Querido amigo en Cristo,

¿Hasta qué punto es importante un diagnóstico atinado y a tiempo cuando enfrentamos una enfermedad o dolencia? Para algunos, es cuestión de vida o muerte. Mi querida y bella esposa falleció por consecuencia de un diagnóstico equivocado. El diagnóstico acertado vino demasiado tarde, cuando el cáncer ya estaba en la etapa 4. Un diagnóstico atinado y a tiempo le habría salvado la vida. Por lo tanto, comprenderán que para mí se trata de un tema muy cerca de mi corazón.

En el año 2000 estuve a punto de morir por haberme auto-diagnosticado. Pensaba que mis dolores eran solo «indigestión». Mi médico de cabecera insistió en que fuera a un cardiólogo. Éste me hizo una prueba de esfuerzo con un material reactivo y reveló que tenía sólo un 10% de riego sanguíneo. Ese diagnóstico dio lugar a una operación inmediata de corazón abierto y a un baipás cuádruple, que me salvó la vida. El médico me dijo: «Si hubieras tenido un infarto, te hubieras muerto». Un diagnóstico atinado me salvó la vida.

Manifiesto humanista

El primer manifiesto humanista fue elaborado en 1933 por tres hombres y firmado por otros 34, entre ellos John Dewey (padre de la educación estadounidense). Ese manifiesto era totalmente humanista y, de hecho, se convirtió en una » religión » secular. La intención del manifiesto era la sustitución de la religión tradicional. Abrazaba el racionalismo humano como la respuesta a los problemas culturales. Me pregunto: «¿Estamos diagnosticando adecuadamente nuestros problemas culturales? ¿Estamos tratando los síntomas o las raíces de nuestros problemas? ¿Deberíamos profundizar más?». Creo que sí, porque las condiciones no parecen mejorar.

Al manifiesto mencionado le siguieron otros dos que evolucionaron y desarrollaron la premisa del original. La Segunda Guerra Mundial había puesto de manifiesto el excesivo optimismo del primer manifiesto, pero los segundos y terceros manifiestos humanistas siguieron confiando en la razón y la bondad humanas, y continuaron ignorando «el pensamiento de Dios.»

En 1848, Karl Marx y Friedrich Engels dieron al mundo «El Manifiesto Comunista». Proponía alcanzar la armonía social eliminando la propiedad privada y reorganizando la sociedad, otorgando el poder a la clase trabajadora en contraposición a la «Capitalista» (clase alta). Sin hacer una inmersión profunda en varias propuestas humanistas, algunas de las cuales han costado millones de vidas, (y seguimos contando) uno podría preguntarse: «¿Cómo está funcionando todo eso?» Esta es una pregunta muy importante. Los diagnósticos falsos suelen basarse en el optimismo y el idealismo y no en la realidad.

Nuestras raíces

George Hegel (a quien no acostumbro citar) dijo: «Lo que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia». Es una afirmación muy cierta; refleja nuestra tendencia a olvidar muy rápidamente. ¿Habremos olvidado las raíces y los fundamentos de nuestras naciones? Muchos lo han hecho.

El aumento de más leyes no ha resuelto nuestros problemas. Trillones de dinero invertidos en más síntomas no han resuelto nuestros problemas. Las soluciones políticas pueden ser provechosas, pero no solucionan nuestros problemas. La religión puede ser útil, pero tampoco soluciona nuestros problemas. Podría seguir con una letanía de «buenas ideas» que no han resuelto nuestros problemas culturales.

Entonces, ¿cuáles son en realidad los costes de un diagnóstico erróneo? Lo que cuesta es literalmente incalculable. Muertes, enfermedades, guerras, seguros necesarios, gastos médicos, prisiones, drogas, huérfanos, depresiones y más y más. No hay manera de calcularlo. Si no podemos diagnosticar, no podemos curar. 

Los fundadores de los Estados Unidos comprendieron que la República no puede funcionar sin un pueblo moral. Los cimientos de la nación se basan en cierto tipo de moralidad que se expresa en los Diez Mandamientos. Los Diez Mandamientos no nos salvarán, pero nos dicen lo que sí lo hará. Honrar a Dios, honrar a los padres y amar al prójimo.

