Jacob pasó su vida agarrando lo que era de otro… primero con Esaú, luego con Isaac, después con Labán. Jacob procuraba salir ganando siempre.

Camino a casa, se asustó, y con razón. ¡Esaú había oído que Jacob venía de regreso y fue a encontrarse con él con cuatrocientos hombres! Jacob se detuvo a orar en un lugar llamado «Mahanaim». Suplicó a Dios que lo librara “de la mano de Esaú.” (Ver Génesis 32: 9-12). Decidió enviar sus rebaños a Esaú como regalo. Jacob siempre estaba haciendo “tratos,” pero nunca encontraba la paz.

Finalmente, Jacob envió adelante a sus esposas y sirvientes para encontrarse con Esaú. Génesis 32:24 dice: que “Jacob se quedó solo”. Las reuniones de oración y los compañeros de oración son buenos, pero a veces necesitamos encontrarnos a solas con Dios. Buscar el rostro de Dios es un asunto muy personal (ver 2 Crónicas 7:14).

La lucha

            La narración dice que Jacob luchó con «un hombre». Pero Jacob dijo después que era Dios. ¿Sería una pre encarnación de Jesucristo, una Cristofanía? No lo sé (ver Josué 5:13-15). Lo cierto es que Jacob estaba decidido a recibir una bendición de Dios y por eso se aferró de Dios. En la lucha, Dios tocó el muslo de Jacob y quedó cojo para siempre. Aun asi Jacob ¡no se soltó de Dios!

            Finalmente, el Señor dijo: «Déjame ir, porque ya raya el alba». Pero Jacob dijo: «No te dejaré si no me bendices». El Señor dijo: «¿Cuál es tu nombre?» Él dijo: «Jacob». Dios sabía el nombre de Jacob, pero quería que Jacob lo dijera. «Yo soy Jacob, el Suplantador.» Entonces el Señor dijo: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has contendido con Dios y con los hombres, y has prevalecido.

            Jacob llamó ese lugar “Peniel” que significa “cara de Dios” diciendo: “Porque vi a Dios cara a cara y salí con vida.” Conocer a Dios preservó la vida de Jacob.

            Dios bendijo a Jacob con un nuevo nombre y un nuevo rango: príncipe. No porque Jacob fuese digno, sino porque estaba dispuesto a luchar con Dios y consigo mismo. De eso trata principalmente la búsqueda del rostro de Dios: es estar dispuesto a luchar con Dios y con la verdad sobre nosotros mismos. No es fácil, pero es necesario si alguna vez hemos de reinar con él y reinar sobre nosotros mismos y nuestros enemigos (ver Proverbios 16: 7).

El regreso a casa      

Lo que pudo haber sido un desastre se convirtió en una reunión familiar. En lugar de una guerra entre hermanos, Esaú se echó sobre el cuello de Jacob y lo besó. Lloraron juntos. Esaú le devolvió los regalos que Jacob le había enviado. Se despidieron; cada uno se fue por caminos separados, y Jacob construyó una casa y se estableció en paz.

            Luego, el Señor envió a Jacob de regreso a Betel con instrucciones de remover todos los dioses extraños de entre su gente, purificarse, cambiarse de ropa y construir un altar. En el camino, «otros dioses» entran en nuestras vidas, entran impurezas y «nuestra justicia» se vuelve sucia. Necesitamos las vestiduras frescas de su justicia. Luego, está el nuevo altar del sacrificio que se ha de construir.

            Jacob regresó al sagrado Betel, pero no era la misma persona que había tenido un sueño años antes. Ahora era un hombre que se había visto a sí mismo y a Dios, cara a cara.

            Hace poco me encontré con un hombre que había dejado nuestra iglesia hace muchos años. Lo hizo porque su pastor se había mudado a otra ciudad. Desilusionado, dejó la iglesia. Su negocio prosperó, pero perdió a familia y amigos. Cuál no fue mi sorpresa cuando lo vi un día en la iglesia. Fui a saludarlo; pero él se echó sobre mi cuello llorando. Lloré con él; él estaba en casa.

