Preguntas y Respuestas

Respuestas de Don Basham y Ern Baxter

¿Con cuánta fe debemos tomar las profecías personales o predictivas; cómo debemos responder a ellas?

DON: Hay muchas personas que creen erradamente, que la profecía, para ser válida necesita tener los elementos de predicción o de dirección. No es así. Pablo dice: «El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación» (1 Cor 14:3). En ese versículo no se hace ninguna mención de la predicción o la dirección. Obviamente entonces, la profecía puede edificar, exhortar y consolar sin contener predicciones del futuro o direcciones específicas. Personalmente, siento más confianza con las profecías que no predicen u ofrecen dirección alguna ya que estoy consciente de los tremendos peligros inherentes en dichos mensajes. Las Escrituras dicen con toda claridad que debemos de caminar por fe y no por manifestaciones proféticas. Si bien las profecías predictivas y directivas pueden ser genuinas y a veces proveen un consuelo maravilloso para los cristianos que la reciben, creo que Dios es bastante parco en el uso de ellas. Ocho de cada diez profecías predictivas que he oído han sido erróneas.

En innumerables ocasiones he oído a cristianos sinceros que profetizan motivados por sus propios deseos y fantasías acomodaticias. Por ejemplo, alguien profetiza que su abuelita de noventa años, quien agoniza en el hospital, sanará milagrosamente y su sanidad asombrará a todo el personal del hospital y de la comunidad y que eso comenzará un avivamiento en el pueblo. Únicamente que al día siguiente la abuelita muere.

Este tipo de «profecía» no es perversa ni satánica – pero sí mal dirigida y originada en el espíritu humano y no por el Espíritu Santo.

¿Cómo debemos responder a este tipo de profecía si contiene predicciones o dirección, no debemos ni aceptarla ni rechazarla?  Debemos de ponerla en nuestro «archivo pendiente» y orar para que Dios la confirme en boca de por lo menos dos testigos más. Jamás debemos de actuar apresuradamente basados en una profecía directiva o predictiva que no haya sido confirmada, no importa cuán inspirada nos parezca.

ERN: El Nuevo Testamento hace una distinción entre el profeta como uno de los ministerios mencionados juntamente con los apóstoles, evangelistas, pastores y maestros que menciona Efesios 4: 11, y la profecía que funciona como un don del Espíritu y que todo creyente puede tener (1 Cor 14:31). Al contrario del don de la profecía, que es un don que todos pueden ejercer, el ministerio de profeta no está abierto para todos (1 Cor 12: 29). El don del Espíritu, puede ser ejercido por los creyentes cuando «toda la iglesia se reúne» (1 Cor. 14: 23), para «edificar, exhortar y consolar» (1 Cor 14:3). En otras palabras, como alguien ha dicho, son mensajes inspirados que urgen a los cristianos a «cargarse (como una batería) avivarse (como un fuego) y alegrarse.» Parecería que el don ejercido de esta manera no lleva la intención de predecir o de dar dirección personal. Esta ministración vendría más fácilmente bajo el don de «la palabra de sabiduría» y «la palabra de conocimiento» (1 Cor 12:8).

Podemos designar como profetas con una «p» minúscula a los que profetizan en la asamblea manifestando el don de la profecía. Sin embargo, a aquellos hombres que son dados por el Cristo resucitado para llevar el cargo de Profeta podemos designarlos con una «P» mayúscula. De modo que tenemos profetas y Profetas. Los Profetas operan juntamente con los otros ministerios de liderazgo como los apóstoles y los ancianos. Agabo en el Nuevo Testamento es una buena ilustración de un profeta que predijo una gran hambre y también los sufrimientos que le esperaban a Pablo en Jerusalén (Hechos 11:28; 20:10,11).

Sé que hay mucha profecía predictiva y personal que nunca se ha cumplido y que ha causado considerable angustia en aquellos a quienes iba dirigida. Hay quienes, al mostrar una ansiedad sincera de ser usados por el Señor, en realidad profetizan de su propia mente. Estamos protegidos, en el caso del profeta, por el hecho de que esta persona se estará moviendo juntamente con los líderes y estará rodeada por hombres maduros y responsables que garanticen su integridad y la autenticidad de su don. El contenido significativo del Nuevo Testamento sitúa a los cristianos dentro de la comunidad redimida con todos los frenos y equilibrios disponibles en la pluralidad del liderazgo y de las relaciones con otros creyentes. Mi opinión es que tanto los profetas como los Profetas deben de operar necesariamente bajo autoridad adecuada y la relación correcta con la comunidad entera.