Los Diez Mandamientos entregados a Moisés están grabados en piedra en el edificio de nuestro Tribunal Supremo. Tenemos la Declaración de la Independencia y una Constitución que exigen igualdad ante la ley. No, no hemos vivido de acuerdo con nuestros ideales, pero nos enseñaron la norma. Era nuestro fundamento. Tenemos una moneda que dice: » En Dios confiamos». Por supuesto, muchos confían en el dólar y no en Dios. Ahora, tanto Dios como el dólar están bajo ataque. Nuestros cimientos están bajo ataque y el Salmo 11:3 advierte: «Si los cimientos son destruidos, ¿qué puede hacer el justo?». (El Salmo 11 nos da sabios consejos sobre lo que podemos hacer. Más adelante hablaremos de ello).

A lo largo de la historia hemos visto lo que ocurre cuando se falsean los cimientos de un puente o un edificio. Se pierden vidas. Jesús nos advirtió sobre los cimientos en Mateo por medio de esta parábola:

24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. (Mateo 7:24-27).

A menos que descubramos el camino hacia la renovación de la verdadera moralidad, las naciones se derrumbarán hasta convertirse en un montón de escombros como los imperios del pasado. El orden más admirable se convertirá en un caos reprochable.

La pérdida de confianza en las instituciones sociales, producen la revolución y la tiranía. La tiranía es la respuesta histórica al caos y viene imponiendo algún tipo de moralidad. «Ama a tu prójimo» se convierte en «Ama a tu tirano o lo pagarás». El amor y la moralidad ya no son los motivos; el miedo y la conformidad se convierten en motivos.

Actualmente, la libertad que tenemos está en decadencia. En algunos lugares, existe la idea de libertad sin ley. La aplicación de la ley ha sido atacada en favor de la anarquía. Recordemos que nuestra República, fundada sobre un pueblo moral, prometía libertad dentro de la ley. La libertad total para hacer lo que queramos nunca fue el objetivo. Mi libertad termina donde empieza la suya. El caos comienza cuando se pierde el concepto de » amar al prójimo como a uno mismo».

La noción de que todos los seres humanos son intrínsecamente buenos, que más amor propio y virtudes humanas sanarán de alguna manera nuestra cultura, carece de pruebas o evidencias históricas. «Come esto y serás como Dios» es una vieja y destructiva mentira de Satanás. Es una forma de narcisismo que hizo que Satanás fuera expulsado del cielo y hará que sea arrojado al infierno. ¿Y qué de nosotros?

¿Quién soy yo?

No dudo de que mi diagnóstico se cuestionará; tampoco lo defiendo. No pretendo hablar desde una plataforma superior. Como dijera Winston Churchill de Clemente Atlee: «Es un hombre modesto con mucho para serlo.» ¡Yo también tengo mucho para ser humilde! Como dice Romanos 3:23, ¡yo también me he quedado corto! Pero quedarse corto no niega la norma. Lo que hemos hecho con demasiada frecuencia es «bajar la barra» a nuestro nivel. El problema es que cuando hacemos eso, otros también lo harán. Entonces nadie está a salvo. Yo no juzgo la norma; la norma me juzga a mí. ¿Qué hacer entonces? Vuelvo al Salmo 11. Lo animo a que usted lo lea también.

El Salmo 11:1 declara: «en Jehová he confiado». Los que intentamos mantener la norma establecida por Dios somos ahora el blanco del enemigo. Los que quieren ignorar a Dios también buscan destruir los cimientos. Pero el Dios que los estableció sigue en su lugar santo y observa. Él nos está probando. Y si bien nos pone a prueba, aborrece la violencia. El permanece siendo el Juez y nos juzgará mientras pasamos por el fuego. Lo que observa es nuestra manera de responder.