            Tengo un amigo que trabaja con personas sin hogar. Me dijo que el 80% de ellos alguna vez fueron a la iglesia y tuvieron alguna experiencia con el Señor, quizás un sueño… pero luego se fueron a una «región lejana» y perdieron todo lo que tenían. Mi amigo los busca y les dice que pueden regresar a casa. Él los lleva de regreso. El regreso puede ser una lucha, pero el Padre Dios los encontrará y los bendecirá con misericordia. Quienes se alejan de Dios ¡pueden venir a casa otra vez!

Anatomía de la lucha        

¿Por qué se hace tan difícil buscar el rostro de Dios? Es más fácil para un niño venir a Cristo porque ellos tienen mucho menos tiempo vivido y conflictos que enfrentar; menos de qué arrepentirse. Pero la mayoría de nosotros, como Jacob, tenemos mucho con qué lidiar.

            No se nos dice mucho sobre la conversación de Jacob con Dios en Peniel, pero dice que duró toda la noche. Algunos podrían preguntar: «¿De qué podría hablarle a Dios toda la noche?» Pero esas preguntas vienen de personas que nunca han estado cara a cara con Dios y consigo mismas.

            La lucha es sobre quiénes somos sin Dios, dónde hemos estado, qué hemos hecho y hacia dónde vamos. Se trata de lo que sucederá si Dios no nos bendice. La lucha es por el sueño que a veces se convierte en una pesadilla.

            Para algunos de nosotros, la lucha es por nuestros hijos y nietos. ¿Qué pasará con ellos si Dios no nos bendice? Para otros, se trata de nuestra iglesia y su misión. Y para todos nosotros en nuestros propios países, se trata de nuestra nación y su dirección. ¿Qué pasará si Dios no bendice a nuestra nación?

            Un amigo de Billy Graham contó que una vez entró en el despacho de Graham y encontró al gran evangelista en el piso clamando a Dios: “Señor, no me quites el Espíritu Santo; puedes tomar lo que quieras, pero no tomes el Espíritu Santo.» Todos hemos visto el éxito de Graham, pero pocos han visto sus luchas. «No habría habido cruzadas sin luchas desesperadas. No hay asientos baratos en la arena del Reino.

            Como testimonio personal, hace muchos años prediqué en una conferencia en una nación lejana. Mi primer mensaje fue bien recibido y muchos respondieron. Cuando me senté en el auto esperando que el conductor me llevara de regreso al hotel, una vocecita me decía: «Ese es tu verdadero yo; así es como siempre sería si la gente escuchara». Sabía que no era el Santo Espíritu, pero sonaba bien. La noche siguiente, el mensaje no anduvo ni cerca y nadie respondió. ¡No podía salir del edificio lo suficientemente rápido! Mientras estaba sentado en el mismo auto esperando al conductor, otra voz me dijo: «Ese es tu verdadero yo sin el Espíritu Santo». Nunca lo he olvidado.

Nuestra dependencia de él

            Nunca estamos más seguros que cuando somos humildes ante Cristo y nos damos cuenta de nuestra total dependencia de él. Nunca estamos en mayor peligro que cuando caminamos en orgullo. Martín Lutero dijo: «Dios creó el mundo de la nada, y mientras no seamos nada, él puede hacer algo con nosotros.» Dios hizo algo grandioso con el engañoso Jacob porque él fue transparente con Dios en Peniel.

            Quizás la realización más humillante para mí ha sido que no puedo cambiar mi propio corazón y mucho menos los corazones de los demás. Llegar al punto de reconocer mi pobreza espiritual es la clave para la bendición de Dios y para recibir su Reino en mi vida.

            Mi oración es por un despertar en nuestra nación. Comenzará con humildad personal ante Dios y con la voluntad de luchar con él para obtener su bendición. Vaciarnos, quedarnos solos y buscar su rostro puede salvarnos, tal como lo hizo con Jacob.

CHARLES SIMPSON es el Editor en Jefe de One-to-One Magazine. También ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones. En 2015, celebró 60 años de ministerio

Tomado con permiso de One-to-One Magazine edición de verano de 2009

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de Reina Valera Actualizada 2015.