He observado a través de los años a muchas personas caminar independientemente, con cierta medida de orgullo y de arrogancia espiritual sintiéndose con el derecho unilateral de hacer cualquier cosa. El Nuevo Testamento rechaza esta actitud y urge a que todos funcionemos en relación con los demás en el Cuerpo. Pero en vez de cerrar nuestra mente a las actividades sobrenaturales de Dios y ser demasiado precavidos hasta el punto de cuestionarlo todo, debiéramos de operar con los pesos y contrapesos que provee el Nuevo Testamento. Esta es una manera de no caer víctima de manifestaciones impropias o falsedad de carácter predictivo o de dirección personal.

Pregunta:

¿Cuál es el entrenamiento particular que debe de tener un profeta? ¿Cómo puede una persona con el don de profecía estimular e incrementar su capacidad para ministrar?

Respuesta:

DON: No estoy tan seguro que se puede «entrenar» a un profeta. Por supuesto que no se puede ir a la escuela y recibir cursos de cómo hacerlo. Personalmente, yo creo más en «ver que las cosas sucedan» y no «hacer que las cosas sucedan». Yo creo que Dios está comenzando a levantar profetas para que sirvan al Cuerpo de Cristo y estoy más interesado en su función que en su etiqueta. Prefiero ver a un hombre funcionar con un ministerio profético que no se preocupa si le llaman o no profeta, que ver a alguien reclamar el título (con una facilidad para profetizar instantáneamente), pero con un ministerio que produce muy poco fruto.

Creo que es a través del ejercicio del don de la profecía que una persona entra en el ministerio de profeta. Pablo nos enseña que «todos podéis profetizar, uno por uno … » (1 Cor 14:31) pero no todo el que profetiza es un profeta. «Acaso todos son apóstoles? ¿Acaso todos son profetas? (1 Cor 12:29) significa claramente que no todos son apóstoles no todos son profetas.

Cuando una persona manifiesta el don de la profecía consistente y efectivamente, creo que puede ser una indicación de preparación para el ministerio de profeta. Por supuesto, que para el establecimiento de tal ministerio se requiere una madurez reconocida y una estabilidad en la vida total cristiana, además de la confirmación y la ordenación de los ancianos responsables en supervisar la iglesia o comunidad a la que dicho hombre pertenezca.

Si hay algo que el Cuerpo de Cristo no necesita son «profetas» autonombrados y auto-ordenados con ministerios vagabundos a través de un oasis, sin autoridad reconocida sobre ellos. Aunque encontramos algún ministerio, deberíamos de tener cuidado en aceptarlo a menos que se sepa bajo cuál reconocida autoridad espiritual este profeta opera – es decir, de cuál comunidad local es enviado y a qué líderes tiene que rendir cuentas.

ERN: Ambos, la persona del Profeta y el don espiritual de la profecía, son dones del Señor y por lo tanto no necesitan de entrenamiento para lograr convertirse en profeta o para ejercer ese don. Sin embargo, ya que estos dones son manifestados en y a través de seres humanos redimidos, se hace necesario que el instrumento humano alcance, con el ejercicio responsable y regular de estos dones, una conciencia mayor de cómo ofrecer mejor sus cuerpos y mentes al Señor. Si estas personas comprenden la necesidad que hay de hacer con excelencia las cosas de Dios, se preocuparán para «abundar en ellos para la edificación de la iglesia» (1 Cor 14:12). Esto lo establece el apóstol Pablo en Romanos 12: 6 al 8. Allí dice que todos los ministerios y las manifestaciones del amor y el propósito de Dios son dones que proceden de Su gracia (versículo 6). Después de mencionar que estos dones se apliquen en ejercerlos de una manera que glorifique a Dios y edifique a sus semejantes.

Pregunta:

¿Cuál es exactamente el significado del comentario de Pablo que «los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas» (1 Cor 14:32)?