Soy uno de los muchos que todavía confían en el Señor y no en sí mismos. Soy uno de los que hemos descubierto nuestra propia debilidad y buscamos en Él gracia y fuerza. También soy uno de quienes oran para que todos hagamos lo mismo, mejor incluso de lo que yo lo haya hecho. Oro para que podamos ser uno de esos ciudadanos morales que disfrutan de su libertad dentro de la ley, respetan la ley y confían en la gracia y la misericordia de Dios para que les guíe.

¿Habrá alguna esperanza?

Ciertamente creo que hay esperanza para aquellos que confían y obedecen al Señor. ¿Hay esperanza para nuestra amada nación? Para ser sincero, no estoy seguro. Mi confianza no está en nuestra actual trayectoria. Veo una decadencia muy grave de la confianza. Veo un electorado escéptico. Veo que gran parte de nuestro sistema educativo va en una caída precipitada. Veo que muchos grupos religiosos están transigiendo la «Buena Nueva» en favor del conformismo. Podría seguir explicando por qué me cuesta ser optimista a mis 86 años.

Sin embargo, tengo esperanza que me da resistencia a pesar de todas las pruebas negativas. Veo a muchos jóvenes que, como yo, en los años sesenta, han dado un giro radical hacia Dios. Recuerdo bien la violencia y la agitación de los años sesenta, los asesinatos y las guerras, y luego el avivamiento. Espero ver el renacimiento una vez más. Hay pruebas en el Salmo 23 de que el valle precede a la fiesta.

Mi propósito aquí no ha sido predicar o citar las escrituras relevantes. Mi propósito ha sido dar una visión personal, un diagnóstico y una opinión personal. Una carta personal, si me permite. Ruego que tenga sentido para usted. 

Entonces, ¿qué podemos hacer? Primero pregúntense, ¿cuál es mi diagnóstico de la cultura en la que vivimos? Tómese su tiempo, medítelo. Pregúntese ¿qué debo hacer? ¿Qué estoy haciendo ahora? Tómatelo como algo personal. No se trata de lo que otros hacen o no hacen. Yo le he dado mi valoración sincera; ¿cuál es la suya? Sea todo lo sincero que pueda con usted mismo y con Dios.

Crea a Dios

Si usted cree en Dios, ¿le cree a Dios? No son la misma cosa. ¿Le ha dicho él algo? ¿Lo ha creído usted y lo está haciendo? ¿Tiene usted una vocación, un propósito dado por Dios? ¿Ora usted? ¿Quién o qué está en su lista de oración? ¿Se trata sólo de lo que usted quiere o es para bendecir a otros? ¿Necesita hacer cambios? ¿Tiene una estrategia para lograrlo? ¿Estás progresando? Podría seguir, pero me detendré. Ruego para que veamos un despertar y no una tiranía.

Permítanme que les pida una cosa más: ¿podrían tener presente este ministerio en sus oraciones y en sus donaciones de este mes? Aunque en este momento mucha gente estará de vacaciones, las necesidades y oportunidades del ministerio nunca toman vacaciones. Esta ha sido una temporada muy difícil para nosotros financieramente, a pesar de que seguimos avanzando en el servicio a Dios y su pueblo en todo el mundo e incluso mientras apoyamos a otros ministerios.

Nuestro ministerio no cree en exageraciones ni en maniobras de presión para recaudar fondos. Pero les pedimos sinceramente que consideren en oración la manera de apoyarnos este mes y en los meses venideros. Estoy muy agradecido por todos los que nos han apoyado en el pasado y pido al Señor que continúe proveyéndoles a ustedes y a sus seres queridos.

Bendiciones,

Charles Simpson

Notas;

CHARLES SIMPSON es el escritor de la Carta Pastoral. También ministra extensamente en los Estados Unidos y en otras naciones.

Usado con permiso de la Carta Pastoral de julio -2023

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son de Reina Valera de 1960

Nota del traductor: El diagnóstico alude, en general, al análisis que se realiza para determinar cualquier situación y cuáles son las tendencias. Esta determinación se realiza sobre la base de datos y hechos recogidos y ordenados sistemáticamente, que permiten juzgar mejor qué es lo que está pasandoWikipedia