DON: Hay por lo menos dos cosas que están implicados con claridad en esta declaración de Pablo.

(1) Que el impulso profético puede ser controlado por la persona que va a profetizar. Nosotros controlamos los dones y no éstos a nosotros. En el siguiente versículo (1 Cor.14:33) Pablo dice «Dios no es Dios de confusión … » La implicación es que por su falta de madurez los corintios habían estado ostentando indisciplinada y desordenadamente estos dones – hablando en lenguas y profetizando a voluntad. Todo el pasaje desde el versículo 26 hasta el 40 consiste en instrucciones de cómo llevar a cabo una reunión de creyentes, con las manifestaciones de los dones espirituales operando bajo la disciplina adecuada.

(2) La otra implicación es el sentido del versículo 29 que dice que ambos, el profeta y la profecía, deben operar bajo autoridad.

ERN: Podemos deducir por esta carta a los corintios que es posible tener dones espirituales y ejercerlos impropiamente. Los corintios estaban creando confusión y desorden en la iglesia con el uso de los dones y no estaban glorificando a Dios ni edificando a las personas. Pablo aclara enfáticamente que, aunque estos dones son dados libremente por Dios, su ejercicio apropiado depende de la obediencia del que los manifiesta dentro del orden que Dios ha establecido a través de la autoridad apostólica. De seguro había algunos entonces como ahora, que pensaban que, porque tenían el don y el impulso de expresarlo, esa era suficiente autoridad para seguir adelante. Hay personas que dicen: «Tuve que hacerlo – no me pude contener.» El apóstol Pablo los contradice declarando que, si bien los dones son dados sobrenaturalmente y son manifestaciones del Espíritu, éstos están sujetos al control de la persona. Pablo dice que cuando varias personas están hablando al mismo tiempo sólo confusión pueden dar como resultado. Por lo tanto, insisto que los dones sean ejercitados uno a uno para que todos puedan recibir su beneficio completo. Este es el sentido que el Nuevo Testamento Viviente da: «Recuerden que los mensajeros de Dios deben tener la fuerza de voluntad suficiente para dominarse y esperar su turno.»

Pregunta:

¿De qué manera debemos recibir una profecía que es de naturaleza correctiva y de un tono más duro que las

demás?

DON: La amonestación profética debe hacerse con sabiduría, gentileza y amor. Mi sentimiento personal es que la mayoría de estas correcciones no debieran tomar forma profética, sino que debieran de darse en el consejo espiritual y privado de un pastor o anciano.

Mi tendencia es de sospechar de estas profecías duras y discordantes con un tono pesado de crítica y de corrección para una persona o un cuerpo de creyentes. Por lo general las manifestaciones proféticas inspiradas realmente por el Espíritu Santo nunca son, si acaso rara vez, «rudas». El Espíritu Santo no condena. Puede convencer de error, pero con la convicción por lo general viene la promesa de ánimo y de aliento.

Las profecías de tono áspero y de naturaleza crítica, amenazando con juicio y castigo, muy rara vez se originan en el Espíritu de Cristo; muy a menudo vienen de una fuente impura o son fruto del hombre mismo con un espíritu de crítica.

ERN: Todos los dones y ministerios deben ser ejercidos en el contexto del amor. Probablemente por eso es que 1 Corintios 13 aparece entre los capítulos 12 y 14. Solamente cuando estamos dominados por el amor podemos dar o recibir apropiadamente cualquier cosa uno del otro. Esto es así en las relaciones interpersonales entre cristianos. Es triste pero cierto, que los cristianos puedan comportarse de una manera indigna del amor divino. También es posible el mal uso de los dones y de los ministerios y dejar que motivos impropios se mezclen para lastimar en vez de ayudar. Hay ocasiones en que la Palabra del Señor es «una declaración difícil; ¿quién puede escucharla?» (Juan 6:60), pero esta deberá ser expresada con espíritu libre de toda motivación equivocada. Cuando sea necesario dar «una declaración difícil», el mensajero deberá asegurarse de la pureza de sus propios motivos y actitudes.

Reproducido de la Revista Vino Nuevo Vol 2 # 9 Octubre -1978

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